Uruguay: el cuento de la "reforma" del Estado [Oscar Mañán]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Feb 3 13:45:57 GMT+2 2007


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boletín informativo - red solidaria de revistas
Correspondencia de Prensa
Año IV - 3 de febrero 2007 - Redacción: germain5 en chasque.net

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Uruguay

La Reforma del Estado 
(un cuento de madres y monstruos sin cabeza)


Oscar Mañán *

Agenda Radical Nº 448, Montevideo, 2-2-07
Boletín del Colectivo Militante - Por la Unidad de los Revolucionarios
Agendaradical en egrupos.net


".en América Latina, de tiempo en tiempo, la oligarquía usa masivamente los cambios políticos y económicos principalmente como forma de justificar en los hechos de que ha sido exitosa para hacer de la región el caso más paradigmático en el mundo 'de la política y economía del Gatopardismo', en el cual 'todo debe de cambiar para que todo permanezca como está". (Palma, 2004, p.148, traducción nuestra).

Tabaré Vázquez ha apuntado que reformar el Estado para el gobierno se constituiría en la "madre de todas las reformas". El compañero Carlos Santiago, prestigiado periodista, aborda la Reforma del Estado y desarrolla la tesis que lo tipifica como un "monstruo, ineficiente e incapaz" como reza en el título de su artículo (Bitácora, noviembre 16, 2006). El Ministro Mujica (Búsqueda, noviembre 16, 2006) también suma esfuerzos para despotricar al Estado y, más grave viniendo de quien viene, en particular a los trabajadores. Estas notas, explicitando que se posesionan desde el lado de los trabajadores, que también es el del país y que no siempre coincide con los políticos de turno, busca realizar algunas precisiones como ya lo ha hecho en su momento el sindicato de COFE y el mismo Congreso del PIT-CNT.

Desde la década de los ochenta el mundo retomó las ideas pre-clásicas de los 40' (movimiento neo-conservador que tuvo lugar en EEUU) para retornar al viejo liberalismo, pero ahora aggiornado por las huestes (entonces jóvenes) de Chicago (que ahora acaban de perder su cabeza más visible, Milton Friedman, a manos de la guillotina del tiempo). Dicho discurso caló los espíritus primero de las derechas latinoamericanas y luego fue infiltrando a las izquierdas posibilistas. Así se sucedieron sendas generaciones de reformadores más o menos radicales abocados a la tarea sin precedente de destruir el Estado. Estado que entonces, y más allá de los discursos explícitos, se tenía plena conciencia de su esencia, definida como un pacto de responsabilidad entre los beneficiados del sistema económico y aquellos que garantizaban esos beneficios y que no usufructuaban. La ruptura de esas redes fortalecidas en tiempos de crisis, había que corroerlas para que no peligrara la eficiencia global de dicho sistema apoyado en la ganancia. 

Sobrevinieron así los Pinochet, Collor de Mello, Menem, Salinas de Gortari, Fujimori y otros que implementaron esas reformas requeridas en su primera generación y cuya característica central fue (mayoritariamente) haber accedido al poder con discursos anti-neoliberales. No obstante, también contaron con cierta originalidad al haber abandonado su discurso y abrazado la tradición populista como "una forma de arte" y, a la vez, contaron con el respeto de la oligarquía que esperaría una nueva estructura de los derechos de propiedad que posibilitaran la creación de nuevas rentas, privatizaciones, mercados de trabajo flexibles, altas tasas de cambio que subsidiaran los flujos de capital y los etcéteras conocidos. Una segunda generación (Aylwin, Cardoso, De la Rua y otros) tuvo como característica sentirse atrapados en una camisa de fuerza y dijeron no tener más remedio que profundizar medidas que implicaban igualmente un régimen de incentivos condescendiente con el libre tránsito de capitales a la vez que duros golpes para la población (Palma, 2004, p.147). La tercera generación de reformadores es algo más variada (Lagos, Lula, Kirschner, Vázquez y otros socialistas o ex-guerrilleros o hijos de perseguidos, etc.) pero terminarían el ciclo de legitimar desde el punto de vista ideológico las reformas de un orden internacional que ahora incorpora a los discursos, otrora radicales, la normalidad de las asimetrías entre los países industrializados y el tercer mundo pobre y desigual. Se pasó así, desde un consenso de las armas en que algunos países hicieron sus primeras experiencias reformadoras (en contextos autoritarios) a un consenso gramsciano (y procesos democráticos bajo el espejo del modelo anglosajón), pero siempre mirando a Washington y sus aliados.

