Colombia: trabajo solidario enfrenta a corporaciones globales [Aviva Chomsky - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Abr 7 01:24:47 GMT+3 2007


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boletín informativo - red solidaria de revistas
Correspondencia de Prensa
Año IV - 7 de abril 2007 - Redacción: germain5 en chasque.net

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Colombia

Hans Bennett entrevista a Aviva Chomsky

Trabajo Solidario en Colombia

Znet
http://www.zmag.org/Spanish/
Traducido por Carlos Treviño y revisado por Alfred Sola 

 
Aviva Chomsky es profesora de Historia y Estudios Latinoamericanos en el Colegio Estatal de Salem en Massachusetts. También es una de las fundadoras del Comité de Solidaridad con Colombia de North Shore, que ha trabajado desde el 2002 con movimientos populares y de trabajadores en Colombia, especialmente con aquellos afectados por el sector minero propiedad del capital extranjero.

BENNETT: ¿Qué sucedió con la comunidad de Tabaco en 2001?

CHOMSKY: Tabaco era una aldea afrocolombiana en la provincia norteña de Guajira. Era la más grande de una red de pequeñas aldeas indígenas y afrocolombianas, la única con caminos pavimentados, escuela, oficina de correos y otros servicios gubernamentales. En agosto de 2001 la aldea fue desplazada violentamente como parte de un proyecto de expansión de la mina de carbón "El Cerrejón", la mina de carbón abierta más grande del mundo. La mina era entonces propiedad conjunta de Exxon y un consorcio formado por BHP Billiton (una empresa australiana), Glencore (una empresa suiza), y Anglo-American (una empresa británica).

Un residente describe los eventos de este modo: "No sabíamos lo que estaba sucediendo. De pronto vimos a la policía, a la policía antimotines, y al ejército rodeando nuestras casas y a gente llegando en camiones y bulldozers. Fuimos a nuestras casas a ver lo que sucedía y vimos como empezaron a arrasar el pueblo, a tirar las casas. Y estábamos pasmados, no podíamos creer que la mina pudiera estar haciendo esto."

¿Se ha hecho algo para compensar a la comunidad de Tabaco?

Cuando nuestra delegación estaba allá en noviembre de 2001, entrevistamos a 61 cabezas de familias desplazadas de Tabaco, todos viviendo en condiciones precarias en el pueblo cercano de Albania. Escuchamos la misma historia una y otra vez. Somos campesinos, la gente nos decía, antes manteníamos a nuestra familias. No éramos ricos pero trabajábamos la tierra y proveíamos a nuestros niños de lo que necesitaban. Desde que la compañía tomó nuestro pueblo y nuestras tierras, no hay nada que hacer. No hay trabajo.

En mayo de 2002 la suprema corte de Colombia dictaminó que la gente desplazada de Tabaco debe ser reubicada en forma tal que le permita reconstruir su comunidad - esto implica que necesitan tierra que cultivar y la infraestructura pública que fue destruida. Todavía están esperando que esta decisión se cumpla. Un residente nos dijo, "Hemos agotado todas las posibilidades en Guajira, en toda Colombia. Hemos ido a los juzgados, pero no nos ayudan porque la mina tiene mucho poder."

La compañía afirma que siguieron un proceso de negociación individual, ofreciendo a la gente dinero a cambio de sus casas y de su tierra. Cuando nos reunimos con representantes de la compañía en agosto de 2006, nos dijeron que ocho familias habían rechazado vender y que todavía se les estaban haciendo ofertas a estas ocho.

Los residentes de Tabaco nos describieron estas "negociaciones". Nos dijeron que a partir de 1997 la compañía empezó a ofrecerles ofertas por los títulos de propiedad de sus tierras pero les dijeron que podrían seguir cultivando en ellas. Que la compañía necesitaba los títulos de propiedad para su protección pero que nunca utilizarían estas tierras. Mucha gente sí "vendió" porque pensaron que estaban vendiendo sólo el título, no el derecho a utilizar la tierra.

Después, alrededor del 2000, las "negociaciones" empezaron a ser más agresivas. La compañía amenazó a la gente con que si no vendían, sus tierras serían expropiadas y no obtendrían nada a cambio. El gobierno empezó a suspender servicios al pueblo - el centro de salud, la escuela. El cura vendió la iglesia que la misma gente había construido. Así que más gente vendió.

Algunas personas han sido obligadas a dejar la región de Tabaco por completo. Pero la gente que queda está organizada. Tabaco en Resistencia tiene una lista muy clara de demandas: quieren que se reconozca a Tabaco como una comunidad, que la compañía negocie en forma colectiva con sus representantes, y que la comunidad en su conjunto sea reubicada y compensada por sus perdidas. Quieren llegar a un arreglo que les permita reconstruir el tejido social y económico de su comunidad.

¿Cómo ha respondido la compañía de "El Cerrejón" a estas demandas?

Nos reunimos con oficiales de "El Cerrejón" dos veces en 2006. En agosto nuestra delegación se reunión con un grupo de unos quince representantes de diferentes departamentos de la operación. En noviembre nos reunimos con el presidente de la compañía, León Teicher. Curiosamente, Teicher y los representantes aceptaron que se "cometieron errores" en Tabaco y que quieren evitar este tipo de errores en el futuro. Evidentemente, no están contentos con el escrutinio internacional sobre sus prácticas en derechos humanos. Dicen que están dispuestos a negociar con tres de las otras aldeas que están en la ruta de expansión de la mina. Pero rechazan negociar con la comunidad de Tabaco o con gente de otras comunidades afectadas por sus operaciones.

¿Qué se está haciendo para aplicar presión internacional? 

