Grecia/ cuando medidas populares exigen acciones unilaterales [Petros Tsagaris]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mar 27 23:03:17 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 27 de marzo 2015

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

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Grecia

Cuando medidas populares exigen acciones unilaterales *

Petros Tsagaris

A l’encontre-La Breche

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Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

Según las últimas informaciones publicadas tras la reunión entre Alexis
Tsipras y Angela Merkel, “Grecia presentará una lista de reformas al
Eurogrupo antes de la próxima semana”, ha declarado el martes el portavoz
del gobierno de Alexis Tsipras. “Estará hecho para el lunes como muy tarde”
ha anunciado Gabriel Sakellaridis en la televisión Mega TV. Ha precisado que
esta lista no contendría medidas de austeridad sino cambios estructurales.
Con problemas de liquidez, Atenas debe presentar al grupo de los ministros
de finanzas de la zona euro una lista detallada de reformas estructurales,
conforme al acuerdo del 20 de febrero en Bruselas sobre la prolongación por
cuatro meses de la ayuda internacional. Evocando la reunión, la víspera,
entre el primer ministro griego, Alexis Tsipras, y la canciller alemana
Angela Merkel en Berlín, el portavoz del gobierno ha declarado que los dos
dirigentes habían discutido sobre las grandes líneas de las reformas, sin
entrar en los detalles. “Estoy seguro de que han encontrado puntos de
convergencia”, ha dicho. En una entrevista al diario italiano La Repubblica,
el presidente del Parlamento europeo, Martin Schulz, dice esperar para esta
semana “la conclusión de un acuerdo entre Atenas y sus socios de la zona
euro”. El diario económico francés La Tribune, el 24 de marzo, precisa:
“Este lunes 23 de marzo, Angela Merkel no se ha movido ni un milímetro”. Ha
llegado a precisar explícitamente (pero con la sonrisa de circunstancias)
que no podía hacer en realidad nada por Grecia. Según el Bild Zeitung,
citando a “participantes” en las discusiones, “no se ha discutido nada en
concreto sobre este problema”. Dicho de otra forma, Angela Merkel ha
remitido a Alexis Tsipras ante el Eurogrupo y la Troika. Volvemos pues al
punto de partida. (Redacción de  A l´encontre)

Durante estos últimos 15 a 20 años, los economistas y sociólogos de la
corriente socialista revolucionaria (y no solo ellos) han subrayado que el
capitalismo ha alcanzado un estadio tal de desarrollo que para mantener o
subir su tasa de ganancia debía asegurar una compresión fuerte del salario
social. Lo que significa el estancamiento (o la bajada) del salario social,
utilizando el paro de masas y debilitando las organizaciones sindicales, y
por tanto el llamado Estado providencia (…).

Estos teóricos eran conscientes de que, en tales circunstancias, las fuerzas
políticas llamadas reformistas -las que quieren sencillamente obtener
mejoras para el pueblo (ciertamente necesarias)- no pueden desarrollar
cambios favorables a las masas trabajadoras sin poner en cuestión el
sistema. Tendrán por tanto menos espacio para actuar.

Esto es debido a que las clases dirigentes no solo no están dispuestas a
ceder migajas, sino que quieren recuperar lo que estuvieron obligadas a
ceder durante el llamado período del “boom” económico. La socialdemocracia
representaba la principal fuerza calificada de reformista y por tanto se ha
encontrado en un callejón sin salida. El reformismo sin corazón y sin
propuestas concretas atractivas para las masas trabajadoras no podía
sobrevivir como tal por mucho tiempo. Así, los partidos socialdemócratas,
que hasta entonces tenían un pié en cada orilla, se han visto obligados a
elegir. Y han elegido como estaba previsto, debido a sus numerosos lazos
económicos y sociales, el campo de la clase dirigente. Las políticas
desarrolladas por el Labour en Gran Bretaña, el SPD en Alemania, el Partido
Socialista en Francia y en España, el Partido Demócrata en Italia, y el
PASOK en Grecia, son testimonios irrefutables de esta opción. Una opción que
hace convierte esas formaciones políticas en partidos burgueses que no
difieren, en el fondo, de los demás partidos burgueses. Así, han podido
hacer coaliciones con la derecha, de forma muy confortable, tanto en
Alemania y en Italia como en Grecia. Este ejercicio no era circunstancial.
Ha conducido incluso a una coalición con fuerzas políticas de derecha
extrema, como en el seno del gobierno de Samaras. En numerosos casos, esta
identidad política ha conducido, o conducirá, a su desaparición, a su
debilitamiento en la medida en que esos partidos han dejado de ser útiles
tanto a “los de arriba” como a “los de abajo”.

Memorándum

En el caso griego, la clase dirigente local, en respuesta a la cuestión de
la deuda, ha coorganizado con los acreedores una ofensiva extrema para
aplastar las conquistas de los asalariados y asalariadas. Esta ofensiva
tiene un nombre clave: memorándum. Esta ofensiva extrema tiene un campo de
aplicación: Europa. Es por tanto importante para las clases dominantes tener
éxito en su primera experiencia más avanzada, la hecha en Grecia.

