Uruguay: la reveladora visita de George W Bush [Gonzalo Silva]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Feb 10 12:09:17 GMT+2 2007


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Correspondencia de Prensa
Año IV - 10 de febrero 2007 - Redacción: germain5 en chasque.net

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Uruguay

La reveladora visita de George W Bush

Gargano no se rinde

El presidente Tabaré Vázquez volvió a dejar en "off-side" a su canciller cuando éste se enteró por la prensa, pocas horas antes de concurrir al Parlamento, de que en un mes Uruguay recibirá la visita del presidente George W Bush. La intención habría sido la de dejar fuera de competencia al principal escollo, dentro del gabinete, de la política de acercamiento a Estados Unidos.

Gonzalo Silva
Semanario Brecha, Montevideo, 9-2-07
http://www.brecha.com.uy/


La próxima presencia en suelo uruguayo del presidente estadounidense George W Bush no sólo provocó el rechazo de gran parte de la izquierda uruguaya y la euforia de quienes aspiran a establecer relaciones carnales con la primera potencia del mundo, sino que puso una vez más sobre la mesa los problemas existentes entre la cancillería y el presidente de la República.

El by-pass realizado por la Presidencia y el embajador uruguayo en Washington, Carlos Gianelli, dejó descolocado al canciller Reinaldo Gargano, que se enteró a traves de los medios de comunicación de la visita de Bush. Según pudo saber BRECHA, el embajador Gianelli salteó a su superior para informar directamente al secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, de la decisión de la Casa Blanca.

El episodio muestra las dificultades de relación entre el presidente Vázquez y su canciller, pero especialmente obliga a una interrogante: ¿es el by-pass una forma de pedirle la renuncia?

El episodio, a 24 horas de la comparecencia del ministro a la Comisión Permanente del Poder Legislativo, no hace más que desautorizar a Gargano, que precisamente es cuestionado desde la oposición por su escasa -o nula- participación en las decisiones fundamentales sobre la política de inserción internacional del país.

Este nuevo hecho venía precedido, como confesó el canciller ante la Mesa Política del Frente Amplio (FA), de su marginación de la redacción y del conocimiento de los contenidos del tifa que recientemente firmaron los gobiernos de Uruguay y Estados Unidos. Tampoco participó de las conversaciones que el facilitador español Juan Antonio Yáñez Barnuevo mantuvo con los jerarcas uruguayos para destrabar el conflicto por la instalación de la planta de celulosa de Botnia en la margen oriental del río Uruguay.

Si esos dos últimos asuntos fueron los disparadores para que los blancos lo convocaran a rendir cuentas, "puentearlo" en el tema de la visita de Bush no parece precisamente una forma de respaldarlo desde la Presidencia.

A esta altura resulta evidente que la posición pro Mercosur de Gargano no es compartida por Vázquez y su entorno inmediato -incluido el equipo económico- y que el canciller es un escollo en la política de acercamiento a Estados Unidos, que desde tiempo atrás se viene impulsando.

Sin embargo, en estas horas no parece que el presidente vaya a tomar la decisión de relevarlo del cargo o de darle un destino dentro del gabinete que lo aleje de las decisiones de política internacional (aunque al cierre de esta edición algunas fuentes no descartaron que el resultado de la reunión de ayer pudiera provocar la adopción de alguna decisión).

De acuerdo con fuentes gubernamentales, el canciller le habría manifestado a Vázquez, cuando comenzó la discusión sobre un posible TLC con Estados Unidos -al que Gargano siempre se opuso-, que si él era una traba para la política que pensaba desarrollar, estaba dispuesto a renunciar, pero que la decisión debía ser tomada por el primer mandatario.

Destituir un ministro no es cosa fácil, sobre todo cuando el discurso oficial insiste en la unanimidad en el rumbo que el gobierno ha tomado. Asimismo, la exposición pública de las diferencias y el reconocimiento del propio ministro de Relaciones Exteriores de que no tiene arte ni parte en las resoluciones fundamentales en materia de inserción internacional, no es menos gravosa para el gobierno progresista. De ahí que la estrategia presidencial parece estar dirigida a lograr una dimisión voluntaria del canciller, cosa que éste hasta el momento ha descartado.

