España/ abdicación humillante y golpe constitucional [Domenech - Buster - Raventós]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Jun 5 10:06:10 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 5 de junio 2014

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A l’encontre – La Breche

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España

Una abdicación humillante para un golpe constitucional de perspectivas nada
halagüeñas

Antoni Domènech · G. Buster · Daniel Raventós

Sin Permiso

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Juan Carlos de Borbón nos tomó a todos por sorpresa a primera hora de la
mañana del lunes anunciando la abdicación de la Corona. Muy probablemente es
verdadera la versión oficial, según la cual se trata de una decisión tomada
hace meses, y en cuyo secreto estaban sólo los muy allegados a la Casa Real,
Rajoy y Rubalcaba. La abdicación estaría, así pues, concebida por ese
pequeño cenáculo, por lo pronto, como un primer movimiento de pieza
destinado a recomponer parcialmente, y hasta donde se pueda, los fenecidos
acuerdos básicos que configuraron el arco político dinástico de la
Transición (UCD, PSOE, PCE-PSUC –luego IU/ICV—, AP –luego PP—, CiU y PNV y
otras formaciones regionales menores). Y más perentoriamente aún, a encarar
algunas reformas constitucionales que les permitan enfrentarse con alguna
perspectiva mínimamente razonable de negociación al masivo desafío
soberanista catalán, que tiene citas decisivas con la calle y con las urnas
el 11 de septiembre y el 9 de noviembre próximos.  Y a partir de ahí, acaso
comenzar una "segunda Transición" –también protagonizada y controlada por
las elites— capaz de revertir la manifiesta crisis de la Segunda
Restauración e insuflarle un nuevo soplo de vida.

Pero sólo los necios –y el lumpen académico conspiracionista o
estructuralista— pueden creer que las elites, además de ser malísimas, no
cometen nunca errores políticos de bulto. ¿Lo es la jugada de la abdicación?
Seguramente no, en el sentido en que en el ajedrez no se consideraría
necesariamente una mala jugada un "movimiento forzado". Pero en política los
tiempos y los ritmos tienen un papel mucho más importante que en los juegos
de mesa de información perfecta. Y el movimiento forzado de la abdicación no
se ha producido en el momento idóneo fantaseado (justo después de las
elecciones europeas, para que no pasara factura política electoral a sus
valedores e ideadores, y con tiempo por delante para encarar de otra manera
el vértigo catalán). Sino tras el resultado electoral inesperadamente
catastrófico cosechado por el bipartidismo dinástico, cuya primera
consecuencia fue la defenestración política de Rubalcaba, arteramente
aplazada unas semanas. Todos los indicios apuntan a que la decisión de que
el anuncio se produjera precisamente el lunes fue tomada con ciertos nervios
y vacilaciones de última hora, que explicarían la impresión de improvisación
comunicada a la opinión pública, así como la incomprensible "cantada"
protocolaria de que fuera Rajoy, y no el propio rey, quien compareciera
primero ante los medios de comunicación.

El momento no resulta precisamente oportuno para los desacreditados
intereses de quienes necesitan perpetuar con afeites amañados en secreto el
lamentable statu quo presente.

No es un buen momento, por lo pronto, para el propio Príncipe de Asturias,
quien, de tener éxito la delicada maniobra sucesoria, comenzará su reinado
teniendo que pechar con los numerosos flecos todavía sueltos del sinnúmero
de escándalos protagonizados estos últimos años por la Familia Real,
singularmente el del caso Noos de Urdangarín y su esposa, la Infanta
Cristina (hermana del heredero al Trono). Por si fuera poco, el
inexperimentado heredero, que apenas tenía uso de razón cuando se forjaron
las viejas complicidades tejidas por el famoso tranquil, Jordi, tranquil del
23F de 1981, tendrá que comenzar su reinado lidiando nada menos que con el
bravísimo proceso democrático soberanista catalán en curso, ese inadvertido
iceberg político en que ha terminado dando el fastuoso Titanic de la Segunda
Restauración borbónica.  Bien es verdad que ningún momento sería aquí
suficientemente bueno del todo, y que algunos esperarán jugar la carta de
que el nuevo capitán del Titanic es también Príncipe de Girona…

No es buen momento, desde luego, para los pasajeros de primera clase de ese
Titanic. Precisamente cuando las elecciones europeas acaban de hacer patente
el desplome del bipartidismo dinástico, muro principal de carga del
criminógeno cártel formado por las grandes empresas del Ibex, los grandes
grupos mediáticos de comunicación y buena parte de dirigentes y exdirigentes
de PP, PSOE, CiU y PNV, anchas puertas giratorias mediante: un cártel
enseñoreado del capitalismo oligopólico de amiguetes políticamente
promiscuos en que terminó fraguando la economía política de la Transición y
al que el estallido de la crisis capitalista mundial y su pésima gestión por
parte de la UE ha puesto patas arriba provocando un inaudito sufrimiento
entre la población trabajadora española.

