Palestina/ las mujeres en el movimiento de liberación nacional y feminista [Directa - testimonios]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Ene 1 09:49:53 UYST 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 1° de enero de 2015

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

www.alencontre.org <http://www.alencontre.org/> 

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Palestina

Las mujeres en el movimiento de liberación nacional y feminista 

“La victoria de Hamás en las elecciones de 2006 fue otra derrota para el
movimiento feminista palestino”

Q.G.

Directa 

https://directa.cat/ 

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

Nabi Saleh es un pequeño pueblo de unos 600 habitantes al noroeste de
Jerusalén, en los territorios ocupados de Palestina. Los habitantes sufren
la ocupación especialmente por la expropiación de tierras, que les priva de
uno de sus principales recursos. Para combatirla se ha organizado un comité
popular de resistencia que ha optado por la lucha no violenta, como en
muchos otros pueblos palestinos. Pero la particularidad de este pueblo es la
alta participación de mujeres en el comité.

Manal Tamini, una de las activistas de Nabi Saleh, explica a la Directa que,
además de ser una comunidad pequeña en la que todo el mundo se conoce, “todo
el pueblo es una sola familia, la familia Tamini”. Explica que esto les da
fuerza como mujeres: “Sé, por ejemplo, que si participo en una protesta
todos los de mi alrededor son familia: mi hermano, mi marido, mi primo, mi
tío, mi tía…y esto te da una sensación de seguridad porque sabes que todo el
mundo te ayudaría si pasara alguna cosa”. Tamini bromea incluso diciendo que
en Nabi Saleh son los hombres los que deberían reclamar igualdad de
derechos: “Lo sentimos por los hombres, ellos y no nosotras deberían pedir
igualdad”.

Más allá de las bromas, dando una mirada de conjunto sobre Palestina, Manal
Tamini explica que se puede hablar de una cierta igualdad de hombres y
mujeres, al menos por lo que dicen las encuestas. Por ejemplo, en el ámbito
educativo, el porcentaje de chicos y chicas que acceden a la universidad es
similar. Son los mismos datos que expuso Soraida Hussein, directora del
Women’s Affair Technical Committes (WATC), en la charla que dio a principios
de diciembre en la sede catalana del Servicio Civil Internacional, en el
marco del curso sobre Conflictología y Transformación Social.

Pero Hussein afirma que hay una contradicción, ya que cuando se deja el
mundo de la enseñanza para entrar en el mundo laboral, los mismos datos
muestran que en el mercado laboral formal las mujeres solo representan el
17%. En cambio son muchas más en el mercado informal. Según Hussein, la
educación debería ser un arma para superar la sociedad patriarcal, pero
mientras vivan en un estado ocupado difícilmente tendrán la oportunidad de
decidir qué educación quieren para sus hijos: “Sigue siendo una sociedad
patriarcal donde no hemos tenido la oportunidad de educar a generaciones que
estén convencidas de que el hombre y la mujer son iguales”, reflexiona.

De los acuerdos de Oslo a la victoria de Hamás

La educación es probablemente otra de las oportunidades perdidas con los
acuerdos de Oslo. Soraida Hussein explica que a principios de los años
noventa, mientras se desarrollaban las negociaciones de paz, se
establecieron diversos comités técnicos para asesorar a la Organización para
la Liberación de Palestina (OLP) en la creación de un estado palestino.
Inicialmente no se previó que existiera un comité de mujeres, pero gracias a
la presión de diversos grupos y entidades feministas en los que participaba
Hussein, se consiguió que se creara. La directora de WATC explica que entre
1992 y 2000, momento en que estalló la segunda Intifada, se trabajó
intensamente en la creación de un nuevo estado desde todas las perspectivas.

Lo define como “una época dorada para todas las organizaciones de mujeres
palestinas y en general para toda la sociedad civil”, ya que creían
realmente que el nuevo estado llegaría y que sería una oportunidad para
decidir desde cero como querían que fuera la futura sociedad palestina. Por
ejemplo, sigue explicando, trabajaron mucho para definir cómo deberían ser
las nuevas leyes para garantizar una igualdad de género real, o cómo
deberían ser los currículums académicos en las escuelas. Creían que “Sería
la primera vez que tendrían la oportunidad de educar a una generación
palestina libre de la ocupación militar”. Pero el año 2000, la evidencia del
incumplimiento de los acuerdos de Oslo y el desencadenamiento de la segunda
Intifada, enterraron las esperanzas de cambio. “Mataron el espíritu, la
voluntad de edificar”, dice Soraida Hussein, quien recalca que no fue sólo
una derrota física sino también moral, porque entre los sectores más activos
de la sociedad palestina se instaló la idea de que nuca tendrían un estado
propio.