Gargano recibió ayer varias llamadas de sus colegas del gabinete, para expresarle su respaldo ante los ataques de la oposición y de algunos medios de comunicación. Sin embargo, todo hace presumir que, más temprano que tarde, será removido y que sus pares no pondrán el grito en el cielo cuando eso ocurra. Naturalmente existe una danza de nombres para sustituirlo, entre ellos los del embajador Gianelli -de extracción blanca y que últimamente se acercó al ps, pero que obviamente no está en sintonía con el canciller- y, una vez más, el del contador Enrique Iglesias. Tampoco se descarta algún enroque en el gabinete; se ha mencionado en especial la posibilidad de que pase a desempeñarse en la cancillería el actual ministro de Industria y Energía, Jorge Lepra, el único no frenteamplista del gabinete.

¿La historia nos llama?

La visita de Bush ha despertado otras reacciones que no están vinculadas a posibles cambios en los ministerios. Entre ellas el reclamo de algunos dirigentes sectoriales del FA, de acceder a la información por vías orgánicas y no a través de los medios de comunicación. Ese mal lo padecieron la mayoría de los ministros, ya que en el consejo celebrado el lunes 5 no hubo información alguna sobre la próxima visita de Bush.

Pero lo difícil para los dirigentes frenteamplistas, especialmente para los de los sectores denominados de la izquierda histórica, es encontrar el equilibrio entre la razón instrumental y la razón sustantiva. Si muchas veces el FA denunció a los gobiernos de Estados Unidos como guerreristas e imperialistas, ese sayo parece caerle a Bush mejor que a nadie. Fueron unánimes las condenas del FA a la invasión a Irak y a otras actitudes del gobierno estadounidense. Incluso desde filas del FA se denunció la política desestabilizadora de Estados Unidos respecto a los gobiernos de Hugo Chávez, en Venezuela, y de Evo Morales en Bolivia, y con relación al Plan Colombia.

Sin embargo, por otro lado las "razones de Estado" obligan a la fuerza política gobernante a tener especial cuidado en el mantenimiento de las relaciones comerciales, incluso a encontrar los mecanismos que las amplíen. Ello sin dejar de reiterar que las mismas tienen como marco descartado la firma de un TLC.

La diputada Ivonne Passada (MPP) dijo a BRECHA que debe haber "un control social y de la fuerza política de todos los acuerdos que se puedan firmar a nivel internacional, no solamente con Estados Unidos. Otra vez se debe poner en el debate que no es bueno mirar siempre hacia un solo lugar. Uruguay debe apostar a la apertura y colocar en muchos mercados y no en uno solo".

Por consiguiente, recordó, "existe en el FA una resolución contraria al TLC y aunque todavía no fue laudada por la Mesa Política hay respecto al tifa una opinión mayoritaria de que todo lo que surja de ese marco sea informado a la dirección frenteamplista para que ella fije posición sobre los temas a negociar".

Por su parte, el senador Eduardo Lorier (Partido Comunista) se preguntó sobre la razón de la visita de Bush, dado que "en el cuadro de un TLC rechazado y a pesar del tifa, no vemos mucho espacio para avanzar en la negociación comercial, salvo que hubiera una negociación para firmar algo entre los dos presidentes y nosotros no supiéramos". Sin embargo dijo no creer en esa última hipótesis.

Para algunos otros dirigentes del FA, si se descarta la posibilidad de un empuje superlativo al comercio con Estados Unidos como resultado de la visita de Bush, la razón hay que buscarla en una operación política de Washington.

En ese plano, fuentes frenteamplistas señalaron que la presencia del mandatario estadounidense parece oficiar como respaldo a una línea presidencial, que la administración Bush entiende permitirá perforar el Mercosur. Desde esta visión crítica de la política de inserción internacional de Uruguay, se sostiene que hay un hilo conductor entre las continuas críticas al pacto regional, el ninguneo de Gargano, y la futura visita de Vázquez a la presidenta chilena, Michelle Bachelet. Chile es el ejemplo a seguir para el equipo económico -un factor esencial en la concepción de inserción internacional dominante en el Ejecutivo uruguayo- y uno de los modelos aplaudidos desde la primera potencia mundial.

De ahí que la preocupación sea básicamente por el contexto en que se da la visita de Bush.

Menos receloso, el senador Enrique Rubio (Vertiente Artiguista) sostuvo que la presencia del mandatario estadounidense debe ser entendida en una actitud de reciprocidad y de correspondencia a la invitación de Vázquez. Por tanto debe inscribírsela en la lógica de la relación entre jefes de Estado y no implica compartir la concepción internacional de Estados Unidos.

