Estonia/ Rusia/ el rugido del ratón [Andrés Alsina]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Jun 28 18:23:24 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 28 de junio 2014

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A l’encontre – La Breche

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Estonia/Rusia

Una de espías

El rugido del ratón

La línea del frente ruso de la OTAN y la principal actividad de
contrainteligencia relacionada con los planes atribuidos a Moscú parecen
estar en Estonia. En Tallinn suponen que la próxima Crimea será una ciudad
estonia.

Andrés Alsina

Brecha, Montevideo, 27-6-2014

http://brecha.com.uy/

“Capturamos a cuatro ‘topos’ rusos en los últimos cinco años”, declara por
estos días una y otra vez el presidente estonio Toomas Hendrik Ilves. “Eso
significa una de dos cosas: o somos el único país de la Unión Europea con un
problema de infiltración rusa, o somos el único país de la UE que hace algo
al respecto.”

El presidente estonio se congratula por la eficiencia lograda en el servicio
de inteligencia construido desde cero en dos décadas de independencia, el
Kaitsepolitseiamet, mejor conocido como Kapo. Tras haber derrotado en 2007
una ofensiva cibernética rusa sobre su gobierno, Estonia está en la primera
línea de enfrentamiento con su vecino ruso. Muy avanzada en tecnología, hoy
tiene prácticamente a todo su gobierno en la nube digital (todo el país y
todos sus habitantes “están en línea”; incluso se vota por Internet); ese es
un ancho frente de vulnerabilidad.

Hasta Moscú reconoce en público la capacidad de contrainteligencia de
Estonia: la captura del último topo, Vladimir Veitman, en agosto de 2013,
fue comentada por el think tank ruso que trata habitualmente temas de
inteligencia, el CIS, en la web especializada The Interpreter. “Estonia sólo
puede ser comparada con Polonia en cuanto a operaciones de inteligencia
contra Rusia”, declaró Mijaíl Aleksandrov, director del departamento báltico
del CIS. Esas operaciones, admite, no incluyen espías estonios en Rusia. “No
recuerdo que últimamente haya sido detenido algún espía estonio en Rusia.”
Lo atribuye a la excelencia de la contrainteligencia rusa. En cuanto a la
detención de Veitman y la identificación de su oficial de enlace y también
del coronel a cargo de la operación de espionaje sobre Estonia, Aleksandrov
no cree que tenga algún efecto particular en las relaciones entre ambos
países, pues en general están en un punto muy bajo. “Este episodio es sólo
uno de una serie de escándalos de espías que sacuden las relaciones
ruso-estonias de tiempo en tiempo.”

El primer escándalo fue la detención en 2008 de Hermann Simm, entonces jefe
del Departamento de Seguridad del Ministerio de Defensa, máxima jerarquía de
seguridad de Estonia, y la identificación de su oficial de enlace, el ruso
Sergey Jakovlev, que operaba con la falsa identidad portuguesa de Antonio de
Jesús Amorett Graf. Simm también tuvo contacto con otro oficial, Valeri
Zentsov, que se revelaría como el oficial ruso a cargo del otro topo
capturado en diciembre de 2013, Veitman; sobre Jakovlev y Zentsov pesa ahora
una orden internacional de detención.

En un rasgo distintivo de cómo opera el Kapo en los casos de espionaje, el
asunto no fue silenciado a la espera de algún canje del prisionero por
razones de interés –política que sigue Estados Unidos pero no Alemania, por
ejemplo–, sino que Hermann Simm fue juzgado a puertas cerradas, condenado a
12 años y medio de cárcel (de una condena máxima de 15, tal vez por haber
confesado y colaborado) y una fuerte multa. Pero además hubo una conferencia
de prensa ese mismo día, en la que los jerarcas explicitaron el caso ante la
opinión pública. Exponer y juzgar a los traidores, en palabras del Kapo, es
una demostración de fuerza.

El fiscal Norman Aas dijo que hasta su arresto Simm obtuvo y pasó
información clasificada de Estonia y de la OTAN al servicio de inteligencia
ruso para el exterior. Reclutado en 1985, habría sido activado contra
Estonia recién en 1995. Aunque sólo se hicieron públicos detalles
superficiales de su caso, es obvio que el daño que produjo es mucho, porque
fue sin duda una intromisión de los rusos en los niveles más altos de la
OTAN.

