Ecuador/ TLC con la Unión Europea: el retorno de las carabelas [Alberto Acosta]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ago 30 15:40:04 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 30 de agosto 2014

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A l’encontre – La Breche

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Ecuador

Los espejitos del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea

El retorno de las carabelas [1]

Alberto Acosta *

Rebelión

http://www.rebelion.org/

“La Unión Europea puede darle el nombre bonito que quiera,  pero la
orientación que está tomando esto, es llevarnos hacia un tratado de libre
comercio,  y eso no lo vamos a aceptar”.  ( Presidente Rafael Correa, Enlace
Ciudadano, sábado 23 de mayo de 2009) 

Se cierra el círculo. El Gobierno de Rafael Correa empezó con fuertes
impulsos revolucionarios. La necesidad de recuperar la soberanía nacional
era una de sus grandes motivaciones. Enfrentar la deuda externa, sacar la
base norteamericana de Manta, alejarse del Fondo Monetario Internacional
(FMI) y del Banco Mundial (BM) y oponerse a los Tratados de Libre Comercio
(TLC) fueron algunos de los puntos básicos de la naciente gestión de la
“revolución ciudadana”. 

El Gobierno de Correa, recogiendo la lucha y el mandato de varios grupos
sociales se comprometió, en sus inicios, a no dar paso a un TLC con los
Estados Unidos. En el Plan de Gobierno 2007-2011 de Alianza País, escrito en
el 2006, se estableció como indispensable luchar en contra de los procesos
impulsados por los intereses mezquinos de las mafias corporativas en
detrimento de la mayoría de ecuatorianos, como el mal llamado Tratado de
Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos, que es una propuesta
depredadora de la vida misma en tanto anuncia la profundización del modelo
neoliberal y una creciente sumisión antiética del ser humano al poder
monopólico del capital. 

Inclusive se planteaba en aquella época que “a través de la democracia
activa –con tantas consultas populares como sean necesarias– se abordarán
cuestiones cruciales como el TLC”. Soplaban vientos de cambios. La
democracia se perfilaba en el horizonte. 

Pero, como sucede con frecuencia, angustiados por su incapacidad de cumplir
sus compromisos, muchas veces con amenazas ficticias o simplemente
autoconstruidas, los autodefinidos como revolucionarios terminan por
concentrarse en mantenerse en el poder. El pragmatismo entierra lo
revolucionario del proceso. En algún momento, la búsqueda de cambios
estructurales deviene en una creciente concentración de poderes. Emerge y se
consolida un caudillo. Y la misma lucha en contra de la opresión abre la
puerta a nuevas formas de opresión… 

Esta es la suerte inexorable de la ahora mal llamada “revolución ciudadana”,
que hace rato perdió lo de ciudadano y dejó de ser revolucionaria. Las
agujas del reloj, que empezaron a la izquierda, marchan irremediablemente
hacia la derecha. La promesa de cambios estructurales, con la que se inició
en el año 2007, llegó a su cúspide con la Constitución de Montecristi. Y
desde allí se camina hacia el otro lado… La conclusión de las negociaciones
del acuerdo comercial con la Unión Europea (UE) consagra esta tendencia,
tanto como el retorno al FMI y al Banco Mundial. 

Los preparativos para que atraquen nuevamente la carabelas 

El Gobierno del presidente Rafael Correa, quien se había opuesto a los TLC
como profesor universitario y que luego mantuvo esta posición al inicio de
su administración, consecuente con esa posición, frenó pronto las
negociaciones iniciadas en septiembre de 2007 entre los países de la
Comunidad Andina de Naciones (CAN) y la Unión Europea (UE). 

Los europeos, como bloque, habían propuesto inicialmente a los andinos, como
bloque, negociar un Acuerdo de Asociación. Esta aproximación, con la que los
europeos incluso pretendían revitalizar la aletargada integración andina,
fracasó. Bolivia anunció su retiro de la mesa de negociaciones en abril de
2008, cuestionando el acuerdo de asociación propuesto, en tanto reeditaba la
lógica de los TLC. 

