Palestina/ ¿es posible una nueva intifada en Cisjordania? [Dalia Hatuqa]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ago 15 21:36:50 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 15 de agosto 2014

germain5 en chasque.net

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Palestina

¿Es posible una nueva intifada en Cisjordania?

Dalia Hatuqa

The Nation

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Traducción de Viento Sur

Ramala, Cisjordania. La bala todavía estaba alojada en el pulmón derecho de
Ahmad Kittaneh cuando llegó al hospital de Ramala a altas horas de la noche
del jueves. El joven de 22 años de edad tuvo dos paradas cardiacas, pero
sobrevivió milagrosamente después de haber recibido los disparos de soldados
israelíes en el puesto de control de Qalandia, que separa Cisjordania de
Jerusalén. El 24 de julio, alrededor de 10.000 palestinos, muchos de ellos
hombres jóvenes como Kittaneh, saltaron a la calle para manifestar su
solidaridad con sus compatriotas gazatíes, que llevaban casi tres semanas
sometidos al bombardeo de la artillería israelí. Hoy, los habitantes de Gaza
respiran aliviados porque al parecer se mantiene la tregua de tres días
patrocinada por Egipto, mientras el gobierno de El Cairo negocia por
separado con delegados palestinos e israelíes con vistas a poner fin a la
guerra. La manifestación del 24 de julio, que al parecer fue la más grande
desde la segunda intifada, reunió a palestinos de toda clase y condición,
desde hombres ancianos hasta mujeres con cochecitos y personas en silla de
ruedas. Fueron desde el campo de refugiados de Al Am’ari en Ramala hacia
Qalandia. Muchos llevaban banderas palestinas, pero casi no se vieron
banderas propias de Hamás y Al Fatah. Al final, las fuerzas israelíes
detuvieron la manifestación con fuego real.

Kittaneh fue uno de los tres heridos graves ese día; los otros dos
recibieron un tiro en el ojo izquierdo uno y en el atrio derecho del corazón
el otro. Sin embargo, su experiencia cercana a la muerte no parece haberle
disuadido. “Volvería a manifestarme”, dice Kittaneh, quien estudia
periodismo en una universidad próxima a Jerusalén. “Es un deber nacional
para cada uno de nosotros”. La odisea de Kittaneh comenzó pocos días antes
de la disolución violenta de la manifestación, cuando intentó marchar, junto
con varios otros hombres jóvenes, al complejo militar israelí de Beit El,
que se encuentra a las afueras de Ramala. Allí se topó con otra fuerza —la
policía de la Autoridad Palestina (AP)— que según Kittaneh “roció” a los
manifestantes con gas lacrimógeno y granadas paralizantes, dispersándolos
antes de que llegaran a la base militar. “Curiosamente, la única vez que me
han atacado con gas lacrimógeno fue por obra de las fuerzas de la AP”, dice.
“Intenté discutir con ellos, explicarles que no hay ningún otro lugar al que
la gente pueda ir para manifestar su rabia, pero no quisieron escuchar”.

La relación de la AP con sus votantes se ha tensado a lo largo de los años a
medida que han proliferado los choques como el de Kittaneh. Las fuerzas de
seguridad han tratado de impedir en numerosas ocasiones que los palestinos
frustrados se acerquen a los destacamentos militares y puestos de control
israelíes, a veces con métodos brutales. Sin embargo, a pesar de estos
esfuerzos, las manifestaciones de ciudadanos enfurecidos por los ataques
contra Gaza han seguido produciéndose, y en las últimas semanas se han
vuelto casi cotidianas, desde Hebrón en el sur hasta Nablús en el norte, lo
que supone un gran salto en comparación con tres meses antes, o con los
últimos años de calma relativa en Cisjordania.

En las dos últimas semanas se han producido tres ataques de las fuerzas
israelíes en Cisjordania y Jerusalén, que han matado a dos hombres
palestinos en distintas manifestaciones en las poblaciones de Tulkarem y
Ramala. Estas refriegas, junto con las manifestaciones masivas en que ha
participado Kittaneh, han hecho que muchos se pregunten si estamos
asistiendo al comienzo de una intifada formal o si la revuelta se disipará
con el tiempo. “Lo que vi el otro día era gente que por fin se rebelaba”,
insiste Kittaneh. “Eran muchísimos. No creo que esto vaya para atrás”.

Mientras que el motivo inmediato de estas movilizaciones puede ser el
bombardeo de Gaza, es innegable que también ha desempeñado un papel
importante un cambio de dinámica en Cisjordania. A medida que ha ido
desapareciendo el boato pasajero de un seudoestado en que el proceso de paz
está paralizado y la economía se estanca, la única parte del decorado del
escaparate que queda son las fuerzas de seguridad de la AP, cuya principal
misión, en lo que concierne a los palestinos corrientes, es la de proteger a
Israel. Esta cruda realidad se puso de relieve cuando el primer ministro
palestino, Salam Fayyad, dimitió de su cargo hace aproximadamente un año.

