Cuba/EEUU/ la alternativa para Cuba [Samuel Farber]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Dic 31 09:19:03 UYST 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 31 de diciembre 2014

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

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Cuba/Estados Unidos

La alternativa en Cuba

La reanudación de las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y
Cuba es una verdadera victoria, pero los trabajadores cubanos se enfrentan a
la renovada liberalización económica con poca apertura política.

Samuel Farber *

Havana Times, 30-12-2014

http://www.havanatimes.org/

El 17 de diciembre de 2014, Washington y La Habana acordaron realizar un
alto y cambiar las relaciones que durante más de cincuenta años estuvieron
caracterizadas por los esfuerzos de Estados Unidos para derrocar al Gobierno
cubano, incluyendo el apoyo de invasiones, bloqueos navales, sabotaje
económico, intentos de asesinato y ataques terroristas.

El nuevo acuerdo liberó a los tres restantes miembros del grupo de “Los
Cinco”, que permanecían en cárceles estadounidenses desde 1998 y, a cambio,
Cuba liberó al estadounidense Alan Gross y a Rolando Sarraf Trujillo, un
desconocido agente de la inteligencia estadounidense encarcelado en la Isla
durante casi 20 años, además de más de 50 presos políticos cubanos. Lo más
importante es la reanudación oficial de las relaciones diplomáticas y la
significativa relajación de las restricciones de viajes y de remesas a Cuba.

El acuerdo abarca la normalización política, pero no la completa normalidad
económica de las relaciones: que requeriría que el Congreso derogara la Ley
Helms-Burton, refrendada por el presidente Clinton en 1996.

Los fracasos del pasado

Anteriormente se realizaron esfuerzos para reanudar las relaciones políticas
y económicas entre los dos países desde que Estados Unidos rompió con la
Isla a principios de 1961. Los más importantes fueron llevados a cabo por la
Administración Carter, que prosiguiendo una iniciativa original Nixon,
renovó negociaciones secretas con Castro en 1977, cuando el exilio cubano de
derecha en el sur de la Florida todavía era una fuerza política
insignificante.

Ambas naciones realizaron concesiones mutuas que incluían el establecimiento
de relaciones diplomáticas “secciones de intereses” en Washington y en La
Habana y el levantamiento de la prohibición de los viajes turísticos a la
Isla, una restricción que más tarde fue reinstaurada por Reagan en 1982. A
raíz de las negociaciones Carter-Castro, el líder cubano puso en libertad a
la mayoría de los presos políticos, de los cuales unos mil se fueron a
Estados Unidos, y en 1979, a los cubano-americanos se les permitió por
primera vez visitar a sus familiares en Cuba.

Sin embargo, el restablecimiento de relaciones se detuvo. Mientras
Washington tomó por sentado que la presencia de tropas estadounidenses en
todo el mundo era un derecho imperial, el despliegue de fuerzas cubanas en
África se convirtió en un obstáculo para la normalización de las relaciones.

Muchos en Estados Unidos culparon la participación extranjera de Castro como
la razón decisiva para el fracaso de las negociaciones, tanto durante el
mandato de Nixon, como el de Carter. Pero existían otros factores mucho más
importantes.

Por un lado, el Gobierno de Carter estaba dividido en este asunto. El
secretario de Estado, Cyrus Vance, apoyaba la reanudación de relaciones
normales con Cuba, mientras Zbigniew Brzezinski, poderoso asesor de
seguridad nacional de Carter, se opuso a esta movida. Pero fueron los
desarrollos políticos internos en EE.UU. sin relación alguna con Cuba, lo
que detuvo en última instancia el proceso.

La derecha estadounidense se estaba agitando sobre las negociaciones
relacionadas con la transferencia del canal de Panamá de regreso a los
panameños. En septiembre de 1977, Carter suspendió las negociaciones con
Cuba hasta después de que los tratados del Canal fueran ratificados por el
Senado.

La suspensión resultó ser indefinida. Ante la oposición sobre Panamá, el
gobierno de Carter decidió apuntalar su flanco derecho, adoptando una
postura más dura con Cuba, posición que poco después fue reforzada por el
triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua, y por el debilitamiento
político de la Administración Carter como resultado de la invasión soviética
a Afganistán y la crisis de los rehenes estadounidenses en Iran.

Capitalistas norteamericanos lo aprueban

¿Por qué Obama tuvo éxito donde administraciones anteriores fracasaron? Más
que cualquier otra cosa, el fin de la Guerra Fría, la salida de las tropas
cubanas de África, y la postura menos militante de Cuba en América Latina, a
través de los años, han reducido cualitativamente la importancia de la Isla
en la política exterior de Estados Unidos, como lo demuestra el hecho de que
prácticamente todos los estudios estratégicos del Gobierno de Estados Unidos
en las últimas dos décadas ni siquiera la mencionan.

Al mismo tiempo, sin embargo, la clase capitalista estadounidense, a
excepción de su franja más derechista, ha apoyado no solo el
restablecimiento de las relaciones diplomáticas, sino también la eliminación
del bloqueo económico.