A cambio los tres países andinos restantes en la CAN recibieron la oferta de
un Acuerdo Comercial Multipartes, un eufemismo para negociar acuerdos
bilaterales entre la UE y cada uno de los países andinos. Ecuador se retiró
de las negociaciones en julio de 2009. 

Recordemos que el Gobierno de Ecuador intentó introducir otros criterios en
las negociaciones con la UE. Se hablaba de un Acuerdo Comercial para el
Desarrollo, que debía agregar a las negociaciones, a más de los temas
comerciales, la cuestión de la cooperación y, por cierto, aspectos
políticos, como las cuestiones migratorias. Este es un punto crucial para
una sociedad como la ecuatoriana, que tiene un importante número de
compatriotas viviendo en Europa, no siempre en las mejores condiciones de
inserción y respeto. Y por estas razones esta posición era defendida por el
entonces canciller Fander Falconí. [2]  

Cuando Ecuador en el 2010 demostró el interés de volver a negociar, la UE
dijo tener la predisposición para conversar dejando claramente sentadas
algunas cuestiones que limitaban el planteamiento del Gobierno ecuatoriano.
Sobre lo político –la cuestión migratoria, por ejemplo– se dijo que la
Comisión no tenía un mandato suficiente otorgado por el Parlamento Europeo y
que otros temas debían ser negociados con cada uno de los países miembros.
En lo referente a la cooperación apenas se mostró interés en revisar la
forma de distribución de los recursos ya comprometidos para los próximos
años. 

Además, a los negociadores europeos les incomodaban algunos puntos de la
Constitución de Montecristi. La embajadora del Reino Unido, Linda Cross, en
entrevista al Diario El Universo, en el año 2011, reconoció que una
complicación para concretar las negociaciones entre Ecuador y la UE puede
ser la Constitución, por ejemplo, donde hay preferencia para compañías
nacionales en sectores estratégicos. No vale la pena entrar a cuatro o cinco
rondas de negociaciones y al final que la Corte Constitucional diga que es
inconstitucional. Hay que resolver este problema antes de entrar en
negociaciones  [3]  . 

En suma, lo que quedó abierto es la posibilidad de retomar los diálogos
circunscritos (aparentemente) al ámbito comercial/económico. Así la
negociación se enmarcó en una construcción de una suerte de acuerdo
comercial recargado. En donde lo comercial es apenas una parte. Los
conocidos como términos de Singapur completan el temario, que se lo plantea
en las diferentes mesas de negociaciones sobre inversiones, servicios
públicos, propiedad intelectual, acceso a mercados de bienes agrícolas y
bienes no agrícolas, reglas de origen, medidas sanitarias y fitosanitarias,
compras públicas, política de competencia, facilitación en aduanas, comercio
y desarrollo sostenible, solución de diferencias, entre otros temas que
fijan los límites de las negociaciones propuestas por la UE. 

Por fin el 2011, el Gobierno de Correa, que ya había empezado a flaquear en
sus ímpetus revolucionarios, buscó un acercamiento con la UE para, según la
comunicación oficial del jefe negociador comercial del Ministerio de
Relaciones Exteriores ecuatoriano, fechada el 17 de febrero, “concluir el
Acuerdo Comercial Multipartes” [4]  , es decir aceptar la hoja de ruta y el
contenido de la propuesta de la UE. 

La meta estaba fijada: el Ecuador alcanzaría un acuerdo similar al de sus
vecinos, es decir un TLC. En la práctica se trata de un acuerdo de adhesión
a lo acordado por Colombia y Perú. Lo que quedaba por negociar son los
¨límites” y los “umbrales”, tal como lo reconoció el propio presidente
Correa. 

En ese año, el pragmatismo estaba presionado por el creciente déficit
comercial global, que bordeaba los 1.500 millones de dólares, que coincidió
con la finalización (temporal) de las preferencias arancelarias andinas
(ATPDEA). Esta realidad y la ausencia de una clara e inteligente concepción
estratégica de inserción en la economía mundial, crearon las condiciones
para que el Régimen retome las negociaciones con la UE. 

