Brasil/ Dilma hace lo que la derecha le impone [Ricardo Antunes -
entrevista]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Sab Feb 28 13:13:11 UYST 2015
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Correspondencia de Prensa
boletín informativo – 28 de febrero 2015
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Brasil
Entrevista a Ricardo Antunes, Sociólogo del Trabajo (UNICAMP-Brasil)
La doble desertificación: política y real
Dilma no es un gobierno de izquierda, hace lo que la derecha le impone
Mario Hernández
Revista La Maza
Buenos Aires, febrero de 2015
-M.H.: Ha llegado información preocupante, se habla de un impeachment a
Dilma en medio de una situación que incluye una baja de popularidad de la
Presidenta, los escándalos de corrupción en Petrobrás, la sequía en toda una
región del país. De alguna manera, podríamos vincular estos hechos a la
situación política que se vive en Argentina y al frustrado golpe en
Venezuela. ¿Cuál es tu visión?
R.A.: La situación brasilera es muy complicada porque se trata de una
conjunción de factores, primero la victoria de Dilma con la promesa durante
las elecciones de mantener las políticas sociales, los derechos de los
trabajadores, etc. Sin embargo, comenzaron los cortes sociales y una brutal
política de controles del gasto público e intensificación del superávit
primario. Eligió un Ministro de Economía de un gran banco brasilero para
hacer los trabajos de la estabilización de la economía.
Ese fue el primer problema, pero se conjugan dos o tres elementos
importantes, primero que la situación de Petrobrás es muy crítica, la
percepción de un esquema de corrupción profundo, que no es de hoy y tampoco
del gobierno de Dilma, ni del gobierno de Lula, viene de muchos años atrás.
Pero, los gobiernos de Lula y de Dilma, tomaron muchas obligaciones con el
partido de Maluf (PP) y con el PMDB que son partidos que conviven mucho con
la corrupción. La sensación de corrupción viene de que muchos directores de
grandes empresas están presos, también de una enorme red de corrupción
creada y desarrollada por el propio PT para financiar sus campañas
electorales. El PT se volvió, como ya lo dije otras veces, en un Partido del
Orden, completamente integrado a los diferentes sectores que componen las
fracciones burguesas en Brasil.
El tercer punto es que hay una crisis profunda de desertificación del clima,
que ha mejorado en los últimos 5 años, pero a ciudades del sudeste les falta
el agua, especialmente en la periferia, porque el gobierno de San Pablo del
PSDB dice que no hay racionamiento pero, en la periferia hay hogares sin una
gota de agua. Todo esto crea una situación social crítica y difícil.
Sectores de la derecha apoyaron a Dilma, porque como yo ya he dicho en tu
programa, el de Dilma no es un gobierno de izquierda, hace lo que la derecha
impone. Lo que dicen Aécio Neves y los socialdemócratas (que son todo menos
socialdemócratas) es que el gobierno de Dilma y del PT se ha apropiado del
programa electoral del PSDB, que Dilma está haciendo el programa de Aécio.
Si bien es cierto que la corrupción ataca al corazón del PT, aunque no hay
pruebas concretas, empíricas del involucramiento personal de la presidenta,
el problema es que una parte de los recursos de la corrupción enorme de
Petrobrás, así como de otras empresas públicas, porque todas las grandes
empresas públicas que comparten proyectos con empresas privadas sufren de
una corrupción profunda, son los que garantizaron el financiamiento de las
elecciones de Dilma.
Entonces, empieza a hablarse de impeachment pero es una situación de riesgo
muy grande, porque crearía una crisis social profunda, pero para la derecha,
la banca, los agronegocios y las grandes industrias el de Dilma es un
gobierno que los representa. No creo que los grandes capitales y los
sectores dominantes apoyen esto, porque no les conviene una crisis social
que podría crear una división profunda del país, significaría un riesgo que
no creo que estén dispuestos a tomar.
Por otra parte, Dilma no tiene más el apoyo de las clases populares, es
importante comprender esto, hay un descontento en todas las capas de la
sociedad, entre los trabajadores rurales, las clases medias, los obreros
industriales y de servicios, etc., hay una situación de mucha contrariedad y
confrontación, con huelgas, manifestaciones de profesores, metalúrgicos,
petroleros tercerizados, camioneros, etc. En mi opinión el segundo gobierno
de Dilma es un gobierno de crisis profunda al que se le suma la crisis
internacional que llegó con intensidad a Brasil. La política económica del
gobierno está llegando al agotamiento, empieza a presentar falta de recursos
para mantener una política social que es puramente asistencialista. Yo
escribí un artículo que se va a publicar pronto, donde señalo que todas las
acciones son en contra de los/as trabajadores -está claro que no hay una
similitud con el gobierno venezolano-, aunque para la derecha pura, sean
mejores siempre los neoliberales.
Creo que hay muchas diferencias, en Venezuela hay reformas profundas, hay
una movilización popular efectiva, algunos intereses privados son atacados
porque intentan boicotear la llamada Revolución Bolivariana, nada de eso
ocurre en Brasil, y hay un gran descontento entre las capas sociales.
-M.H.: ¿Es un fenómeno natural la falta de agua en grandes ciudades como San
Pablo y Río de Janeiro? Porque se habla mucho del tema que se han gastado
muchos subsidios en electricidad y que eso ha provocado falta de inversión.
R.A.: Es producto de dos elementos. Por un lado, para comprender la crisis
de la falta de agua y la crisis energética hay que tener en cuenta la
dimensión natural. Brasil vivió durante los últimos años una desertificación
climática que tiene que ver con la destrucción ambiental que estamos
viviendo a nivel global y que llegó a Brasil. Por otro lado, los gobiernos,
tanto el de Dilma como el de Lula o el del PSDB en San Pablo, no imaginaron
esto, jamás hicieron inversiones en ese plano como para contar con una
alternativa. Yo tengo 62 años y es la primera vez que sucede una crisis del
agua en esta proporción, ha habido otras, pero mucho menores.
