Fútbol y Racismo/ el perdedor que necesita Italia [Mariano Schuster]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Jun 17 23:49:53 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 17 de junio 2014

germain5 en chasque.net

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l’encontre – La Breche

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Fútbol y Racismo

El perdedor que necesita Italia

A Mario Balotelli le llueve en cada partido una catarata de insultos
racistas. El técnico de la selección italiana pretende hacerlo feliz pero no
puede. ¿Y si llamaran a un técnico mediocre pero capaz de erradicar a la
bestia?

Mariano Schuster

Brecha, Montevideo, 13-6-2014

http://brecha.com.uy/

Siento pena, rabia y dolor por Mario Balotelli. No sé si lo vieron, pero el
delantero del Milan –sin dudas uno de los mejores de la historia– recibe
casi todos los fines de semana insultos desde las tribunas. Ese negro de un
metro ochenta y nueve, que parece inconmovible cuando va con la pelota hasta
el área, quiere, ahora, hacer lo lógico: volverse a Inglaterra. En Italia,
el país que lo vio crecer después de que sus padres ghaneses lo dieran en
adopción, se ha transformado en un tipo irremediablemente triste. Y los
miles de imbéciles del norte y del sur que tienen como deporte favorito
insultarlo desde la tribuna son los culpables.

Me molesta, sin embargo, la progresía victimista que se lamenta, siempre,
por los desvalidos del mundo. Y que siente particular lástima cuando el
desvalido es un millonario como Balotelli. Un negro, para ellos, no es tan
negro si juega al fútbol. Pero el llanto de Balotelli en medio de la cancha
–ya repetido demasiadas veces– es otra cosa. Habla de un tipo que sufre. Y
que no quiere sufrir más.

Cesare Prandelli, el técnico de la selección azurra, intenta llevar a
Balotelli a su mejor nivel futbolístico. Aunque la mayor parte de las veces
consigue su cometido, cada tanto el negrazo, agobiado por el historial de
insultos, se desmorona y actúa. Golpea a un compañero, llora, protesta y se
hace expulsar. No hay quien lo frene.

Cesare Prandelli es un buen tipo. Y es, además, un gran entrenador. Tanto
como para haber destruido, en poco más de 700 días, el fútbol que los tanos
se encargaron de pergeñar durante cinco décadas. El catenaccio (cerrojo) de
Nereo Rocco, el esquema más defensivo de la historia del fútbol, dio paso a
un progresista 4-4-2, y a una selección azurra que quiere adoptar un estilo
tímidamente guardiolista.

Derrotar al racismo, sin embargo, no es tan sencillo como destruir al
catenaccio. El racismo es también un cerrojo, pero precisa algunos hombres
dispuestos a ejemplificar en la pelea. Si el técnico de la selección es algo
así como el padre de los técnicos del país, entonces es necesario que se
ponga al frente de la batalla. No quiero descalificar a Prandelli, que es,
como se sabe, un tipo capaz y denodadamente demócrata. Pero creo que hay
alguien que podría llevar mejor las riendas del asunto. Claro que para esto
los italianos tendrían que aceptar perder unos cuantos partidos.

Hablamos, en este caso, de un técnico con características únicas. Un 70 por
ciento de sus resultados fueron derrota o empate. Nunca sacó campeón a un
club de la A. En el Parma –el único equipo de elite que logró dirigir– duró
menos de un año. Su mayor logro fue un ascenso de tercera a primera con el
Bologna. Ni siquiera el fútbol amateur logró redimirlo. Dirigiendo al Equipo
Nacional de los Sacerdotes de Italia perdió contra el Equipo de los Presos
de la Cárcel de Rebbibia. Y al mando de la Selección Nacional de Religiosos
Católicos fue derrotado por el Vaticano Football Club en la final de la
Catholicus Cup.

Y sin embargo este señor de barba, canas y gestos adustos, es admirado por
muchos, más allá de los resultados.

En 2006, tras ver a Paolo di Canio festejar un gol de la Lazio con el saludo
fascista, declaró: “Ese es el saludo del campo de concentración y de la
barbarie. A mí el saludo que me gusta es el puño en alto y cerrado. El
saludo de los trabajadores y de la dignidad”. Se animó a atacar en público a
Berlusconi, deslizando las corrupciones del Milan, y a criticar por
discriminador al ex técnico de la azurra Marcelo Lippi, cuando éste aconsejó
a los futbolistas homosexuales ocultar su condición.

El técnico de las grandes derrotas no podía elegir políticamente otro
espacio ideológico que el de la izquierda. Por eso cuando el Partido
Comunista Italiano –en el que militó desde la década del 60– se autodisolvió
en 1989, él siguió reclamando su legado derrotista. Para un hombre así
siempre es mejor perder con las ideas de Gramsci que ganar con las de
D’Alema o Romano Prodi. Aunque adhirió al Partido Democrático de la
Izquierda, pronto descubrió un problema: el pds ganaba las elecciones.
Entonces eligió otra opción más consecuente con su vida de pérdidas: el
partido Izquierda, Ecología y Libertad, del gay, católico y comunista Nichi
Vendola. En 2013 incursionó como candidato al parlamento. Y por supuesto
perdió las elecciones.

Este tipo, que organizaba sus esquemas tácticos en su despacho al lado de
una estatuilla de Lenin, y que a los 8 años fue encerrado junto a su familia
en el Duomo de San Miniato durante el bombardeo nazi, se llama Renzo
Ulivieri y es hoy el presidente de la Asociación Nacional de Entrenadores de
Italia.

En 2011, mientras los jugadores de la serie A paraban el fútbol para
protestar por medidas impositivas que atacaban sus bolsillos, Ulivieri creyó
que había una causa más importante que la que afectaba a sus representados,
e hizo lo que le pareció correcto. Fue a una ferretería, compró una cadena,
y se ató en la puerta de la Federación Italiana de Fútbol, en señal de
protesta.

Un tipo así debería dirigir la selección italiana. Sin importar que pierda.
¿No creen que se encadenaría por Balotelli?

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