En su libro Deception. Spies, Lies and How Russia Dupes the West (14,57
dólares en Amazon) el periodista Edward Lucas, el único que lo entrevistó en
prisión, afirma que Hermann Simm “reveló los secretos más íntimos de la
alianza (la otan), desde el contenido de reuniones hasta los detalles de
importantes códigos”. También “informes sobre el cruce de argumentos en el
seno de la OTAN respecto de Rusia, y la fuerza y la debilidad relativa de
diferentes países, además del perfil psicológico de sus oficiales
superiores”. El periodista llegó a la conclusión de que peor, tal vez, que
la información expuesta fue que las revelaciones de

Simm alentaron inseguridades en los miembros establecidos de la OTAN, que
temían que los nuevos miembros de la alianza, particularmente aquellos que
venían de la disolución de la URSS, fueran más una carga que un activo.

Estonia, que se unió a la OTAN en 2008 tras un proceso de acercamiento
iniciado desde su independencia, en 1991, tomó cuidadosamente en cuenta esos
temores, y en los últimos cinco años se dedicó a demostrar que es capaz de
defenderse de Rusia tanto con medios abiertos como encubiertos, y se
constituyó en un ejemplo paradigmático de una de las tesis que circulan en
la UE, y la preferida en el Tratado del Atlántico Norte: la confrontación de
la OTAN con Rusia es inevitable.

En los últimos diez años Rusia ha favorecido esa tesis. Sus aviones violan
frecuentemente el espacio aéreo del pequeño Estado báltico y tropas rusas
hacen ejercicios de invasión a Estonia, a los que llaman “maniobras
antiterroristas”. Los importantes ciberataques que soportó Estonia en 2007
–los estonios afirman que desde Rusia y específicamente desde San
Petersburgo y Leningrad Oblast– lograron degradar su infraestructura
digital.

Los estonios, orgullosos, dicen que superar eso los ayudó a prepararse
mejor, y le han demostrado a la otan estar en condiciones, más que cualquier
otro país europeo, de soportar una agresión rusa. Esto les fue reconocido
por sus aliados. Desde 2008 Tallinn alberga el Centro de Excelencia de
Defensa Cibernética de la otan, y Estonia es reconocida ampliamente como
pionera en este tema. La penetración cibernética, especifica el último
informe anual del Kapo, no sólo permite al enemigo acopiar información sino
también influir en la toma de decisiones, es de suponer que al cambiar datos
y reorientar conclusiones.

Sin galardones, Estonia también está a la vanguardia del uso de la vieja
contrainteligencia, la de base humana, en su combate contra Rusia. Según
John Schindler, un ex analista de la Agencia Nacional de Seguridad de
Estados Unidos y profesor en el Colegio Naval de Guerra, Estonia tiene pocos
iguales en Occidente a la hora de impedir penetraciones rusas. “Han tratado
tanto con ellos, y antes con los soviéticos, que entienden intuitivamente la
cultura de inteligencia rusa y su manera de operar. Y nosotros no”, le dijo
al New York Times.

Los otros dos espías capturados, en 2012, el matrimonio estonio de Aleksei y
Viktoria Dressen, lo fueron por estos métodos tradicionales, y toda la
situación clama por el regreso triunfal de John Le Carré y sus novelas de
espionaje, porque la historia continúa. ¿Qué callaría George Smiley? ¿Cómo
procedería?

Estonia conoce en verdad a los rusos desde que la Rusia imperial la ocupó y
transformó en provincia en 1710. Independizada en 1918 con la revolución
bolchevique, la URSS la obligó a albergar bases militares en 1939 y la anexó
en 1940. La ocuparon los nazis en 1941 y en 1944 se la reintegró a la URSS,
mientras decenas de miles de estonios fueron deportados a Siberia. Liberada
junto con la disolución de la URSS en 1991, las tropas rusas recién
abandonan ese territorio en 1994. En 2004 se enlaza con Occidente al
ingresar a la OCDE, en 2008 a la OTAN, y adopta el euro como moneda en 2011.

Eesti, como en verdad se llama Estonia, es una república parlamentaria con
una población de 1.250.000 personas, 68,5 por ciento estonios y 29,6 rusos;
también hay 0,6 por ciento de ucranianos. Su territorio ocupa 45.228
quilómetros cuadrados, menos que los departamentos (uruguayos) de Cerro
Largo, Tacuarembó y Paysandú sumados, pero tiene salida al mar, al Golfo de
Finlandia, que es desde siempre una de las debilidades estratégicas de
Rusia, y 1.520 islas de gran valor estratégico a la hora de disimular
submarinos.

Aunque actualmente atraviesa una crisis económica, su ingreso per cápita es
uno de los más altos de Europa central y el Báltico, con 22.400 dólares. (El
de Uruguay fue en 2012 de 14.768 dólares, y el más alto de la región, el de
Chile, de 15.400.) Dos terceras partes de su economía están basadas en los
servicios, y son muy fuertes en electrónica y telecomunicaciones. Sus
fuerzas armadas le cuestan el 2 por ciento del PBI aunque tienen sólo 16 mil
efectivos en filas y una reserva de 219 mil hombres.