Al parecer aupada por determinados círculos gubernamentales pro TLC, la
acción mediática creció para tratar de convencer a la sociedad de que esta
negociación es indispensable para el país. Se exacerbó sistemáticamente el
síndrome del atraso en relación a las negociaciones cerradas ya con Colombia
y Perú, y el miedo a quedarse sin TLC. Incluso se llegó al chantaje burdo
anticipando graves problemas si el Ecuador pierde las preferencias
arancelarias europeas . 

Este tipo de afirmaciones, orientadas a generar angustia en la sociedad,
carecía de todo asidero. Pero caló en la sociedad. En el año 2011 un 80% de
la población veía con buenos ojos los convenios de tipo TLC, cuando en el
año 2006 este apoyo no llegaba al 35% (Perfiles de Opinión). 

En el año 2013, una vez más afloró la presión del déficit de la balanza
comercial. Nuevamente el anticipado fin de las preferencias arancelarias
europeas provocó un ambiente abiertamente favorable a una rápida aceptación
de los términos del TLC. La amenaza implicaba un potencial pago de
aranceles: el atún, 24%; el camarón, el 18% y las rosas el 12%. 

En esas circunstancias, sin realizar un análisis real sobre la
inconveniencia del acuerdo, el Gobierno de Correa aceleró la negociación. 

El creciente déficit comercial no petrolero, que bordeó los 9 mil millones
de dólares el año 2013, hay que ubicarlo también en el contexto de las
presiones fiscales de la primera mitad del año 2014. Es evidente que el
Gobierno, que no tomó los correctivos necesarios de forma oportuna, no podía
resolver este desbalance con crecientes restricciones a las importaciones,
por lo que optó por tratar de sostener al menos las condiciones existentes
en el mercado europeo. Con ello no solo que aceptó como contraparte la
apertura del mercado ecuatoriano, sino todas aquellas normas y reglas que
completan este tipo de acuerdos comerciales. Y de esta manera se concretó el
“bobo aperturismo” que implica este tipo de acuerdos. [5]  

El rumbo estaba trazado desde que se iniciaron las negociaciones. Debe
quedar claro que en el acuerdo de Ecuador con la UE no había posibilidad de
conseguir otra cosa. Recuérdese lo que afirmó el comisario europeo Peter
Mandelson, en la Cumbre de Presidentes de América Latina y el Caribe - Unión
Europea, realizada en Lima, en mayo de 2008, cuando señaló que el pilar
comercial del “Acuerdo de Asociación”, antesala fracasada del Acuerdo
Comercial Multipartes, era, esencialmente, un TLC y que no aceptarían otras
propuestas por fuera de ese marco. Ese funcionario europeo fue categórico,
cuando agregó “que quien insistiera en esas propuestas se vería excluido de
las negociaciones”. Y el Gobierno de Correa, como lo vimos, no quiso que le
excluyan… 

Las viejas aspiraciones librecambistas de los neoliberales se impusieron ..
Concretadas las negociaciones con la UE, ya no sorprende que en las filas
del Gobierno, directamente en el equipo negociador ecuatoriano con la UE
hayan participado, al más alto nivel, personas que alentaron el TLC con los
EEUU. 

En síntesis, al no existir una real apertura europea para incorporar las
cuestiones que tienen que ver con un verdadero diálogo político, teniendo
una perspectiva profunda e incluso estructural, sobre bases de equidad no de
igualdad, la cancha de la negociación quedó inclinada desde el inicio en
contra del Ecuador. Y al tratarse de una partida tipo TLC,
independientemente del nombre que se le ponga, Ecuador aceptó seguir siendo
sobre todo un país productor y exportador de materias primas. 

Así, el Gobierno de Correa, al entrar nuevamente en el tren de las
negociaciones avanzadas por peruanos y colombianos, cayó por una suerte de
embudo que le condujo inexorablemente a un acuerdo tipo TLC. Y lo hizo con
plena conciencia de lo que se negocia. A la postre nadie le presionó. 

 Acuerdo multipartes o simple adhesión como sinónimos de un TLC 

Haciendo caso omiso a las afirmaciones tremendistas de que sin TLC nos
quedamos aislados, preguntémonos ¿qué es lo que realmente se negoció con la
UE? Aclarar esta pregunta resulta vital. No es suficiente decir que el 30%
de nuestras exportaciones va a Europa y que sin un TLC estarían en riesgo.
Tampoco basta con resaltar que el mercado europeo tiene un enorme potencial,
con sus 520 millones de habitantes. 

