Paraguay: un feudo sojero, el país que recibe Lugo [Andrés Criscaut]

[Ernesto Herrera]

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correspondencia de prensa - boletín solidario  
Agenda Radical
Edición internacional del Colectivo Militante
26 de agosto 2008
Redacción y suscripciones: germain5 en chasque.net


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Paraguay

Un feudo sojero...

El Paraguay que recibe Lugo

Un complejo escenario político y social 


Andrés Criscaut

La mitad de su población vive en la pobreza; un 42 por ciento se sustenta con menos de dos dólares diarios; el 77 por ciento de la tierra cultivable está en manos del uno por ciento de la población, y el 40 por ciento de la riqueza se concentra en el 10 por ciento de los habitantes. Ése es el panorama que debe enfrentar el ex obispo devenido presidente, que derrumbó la hegemonía histórica del Partido Colorado en la política paraguaya. 


Revista Debate
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Cierta vez, Gabriel García Márquez confesó que "de un país que tiene como plato nacional una sopa que es sólida, no quiero imaginar cómo será el resto". Pero si en algún momento Paraguay ha despertado las fantasías, éstas nunca han sido tan pronunciadas como desde el viernes 15 de agosto último, cuando el ex obispo Fernando Lugo asumió como presidente de Paraguay, renovando un viciado aire político de más de medio siglo de existencia. Por primera vez en 60 años, la bien aceitada y todopoderosa estructura del Partido Colorado se desmoronó ante un religioso que venía trabajando la dura realidad junto a los campesinos de una de las localidades más pobres del país, y decidió abandonar los hábitos por una carrera política y social. 

Desde 1947 el Partido Colorado mantenía una hegemonía absoluta en la política paraguaya. El general Alfredo Stroessner, que encabezó una de las más largas dictaduras de la historia (1954 - 1989), llevó esta estructura partidaria a tal extremo que hoy es casi imposible discernirla de las débiles y controladas estructuras del Estado. Esto, a su vez, le sirvió a Stroessner como argumento para legitimar y mostrar que su gobierno no era una dictadura totalitaria y despótica, sino una "democracia partidaria" muy distinta del contexto golpista latinoamericano del siglo XX. Esta estructura sobrevivió al dictador, manteniendo hasta hoy un stroessnerismo sin Stroessner.

Juan Martens, abogado de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy), explica que el triunfo de Lugo "es el fin de un modelo de gobierno caracterizado por el amiguismo, el ñembotavy (hacerse el desentendido) y un alto nivel de corrupción y, por sobre todo, donde la política era el negocio de los que ostentaban poder, de quienes venían manejando al Estado casi como una empresa familiar. Hasta ahora no existía concurso ni carrera para acceder a la función pública, bastaba que el jefe de turno sea el amigo, amante y/o vecino para asegurar el puesto. La nueva ministra de la Función Pública, Lilian Soto, sostuvo que casi un 95 por ciento de los funcionarios públicos ingresaron de esta manera, casi 220 mil empleados ineficientes y haraganes que obstaculizan el funcionamiento de las instituciones".
El nuevo presidente conoce bien el padecimiento de los campesinos paraguayos, ya que hasta el 2004 fue obispo en el norteño departamento de San Pedro de una de las diócesis más involucradas y combativas en las demandas rurales. 

"Ahora el Papa puede resolver aceptar mi determinación o me puede sancionar, pero ya estoy en la política", dijo en el 2006 este obispo "rebelde" al renunciar a su estado clerical, renuncia que recién fue aceptada por el Vaticano en julio de 2008. Su inicial Movimiento Popular Tekojoja (MPT -unión e igualdad de condiciones en guaraní-) se nuclea en torno de los campesinos y desplazados sin tierra, y tiene como objetivo la reforma agraria integral, la recuperación de la soberanía energética, el rechazo a la injerencia extranjera y la no criminalización de las luchas sociales. 

Pero la victoria de este ex obispo ligado a la Teología de la Liberación y al Concilio Vaticano II no es un milagro, sino una suma de varias realidades. 

El contexto regional ha sido un fuerte factor en el momento de votar en las últimas elecciones. Martens aclara: "El caso boliviano fue paradigmático, se escuchaba con frecuencia 'si Bolivia pudo, ¿por qué no nosotros?'. También gravitaron mucho las imágenes de los actuales gobiernos argentino y brasileño que, si bien no son perfectos, tienen estructuras estatales con un mayor grado de institucionalidad. Tuvo mucho peso en la mentalidad de los paraguayos de las zonas urbanas los viajes de vacaciones a Brasil, donde se veía que, a menos de 5, 6 u 8 horas de viaje existía un mundo distinto y posible". 

