Palestina/ ¿qué representa la juventud que se rebela? [Julien Salingue]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Nov 15 11:42:11 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 15 de noviembre 2015

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

www.alencontre.org <http://www.alencontre.org/>

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Palestina

¿Qué representa la juventud que se rebela?

Julien Salingue *

The Conversation

https://theconversation.com/us/politics

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

http://www.vientosur.info/

Ni “Tercera Intifada”, ni simple yuxtaposición de incidentes aislados; a
comienzos del mes de octubre ha estallado un nuevo levantamiento en los
territorios palestinos. El efecto de sorpresa, incluso estupefacción, que
parece haber embargado a ciertos observadores que se extrañan por esta
explosión de la juventud, tiene algo de… sorprendente.

¿Era razonable pensar que jóvenes que, desde que tienen uso de razón, sufren
opresión y discriminación en la vida cotidiana en Jerusalén y en
Cisjordania, permanecerían eternamente callados? Una nueva generación
palestina se levanta contra la ocupación, y hay que constatar que si el 11
de noviembre de 2015 es el 11º aniversario de la muerte de Yasser Arafat, el
dirigente histórico de la OLP (Organización de Liberación de Palestina),
estos jóvenes no se reconocen en ningún líder y no se reivindican de ninguna
pertenencia partidaria.

Los futuros líderes están en la calle

La historia palestina se escribe por ciclos de movilización, a medida que
las generaciones que se suceden toman conciencia de las injusticias
sufridas: de la “generación de la expulsión” de 1948, que fundó el Fatah a
comienzo de los años 1960 y tomó las armas en 1965, a la “generación del
muro” que se muestra hoy ante nuestros ojos, pasando por la “generación de
la ocupación” de 1967, principal protagonista de la Intifada de 1987.

Es así como se han conformado unas generaciones políticas, en el sentido de
las “unidades de generación” definidas por el sociólogo Karl Mannheim: “Un
conjunto generacional se constituye a partir de la participación de los
individuos que comparten la misma situación de generación en un destino
común y en los contenidos que tienen que ver con él y que están unidos en
él. Entonces, en el interior de esta comunidad de destino pueden surgir
unidades de generaciones particulares”.

Es lo que no comprenden quienes quieren explicar la revuelta actual por la
acción de los grupos políticos, o quienes, de forma desesperada, tratan de
encontrar a los “dirigentes del levantamiento”. Los jóvenes que realizan
ataques con puñal o se manifiestan ante las posiciones militares israelíes
no obedecen a nadie. Los líderes de la juventud que se rebela actualmente no
son aún conocidos: están en las calles o en la cárcel.

En efecto, la historia de las movilizaciones sociales y políticas nos enseña
-incluso a medio plazo-, que es siempre en el curso de experiencias de
amplias confrontaciones de donde emergen los líderes. Los jóvenes palestinos
que se levantan hoy no han conocido la OLP de Arafat, y una buena parte de
ellos solo sabe de Marwan Barghuti que es un preso palestino un poco más
célebre que los otros 6000.

Las corrientes tradicionales desbordadas

A partir de ahí, no existe ninguna razón para que obedezcan a los
llamamientos a la lucha o a la calma de unos y otros, incluso si algunos
grupos, por razones que tienen que ver ante todo con las correlaciones de
fuerzas entre grupos palestinos, intentan aparecer al mando. Incluso Hamas,
que no tiene ningún control sobre los acontecimiento y, al contrario, tiene
más bien tendencia a correr detrás de la juventud que a arrastrarla.

Los acontecimientos actuales son el último avatar de la crisis de dirección
que atraviesa el movimiento nacional palestino desde comienzos de los años
2000, y de la incapacidad de las principales corrientes (izquierda, Hamas,
Yihad islámica, Fatah) para ofrecer un marco y perspectivas a la juventud.
Presos de la lógica de Oslo y controlados por cuadros envejecidos, viven en
un desfase flagrante con jóvenes que no tienen, al contrario que muchos de
sus “dirigentes”, nada que perder.

En efecto, décadas de ocupación han generado lógicas de adaptación que según
pasa el tiempo se han convertido en fines en si mismas y no en medios para
“aguantar”. A fuerza de vivir a pesar de la ocupación, se acaba por vivir
con la ocupación; y esto, incluso si se mantienen discursos de venganza. A
partir de ahí, son numerosos los palestinos y palestinas que tendrían algo
que perder en una recuperación duradera de la tensión con el ocupante
israelí, que a fortiori puede ser incontrolable y que, por tanto, no se
puede “traducirse” en ventajas,.

La ocupación prolongada y la ausencia de toda perspectiva de arreglo del
“conflicto” han producido dinámicas institucionales conservadoras, incluso
en el movimiento de liberación. Hay que pensar aquí en la “dialéctica de las
conquistas parciales”, de la que hablaba el economista Ernest Mandel a
propósito de la burocratización de las organizaciones obreras, señalando “(a
quienes) se comportan como si toda nueva conquista del movimiento obrero
debiera ser subordinada de forma absoluta e imperativa a la defensa de lo
que existe”.

Los principales grupos y dirigentes palestinos están así en una lógica de
defensa, incluso de consolidación de un espacio en el seno de un dispositivo
de poder regido por los acuerdos de Oslo, con la existencia de “zonas
autónomas” autoadministradas cuyo control se ha convertido en un fin en si
mismo, cuando en su origen eran consideradas como una simple etapa antes de
la emergencia de un Estado. Un control tanto más deseado cuanto que permite
desarrollar una base en el seno de la población, en primer lugar entre
quienes tienen un empleo en la Administración.

La industria del “proceso de paz”

Las repetidas crisis y las divisiones en el seno del movimiento nacional son
producto de este desplazamiento de los objetivos, de la liberación nacional
hacia el control de un seudo aparato de Estado que ofrece ventajas
materiales (ayudas internacionales, salarios, etc.) y simbólicas (contactos
internacionales, puestos con “responsabilidades”, etc.). Así, mientras que
el proceso de Oslo ha caducado, las estructuras salidas de él continúan
ofreciendo ventajas a las élites políticas y administrativas, haciéndolas
reticentes a cualquier agitación amplia.

Los jóvenes palestinos que se rebelan “no tiene nada que perder, salvo sus
cadenas”. La mayor parte de ellos no tienen situación profesional que
preservar, familia que alimentar o carrera que construir. “Nada que perder”,
“nada que esperar”, “nada que alcanzar”: estas fórmulas se repiten como una
trágica cantinela en todos los recientes reportajes. La “generación del
muro” no responderá a los llamamientos a la “calma” de los beneficiarios de
la industria del “proceso de paz”, más motivados por la defensa de sus
intereses que por la liberación colectiva, incapaces de hacer balance de sus
fracasos y que se niegan a transmitir el testigo a las nuevas generaciones.

En último análisis, el levantamiento actual es la expresión de la
insostenibilidad de un “statu quo” que en realidad no lo es y del callejón
sin salida de un “proceso de paz” que no ha sido más que una reorganización
del dispositivo de ocupación. La incapacidad de la dirección palestina para
ofrecer un marco y perspectivas políticas a la juventud que se rebela, forma
parte de una crisis bastante más profunda en el campo político palestino,
que no podrá comenzar a resolverse más que levantando el acta final de la
muerte del “proceso de paz” y el fracaso de la estrategia de las
negociaciones, sin correlación de fuerzas, de cara a la constitución de un
improbable Estado palestino cuyas bases materiales han desaparecido desde
hace mucho tiempo.

* Julien Salingue, doctor en ciencias políticas y coanimador de Acrimed.

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