El tercer punto es que los gobiernos utilizaron el precio de la nafta y de
la energía eléctrica como control político, había un subsidio estatal muy
grande para las empresas privadas de energía, para que los precios no
subieran, para no comprometer la inflación y de ese modo garantizar la
victoria del PT. Cuando terminó el primer gobierno de Dilma y comenzó el
segundo, fue necesario corregir el precio de la nafta y de la energía
eléctrica que estaban profundamente subsidiados, medidas que perjudican
directamente al bolsillo de la población trabajadora lo que sumó al
descontento social. En Brasil, las empresas que son públicas están casi
todas privatizadas, y las de energía eléctrica son privadas o mixtas, o sea
un poco públicas y un poco privadas, combinando una gestión un poco pública
y muy privatizada.
El proyecto económico del PT de tener un “neodesarrollismo”, como anuncian
ellos, no existe, lo que hay en Brasil es una variante del neoliberalismo.
Lo que comenzó con Lula, con buenos resultados para los capitales durante un
período sin crisis, después de la crisis mundial que se intensificó en
Brasil en 2013, la situación cambió profundamente porque hoy las empresas
privadas dependen del Estado, los sistemas de energía y de agua no tienen un
plan alternativo. La suerte es que en el período del Carnaval desde el
jueves pasado, empezó a llover mucho en el Sudeste lo que produce una
pequeña mejora, por ejemplo, en una de las lagunas más importantes como
reserva de agua de San Pablo, que estaba casi muerta.
En cuanto a los subsidios se ve una pésima gestión pública, un desbande
privatista. Los sectores privados, que controlan el agua y la energía
eléctrica quieren plata, quieren ganancias, ésta es la situación brasilera.
Dilma, su antecesor, Lula y el PT, están en la vera de un precipicio. Vale
aclarar que la relación entre Dilma y Lula no es la mejor actualmente.
-M.H.: Eso te quería consultar, porque leí unas declaraciones de Marta
Suplicy donde afirmaba que el PT cambia o termina, y luego algunos analistas
hacían referencia a que existe una división en el interior de la cúpula del
PT entre Lula y Dilma.
R.A.: Es cierto, esa declaración tiene un componente personal porque Marta
fue expulsada del gobierno de Dilma de un modo muy abrupto. El año pasado,
en agosto/septiembre comenzó una campaña en el propio PT, “Vuelve Lula y no
Dilma”, para las elecciones, que Marta apoyó. Hay también un tema político
personal entre Dilma y Marta, pero claro, Marta expresa una posición del PT
que está muy descontento, pero lo más grave es la relativa distancia entre
Dilma y Lula. Cuatro o Cinco años atrás, cuando Dilma fue elegida por
primera vez yo decía que no tenía ninguna experiencia política y que
significaba un riesgo alto, porque en una situación de crisis política si el
líder no tiene experiencia la situación se torna caótica.
Yo soy muy crítico de la acción política de Lula, pero es un ingeniero de la
política, es un hombre, una variante moderna de semibonapartismo, capaz de
conciliar a Dios y el Diablo, Dilma no, es aislada, es más dura, es una
burócrata gerencial y no tiene la más remota capacidad de articulación
política. En un momento de crisis ella se distancia de Lula, mientras el
mismo Lula dice que tiene que conversar más con los sectores moderados, que
Dilma tiene que ser más conciliadora. En cierto sentido el gobierno de Lula
es todavía peor porque es la conciliación entre inconciliables, Dilma
intenta hacerlo pero es incapaz políticamente, es muy dura incluso con los
sectores sociales más próximos, agrede directamente a sus ministros, y
cuando se pone nerviosa es profundamente autoritaria, no conversa con los
sectores populares y su aislamiento es muy grande en este momento. Todavía
más en una situación de crisis económica, social y política que no sabemos
hasta dónde puede llegar.
-M.H.: Quisiera que te refirieras aunque sea brevemente a lo que fue la
huelga triunfante en el ABC Paulista, en la fábrica Volkswagen, la lucha por
la readmisión de 800 trabajadores.
R.A.: Fue muy importante porque tanto el gobierno de Lula como el de Dilma
dieron muchos subsidios para reducir los impuestos de los coches, que
favoreció mucho a la industria automovilística, que vendió tantos autos que
hoy no se puede caminar por las calles brasileras. El resultado es que
cuando la crisis comenzó el año pasado, la industria automotriz entró en un
proceso de reducción de las ventas y cuando esto sucede las transnacionales
reducen personal. Habían firmado un acuerdo en 2012 con una de las empresas
-Volkswagen-, que aseguraba que no dejarían a ningún trabajador fuera de su
puesto hasta 2016, pero echaron a 800 y anunciaron que quieren hacer lo
mismo con otros 2.000. Fue muy importante la respuesta de los obreros,
porque se manifestaron en contra de esta medida de las empresas, que implica
que cuando deben reducir un poco su tasa de ganancia (siendo que en Brasil,
los precios de los coches están dentro de los más elevados del mundo), se ve
reflejado en menos puestos de trabajo.
Hay un descontento general, ya sea más latente o más explícito tanto en los
sectores de la periferia como en los trabajadores y en los movimientos
sociales, esto es lo que llevará al aumento de las manifestaciones y
huelgas.
Dilma perdió la paz que tenía en importantes sectores populares, el PT está
rumbo al precipicio y el escándalo en Petrobrás está atacando al corazón
político financiero del PT. Este es el cuadro general.
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