Querer presentar el Acuerdo Comercial Multipartes, como algo diferente a un
TLC, sin analizar sus contenidos, sería simplemente un engaño a la sociedad.
Es cierto que en este proceso de negociación de la UE no se han hecho
públicos todos los detalles de la transacción, ni conocemos todo lo
acordado. Sin embargo, hay material para un primer análisis. 

Como un dato para la historia de este proceso debe quedar dicho que en las
conversaciones sostenidas no hubo transparencia, ni siquiera el conocido
como “cuarto de al lado”, en el que podían al menos obtener alguna
información representantes de la sociedad civil durante las negociaciones
fallidas del TLC con los Estados Unidos. Este mecanismo servía para que
fluyan algunos “chismes” sobre lo que se estaba conversando, no para
transparentar las negociaciones. 

Tratándose de un convenio de adhesión a lo ya suscrito por Perú y Colombia,
bien se pueden anticipar sus consecuencias. Las masivas protestas campesinas
en el vecino del norte demuestran quienes resultaron los perjudicados de
este tipo de acuerdos TLC. A más de veinte años del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte, que suscribió México con sus vecinos del
norte, hay también suficiente información para poder concluir que no fue el
camino para el desarrollo de ese país, sino todo lo contrario. 

La propuesta comercial europea plantea exigencias tipo “OMC plus”, que van
más allá de lo acordado en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Esto
es también más complejo en el ámbito de los derechos de propiedad
intelectual, por lo que incluso se ha llegado a hablar de un “ ADPIC plus”
[6]  . Repitámoslo, estos acuerdos comerciales, que no son solo comerciales
y tampoco libres, incorporan muchos aspectos como inversiones, servicios
públicos, propiedad intelectual, compras públicas, política de competencia,
solución de diferencias, entre otros. 

Un primer resumen de las negociaciones se puede hacer a partir de las notas
sobre las conclusiones realizadas por el equipo europeo, dirigida al Comité
de Políticas de Comercio de la UE.  [7]   Allí, para empezar se señala que
no se consiguieron mayores variaciones para –textual– “el ingreso del
Ecuador al Acuerdo Comercial entre la UE y Colombia/Perú”: 

Se acordaron un número limitado de modificaciones y aumentos al texto para
tomar en cuenta la inclusión del Ecuador en el Acuerdo y prever ciertas
especificidades requeridas para su aplicación eficaz por el Ecuador. El
balance general y las aspiraciones del Acuerdo no fueron afectados por estas
modificaciones. 

Veamos pues algunos de los puntos que destacan los europeos: 

- Ecuador liberalizará plenamente dentro de 10 años el 96,8% de sus
aranceles y el 99,5% del promedio para sus importaciones desde la UE para el
período referencial de 2005-2007. 

- El banano se beneficiaría con una reducción del arancel, que se iniciaría
en el 2016 y concluiría en el 2020, año en que entrará al mercado europeo
con un arancel de 75 euros por tonelada. Hoy Colombia y Perú pagan 110 euros
por tonelada, Ecuador, 132. Para el 2020, esos países pagarán 75 euros por
tonelada y a Ecuador le habría tocado pagar 114 euros. 

- Ecuador se comprometió a liberalizar el 64,4% de sus importaciones en el
momento en que entre en vigencia el tratado, con un incremento adicional
paulatino hasta el año 17. El comercio totalmente excluido por el Ecuador
representa el 0,1% del total de las importaciones para el período
referencial acordado de 2005-2007. 

- En término de líneas arancelarias, el Ecuador ofreció liberalizar el 59,9%
en el momento en que entre en vigencia el tratado, también con un incremento
paulatino hasta el año 17. 

- Ecuador liberalizará sus importaciones agrícolas: el 44,2% de las líneas
tarifarias y el 55,3% de las importaciones (del promedio de 2005-2007), a la
entrada en vigencia del acuerdo. Luego habrá una liberalización progresiva. 