Esta ha sido la posición adoptada por la Cámara de Comercio estadounidense y
la National Association of Manufacturers durante los últimos años, y también
la posición general adoptada por la prensa económica. Columnistas de
negocios han estado planteando, con más de un poco de veracidad, que la
masiva inversión estadounidense y el comercio con la Isla “subvertirían” y,
finalmente, derrotarían al sistema económico comunista, como ha estado
sucediendo en China y en Vietnam.

Por otra parte, después de las excepciones al bloqueo económico, que
permiten la exportación a Cuba de productos agrícolas y de determinadas
mercancías procesadas fueran autorizadas por la Ley de Sanciones Comerciales
y Fomento de las Exportaciones de 2000, empresas como Cargill, Archer Daniel
Midland y Tyson Foods se involucraron en el comercio con Cuba. Después del
actual acuerdo del 17 de diciembre, otras empresas, como Caterpillar y
Pepsico se unieron en apoyo a esto.

Durante los últimos años, decenas de hombres de negocio y políticos, en
particular del sur, del medio oeste y del suroeste han visitado la Isla y
discutido con el Gobierno cubano sobre las futuras perspectivas económicas,
sobre todo si se suprimía el bloqueo.

Como reflejo de la actitud de su base política empresarial, muchos políticos
demócratas y republicanos, como el senador de Arizona Jeff Flake, han estado
promoviendo el establecimiento de las relaciones políticas y económicas
entre los dos países. Queda por ver si estas fuerzas serán lo
suficientemente fuertes como para modificar, si no eliminar la Ley
Helms-Burton y permitir una plena normalización de las relaciones económicas
y políticas con Cuba.

El exilio está cambiando

Como el tema de Cuba perdió importancia después que finalizara la Guerra
Fría, e importantes sectores empresariales han comenzado a favorecer las
relaciones económicas y políticas con el país, la dirigencia derechista de
los exiliados cubanos en el sur de la Florida se mantiene como la única
fuerza política que defiende el bloqueo con firmeza. Su influencia política
ha sido especialmente importante en un estado estrechamente dividido como la
Florida, donde los cubano-estadounidenses representan alrededor del cinco
por ciento del electorado.

Pero la generación conservadora del exilio de los años 60 se ha ido muriendo
y ahora la creciente mayoría de los cubanos que residen en la Florida llegó
a los Estados Unidos a partir de los años 80.

En contraste con los exiliados más viejos, muchas de estas personas visitan
regularmente la Isla y están más preocupados por el bienestar de sus
familiares cubanos que con la política del exilio. No es de extrañar,
entonces, que las encuestas de opinión han mostrado que la mayoría de los
cubanos y cubano-americanos que residen en la Florida están a favor de un
cambio en la política estadounidense que lleve a relaciones plenas con Cuba.

Sin embargo, muchas de estas personas todavía no son ciudadanos americanos y
los cubanos ricos y conservadores todavía tienen gran poder sobre los medios
de comunicación y el sistema político. Los tres representantes de la Florida
en el Congreso, que son de origen cubano, siguen siendo republicanos de
derecha fuertemente comprometidos con el bloqueo.

El hecho de que Barack Obama, en las elecciones de 2012, ganara el 48 por
ciento del voto cubano (y mayores proporciones entre los cubanos más
jóvenes) es una clara indicación que las tendencias políticas entre los
cubano-americanos van tomando distancia de las posiciones de derecha con
respecto a Cuba.

Igualmente, como ha indicado el sociólogo cubano-estadounidense Alex Portes,
los cubanos que han llegado después de 1980 provienen, generalmente, de una
clase cubana modesta y difícilmente se puedan distinguir de otros
inmigrantes latinoamericanos en términos socioeconómicos. En ese caso, ¿cuál
será el futuro del “modelo de minoría” latinoamericano?.

El camino de China para Cuba

El Gobierno cubano, por su lado, ha tenido la intención de encontrar una
manera de reanudar las relaciones diplomáticas con Estados Unidos a pesar de
que esto puede, a la larga, socavar su legitimidad, ya que no podrá seguir
culpando al bloqueo de la continuación de la represión política y las
aflicciones económicas.

Desde que Raúl Castro asumió el poder -de manera informal en 2006 y
formalmente en 2008- se ha estado moviendo hacia la adopción del modelo
chino-vietnamita, es decir, un capitalismo de estado que conserva el
monopolio del poder político a través del Partido Comunista, y que controla
los sectores estratégicos de la economía, como la banca, mientras comparte
el resto con un sector privado nacional y extranjero. Pero esto ha sido un
camino contradictorio en el que el Estado ha tratado de “tener su pastel y
comérselo también,” acompañando cada cambio económico con restricciones que
limitan su eficacia.

A pesar del panorama color de rosa dibujado por los simpatizantes de Castro,
tales como Emily Morris en la New Left Review, los resultados de las nuevas
políticas su Gobierno han sido pocos e incapaces de superar definitivamente
la prolongada crisis económica que se ha apoderado del país desde el colapso
de la Unión Soviética. Los salarios reales de los empleados estatales, que
aún constituyen la gran mayoría de la fuerza de trabajo, habían alcanzado en
2013 solo el 27 por ciento de sus niveles en 1989.

