Venezuela/ cruce de caminos [Raúl Zibechi]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Dic 4 10:42:00 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

5 de diciembre 2015

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germain5 en chasque.net

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Venezuela

Cruce de caminos

Las elecciones parlamentarias venezolanas del domingo 6 son un cruce de
caminos. Para el país, que puede comenzar a transitar una situación compleja
por el inevitable choque entre el gobierno y la oposición si ésta triunfa
después de 16 años de hegemonía del chavismo. También para la región, donde
los proyectos de integración están perdiendo brillo y actualidad.

Raúl Zibechi

Brecha, Montevideo, 4-12-2015

http://brecha.com.uy/

En los últimos diez años las reservas probadas de petróleo de Venezuela
crecieron 274 por ciento, pasando de 80.000 millones de barriles en 2004 a
298.000 millones en 2014. Se multiplicaron casi por cuatro, convirtiendo al
país en la primera reserva mundial de crudo del mundo, con casi el 20 por
ciento del total planetario.

En el mismo período, las reservas de Arabia Saudita crecieron apenas 1 por
ciento, a 267.000 millones de barriles. O sea, se quedaron estancadas. El
país árabe pasó de ser la primera reserva del mundo, título que ostentaba
desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, a colocarse en un segundo puesto.
Sus reservas representan ahora apenas el 15 por ciento del total global.
Pero todo indica que la diferencia entre los dos primeros del ranking puede
estirarse aún más, porque mientras los descubrimientos sauditas parecen
haber llegado a un techo, no es el caso caribeño.

Dos medidas

Los datos anteriores avalan el hecho de que Venezuela se ha convertido en la
nueva Arabia Saudita en la geopolítica del petróleo que, como se sabe, es
uno de los nudos mayores de cualquier geopolítica. En suma, un país clave en
la distribución del poder mundial presente y futuro. Algo con lo que no se
juega.

Estados Unidos estableció relaciones privilegiadas con la monarquía saudí.
El 14 de febrero de 1945 el presidente Franklin Roosevelt pasó varios días
reunido con el rey Abdelaziz ibn Saud, a bordo del crucero Uss Quincy, a su
regreso de la Conferencia de Yalta. El petróleo fue la clave de esa reunión.
Durante siete décadas Riad suministró petróleo a Washington a precios
inferiores a los del mercado, asegurando así la supremacía económica y
política de la primera potencia mundial. A cambio, Estados Unidos nunca
reclamó a la petromonarquía lo que suele reclamar de otros países, y no se
inmiscuyó en su política interna. Hasta el día de hoy no reclamó elecciones
democráticas, ni libertad de expresión ni de reunión, ni el respeto de los
derechos humanos. Al punto de que Arabia Saudita es hoy, al decir de un
investigador francés, una suerte de “Estado Islámico tolerado”. Washington
hizo y hace la vista gorda a las restricciones respecto de las mujeres (que
no pueden conducir coches, por ejemplo), a los más de mil latigazos a los
que fue condenado un bloguero, y a las decapitaciones que practica como
ningún otro país (véase la contratapa del número pasado de Brecha). Tampoco
se cuestiona en Washington la guerra que lleva Arabia Saudita en Yemen, de
la cual los medios occidentales casi no hablan.

Por el contrario, la misma geopolítica del petróleo es la que llevó a la
Casa Blanca a no abrir la boca cuando en febrero de 1989 el presidente
Carlos Andrés Pérez, amigo personal del ex presidente del gobierno español
Felipe González, hoy defensor de opositores en Venezuela, ahogó en sangre en
Caracas un levantamiento popular contra un fuerte ajuste económico, con un
saldo de 300 muertos y 2 mil desparecidos. Compárese la exposición mediática
de las manifestaciones contra al gobierno de Nicolás Maduro, al que el
dirigente del Psoe califica de “tiranía”, con la actitud de los medios ante
regímenes como el saudí.

La geopolítica del petróleo es una de las claves para comprender la
existencia de dos pesos y dos medidas en cada rincón del mundo.

A la deriva

El historiador y ensayista venezolano Luis Britto García, alineado con el
chavismo, destaca que “el propio presidente Maduro afirma que entre empresas
de maletín e importaciones fantasma desaparecieron unos 250.000 millones de
dólares” de las arcas estatales. Y se pregunta cómo pudo esfumarse tal
cantidad de dinero sin colaboración de importantes gerentes del otorgamiento
de divisas. “¿Sabemos los nombres de los responsables verdaderos, y no de
algún infeliz empleado de menor rango? ¿Se los está enjuiciando?” (Correo
del Orinoco, 23-XI-15). Ese tipo de hechos, piensa, serían representativos
del estado actual de cosas en la república bolivariana.

