Cultura/ murió Eduardo Galeano, escritor clave de la literatura latinoamericana [Julieta Roffo]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Abr 13 11:19:40 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 13 de abril 2015

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Cultura

Murió Eduardo Galeano, escritor clave de la literatura latinoamericana

Tenía 74 años y falleció en Montevideo de un cáncer de pulmón. Sufrió el
exilio y publicó más de 30 libros, entre los que se destacan "La venas
abiertas de América" y "Memoria del fuego".

Julieta Roffo

Clarín, Buenos Aires, 13-4-2015

http://www.clarin.com/

Una nena chiquita, nacida en Tacuarembó, una localidad del interior
uruguayo, llega por primera vez al mar. Se encuentra con esa bestia de agua
que la enmudece, y cuando logra articular palabra, le pide al padre: “Papá,
por favor ayudame a mirar”. La anécdota la contó Eduardo Galeano en el
Teatro San Martín, en 1986. La contó para decir algo más: “Yo creo que la
función del escritor consiste en ayudar a mirar. Que el escritor es alguien
que quizás puede tener la alegría de ayudar a mirar a los demás”.

Ser escritor no fue el primer destino de Eduardo Hughes Galeano, nacido en
Montevideo el 3 de septiembre de 1940, y fallecido hoy, a los 74 años, a
causa de un cáncer de pulmón. Su primera aspiración fue el “fútbol-fiesta”
–así describía a esa gran pasión a la que le dedicó dos libros y miles de
minutos de su vida-, pero pronto se supo un “patadura”. Después vendrían las
ganas de ser pintor, dibujante, “de ser Picasso”, decía. De hecho, su
primera publicación no fue un artículo periodístico ni un cuento, sino una
caricatura política a sus catorce años en el semanario El sol del Partido
Socialista. Las Letras llegarían unos (pocos) años más tarde, de la mano de
la prensa gráfica: primero como editor en el semanario Marcha, más tarde a
cargo de la dirección del diario Época, cuando tenía 24 años.

Para Galeano, el periodismo no tenía en ese entonces –ni tuvo nunca- nada
que envidiarle a la literatura. Sus artículos de opinión se publicaron
durante décadas, en la Argentina especialmente en el diario Página/12, del
que fue asiduo encargado de las contratapas. Sin embargo, la vocación por la
ficción apareció enseguida: en 1963 publicó Los días siguientes, una novela
corta a la que más tarde juzgaría como “bastante mala” pero que sirvió de
puntapié inicial para su camino literario, que luego contaría con títulos
entre los cuales se destacaron, por sobre todos, Las venas abiertas de
América Latina, de 1971 y la trilogía Memoria del fuego, publicada entre
1982 y 1986.

La historia de Latinoamérica, que intentó narrar sobre todo en esas dos
ocasiones, fue una de sus obsesiones: “Probablemente no haya región en el
mundo que contenga tantas maravillas escondidas como América Latina”,
sostenía. Sobre Las venas…, que recorrió el continente en la espalda de
miles de mochileros y que el presidente venezolano Hugo Chávez le regaló a
su par estadounidense Barack Obama en 2009 haciéndola subir 60.275 lugares
en el ranking de los libros más vendidos de Europa hasta llegar al quinto
puesto, Osvaldo Bayer dijo: “Muy pocos autores latinoamericanos entraron
tanto, en cuanto a política, historia y sociología, como entró Galeano; si
en Europa se conocen los problemas de la región entre la intelectualidad y
el estudiantado es por su libro”.

Galeano escribió la obra entre los 27 y los 31 años, y se convirtió a través
de ella en un referente de la izquierda regional, aunque prefirió nunca
identificarse directamente con un partido, sino con el socialismo. Su libro,
del que en 2011 se manifestaría “muy orgulloso” pero diría también “me pesa
como un ancla porque marca un estándar que me siento obligado a alcanzar una
y otra vez” le valdría la lamentable censura por parte de las dictaduras
uruguaya, chilena y argentina durante los años setenta. Llegaría al mismo
tiempo el exilio de su país, al que definió habitado por “tres millones de
anarquistas conservadores: no nos gusta que nadie nos mande, y nos cuesta
cambiar”.

Buenos Aires fue entonces su primer destino, y allí dirigió durante 1973 la
revista cultural Crisis, que apostó a la difusión de cultura popular: “La
revista recogió las voces de los locos del manicomio, los niños de las
escuelas, los obreros de las fábricas, los enfermos de los hospitales;
queríamos difundir a los que venían de abajo”, sostenía. Para él, en ese
entonces “Buenos Aires era el centro del renacimiento cultural
latinoamericano”. Pero la dictadura le puso fin a ese impulso, y se llevó,
entre tantos, a Haroldo Conti, a quien Galeano definió como “un hermano”. Su
siguiente destino fue España, donde en Puerta de Hierro ya había conocido a
Juan Domingo Perón durante un viaje. El General había sugerido, durante su
exilio en España, que quería conocer al escritor, y cuando Galeano le
preguntó por qué no se mostraba en público más seguido, Perón le contestó,
según el propio uruguayo relataba, que “el prestigio de Dios está en que se
hace ver muy poco”.

La estadía en España fue clave para seguir viendo Latinoamérica desde lejos,
y construir así Memorias del fuego, el libro que más orgullo le generaba:
“Fueron tres tomos, mil páginas, toda la historia de las Américas de norte a
sur. Había que estar muy loco para emprender semejante aventura. Muy loco o
muy exiliado”, dijo en 2012. Recién en 1985 volvió a su Montevideo natal,
donde muchos decían que era habitual encontrarlo caminando por la costanera.

La ecología, la política internacional, la historia, el fútbol, el lugar de
la mujer, los derechos humanos y el amor fueron tema para su pluma, que le
valió el premio Casa de las Américas en 1975 y 1978 y el premio Stig
Dagerman en 2010, entre otros reconocimientos. Escribir también le valió
amigos: uno de ellos fue el también uruguayo Juan Carlos Onetti, a quien
definió como un “falso puescorpín”. “Conmigo, siempre fue cariñoso, quizá
porque yo, que era muy chiquilín, era capaz de compartir con él jornadas de
largos silencios”. De él aprendió una de las únicas rutinas que guiaron su
escritura: “Las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores
que el silencio”, le dijo el autor de El astillero, y Galeano tomó nota. Su
otra rutina era “escribir cuando le picaba, sin horarios ni obligación”.

El libro de los abrazos, El fútbol a sol y a sombra, Bocas del tiempo,
Espejos y Voces de nuestro tiempo son algunos de los títulos de un autor que
fue traducido a más de veinte idiomas y que sacudió la escena
latinoamericana extendiendo su influencia a las generaciones que lo
siguieron: alcanza con recordar su visita a la Feria del Libro de Buenos
Aires en 2012 para presentar su último libro, Los hijos de los días. Llenó
las dos salas más grandes de La Rural –una con su presencia, la otra con
pantallas en vivo-, y la mayoría allí era sub 30, con uno, dos, varios de
sus libros suyos en una mochila lista para recorrer las venas del continente
que Galeano narró.

Hace casi treinta años, Galeano dijo que “la idea de la muerte individual
deja de tener importancia, si uno adquiere la certeza de sobrevivir en los
demás, sobrevivir en las cosas que quedan”. Los libros que escribió, los
artículos periodísticos que publicó, las conferencias que brindó durante más
de cincuenta años ayudaron a mirar a miles. En esas miradas, atravesadas y
ampliadas por su obra, sobrevive el patadura, dibujante y escritor uruguayo.

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