Por supuesto, esta política produce daños colaterales. Así, algunos sectores
de las clases dirigentes han sufrido sus consecuencias. Al mismo tiempo, el
principal reformador, el PASOK, creado en 1974, ha sido aplastado.
Simultáneamente, existe el riesgo de que partidos fascistas aumenten sus
fuerzas e incluso puedan alcanzar posiciones gubernamentales en ciertos
países. Pero los capitalistas, por el momento, no están inquietos por esas
formaciones. Lo que les preocupa es asegurar, en una estabilidad social
relativa, el mantenimiento y la expansión de sus ganancias. Los nazis no son
sus enemigos. Los enemigos son los que se oponen a los objetivos de los
dominantes.

Syriza es un frente político que, con éxito, ha conducido una resistencia
frente a los memorándum. En esta orientación general de resistencia han
confluido diversos elementos de la izquierda: una izquierda democrática, una
izquierda reformista con tonalidad socialdemócrata histórica, reformistas
provenientes del eurocomunismo, fuerzas centristas (entre reformistas y
revolucionarias), fuerzas de la izquierda radical con referencias históricas
en aspectos del estalinismo o del maoísmo, y fuerzas rebeldes que se
inscriben en una continuidad razonada con el leninismo y el trotskysmo.

El punto de vista político que ha dominado en el seno de la dirección de
Syriza es una versión de reformas, situándose en el seno del capitalismo. Y
esto implica inscribirse en la opción estratégica del capital griego que
sigue siendo la integración en la Unión Europea neoliberal y la zona euro.
Las reformas a las que apunta la estrategia de Syriza y sus objetivos
proclamados, si fueran aplicados, aportarían ciertamente un enorme alivio a
las masas populares. No son “migajas” como afirman el Partido Comunista
(KKE) y otras fuerzas. Sería una inversión sin precedentes de la austeridad
(y del autoritarismo antidemocrático que le acompaña), y realizada ante los
ojos de lo esencial de los habitantes de los países capitalistas.

Pero el gobierno estima que el adversario no está dispuesto a negociar nada
en absoluto. El gobierno estima que, en el terreno de la política interna,
no puede hacer nada sin la aprobación de la troika que se ha transformado
ahora en un cuarteto (BCE, FMI, UE, más el Eurogrupo). Incluso el proyecto
de respuesta a la crisis humanitaria, reducido a su sexta parte, ha sido
juzgado por Schäuble como una acción unilateral.

Y desgraciadamente no solo esto. En una reciente reunión plenaria de Syriza,
a la que pertenezco, un compañero se meha quejado porque en mi intervención
he pedido un cambio inmediato de las direcciones de los bancos. Mi compañero
me ha dicho que “el cambio de Stournaras (presidente del Banco Nacional
Griego) no es posible porque tiene el apoyo del BCE. Si hiciéramos eso, no
sería simplemente una acción unilateral. Sería un acto revolucionario”.
Tenía razón. Incluso la menor reforma en el sistema actual, mucho más que el
reemplazo del administrador del Banco de Grecia por una persona que no
estuviera asociada a los medios bancarios ligados al Estado, sería una
acción casi revolucionaria. Acciones revolucionarias podrían ser también:
tomar el control de todos los bancos sistémicos; adquirir el control del
sistema jurídico; conceder gratuitamente electricidad a todas las personas
que tienen verdaderamente necesidad de ella; poner impuestos a la riqueza
real; quizá incluso abolir los 5 euros que hay que pagar para acceder a la
atención sanitaria en los hospitales; asegurar el restablecimiento de los
751 euros como salario mínimo… y, más en general, las reivindicaciones de
Tesalónica anunciadas por Tsipras el 14 de septiembre de 2014. Todo esto
sería considerado como una declaración de guerra por los acreedores y la
clase dirigente griega.

Una encrucijada

La dirección de Syriza y el gobierno de Tsipras descubren lo que los
reformadores clásicos, mencionados más arriba, han descubierto: la mayor
parte de las reformas contempladas necesitan cambios con dinámica
revolucionaria. Por consiguiente, Syriza y el gobierno deben decidir qué vía
seguir. Si insisten en las reivindicaciones planteadas, se verán obligados a
entrar en conflicto con los acreedores y sus aliados locales. Si esto se
hace a tiempo -y es la única opción- tendrán un amplio apoyo popular,
suficiente para volverse hacia el pueblo y reclamar un apoyo mayoritario.
Tendrán igualmente el apoyo de millones de personas en Europa y más allá.
Solo entonces, podrán poner en valor el tiempo pretendidamente ganado
gracias a los acuerdos con el Eurogrupo en febrero. De ahí la posibilidad de
una convergencia con otras fuerzas radicales en Europa. Todo esto no implica
una revolución, sino una especie de invitación realista para tal
perspectiva.

Si el gobierno no insiste en aplicar el núcleo, con carácter de clase, de
las reivindicaciones de Tesalónica y retrasa este programa a un futuro
indeterminado o, peor, lo abandona definitivamente, aunque ganara un poco de
tiempo, no tendría efectos pues la decepción minaría la perspectiva de
victoria de las demás fuerzas radicales en Europa.

Si Syriza participa en un gobierno de unidad nacional, habrá perdido el
corazón de su perspectiva reformista. Como han probado las experiencias
dolorosas tanto del PASOK como de DIMARE (Izquierda Democrática proveniente
de Syriza), el sistema económico, social y político no acepta las reformas
populares, ni siquiera las reformas limitadas prometidas gracias a una
participación en un gobierno de unidad nacional. No existe una zona gris
intermedia. O Syriza se compromete en decisiones unilaterales, es decir toma
medidas de facto revolucionarias, o se encaminará al suicidio.

* Publicado en La Izquierda Obrera, órgano de DEA, Atenas,18/03/2015.

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