Libros/Reseña/ debates latinoamericanosde ayer y hoy [Maristella Svampa - Massimo Modonesi]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Ago 30 11:34:51 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

30 de agosto 2016

Boletín Informativo

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Libros/Reseña

Maristella Svampa, Debates latinoamericanos. Indianismo, Desarrollo,
Dependencia, Populismo, Edhasa, Buenos Aires, 2016.

Debates latinoamericanos de ayer y hoy

Massimo Modonesi     

Memoria, revista de critica militante, México

http://revistamemoria.mx/

A lo largo de un espeso libro de medio millar de páginas, Maristella Svampa
presenta una guía y un mapeo de una serie de debates latinoamericanos de
ayer y hoy. Está destinado a convertirse en una referencia indispensable
sobre el tema tanto porque son escasos los intentos de esta envergadura como
porque la ambición, en este caso, está soportada por la calidad del
resultado y el renombre de la autora, elementos que le otorgan un amplio
alcance en el tiempo y el espacio a fin de que sea un punto de partida para
futuras reflexiones y un instrumento de proyección del pensamiento social
latinoamericano.

La intención declarada de Svampa es conectar vetas sobresalientes de la
tradición y la actualidad de esta línea de pensamiento para tratar de
revertir la falta de acumulación que merma su posibilidad de consolidación y
trascendencia y, por tanto, su capacidad de hacer contrapeso –más allá de la
retórica pos o decolonial agregaría yo– a las corrientes dominantes de
matriz eurocéntrica. El rastreo de una serie de autores, perspectivas,
conceptos y líneas de debate que realiza la socióloga argentina en torno a
cuatro temas cruciales –el indianismo, el desarrollo, la dependencia y el
populismo– constituye en sí una aportación neta en esta dirección. Basada en
más de 50 páginas de bibliografía, Svampa hace gala de una notable capacidad
de síntesis y formación interdisciplinaria, y ordena estas grandes
problemáticas, desagregando los debates que las atravesaron y las nutrieron.

Indianismo, desarrollo, dependencia y populismo son, en efecto, cuestiones
surgidas de los procesos históricos concretos, en estrecha conexión con la
disputa política, que tuvieron un desarrollo teórico y de construcción del
conocimiento específicamente latinoamericanos –aunque tengan proyección
universal y eco en otros sures del mundo–. No me detendré, por obvias
razones de espacio, en el tratamiento que le da la autora, salvo para
señalar que me parece acertada y lograda la apuesta de vincular la gestación
y las principales aportaciones “clásicas” del pensamiento social
latinoamericano con los desafíos actuales como son planteados en la segunda
parte del libro.

Aprovecharé los siguientes renglones para bosquejar tres puntos de debate
con la autora, con quien he tenido, pese a que se parte de perspectivas
teóricas y de intereses temáticos no idénticos, una profunda sintonía
intelectual a lo largo de la última década.

La consideración más puntual es respecto a la distinción que hace Svampa
entre populismos plebeyos (Bolivia y Venezuela) y de clase media (Argentina
y Ecuador), la cual si bien tiene la virtud de dar cuenta de una composición
de clase variable y de ilustrar cierta diferencia ideológica, puede
prestarse a confusión y caer en un reduccionismo clasista. En efecto, el
populismo que Svampa llama de alta intensidad (es decir, con contenidos
progresistas) siempre tiene un momento o una instancia plebeya y otra de
clase media en aras de sostener el principio de conciliación de clase que lo
caracteriza, aunque uno pueda ser determinante en última instancia, y se
vuelve el eje rector. Por otra parte, en esta tipología no caben las
experiencias de Brasil y Uruguay, que siendo más próximos a la
socialdemocracia no responden a patrones populistas clásicos en términos
ideológicos, pero recurrieron a formatos típicamente populistas respecto a
los liderazgos y el manejo de los sindicatos como instrumentos de control
social. En este sentido, posiblemente la recuperación del concepto de
populismo respecto de los gobiernos progresistas de la últimas décadas
resida en caracterizarlos y distinguirlos nominalmente por su composición
política; es decir, en función de distintos equilibrios en la ecuación
Estado-gobierno-liderazgo carismático-partidos-sindicatos-movimientos
sociales, donde la dimensión clasista aparece, en última instancia, en la
base de la construcción política.

El segundo punto se refiere a la elección de las cuatro temáticas que forman
la columna vertebral del libro. Es inevitable y respetable el sesgo impreso
por la autora a partir de sus inquietudes, obra y activismo intelectual
situado entre la valoración de los movimientos socioambientales, la crítica
al extractivismo y el maldesarrollo y, en el trasfondo, una ambivalente
actitud de amor-odio respecto a lo nacional-popular y el populismo. Desde mi
perspectiva, no puedo no mencionar la ausencia de otra gran cuestión, con su
secuela de debates, universal pero también con su específica pendiente
latinoamericana: la de la revolución-emancipación, con sus pliegues internos
respecto a la forma, el alcance y el sujeto de la transformación. Un aspecto
histórico y político profundamente entretejido con los demás que desglosa
Svampa y, al mismo tiempo, con su perímetro y densidad que tuvo, a la par de
los otros cuatro temas, su momento culminante en las décadas de 1960 y 1970
–bajo el concepto horizonte de revolución–, pero que sigue rondando y
agitando –ahora mutado en la consigna-aspiración emancipadora– una serie de
debates en los últimos 20 años (el que contrapone el autonomismo al
hegemonismo por ejemplo), a partir de aquel cambio de época que, con toda
razón, coloca la autora como un parteaguas histórico de profundo calado
político y teórico.

Una tercera consideración que me permito señalar, más como apunte que como
crítica, es la del marxismo. En su balance del pensamiento latinoamericano
de ayer, Svampa rescata una serie de autores y planteamientos marxistas,
pero en buena medida porque su objetivo no es hacer un recuento de la
historia de las ideas latinoamericanas; no reconoce explícitamente la
centralidad de esta corriente. Al mismo tiempo, es importante no olvidar que
el marxismo latinoamericano constituyó en sí mismo un campo de debate; fue
la vertiente crítica más fecunda y el eje en torno del cual giraron todos
los intentos –incluidos los no marxistas– de pensar a América Latina. Es
indiscutible que, desde los años ochenta, aun con algunos sobresaltos
recientes, fue descolocado de esta centralidad y surgió una volatilización a
partir de la diáspora posmarxista. Sin embargo, retomar el hilo de los
debates latinoamericanos en términos de acumulación como plantea Svampa
permite –en mi opinión– no sólo reconocer este legado sino asumir los
desafíos colocados por la agenda marxista que siguen abiertos y vigentes y
ameritan nuevas interpretaciones, en buena medida de corte neomarxista o que
actualicen o revitalicen los planteamientos marxistas latinoamericanos de
los sesenta y setenta –reconociendo laicamente sus límites, puntos ciegos y
obstrucciones–. Esta tarea de reconstrucción retrospectiva y prospectiva
–que no está en primer plano en el libro aquí reseñado– queda pendiente para
quienes reivindican, quieren revitalizar y mostrar la vigencia de aquella
rama del pensamiento social latinoamericano.

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