No es sólo esa fuerza la que se empeña en su soberanía, sino que se le suma
la participación de todo el pueblo, ciudadanos y menores de edad, en tareas
de defensa. Su servicio de inteligencia es el único que este periodista
conoce que publica un informe anual sustantivo
(www.kapo.ee/cms-data/_text/138/124/files/kapo-annual-review-2013-eng.pdf
<http://www.kapo.ee/cms-data/_text/138/124/files/kapo-annual-review-2013-eng
..pdf> ), y del de 2013 proviene buena parte de la información de este texto.
Su director general, Arnold Sinisalu, ofrece allí una visión de conjunto del
problema que enfrentan, y claves para entender las formas de captación de
los rusos y su intensa actividad en distintas plataformas: inteligencia
humana, electrónica, diplomática, de observación desde su territorio, a
través de residentes ilegales “y otras”.

La publicación del Kapo es un instrumento que alienta la participación
civil: allí hay recomendaciones sobre el uso de computadoras para evitar la
caída de la red cibernética por un eslabón débil. Se recomienda cambiar a
menudo de contraseña, y no introducirla en redes públicas ni en el
extranjero. Es específico al resumir tres puntos a tener en cuenta por el
ciudadano: 1) Estonia tiene secretos en los cuales Rusia está muy
interesada; 2) Rusia sólo se preocupa de sus agentes mientras le son útiles
y los abandona después; 3) las autoridades de seguridad del Estado están
ahora lo suficientemente fuertes para combatir el espionaje agresivo,
destapar operaciones secretas y llevar a los traidores a la justicia.

El Kapo da cuenta, por ejemplo, de que se encontró finalmente –tras 60 años–
la tumba clandestina de diez de los 13 estonios refugiados en el bosque de
Vörtumaa durante la resistencia anti-rusa, en 1953, que habían sido
fusilados, y que ahora han sido sepultados con honor. “Esos crímenes serán
investigados sin estatuto de limitación”, advierte. Eso implica que Estonia
acusa a Rusia de crímenes de lesa humanidad. En los años previos, el
estalinismo mató al 35 por ciento de la población judía de Estonia, unas 10
mil personas, y al 77 por ciento de la población judía de la vecina Letonia,
70 mil personas.

También informa el Kapo, por ejemplo, que en 2013 no hubo una real amenaza
terrorista en el territorio, y detalla actividades de grupos musulmanes
sobre los que no pesa sospecha alguna: la exclusión racial limita el acceso
a la información, previene. Y especifica que los grupos radicales de
izquierda y derecha existentes no cuentan con apoyo significativo y entre
ambos suman tan sólo un centenar de personas. Asimismo, da cuenta de que en
2013 se detectaron intentos de organizaciones criminales de influenciar a
tomadores de decisiones en Estonia. Pero el problema central es Rusia. “El
objetivo principal de los rusos es evaluar las fuerzas armadas estonias, sus
capacidades, emplazamientos, la cooperación internacional y detalles de la
membresía en la otan. Hay amenazas directas e intentos de menoscabar la
soberanía del Estado estonio”, establece.

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La guerra, de a poco

Los estonios estiman que la ciudad de Narva, la tercera del país, bien puede
ser la próxima Crimea. La principal debilidad de Narva es que 87,6 por
ciento de su población es rusa, producto de la inmigración en tiempos
soviéticos, por lo cual lo que los estonios llaman “la política compatriota”
de Vladimir Putin (que es en definitiva el cerno de su argumentación para
intervenir en Crimea y en lo que queda de Ucrania) se ve, con esos
guarismos, casi compelida a actuar.

La seguridad estonia ve en Rusia un peligro para su orden constitucional. En
última instancia, afirma, sólo se detiene el expansionismo ruso “por
disuasión militar vía  OTAN por una capacidad de defensa independiente lo
suficientemente fuerte”.

Algo en que tanto rusos como estonios vienen a coincidir (aunque luego
elaboran de forma diametralmente opuesta las políticas que se deducen) es
que Rusia no ha logrado realmente salirse de la mentalidad soviética pese a
las dos décadas transcurridas. Para el columnista de Rossiyskaya Gazeta
Sergueí Markedónov (en La Nación, Buenos Aires, 21-V-14), los países
desmembrados de la urss no han logrado construir una identidad nacional; o
sea, la culpa es de ellos. Para los estonios, el expansionismo de Putin es
simplemente la continuidad del espíritu imperial de los zares, lo que no es
poco decir.