Desde 2008, los gastos en educación, salud, bienestar social y vivienda han
disminuido como proporción del presupuesto del Estado y del producto interno
bruto (PIB). Por otra parte, durante los últimos años el crecimiento
económico ha sido bajo (1,2 por ciento en 2014) y la inversión de capital ha
sido un magro 10 por ciento del PIB en comparación con el 20 por ciento
promedio para América Latina.

No es de extrañar que Marino Murillo, ministro de Economía de Cuba, haya
dicho que la Isla necesita al menos dos mil millones de dólares al año en
inversiones para lograr un despegue económico. Esta es la clave de la buena
voluntad de Castro para reanudar relaciones con su vecino del norte,
especialmente a la luz de los graves problemas políticos y económicos que
Venezuela (principal aliado de Cuba) y Rusia enfrentan en la actualidad,
junto con la relativa disminución en el crecimiento de la economía china.

Castro no tiene nada que perder, ya que incluso si la ley Helms-Burton no se
modificara o derogara, la economía cubana va a beneficiarse con la
liberalización de los viajes y de las remesas decretada recientemente por
Obama.

Para el líder cubano, cualquier beneficio que obtenga del acuerdo puede ser
la palanca que necesita para vencer la resistencia en su propio aparato
burocrático y lograr la completa aplicación del modelo chino-vietnamita.

Obama, por su lado, seguramente debe estar consciente de la oportunidad de
reafirmar la influencia política de su país, así como su poder económico en
Cuba, además de otros beneficios políticos reales que pueden obtener en
América Latina y el resto del hemisferio sur por este nuevo acuerdo.

La alternativa en Cuba

Independientemente de las razones que han conducido a ambos gobiernos a
llegar a este acuerdo, esto es un beneficio importante para el pueblo
cubano.

En primer lugar, porque reconoce que el poder imperial de EE.UU. no fue
capaz de obligar a la imposición de su sistema socio-económico y político,
obteniendo una victoria para el principio de la autodeterminación nacional.
Corresponde a los cubanos, y solamente a los cubanos, decidir el destino de
su país.

En segundo lugar, porque en la práctica, se puede mejorar el nivel de vida
de los isleños y ayudar en la liberalización, aunque no necesariamente la
democratización de las condiciones de opresión política y explotación
económica, por lo cual sería más fácil organizar y actuar para defender los
intereses de forma autónoma contra el Estado y los nuevos capitalistas.

Este ha sido el caso de China, donde se producen miles de protestas cada año
para proteger el nivel de vida y los derechos de la población, a pesar de la
persistencia de un partido único estatal.

Contrariamente a lo que muchos liberales pensaron justo después del triunfo
de la revolución cubana, la cuestión nunca fue si el fin del bloqueo
llevaría a los hermanos Castro a ser más democráticos.

Esa posibilidad nunca ha existido, excepto para aquellos que creen que el
establecimiento del comunismo cubano no fue más que una reacción al
imperialismo estadounidense, en lugar de lo que el Che Guevara admitió era
mitad el resultado de la coacción imperialista y mitad resultado del deseo
de los dirigentes cubanos.

Lo que sí es real es la probabilidad de que el levantamiento del bloqueo
socave el apoyo al gobierno de Castro, facilitando la resistencia y
formulación de políticas alternativas a su dominio.

Es poco probable que Cuba quede libre de las garras del imperialismo yanqui,
incluso aunque el bloqueo económico llegue a su fin. El poderío imperialista
más “normal” experimentado en el Sur reemplazará la era más coercitiva y
criminal del bloqueo, especialmente si se desarrolla una alianza exitosa
entre el capital estadounidense y los capitalistas estatales nativos del
emergente modelo chino-vietnamita, como sucedió en China y en Vietnam.

Incluso al nivel puramente político, existen muchos conflictos que son
claramente previsibles, como por ejemplo, uno que no fue mencionado en el
acuerdo entre Obama y Castro y que implica el retorno de exiliados
revolucionarios, como Assata Shakur, a las carceles norteamericanas.

Con la desaparición de la generación histórica de líderes revolucionarios
dentro de la próxima década, surgirá un nuevo ambiente político donde podría
revivir la acción de la oposición izquierdista y dar fuerza a la izquierda
naciente y crítica.

Algunos pueden decir que no hay razón de abogar por tal perspectiva, debido
a que el socialismo de orientación democrática y revolucionaria no está en
la agenda inmediata. Pero es esta visión política que aboga por la
autogestión democrática de la sociedad cubana la que puede formar una
resistencia de peso a la liberalización económica que probablemente llegue a
Cuba.

Al invocar la solidaridad con los más vulnerables, y llamando a la igualdad
racial, de género y de clase, un movimiento puede cimentar la unidad en
contra, tanto de la antigua, como de la emergente opresión.

* Samuel Farber nació y se crió en Cuba. Su último libro es Cuba Since the
Revolution of 1959. A Critical Assessment (Haymarket Books.)

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