- Ecuador abrirá importantes contingentes arancelarios libres de impuestos
para productos lácteos. Estas importaciones representarán un total de 1.500
toneladas de productos lácteos (que significa tres veces más que las ofertas
hechas por Ecuador durante el proceso de negociación). Aunque la leche
líquida y el queso fresco no son parte del acuerdo, si lo es la leche en
polvo, quesos maduros, yogurt y otros productos lácteos (recordemos que la
leche siempre se exporta como leche en polvo). Las importaciones de lácteos
crecerán por tiempo indefinido en 5% al año. 

- Ecuador liberalizará totalmente sus importaciones de semillas de todo
tipo, frutas, gomas, resinas, entre otros productos, al entrar en vigencia
el acuerdo. 

- En la carne de chancho, el Ecuador brindará liberalización total en la
entrada en vigencia para las líneas de mayores transacciones (despojos y
grasa de cerdo). 

- La UE alcanzó sus principales objetivos sobre el acceso de productos
agrícolas, incluidos productos elaborados. 

- “Las excepciones en la cobertura en materia de los bienes están muy
limitadas. Lo primordial es que se logró la cobertura plena en los productos
farmacéuticos”. 

- “En términos de servicios y servicios de construcción, el efecto está en
concordancia con la ambición de los otros dos países andinos y también se
aseguró la cobertura de concesiones de obras.” 

- El Ecuador ofrece la plena liberalización de los productos industriales
dentro de 10 años, inclusive se mejoró el trato a la importación de
vehículos. 

- Con la entrada en vigencia, la UE liberalizará el 99,9% de las líneas
arancelarias industriales y el 100% de las importaciones de Ecuador, que
representan un promedio de las importaciones de 70,1 millones de euros… 

- En cuando a las bebidas alcohólicas, el Ecuador ofreció la total
liberalización en la entrada en vigencia para todas las bebidas, un avance
sustancial desde la oferta anterior de los 10 años. 

- En términos de servicios (telecomunicaciones, financieros, de oficina,
ambientales, de distribución, entre otros) el resultado está en línea con lo
conseguido por los otros dos países andinos. La UE se aseguró la cobertura
de las concesiones de obras. 

- La oferta de Ecuador es menos ambiciosa que la de Colombia y Perú en unos
pocos aspectos de relativa menor importancia para la UE , por ejemplo, una
restricción poco más apretada que Perú para un porcentaje de mano de obra
local ; servicios informáticos transfronterizos ; servicios auxiliares en el
transporte aéreo . 

- “Pese a la posición particularmente defensiva del Ecuador en el área de
las adquisiciones públicas, el resultado de las negociaciones es ambicioso y
en general coincide con el alcance y las aspiraciones de Colombia y Perú.” 

- Para las adquisiciones estatales: “El Ecuador ha aceptado el mismo nivel
de umbrales como Colombia y Perú con niveles más altos únicamente de manera
temporal (durante cinco años).” 

- La política de contratación pública ecuatoriana de “desagregación
tecnológica” se eliminará después de cinco años. 

De los puntos analizados rápidamente se desprenden muchas conclusiones, por
ejemplo cabe preguntarse en qué queda la política del “conocimiento libre”
que impulsa el Gobierno luego de aceptado este acuerdo. Pero sobre todo,
como se puede observar luego de este breve análisis, quienes auspician estos
tratados omiten que los TLC son mucho más que tratados de comercio. Nada
indican sobre las sumisiones geopolíticas y económicas que implican. Nunca
más volvieron a hablar de la cuestión migratoria, que fue de plano
descartada. No es tema de discusión la cuestión de las restricciones
sociales y ambientales que imponen los TLC. También se obvia reconocer los
impactos nocivos sobre el empleo en determinadas actividades productivas,
como la agraria, en particular la campesina [8] . Y lo que es absolutamente
claro, se trata de un acuerdo de adhesión al Acuerdo Comercial entre la UE y
Colombia/Perú: un TLC. 

Poco o nada les importa que los TLC congelen las estructuras productoras y
exportadoras sustentadas en el extractivismo, impuesto hace más de 500 años
con la llegada de las carabelas españolas. Y por cierto tampoco reconocen
que son propuestas al servicio de los intereses de los capitales
transnacionales. 