Más perentorio que esta visión de choque frontal es el análisis estonio de
la actual política rusa, cuya principal arma estaría en las herramientas del
“poder de baja intensidad”. La categoría fue usada por primera vez por el
politólogo estadounidense Joseph Nye, y define los esfuerzos de un Estado
para ganar aliados usando recursos atractivos y no tangibles, como la
cultura y la ideología, en lugar de medios coercitivos o sobornos.

Según el Kapo, Rusia esgrime tres argumentos básicos: Estonia apoya al
nazismo, los rusos son masivamente discriminados en la sociedad, y Estonia
es un Estado inviable que sólo le causa problemas a sus aliados
occidentales. Son un calco de los usados en Ucrania, cabe acotar. El poder
de baja intensidad es un complejo conjunto de herramientas para ganar poder
e influencia a través de la sociedad civil; esas herramientas incluyen
información, comunicación, cooperación humanitaria internacional y otras
formas de influir que difieren de la diplomacia tradicional, usadas a través
de la sociedad civil.

En 2008 el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso montó la agencia
Rossotrudnichestvo para cumplir un papel fundamental en esta política. Su
función es mantener contacto con los países que integraron la URSS, a los
cuales procura afiliar a una organización llamada CIS. Sus funciones
formales son dar asistencia al desarrollo, cooperación material y apoyo a
compatriotas o a rusoparlantes, y promover el idioma ruso. Además,
desarrollar centros científicos y culturales en el extranjero.

De hecho, varios de estos recursos son de antigua data, pero según el Kapo
Rusia los aplica integrados a un plan de acción para 2013-14 –dirigido a
compatriotas que viven fuera de sus actuales fronteras y a rusoparlantes–
que tiene 30 ítems, de los cuales 19 son responsabilidad de
Rossotrudnichestvo. De acuerdo a su director, Konstantin Kosachev, Rusia
está interesada en que los rusos en el extranjero se organicen en formas más
independientes y estén mejor capacitados para reclamar ellos mismos por sus
derechos, de manera de ser menos dependientes de la Federación Rusa. Para
lograrlo, Kosachev considera importante tener una colaboración más estrecha
con empresarios rusos que estén activos en el extranjero.

Según el Kapo, las palabras de Kosachev se reflejaron durante 2013 en la
reorganización de las actividades de los cis en sectores, uno de los cuales
es la actividad económica. El cis que actúa en Estonia desde 2008 se llama
mtü Impressum. Es el primer club de este tipo fundado fuera de Rusia –en lo
que Moscú considera su esfera de influencia– tras la implosión soviética de
1991, y tiene como tarea buscar empresarios rusos que financien sus
actividades. “Allí se dan conferencias sobre el poder de Rusia y su
capacidad de influencia, y sobre cómo la excesiva orientación de Estonia
hacia Occidente es su principal fuente de problemas. También entra en su
temario habitual la desconfianza estonia hacia Rusia, la discriminación que
sufre la población rusa y rusoparlante, y el desarrollo del nazismo en
Estonia. El Kapo especifica que la actividad de este tipo de organizaciones
sólo atrae la atención del aparato de seguridad si integra operaciones de
influencia de un gobierno extranjero.”

En julio de 2009 se abrieron clubes con idéntica orientación, llamados
Format-A3, en Moldavia y Crimea, y en setiembre de 2010 se multiplicaron en
Ucrania; y en Kiev, su capital, se abrió el Skovoroda Club. En el otoño
boreal de 2012 se abrieron un club en Lituania y el Izborsk Club en la
ciudad rusa de Pskov, a 20 quilómetros de la frontera de Ucrania. Su
director es Alekandr Prokhanov, editor del diario nacionalista ruso Zavtra,
y la razón de ser del club es su conexión con el Instituto de
Conservadurismo Dinámico. (Bonito nombre, ¿no?) Prokhanov lo definió como
“nuestro laboratorio, en el que la ideología del Estado ruso está siendo
desarrollada; es un instituto donde se crea el concepto mismo del gran
avance; es un taller militar en el que se forja el arma ideológica que se
mandará directamente al combate”. También propone que Volgogrado recupere su
antiguo nombre de Stalingrado. Los miembros del Izborsk consideran que los
países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), Moldavia y Ucrania son
territorios temporariamente perdidos por Rusia.

La importancia que le da Rusia a esta estrategia de información e
influencia, afirma el Kapo, fue la que llevó a Moscú a disolver la agencia
de prensa ria Novosti y remplazarla en diciembre pasado por una compañía
internacional, Rossiya Segodnya, que le incorporó una radio a la estructura,
Golos Rossii. Como su director general fue nombrado el fundador del
Skovoroda Club Dmitry Kiselyov.

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