Pero no es buen momento, sobre todo, para un PSOE más hundido electoralmente
que nunca, totalmente desnortado ideológico-políticamente y harto
desvencijado organizativamente. Su secretario general, Rubalcaba, se había
visto precisamente forzado a anunciar su "abdicación" de mala manera unos
días antes que el monarca, aunque para hacerla efectiva después de él. Las
razones resultan ahora evidentes: había que paralizar cualquier reacción de
los barones territoriales y del grupo parlamentario socialista en el proceso
sucesorio, que no por constitucional es menos antidemocrático. Y es evidente
que muchos socialistas han empezado a comprender tras las elecciones
europeas –unos de buena fe, otros porque a la fuerza ahorcan— que la única
alternativa a la "pasokización" irreversible del PSOE es un giro drástico y
creíble a la izquierda. ¿Qué harán ahora, en el momento crítico de esta
inoportuna sucesión monárquica? ¿Aparecer coram populo como parte esencial
de una "casta" empeñada en arrebatar a todos los pueblos de España, y no
solo al catalán, el "derecho a decidir", votando en las Cortes con el PP y
con la UPyD la Ley orgánica ad hoc que necesariamente tendrá que regular
esta sucesión hereditaria? La única voz disidente en la dirección socialista
–más allá de las posturas de las Juventudes Socialistas e Izquierda
Socialista— ha sido la de Eduardo Madina, quien, tras reafirmar su
"republicanismo", ha asegurado con ingenuidad digna de mejor causa que el
voto positivo de su grupo parlamentario a la Ley Orgánica no cerraría el
debate sobre la forma de Estado en una reforma constitucional posterior.
Siendo realistas, lo que verosímilmente cerraría para siempre es la
credibilidad de cualquier eventual giro del PSOE a la izquierda en su
Congreso de julio.

¿Y qué hará la UGT? Las primeras declaraciones de Candido Méndez han sido
para exigir una reforma constitucional en su momento sobre el reparto
territorial y las consultas directas a los ciudadanos. Preguntado sobre la
república, Méndez afirmó que UGT no la plantearía, pero que en caso que
surgiese la cuestión (¿?) su sindicato es una fuerza republicana. El tiempo
para reaccionar es muy, muy corto. Al menos, CCOO ya ha emitido un rápido
comunicado sumándose lacónicamente a las voces que exigen un referéndum
constitucional.

Recuérdese que una Ley orgánica –desarrollo de la Constitución— exige no
solo  mayoría absoluta (que ahora mismo la tiene todavía el PP en las
Cortes), sino además, por razones de legitimidad política, que la mayoría
favorable sea holgadísima, como de 2/3 cuando menos, y que no haya una
oposición muy evidente en el tercio restante. ¿Cómo podrían votar a favor o
incluso abstenerse CiU y PNV, como han anunciado, después de la prohibición
de la consulta catalana?  Por lo demás, el pacto en la sombra entre
Rubalcaba, Rajoy y la Corona, para ser efectivo y no una simple maniobra
para salir del paso, tiene que abrir perspectivas para una reforma
constitucional controlada que ofrezca la negociación de una formula
territorial mínimamente razonable a CiU, y aunque vaya ya con mucho retraso,
que aparezca inmediatamente como una alternativa plausible a lo que la
prensa ha venido llamando el "choque de trenes" de la Diada el 11S y de la
consulta de autodeterminación el 9N. Ésta y no otra parece ser la
explicación del voto afirmativo empeñado hoy por CiU. Y asalta
inmediatamente la pregunta: ¿a qué coste mantendrá ERC su apoyo al gobierno
de la Generalitat con la sola justificación de no entorpecer los
preparativos de la Diada y la Consulta? ¿Y cuánto tiempo seguirá callada la
ANC ante la complicidad de CiU con el proceso sucesorio español?