Los riesgos y las amenazas de la negociación de estos acuerdos tipo TLC eran
por demás conocidos de antemano. Bastaría con rescatar los trabajos que se
elaboraron cuando el Ecuador estuvo cerca de firmar un TLC con los Estados
Unidos. Pero también hay análisis más recientes, acotados a un posible
acuerdo con la UE. 

Basta ver el estudio preparado por investigadores de FLACSO-Ecuador y del
CEDLAS/UNLP-Argentina (Centro de Estudios Distributivos, Laborales y
Sociales de la Universidad de La Plata de Argentina), que se publicó en el
libro “El retorno de las carabelas” (2012). Allí se establece que el acuerdo
entre Ecuador y la UE generaría, a nivel agregado, efectos en términos de
crecimiento económico muy pequeños, alrededor del 0,5% del PIB. En términos
de generación de empleo, así como de ampliación y diversificación de
actividades manufactureras los resultados son por igual muy pobres. Si se
excluye el banano, las ganancias de acceso al mercado serían aún menores. 

En resumen los grandes ganadores de este proceso serían los grandes
comercializadores de banano, así como los exportadores de materias primas,
es decir aquellos grupos que han lucrado de la modalidad acumulación
primario exportadora, que son los mismos beneficiarios del extractivismo
galopante del Gobierno de Correa. Hay muchos intereses económicos en juego
para mantener el status quo de la “banana republic” . 

Lo que resulta lamentable es que varias personas y grupos sociales que
otrora se opusieron férreamente al TLC, hoy callan o, lo que es peor, tratan
de “entender” el paso dado por Correa y su Gobierno. Y por cierto suenan
vacios los discursos del propio presidente Correa, que ya en funciones, se
mostraba abiertamente en contra de “la falacia del libre comercio”: 

La idea de que el libre comercio beneficia siempre y a todos, es simplemente
una falacia o una ingenuidad extrema más cercana a la religión que a la
ciencia, y no resiste un profundo análisis teórico, empírico o histórico.
[9]  

Soberanía a cambio de espejitos del siglo XXI 

Este acuerdo entre Ecuador y la UE debe ser ubicado en un contexto
geopolítico. Más allá de lo que representa, especialmente, para Ecuador, es
necesario entender sus alcances. En el mundo se ha reforzado en estos
últimos años la tendencia del neoliberalismo global. Es una Europa
neoliberal y en crisis la que alienta este tipo de acuerdos, que son también
impulsados por otras potencias capitalistas. 

No nos olvidemos, que desde el fallido intento del Acuerdo Multilateral de
Inversiones (MAI), a fines de los años noventa en el siglo pasado, el
capital transnacional está empeñado en construir una suerte de Constitución
para una única economía global capitalista. 

El Acuerdo Multilateral de Inversiones fue un tratado internacional para la
protección de las inversiones extranjeras negociado por los países
pertenecientes a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico), en los años noventa. Fue el proceso de negociación multilateral
más importante hasta esa época. Allí estaban en juego asuntos
transcendentales para el futuro de la humanidad, así como para las
relaciones entre los Estados. Su aprobación habría significado enormes
beneficios para las transnacionales, al mismo tiempo que graves
restricciones para la política y para la misma democracia. Los derechos
laborales y de la pluralidad, incluyendo la Naturaleza, habrían estado en
grave riesgo. 

Con el Acuerdo Multilateral de Inversiones se pretendía la no discriminación
a los inversores extranjeros, que deben ser tratados igual o mejor que las
empresas nacionales; eso implicaba ninguna restricción de entrada para las
inversiones extranjeras, así como ninguna condición en tanto los gobiernos
nacionales y locales no habrían podido imponer requisitos de desempeño, como
asegurar el empleo local, por ejemplo. 

