Cuba/ el cascabel y el gato [Leonardo Padura]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Abr 15 00:19:31 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 15 de abril 2014

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A l’encontre – La Brèche

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Cuba

 

El cascabel y el gato

 

 

Leonardo Padura (1)

IPS, La Habana, 14-4-2014

http://www.ipsnoticias.net/

 

 

Hace años los cubanos formularon una máxima para describir su relación
laboral con el Estado: tú (el Estado) haces como que me pagas y yo (el
ciudadano) hago como que trabajo.

 

De esa forma tan sintética y precisa se resume la reciprocidad de los
trabajadores con los salarios irrisorios, totalmente insuficientes, que
reciben por su condición de obreros, técnicos y profesionales dependientes
del principal empleador existente en el país, o sea, el Estado.

 

Pero, además, la sentencia popular refleja algo más profundo y grave que una
cuestión de supervivencia o de defensa.

 

Sus resultados repercuten en asuntos tan vitales para la economía nacional
como la baja productividad y la ineficiencia laboral, el éxodo de
determinados sectores y del país, la baja calidad de la producción y los
servicios y hasta la corrupción y el “desvío” de recursos de muchos de los
que pueden llevarse algo (tiempo, dinero, materiales) de sus centros de
trabajo y mejorar con ello sus condiciones de vida.

 

Pero, siguiendo con la lógica de las consecuencias del enunciado, habría
incluso que ir un poco más allá, porque las posiciones atribuidas, en la
sentencia mentada, a los empleados y al Estado también son el reflejo de una
forma de vivir de los primeros y de gobernar del segundo, en las cuales
parece haberse impuesto un quiebre de la comunicación en uno y otro sentido.
Como si jugaran un partido de fútbol con dos pelotas… o con ninguna.

 

Esa ruptura de comunicación, o de falta de códigos de entendimiento, no
significa, por supuesto, falta de control.

 

Por el contrario: el Estado sigue siendo todopoderoso en tanto forma una
sólida trinidad con el gobierno y el partido único y, por ende, tiene en su
arbitrio casi todas las decisiones, no solo macro, sino incluso muchas que
afectan la vida personal de los individuos, entre ellas su capacidad
económica de consumo y su nivel de vida.

 

El Estado decide en Cuba qué actividades pueden realizarse al margen de su
tutela y, con una ley tributaria de elevados porcientos de pago, casi hasta
lo que pueden ganar quienes no laboran directamente para él, o sea, los
trabajadores por cuenta propia.

 

Además, los precios de todos los productos (incluidos los que no se venden
en la red comercial oficial, que toman como referencia los precios
oficiales) tienen cotas fijadas por la dirección económica del país a los
niveles que ellos deciden o necesitan, que en muchas ocasiones (a veces
hasta justificadas por precios internacionales de ciertos productos) están
divorciados de la realidad económica del ciudadano.

 

En ese juego extraño, que se convirtió en alarmante y casi que permanente
desde los años de la crisis profunda de la década 1990, el nivel de vida de
la mayoría de los ciudadanos del país ha caído en picada toda vez que, aun
cuando los salarios en ocasiones se han duplicado o triplicado, el costo de
la vida se ha multiplicado por 10, 20 y hasta más veces.

 

Baste como medida de todas las cosas recordar que mientras el salario
promedio ronda los 500 pesos, el precio que un trabajador debe pagar por una
libra de carne de cerdo –en ocasiones la única proteína animal a la que
tiene acceso– subió de los 5 pesos del mercado paralelo de los años 1980 a
los 30, 35, 40 en que hoy se cotiza, según su calidad. Algo así como la
décima parte de un salario por solo medio kilogramo de carne de cerdo…

 

Todo lo que el Estado o los mercados alternativos ofertan a la población
viene grabado con esas elevadas tarifas.

 

Por eso, para la mayoría de la gente que depende de salarios estatales la
simple subida de los precios de los productos de aseo se puede convertir en
una tragedia mensual, mientras que las cifras fijadas para la venta
“liberada” de automóviles son como ver una película de “La guerra de las
galaxias”, de contra sin subtítulos, en que seres extraños hablan de cosas
incomprensibles.

 

El Estado cubano ha reconocido que los salarios son insuficientes para pagar
el costo de la vida. También ha repetido que mientras la productividad y la
eficiencia de la economía doméstica no se eleven, es imposible aumentar las
cifras salariales para toda la masa de empleados públicos y obreros.

 

Pero la realidad de ambos reconocimientos va en carros opuestos en la
circunferencia de la estrella del parque de diversiones (que para nada
resulta divertido): es imposible que uno alcance al otro, a menos que se
cambie mucho la estructura fijada.

 

Y mientras eso no suceda, mientras no haya la correspondencia y el
entendimiento necesarios, continuarán manifestándose la ineficiencia, la
baja productividad, la chapucería y la indolencia que se advierte en
diversas esferas de la actividad laboral estatal cubana.

 

Mucha gente seguirá haciendo como que trabaja sin trabajar, robándose lo que
pueda o emigrando tras el dinero que le puedan pagar otras tareas… u otros
empleadores, dentro o fuera del país. Esa es la única forma que tiene la
gente de ponerle el consabido cascabel al gato incapturable del viejo
refrán.

 

(1) Leonardo Padura, escritor y periodista cubano, galardonado con el Premio
Nacional de Literatura 2012. Sus obras han sido traducidas a más de 15
idiomas y su más reciente novela, “Herejes”, es una reflexión sobre la
libertad individual. 

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