Por motivos obvios, el cenáculo que ha diseñado esta especie de golpe
constitucional para iniciar la farsa de una segunda Transición demediada no
puede ir a una reforma constitucional que exija referéndum. Es decir, sus
reformas no podrían tocar, según el art. 168, ni el Titulo Preliminar, ni el
I ni el II. A la espera de descubrir el trapichero artilugio jurídico que se
prepara, parece casi imposible ofrecer nada razonable a CiU –incluso a
Durán— que no pase por tocar esos Títulos de la Constitución del 78. Así
pues, Rajoy y Rubalcaba se enfrentan a un verdadero dilema: o abandonar toda
idea de reforma constitucional, o someter las acometidas a referéndum. Y Más
y Durán, a la de aceptar como buena una promesa insustanciada para salvar el
régimen que llevó al Tribunal Constitucional la reforma del Estatut aprobada
por el pueblo catalán o seguir acompañando el proceso democrático
soberanista.

Es verosímil la conjetura de que el Rey haya anunciado a toda prisa su
intención de abdicar –en vez de esperar, por ejemplo, todavía unas semanas a
que amainara la tormenta de las europeas— pensando que se agotaba el tiempo
en el que el PSOE de Rubalcaba podría aún perpetrar in extremis et in
angustis, antes de iniciarse la desbandada, una última deshonra  a esta
patria de la que tanto se llenan todos las bocazas y no dejar sólo y
desairado al PP en la votación de la Ley sucesoria redactada por el
gobierno.

Por eso se trata de una abdicación humillante: para el propio rey, desde
luego. Pero sobre todo para el PSOE, si es que sus miles de militantes de
verdad socialistas y de verdad republicanos no consiguen ser capaces de
impedirlo. Porque el paisaje "reformador" que veríamos después del trámite
parlamentario de la Ley orgánica no podría ser más desolador: el otrora
poblado arco político dinástico, reducido ahora apenas a un PP en horas
bajas y a un PSOE pasokizado desde arriba, desventrado y desangrado por el
estúpido harakiri de un Rubalcaba que lo que único que de verdad aprendió en
la escuela de Felipe González es el siniestro arte "político" de llevar a
las gentes hacia donde de ninguna manera quieren ir.

Mientras tanto, las plazas se llenan de ciudadanos indignados que se niegan
a jugar el papel de comparsas en el triste carnaval de la Coronación. IU,
ICV-EUiA, ANOVA, Podemos, Equo-Compromís, el BNG y distintas fuerzas y
organizaciones de las izquierdas sociales han llamado inmediatamente a
luchar por la convocatoria de un referéndum en ejercicio del "derecho a
decidir" de todos los ciudadanos del Reino de España. No tardarán en
secundarlas otras: la cosa no ofrece duda. La erosión de legitimidad del
régimen constatada recientemente en las urnas se hará aun más irreversible
en medio de la ruborizante campaña mediática pelotillera ad maiorem regis
gloriam a la que asisten estupefactos los distintos pueblos de España. Hasta
las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015, cuando las gentes
hartas de tanta y tan grosera manipulación en su nombre puedan por fin
expresarse en las urnas a favor de las fuerzas del gran bloque republicano
político-social que se anuncia.

Es más, puestos a jugar esta partida de ajedrez a que se nos fuerza, ¿qué
sentido tendría para IU seguir siendo la peana sobre la que se levanta el
poder de Susana Díaz, nuevo factotum del PSOE en el gobierno autonómico
andaluz, una vez se ha hecho hoy pública su participación en la conspiración
de los poderosos para negar al pueblo andaluz que pueda hacer oír su voz en
esta cuestión democrática esencial? IU debe plantearse muy seriamente
provocar unas elecciones anticipadas en las que el pueblo andaluz pueda
expresarse inmediatamente en esta crucial disyuntiva entre la pseudoreforma
taimada del régimen o la apertura de un proceso democrático constituyente

Pase lo que pase, los republicanos españoles siempre tendrán que agradecer
al pueblo catalán la inestimable ayuda democrática prestada en este final de
tragicomedia chabacana de la Segunda Restauración. Pero queda a los
demócratas catalanes –también en provecho propio— un último esfuerzo por
realizar, acaso el más difícil y delicado: acompasar
republicano-fraternalmente y sin tardanza su justa lucha por el "derecho a
decidir" del pueblo catalán con la lucha por el "derecho a decidir" de todos
los pueblos de España. Ojala sepamos todos estar a la altura de las
circunstancias. Porque, como dice el refrán chino que tanto le gustaba a
Hobsbawm, no se nos ahorrará vivir en "tiempos interesantes".

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