En ese sentido, los países pobres (débiles) siempre han asumido restricciones a las intervenciones estatales que aplicarían para el desarrollo nacional, cuestión que no tuvieron los países desarrollados. Primero, las que implantó el colonialismo, posteriormente las que se debieron a las desigualdades propias del bilateralismo y, por último, las tan conocidas restricciones de las instituciones multilaterales en su nuevo rol (Chang, 2004, p.45). 

Hobsbawn ha dicho que el negocio de los historiadores es recordar lo que otros olvidan. Sin ser historiadores, permítasenos recordar que la castración del Estado que se propone ahora el gobierno de izquierda hay que entenderlo en el sentido histórico y no descontextualizado de esa historia social y política propia del país y de la región.
Los discursos actuales de los gobernantes entienden al Estado como una entelequia, es decir, como si éste no tuviera nada que ver con la sociedad y con ellos mismos que le dan, en cuanto sujetos políticos, su forma burocrática básica. Por lo tanto, cuando Santiago dice "que las tarifas públicas sigue[n] siendo el único recurso de ajuste de esas empresas, que por ese arbitrio, nos hacen pagar los combustibles más caros de la región."; o cuando el Señor Ministro de Ganadería Agricultura y Pesca espeta que los trabajadores abusan del Estado, "se roban las sábanas" de los hospitales o "siguen estando" a pesar de los desmanes; no se refieren al Estado sino a su forma visible de organización burocrática. 

Los combustibles los pagamos caros no por ineficiencia del Estado, ni de sus empresas públicas, sigue siendo cierto tanto ahora como cuando defendíamos el no a las privatizaciones compañero Santiago. El problema, tanto antes como ahora en lo que Santiago llama "gobierno popular", son las políticas económicas que al decir del mismo Vázquez y Astori permanecen. Los combustibles son caros porque es una forma encubierta de recaudar impuestos, que luego cumplen con los servicios de deuda y las restricciones a la soberanía impuestas por el multilateralismo y, que la nueva reforma tributaria tampoco aborda. Esta última, sigue siendo mentirosa, porque no implica un sinceramiento de los impuestos entre las demás insuficiencias técnicas y políticas que se le han criticado hasta el hartazgo. 

Mujica, por su parte, ataca a los trabajadores y se preocupa que falten sábanas ($ 300 aprox.) o de malos negocios de las empresas públicas (250 mdd); no obstante, calla, vota y respalda cuando se traspasan desde la sociedad hacia los Bancos por obra y arte de decisiones políticas 2.500 mdd..

A los trabajadores, al igual que a los políticos, nos preocupan los desmanes menores y también los mayores. Éstos ocurren no porque el Estado sea un monstruo maligno, de muchas cabezas o porque los trabajadores sean inamovibles en el ámbito público, ocurren simple y llanamente porque la institucionalidad burocrática es permisiva y omisa en la aplicación de las leyes. La ley obliga a investigar cualquier sospecha de incumplimiento o abuso de funciones, y ante la comprobación de las faltas también respalda la separación del cargo de los responsables. Las garantías de inamovilidad en la función pública sólo respaldan la profesionalidad de la gestión y que se mantengan, más allá de los ciclos políticos, cierta estabilidad de las funciones. Los trabajadores reclamamos la aplicación de las leyes y la dignificación de la gestión pública (Documento de COFE al IX Congreso del PIT-CNT, 2006); esa gestión tan mancillada por los mismos burócratas que nos atacan pero que no aplican las leyes, o que deciden no irritar la institucionalidad internacional a costa de la miseria de su pueblo.


* Oscar Mañan es sociologo, profesor universitario, integrante de la Red de Economista de Izquierda del Uruguay y asesor de COFE


Bibliografía

Chang, H-J. (2004). The market, the state and institutions in economic development. En Ha-Joon Chang (Compilador), Rethinking Development Economics (pp.41-60). Londres: Anthem Press. 
Palma, G. (2004). Latin America during the second half of the twentieth century: from the 'age of extremes' to the age of 'end-of-history' uniformity. En Ha-Joon Chang (Compilador), Rethinking Development Economics (pp.125-151). Londres: Anthem Press. 

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