Britto García sostiene que muchos gestores estatales venezolanos “se han
hecho ricos o disfrutan de espléndidos ingresos usando un maquillaje
bolivariano o revolucionario que nunca se les vio emplear en los tiempos
duros, antes de que Hugo Chávez llegara al poder”, en 1999. Compara también
las riquezas acumuladas por una minoría con “la escasez, las colas, y los
engorrosos trámites imposibles de cumplir que inventa la burocracia para
crear siembras de gestores y cosechas de corrupción”. La corrupción y la
burocracia han sido, precisamente, algunas de las causas que han echado por
tierra un proceso que sin dudas ha tenido, para las clases populares
venezolanas, mucho de positivo, en acceso a educación, vivienda, salud,
“empoderamiento”. Si la oposición llegara a ganar el domingo, como muchos
sondeos lo pronostican, es probable que vuelva a ganar las calles con
acciones violentas y que nuevamente aparezca el reclamo de la renuncia de
Maduro, como fue el caso de las jornadas de comienzos del año pasado, que
derivaron en 43 muertos. No habría que descartar en ese escenario, señaló,
un “intento de un golpe a la paraguaya”, recurriendo a la mayoría
parlamentaria con que contaría la oposición para desplazar al presidente,
cuyo mandato concluye recién en 2018.

El filósofo Roland Denis, ministro de Planificación de Chávez entre 2002 y
2003, rompió con el actual oficialismo poco tiempo atrás (1), pero sigue
teniendo confianza en las organizaciones populares, a las que apuesta como
alternativa de futuro. Cree que un triunfo de la oposición es posible por el
voto castigo al que parte de la población recurrirá, cansada por la
ineficiencia del régimen.

Así y todo, Denis estima que la oposición padece del mismo mal que el
gobierno, ya que sus dirigentes “viven parasitando y aprovechando la renta
petrolera nacional”. “El ‘socialismo’ de los privilegiados del dólar barato
ha hecho mucho más ricos a los que ya son riquísimos, sin necesidad de
presionar ni una sola neurona productiva”, sostiene (Aporrea, 26-XI-15). Si
el chavismo fuera derrotado el domingo, es posible que “comiencen las
privatizaciones a diestra y siniestra” o que haya que lamentar la
instalación de un gobierno “que aplauda los genocidios en Gaza”, pero de
manera general “cambiará sólo la correlación de fuerzas entre elites de
dominio, sin que esto signifique mayor cosa desde el punto de vista de los
horizontes concretos de país que hoy tenemos”.

De todas formas, no será fácil que el chavismo desaparezca de escena. Es una
fuerza poderosa, organizada y decidida a defenderse. Tiene núcleos
territoriales suficientemente potentes como para resistir y reinventarse.
Cuenta, además, con el apoyo de una parte de las fuerzas armadas y de
sectores nada despreciables del aparato estatal, y sobre todo sigue teniendo
la simpatía de un sector importante de la sociedad.

Impacto regional

Donde no cabe dudas de que sí se harán sentir las consecuencias de una
derrota del chavismo es a nivel de una región que ya viene tocada en el ala
por la parálisis de sus principales proyectos de integración.

Con el triunfo de Mauricio Macri en Buenos Aires, la alianza
Argentina-Brasil –la única capaz de empujar la integración regional– ha
quedado de hecho desarticulada. El gobierno de Dilma Rousseff se encuentra
paralizado y si además triunfa la oposición en Venezuela el progresismo
habrá perdido completamente la iniciativa que tuvo en el área desde que en
2003 Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva firmaron el Consenso de
Buenos Aires con el objetivo expreso de “intensificar la cooperación
bilateral y regional”, buscando convertir a la región en un polo de poder no
tutelado por Estados Unidos.

Ahora que el péndulo de la historia oscila hacia la derecha, puede ser un
buen momento para reflexionar sobre lo que se hizo mal, o no se hizo, cuando
la relación de fuerzas era favorable. La integración no avanzó porque
ninguno de los países implicados hizo lo necesario para buscar la
complementariedad productiva, lo que sólo podía hacerse saliendo –aunque sea
de modo paulatino– del modelo extractivo que convierte a las economías
regionales en exportadoras de los mismos productos a los mismos países. Las
declaraciones, por más bien intencionadas que sean, no transforman
realidades.

Futuro

Para salir del chavismo se ofrecen dos caminos. El primero, como apunta
Denis, sería un pacto por arriba, entre elites, quizá un nuevo “Punto Fijo”
similar al que pactaran en 1958 los grandes partidos venezolanos tras la
caída de la dictadura de Pérez Jiménez, que asegure parcelas de poder a unos
y otros. Sería la salida menos dolorosa, y arraigada en la historia del
país.

Pero hay quienes apuestan a un escenario de violencia y confusión, algo que
podría situar a Venezuela en el camino de México o de algunos países de
Oriente Medio. ¿Exagerado? Tal vez no, teniendo en cuenta que lo que está en
juego es la primera reserva mundial de petróleo, una mercancía por la que se
han sacrificado millones de vidas en el último medio siglo.

Nota

1) En su nota “Adiós al chavismo”, de setiembre último, escribió: “El ‘adiós
al chavismo’ es el adiós a un extraordinario sueño que frente a nuestras
caras se nos convirtió en una pesadilla, en una especie de maldición a la
cual todas las tendencias que se dicen revolucionarias día a día le proponen
una salida; unas más principistas, otras más pragmáticas, otras
valientemente se despegan del comando político oficial. Pero asimismo, todos
los días esto va perdiendo más y más sentido, ya que el chavismo dejó de
tenerlo”.

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