La oportuna reacción de varios actores, sobre todo los sindicatos europeos,
lograron frenar estas pretensiones. Sin embargo, como hemos visto, no fue
suficiente. El capital transnacional asimiló el golpe y buscó otros caminos.
Desplegó sus mejores esfuerzos en la Organización Mundial de Comercio (OMC),
pero tampoco bastaron para satisfacer sus aspiraciones; algunas economías
emergentes, sobre todo de los BRICS [10]  lograron detener varios asaltos
librecambistas de las potencias tradicionales. Este freno no significa que
los BRICS representen una posición alternativa; en realidad están tratando
de disputar espacios de poder a los viejos poderes mundiales. 

La historia recoge varias intentonas anteriores. En nuestra región Estados
Unidos ha recurrido a diversos mecanismos para asegurarse nuestro mercado y
nuestros recursos naturales. Recordemos que el 24 mayo de 1888 el Gobierno
norteamericano invitó a los países latinoamericanos y al entonces reino de
Hawai a una Conferencia Internacional en Washington, para estudiar, entre
otras cosas, “la adopción por cada uno de los gobiernos de una moneda común
de plata, que sea de uso forzoso en las transacciones comerciales recíprocas
de los ciudadanos de todos los Estados de América”. El uso del oro y la
plata, con relación fija, debía ser consultado con las otras naciones del
globo, en lo que pudo haber sido un Congreso Monetario Universal, tal como
describió José Martí, el origen, la evolución y el fracaso de esta
iniciativa. 

Desde entonces ha corrido mucha agua por el Potomac. Varios han sido los
intentos hegemónicos de Washington para consolidar esquemas de control del
resto de las economías de América. Intentos que no tienen a la moneda como
su único eje, pues el poder norteamericano se deriva no solo del dólar como
moneda de uso internacional, tampoco basta su potencial económico, sino que
su poderío se basa en el poder militar y político, así como en el cultural. 

La lista de estas acciones, en las que se combinó el uso de la fuerza con
propuestas diplomáticas diversas, tuvo en la Iniciativa para las Américas,
en el año 1990, un antecedente reciente de la propuesta para construir el
Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), en 1994. En ese año los
Estados Unidos, Canadá y México suscribieron el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN), que abriría la puerta a varios acuerdos de esta
índole con varios países de la región. Cuando el ALCA fracasó por la
movilización social continental y la oposición de Brasil, se fortaleció la
vía bilateral; los TLC que también forman parte de este sueño del capital
transnacional, apoyado por muchos gobiernos a lo largo y ancho del planeta;
uno de ellos, el de Correa. 

Tengamos presente que, de diversas maneras, este tipo de acuerdos priva a
los gobiernos nacionales de poderes democráticos y concede nuevos derechos a
los capitales transnacionales. Tiende a desmantelar las leyes sociales y de
protección del medio ambiente. Estos acuerdos merman los poderes de los
gobiernos locales e inclusive socavaan las iniciativas locales. Estos
acuerdos, que son negociados sin participación ni debates públicos y con la
exclusión de la mayoría de la población, en síntesis, no son equitativos. Y
pueden inclusive poner en riesgo la Constitución de los países, como lo he
demostrado para el caso ecuatoriano: “¿Nuevas amenazas para la Constitución
de Montecristi? Un TLC con la Unión Europea” (2011). [11]  

A modo de conclusión, recogiendo recientes palabras del excanciller Fander
Falconí, podemos decir que el comercio internacional es como una boa
constrictora que asfixia a sus presas antes de engullirles. Las reglas
comerciales internacionales son tan injustas y desiguales que terminan por
perpetuar la misma estructura productiva que se configuró en el siglo XIX.
[12]

En el caso de la negociación ecuatoriana se debe considerar, adicionalmente,
que esta se realizó en medio de una severa crisis de muchos países europeos,
que no solo que no están dispuestos a hacer concesiones, sino que buscan en
estos acuerdos mecanismos para resolver sus problemas. La negociación se
produjo en un momento de auge neoliberal de la mayoría de los países de la
UE, de suerte que nada que afecte dicha ideología pudo haber sido aceptado.
En la UE se ha comenzado a desmontar las leyes laborales, a menoscabar el
sistema de pensiones y por cierto el control estatal sobre determinados
sectores estratégicos, la liberalización del sector servicios o la apertura
a los productos transgénicos. 