La victoria de Hamás en las elecciones de 2006 fue otra derrota para el
movimiento feminista palestino. “Somos mujeres laicas que no queremos que
nos gobierne un grupo religioso”, dice Hussein, que explica que siempre ha
luchado por una Palestina secular y que lo seguirá haciendo. Considera que,
además de las desigualdades de género intrínsecas al modelo social de Hamás,
la gente religiosa cree tener más derechos que los demás a controlar la
sociedad y que les “roban espacios” de libertad y de decisión.

Al mismo tiempo, la ocupación militar de los territorios palestinos
condiciona de forma indiscutible, según Hussein, los movimientos feministas
y los diferencia de los que pueda haber en otros territorios. “Estar
encarcelados físicamente tiene el potencial de encarcelarnos también
espiritual y mentalmente”, dice. Por eso, parte de su lucha consiste en
romper estas prisiones espirituales y mentales aunque físicamente sigan sin
ser libres. Manal Tamini ve los efectos de la ocupación también en los
rincones más íntimos de cada hogar y cree que la ocupación condiciona no
solo los movimientos sociales sino el mismo estado de ánimo de las personas:
“A veces el impacto de la situación general es negativo en las vida de las
mujeres”. Y pone un ejemplo: “Cuando los hombres no tienen trabajo, son
ex-presos o han sido heridos gravemente y no pueden trabajar, el estrés, la
ira y los sentimientos de impotencia generan un impacto negativo en su
familia y en su mujer”.

A pesar del derrotismo que podría originarse por los acontecimientos de los
últimos quince años, Soraida Hussein habla también de victorias, como la
nueva ley de protección de la familia que, cuando sea aprobada, prevé la
protección de las mujeres víctimas de la violencia de género. Aunque asegura
que están trabajando más que nunca pero con pocos resultados y que necesitan
aprender nuevos mecanismos para mejorar.

Las mujeres en la resistencia palestina

Algunos de los éxitos que tanto cuestan de conseguir se dan también en Nabi
Saleh, donde Manal Tamini explica que cuando se creó el comité popular de
resistencia nunca se planteó el rol que debía desempeñar cada persona: “Todo
lo hacemos juntos y por tanto no hay diferencia”, dice. La mayor parte de
las mujeres del pueblo participan en la resistencia de una forma u otra.
Tamini dice que para ellas es natural hacerlo puesto que las hieren, las
arrestan y las humillan…igual que a cualquier hombre. Pero también argumenta
que las mujeres palestinas tienen un doble sufrimiento: en primer lugar el
propio, precisamente porque ellas también son heridas, arrestadas,
humilladas… y al mismo tiempo sufren cuando sus hombres (marido, hijo,
hermano, padre,…) son arrestados, heridos o asesinados, ya que ellas deben
asumir los roles de los dos. Por eso, sigue explicando, incluso si los
hombres no quisieran que participaran en la resistencia, ellas ya están.
Pero, si tantas mujeres se implican en la resistencia contra la ocupación en
Nabi Saleh, es porque se sienten apoyadas. “Somos una familia y los éxitos
de las mujeres son un éxito para todo el pueblo”, explica Tamini.

Para que la experiencia de Nabi Saleh no sea una anécdota y para alimentar y
fortalecer las luchas de todos los comités populares de Palestina, se
encuentran y comparten experiencias a menudo. Con este objetivo organizaron
una conferencia de mujeres a principios de 2014, en la que participaron
personas de Nabi Saleh, del valle del Jordán, de Jerusalén, Ramala, Nablus,
Hebrón, e incluso de algunas ciudades palestinas que actualmente están en el
interior de las fronteras de Israel. “Intentamos encontrar la mejor manera
de implicar a las mujeres en la resistencia porque las mujeres tienen
recursos muy importantes”, explica Tamini.

Sin embargo no todo el mundo entiende que nacionalismo y feminismo se
entrelazan, en el camino que se supone que debe llevar a la sociedad
palestina hacia una transformación social más igualitaria y hacia la
liberación nacional. Para Soraida Hussein es necesario que la agenda propia
de los movimientos feministas se incluya en la de otros movimientos y se
trabaja en ello, “pero todavía queda mucho por aprender”. Sin embargo ellas
lo tienen claro: “Se dice que feminismo y nacionalismo no van juntos, pero
para nosotras las palestinas el movimiento de la mujer nació en el interior
del movimiento nacionalista”. Por eso se definen como “militantes de un
movimiento de liberación en el que luchamos por los derechos de las mujeres”
y entienden que se trata de dos luchas que se desarrollan a la vez.

La transformación social llevará a la igualdad, pero la paz sólo llegará con
la justicia. Soraida Hussein lo ejemplifica diciendo que “para las
refugiadas, la paz es volver a casa; para las madres de los presos, la paz
es que los liberen; para el conjunto de la población palestina, la paz es
ser libre y poder viajar libremente”

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