Varios de los dirigentes consultados pusieron énfasis en remarcar su diferencia con la política internacional de Bush. Passada recordó que Uruguay se opuso a la invasión a Irak, y la fuerza política a la continua intromisión de Washington en los asuntos internos de terceros países.

El secretario general del Partido Socialista, Eduardo Fernández, advirtió que su partido "repudia al presidente Bush y toda la política que ha llevado adelante, no sólo respecto a Afganistán, Irak e Irán, sino también con Cuba y todos los demás países latinoamericanos". Todo lo que ha generado con su política de guerra. "Por supuesto, repudiamos la venida de Bush", dijo a BRECHA.

Por tratarse de "un jefe de Estado que solicita venir, el presidente tiene que recibirlo". Agregó Fernández: "Nosotros nos vamos a manifestar, pero no hay resolución de participar de movilización alguna, como se ha dicho en la prensa. Seguramente nos vamos a expresar en los muros y obviamente que no habrá ningún pasacalle que diga 'bienvenido compañero Bush'".

Lorier dijo a BRECHA que llega un "cadáver político, un presidente desprestigiado como nunca, con una base de apoyo en Estados Unidos que hoy es menor al 30 por ciento y que sigue cayendo. Eso se reflejó en las elecciones parlamentarias donde perdió la mayoría de ambas cámaras".

Entre los aspectos condenables de su gestión, Lorier destacó la invasión a Irak, el descubrimiento de las torturas y las prisiones clandestinas, de las escuchas secretas. "Son todos hechos que lo ubican como uno de los presidentes más represivos y poco respetuosos de los derechos humanos, como no sucedía desde hace décadas. Pero de repente algunos dirán que es un honor su presencia en Uruguay."

En tanto, el Movimiento 26 de Marzo, en un editorial del diario La Juventud, anunció ayer, jueves, que el sector estará presente el 1 de marzo en el acto público en "el que el presidente Vázquez hará un balance de los dos años de gobierno, allí tendremos que estar para rechazar su política internacional, para condenar la profundización de la relación con el imperio y del crecimiento de la dependencia con Estados Unidos (...) para que tanto el gobierno uruguayo como el de Estados Unidos sepan con claridad cuál es el sentir del pueblo uruguayo".

Ayer el Secretariado del PIT-CNT decidió convocar a una marcha de rechazo para el día en que Bush llegue a Montevideo, cuyos detalles se analizarán en una Mesa Representativa convocada para el miércoles 14. Fucvam también se pronunció contra la visita y anunció que coordinará con otras organizaciones sociales una manifestación de repudio al presidente estadounidense.

Una historia nutrida de divergencias

Los desencuentros del presidente con Reinaldo Gargano tienen una larga historia; incluso se pueden ubicar originalmente en la reticencia de Tabaré Vázquez a nombrarlo para el cargo. A comienzos de 2005 se barajó la posibilidad de que el canciller de la República fuera una figura no frenteamplista (por ejemplo el ex canciller Sergio Abreu).
El primer episodio fue la designación de los embajadores, siendo muy sonado el caso del representante uruguayo en Francia, Héctor Gros Espiell, anunciado en la prensa en la mañana, desmentido en esas mismas horas por Gargano y confirmado en la tarde por Vázquez.

Luego, otros hechos fueron construyendo un rosario de desencuentros: por ejemplo, la aceptación de la designación de Carlos "Chacho" Álvarez como secretario general del Mercosur. Ahí Vázquez dio el sí a una consulta de Néstor Kirchner sin avisarle a su canciller. En esa oportunidad Gargano estuvo a punto de renunciar.

Entre los más recientes se cuentan el conflicto por las visiones contrapuestas en torno al TLC y la conferencia de prensa posterior al discurso del presidente en Punta Cala: Vázquez dijo que "el tren algunas veces pasa sólo una vez en la vida", en referencia a la conveniencia de aprovechar la oportunidad de llegar a un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. A la salida de la reunión, el canciller dijo a los periodistas que el asunto era que el tren no lo llevara por delante.

Gargano ha sido el ministro que ha enfrentado con firmeza la política de inserción internacional impulsada por los ministros Astori y Lepra. Siempre declaró públicamente su postura contraria a un TLC con Estados Unidos, aun cuando el presidente llamó a silencio a su gabinete.

A fines del pasado año y al regreso de la cumbre del Mercosur en Rio de Janeiro, destacó -mientras Astori y Vázquez decían volver con las alforjas vacías- los avances registrados en favor de resolver las asimetrías del pacto regional. 
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