Si todas estas visiones neoliberales priman dentro de Europa, lo lógico será
que desde allí se trate de exportarlas a otras regiones en función de los
intereses europeos. Parece obvio esperar que la UE no firmara nada por
debajo o al margen de su marco jurídico. Europa, además, busca recuperar
espacios de competitividad particularmente frente a China asegurándose
condiciones ventajosas en terceros países. 

Como complemento hay que saber que la UE está negociando con los Estados
Unidos un acuerdo tipo TLC, conocido como el Pacto Transatlántico de
Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés), que puede
transformarse en una suerte de acuerdo marco casi global que englobaría gran
parte de la economía mundial, absorbiendo y subyugando aún más a los países
que han suscrito TLC con la UE o los Estados Unidos. 

Con el TLC acordado con la UE se reforzaría la posición del Ecuador como
país productor y exportador de materias primas, lo que debilitaría la
estrategia de desarrollo endógeno del país y por cierto mucho más las
perspectivas de construir el Buen Vivir o sumak kawsay . 

En síntesis, la UE tiene mucho más por ganar, mientras que Ecuador pondría
en riesgo su futuro. Los TLC, llámese como sea, son herramientas
estratégicas para los intereses del capital transnacional. No son de ninguna
manera instrumentos de desarrollo para los países del Sur, por más que se
diga solemnemente lo contrario. 

* Economista, fue presidente de la Asamblea Constituyente del Ecuador y
miembro de Alianza País durante el primer gobierno de Correa.

Notas

[1] El título de este artículo se toma del libro “El retorno de las
carabelas. Acuerdo Comercial Multipartes entre Ecuador y la Unión Europea”
(2012), en el que escriben Hugo Jácome, Fander Falconí, Julio Oleas, Jacques
Ramírez, Isabel Estévez, Martín Cicowiez y el autor de este texto. 

[2]  Conviene leer su posición en el artículo sobre las implicaciones del
posible Acuerdo Multipartes con la UE, escrito con Julio Oleas, en el libro
“El retorno de las carabelas” (2012).  [3]  Diario El Universo, Guayaquil,
21.2.2011. 

[4]  Ver la carta de Méntor Villagómez, jefe negociador comercial del
Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador, a Gaspar Frontini, jefe
negociador comercial de la UE. 

[5]  Cristian Espinosa, presidente de la Cámara de Comercio Ecuatoriano -
Americana, exnegociador del TLC con los Estados Unidos, sintetizó de qué se
trata: “Ellos se comprometen a respetar los aranceles bajos del atún, así
como el Ecuador se compromete a mantener los términos negociados de una
patente. Si se incumple el respeto a la exclusividad de la patente, se
retiran los beneficios arancelarios a otros productos. Esa es la idea de la
negociación”. Ver Vega, María de la Paz (2014). “Propiedad intelectual,
plato fuerte de las negociaciones con la UE”. En Gestión. Economía y
sociedad. (238), abril - mayo, p. 19. 

[6]  Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual
relacionados con el Comercio (ADPIC), de la OMC, negociado en la Ronda
Uruguay (1986-94), incorporó por primera vez normas sobre la propiedad
intelectual en el sistema multilateral de comercio. En este tipo de acuerdos
ADPIC plus las pruebas de datos llegan a 25 años, cuando en la legislación
europea están en los 15 años. 

[7]  Note for the Atteention of the Trade Policy Committe o en español Notas
para la atención del Comité de Políticas de Comercio, Bruselas, 23 de julio
del 2014. 

Disponible en
http://ecuadordecidenotlc.blogspot.com/2014/08/informe-sobre-la-conclusion-d
e-las.html 

[8]  La política del correísmo en el ámbito agrario, lejos de los mandatos
constitucionales para construir la soberanía alimentaria, favorece a unos
cuantos consorcios agropecuarios, especialmente de la agroindustria y al
sector exportador-importador de productos agrícolas y pecuarios. 

[9]  Rafael Correa; Ecuador: Ee Banana Republic a la No República, Debate,
Bogotá, 2009. 

[10]  Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica. 

[11]  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=122979 

[12]  Falconí, Fander (2014) Al sur de las decisiones - Enfrentando la
crisis del siglo XXI. Quito.

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