Internacionalmente estamos trabajando en varios frentes. Tenemos gente de Australia, Inglaterra y Suiza que ha ido a las reuniones de accionistas para denunciar ahí los problemas de las comunidades. Hemos patrocinado visitas de miembros de las comunidades afectadas a todos esos países así como a Estados Unidos y Canadá donde consumimos mucho del carbón. En Salem, Massachusetts, donde vivo, y donde nuestra planta de energía importa carbón de Colombia, el consejo de la ciudad, el alcalde, nuestro representante estatal y nuestro representante en el congreso han escrito cartas a la mina solicitando que reconozca el derecho de la comunidad de Tabaco a ser reubicada. También nos hemos reunido con plantas de energía en Salem, Nueva Escocia y New Brunswick. New Brunswick Power también ha escrito a la mina urgiéndolos a negociar con los residentes desplazados de Tabaco. Dominion Energy, la propietaria de nuestra planta, hizo una declaración un tanto más vaga llamando a una "resolución justa" de las demandas.

En Dinamarca y Holanda dos grandes importadores han suspendido sus contratos con la mina de carbón Drummond en Colombia (de propiedad norteamericana) debido al asesinato de tres líderes sindicales ahí. Esto también manda un fuerte mensaje a las minas de propiedad extranjera en Colombia de que su respeto a los derechos humanos es importante para sus clientes.

¿Cómo se relaciona esto con el movimiento contra la globalización corporativa?

Estas minas son el ejemplo perfecto de globalización corporativa. Todas estas minas son empresas multinacionales. En Colombia han sido piezas claves en la implementación del programa neoliberal. Una pieza de esto fue trabajar con el FMI y el Banco Mundial para reescribir el código de minas colombiano para otorgar más privilegios y ganancias a las compañías extranjeras. La mina de "El Cerrejón" solía ser propiedad al 50% del gobierno colombiano y fue privatizada como parte de este proceso.

Prácticamente la única presencia gubernamental en la mina "El Cerrejón" es el ejército. Escuelas, caminos, salud y otros servicios gubernamentales casi no existen. Grupos paramilitares operan libremente y las ganancias salen del país libremente. Es un paraíso neoliberal.

Crear lazos entre personas, o "la globalización desde abajo", han sido partes importantes en el movimiento contra la globalización corporativa. Tenemos que ser capaces de crear un movimiento global que pueda oponerse al poder de estas compañías globalizadas. Cuando llevamos a gente de Nueva Escocia a ver la mina de donde proviene su carbón o llevamos a gente de Guajira a las plantas de energía que queman el carbón a miles de kilómetros de la mina que los desplazó, nos facultamos todos para trabajar por un mundo que valore más a las personas y sus derechos que las ganancias de las multinacionales.

En diciembre de 2006 SINTRACARBON (el sindicato nacional de trabajadores de la industria del carbón) entró en negociaciones contractuales monitoreadas internacionalmente. La página de internet del sindicato explica que "En Colombia los sindicalistas sufren un alto nivel de violencia, y esta violencia frecuentemente aumenta durante el período de las negociaciones. En esta ocasión, el sindicato ha tomado la valerosa decisión de enfrentar en su pliego la problemática de las comunidades afrodescendientes e indígenas en la región...". ¿Qué ha sucedido desde entonces?

Como resultado de nuestra delegación de noviembre, formamos una comisión internacional para monitorear las negociaciones contractuales que comenzaron a principios de diciembre. Hemos recibido diariamente actualizaciones del sindicato sobre el avance de las negociaciones, las cuales hemos estado traduciendo y distribuyendo a los miembros del comité y también publicando en la página de internet del sindicato que elaboramos para apoyarlos en las negociaciones. La comisión incluye representantes de organizaciones laborales, sociales y comunitarias en Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Suiza.

Durante nuestra delegación de noviembre, llevamos a representantes de SINTRACARBON a visitar las comunidades afectadas por la mina y decidieron incluir una demanda a la mina para que reconozca el derecho de las comunidades a negociar colectivamente, a ser reubicados como comunidad, y a compensaciones, dentro de su propuesta de negociación. Esto es algo sin precedente. Los miembros del sindicato se sintieron asqueados por las condiciones en estas comunidades. Parece sorprendente, pero el sindicato y las comunidades están tremendamente separados: la mina no emplea a gente de las comunidades cercanas, en parte porque quieren que desaparezcan y en parte porque la mina emplea a gente con un nivel relativamente alto de educación y capacitación técnica - es una mina abierta y la mayoría de la gente que trabaja ahí son mecánicos y operadores de maquinaria pesada. La gente de las comunidades afrocolombianas e indígenas no tiene forma de obtener la educación y las habilidades necesarias para estos trabajos.

Creo que los sindicatos en Estados Unidos todavía están tratando de entender cómo lidiar con la globalización. ¿Cómo pueden lidiar con problemas de justicia global, derechos humanos y sociales, y al mismo tiempo tratar de proteger los trabajos y privilegios de sus miembros? Los sindicatos progresistas con los que hemos estado trabajando en los Estados Unidos y Canadá están muy impresionados con la forma en que SINTRACARBON está yendo más allá de sus lugares de trabajo y colaborando con las comunidades que están en resistencia contra su empleador.

Frecuentemente, nos sentimos desvalidos ante el enorme poder de las trasnacionales, ante lo implacable que es el sistema global. Aquí tenemos a algunas de las personas con menos poder en el mundo, - indígenas sin recursos, sin electricidad, sin agua - y a algunas de las más vulnerables, un sindicato en un país con uno de los índices más altos de asesinato y represión contra los sindicalistas en el mundo - luchando contra algunas de las multinacionales más poderosas del mundo. Tenemos mucho que aprender de su ejemplo. 
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