Lugo logró la victoria gracias a que el Partido Colorado llegó con fuertes divisiones internas y seriamente desprestigiado, pero también porque supo, y tuvo, que formar una coalición de partidos bastante amplia y heterogénea, la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), la cual incluye al tradicional y también conservador Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), fuertemente relacionado y comprometido con las políticas neoliberales responsables de la exclusión e inequidad social. En este sentido, el nuevo gobierno deberá navegar entre las fuertes tensiones antagónicas y casi anunciadas: entre la persistencia de un modelo agroexportador apoyado por sus nuevos aliados y que genera exclusión,  y las promesas de reforma agraria integral y equidad social hecha a sus antiguos compañeros campesinos sin tierra.

Un feudo sojero 

Así como Sudamérica es el continente donde se verifican las mayores disparidades entre ricos y pobres, Paraguay es, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el séptimo país con mayor desigualdad de ingresos en el mundo, y su principal foco se encuentra en el campo. 

La dinámica económica actual ha hecho que en los últimos cuatro años casi 100 mil personas hayan migrado anualmente del campo a las periferias pobres de las ciudades, o abandonado el país. De 6,7 millones de paraguayos sólo el 5,5 reside en el país y el 1,2 vive y trabaja en el extranjero. Así, por primera vez en su historia, de ser un país básicamente campesino, las migraciones forzadas generadas por las nuevas políticas agroexportadoras, especialmente las vinculadas con el cultivo de soja transgénica introducido en 2000, han logrado hacer que la mayoría de la población paraguaya viva en ciudades o zonas urbanas, bajo peores condiciones de vida. 

La mitad de su población vive en la pobreza, un 42 por ciento (2,5 millones) se sustenta con menos de dos dólares diarios, el 77 por ciento de la tierra cultivable está en manos del uno por ciento de la población, y el 40 por ciento de la riqueza se concentra en el 10 por ciento de los habitantes. Si la región muestra un gasto social promedio de un 20 por ciento, el Estado paraguayo exhibe uno de los más bajos con el 9 por ciento, y si los impuestos a las rentas son de un 28 por ciento en Brasil, un 35 por ciento en la Argentina y un 40 por ciento en Uruguay, en Paraguay el mismo es de sólo el 10 por ciento. 

Sin embargo, en un país con una economía netamente agropecuaria (genera el 27 por ciento del PBI y el 90 por ciento de las divisas), paradójicamente hasta ahora la agenda política apenas incluía el reparto de los millonarios ingresos que deja la exportación de soja transgénica, ya que la misma significa una agricultura sin agricultores y forma parte de la expansión de un modelo depredatorio, dependiente, contaminante y que no genera ocupación. 

En 2004, el cultivo de soja ocupaba la mitad de la superficie nacional (1,5 millones de hectáreas), pasando a principios de 2008 a ser más de 2,5 millones de hectáreas. Debido al incremento de precios en el mercado mundial, la soja ha generado un ingreso de 306, 9 millones de dólares, un 79 por ciento más de divisas con respecto al principio de 2007. Pese a que Paraguay es hoy el cuarto país exportador y quinto productor mundial de soja transgénica, la industria -básicamente en manos de empresas brasileñas- no paga impuestos en forma directa. 

Mariana Fassi politóloga e investigadora del Conicet, explica que la realidad paraguaya está íntimamente relacionada con el modelo de producción agrario: "Aún no se han revertido las desigualdades heredadas de Stroessner, el  analfabetismo se mantuvo, la latifundización, concentración de las riquezas y la pobreza se profundizaron. Más aún, el paso de una agricultura rural a una industrial y de gran escala introducida por la soja transgénica, ha hecho que las políticas estatales estén explícitamente concebidas para desalojar el campo de campesinos y proceder a su ocupación empresarial. Ya son casi 400 mil los sin tierra en Paraguay".

Convivencia enregética 

Pero más allá de los múltiples frentes de tormenta internos entre campesinos y sojeros, reforma agraria y latifundistas, altos niveles de corrupción y contrabando, o un sistema judicial arbitrario y de prebendas, el presidente Fernando Lugo también deberá enfrentarse con los intereses energéticos de sus dos poderosos vecinos del Mercosur. Los acuerdos firmados por Stroessner con Brasil por la represa de Itaipú, y con la Argentina por Yacyretá, son actualmente muy desfavorables para Paraguay.
Si bien en ambos tratados Paraguay dispone del 50 por ciento de la electricidad producida, no consume más de un cinco por ciento. El excedente es comprado por Brasil y la Argentina a precio de costo, muy por debajo del precio del mercado internacional. De ser así, se calcula que Paraguay debería recibir 3.500 millones de dólares por año, y no los 250 que se le paga actualmente. 

Los desafíos, expectativas y reivindicaciones de los paraguayos puestos en la figura de Lugo son inmensos. A partir de ahora se verá si se inaugura una nueva y decisiva etapa en la historia de Paraguay, o si será simplemente una ilusión de cambio para que todo siga igual.

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