“La gente llega a la conclusión de que tal vez lo que fue tomado por la
fuerza solo puede recuperarse por la fuerza”, dice Mazin Qumsiyeh, un
activista y profesor universitario de Belén. “Ha habido mucha indignación y
rabia. Es difícil predecir lo que pasará, pero la mentalidad de los
palestinos está cambiando y tal vez estemos más cerca de una revolución
contra la AP, que también es necesaria”. Tal como están ahora las cosas,
puede que resulte difícil que estalle una nueva intifada justamente porque
la AP está actuando contra la gente que está intentando ponerla en marcha.
“Las fuerzas de seguridad de la AP no deberían impedir que la gente
participe en las manifestaciones y se exprese”, dice Qadura Fares, antiguo
ministro de la AP y alto responsable de Al Fatá que trabaja en la defensa
legal de prisioneros. “Lo que sucede en Gaza es gordo, y tratar de frenar a
la gente no ayudará a la AP. Esta es una lección aprendida y las fuerzas de
seguridad de la AP están actuando sobre esta base”.

En efecto, la dirección palestina incluso ha convocado algunas
manifestaciones con ocasión de un “día de la ira”, en las que las fuerzas de
seguridad estuvieron ostentosamente ausentes, lo que indica a las claras que
la AP se esfuerza por utilizar esas manifestaciones en su propio beneficio
sin dejar que escapen a su control. “Creo que [la AP] se encuentra ahora en
un dilema especialmente complicado”, dice Nathan Thrall, un analista del
Grupo de Crisis Internacional son sede en Jerusalén. “Por un lado, no puede
impedir esas manifestaciones, y por otro no desea por nada del mundo que
proliferen porque se da cuenta de que ella será su primera víctima”. Incluso
la retórica del presidente de la AP, Mamud Abás, ha ido cambiando
paulatinamente, pasando de recalcar el carácter “sagrado” de la coordinación
de la seguridad con Israel a presidir un mitin de la OLP que saludó a las
“fuerzas de la resistencia que luchan heroicamente contra el ejército
ocupante”, y después a citar un verso del Corán que permite combatir a
quienes son tratado injustamente.

“Las tensiones entre la población y la AP se han agudizado al extremo a
causa de la guerra de Gaza, hasta el punto de que se ha visto un cambio de
retórica de la dirección [palestina]”, dice Thrall. “No creo que esto
signifique que ha cambiado de opinión, pero refleja cómo juzga el estado de
opinión del público y cómo considera que ha de acomodarse.” Puesto que Al
Fatá (que controla el grueso de la AP) y Hamás formaron un gobierno de
coalición, la AP ha sido criticada por no formar un frente único con el
grupo islamista y por no movilizar a Cisjordania para que actúe frente a la
ofensiva israelí en Gaza. Ninguno de los grupos iba viento en popa antes de
la guerra: la estrecha asociación de Al Fatá con la AP le ha supuesto una
crisis de legitimidad, mientras que Hamás experimentaba estrecheces
financieras y sufría las consecuencias del bloqueo asfixiante impuesto por
Israel y el nuevo régimen egipcio.

Sin embargo, al menos de momento parece que Hamás está en condiciones de
llenar el vacío que ha dejado la AP asediada. Y a pesar de que tanto Abás
como el líder del grupo islamista, Jaled Mishal, han hablado acerca de Gaza,
el segundo ha aparecido como el más sincero de los dos. Hoy por hoy, el
recurso a la resistencia armada por parte del grupo islamista le ha
granjeado simpatías en detrimento de la AP, que en opinión de muchos se ha
limitado a mirar desde las gradas. Incluso en Cisjordania, el bastión de Al
Fatá, parece que Hamás está creciendo, según un sondeo reciente, por primera
vez en muchos años.

Al final, la ofensiva militar israelí ha unido a los palestinos de
Cisjordania y Gaza, al menos de momento. Y si el cisma geográfico y político
entre ambas regiones tuvo algo que ver con la falta de movilizaciones en
Cisjordania, no parece que ese motivo se mantenga, lo que abriría la puerta,
al menos en principio, a un movimiento más activo. Una cosa es si se
materializará o no, pero algunos creen que los palestinos están acercándose
tal vez a un punto de inflexión. “Estamos más cerca de un levantamiento
popular que nunca antes en los últimos años”, dice Fares. “Pero hemos de
tener presente que de momento estas acciones de tipo intifada están
relacionadas con lo que está ocurriendo actualmente en Gaza. Para que se
produzca un levantamiento sostenido tiene que haber un proyecto estratégico
organizado apoyado por todas las facciones, no meramente actos de
respuesta”.

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