Haití/ rebelión popular em marcha [Raúl Zibechi]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Feb 5 10:33:54 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

5 de febrero 2016

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germain5 en chasque.net

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Haití

Rebelión popular en marcha 

La crisis haitiana es bastante más profunda de lo que revela el fraude
electoral, y sólo puede explicarse desde la ocupación militar del país, la
profundización de la dependencia y la creciente pobreza de las mayorías. La
actualización del pasado colonial agudizó todos los problemas de la nación
más golpeada del continente. 

Brecha, Montevideo, 5-2-2016

http://brecha.com.uy/

“La rebelión se sustenta en una nueva conciencia y en nuevas organizaciones
nacidas bajo la ocupación”, dice a Brecha Henry Boisrolin, coordinador del
Comité Democrático Haitiano, residente en Argentina. De ese modo el
activista explica las multitudinarias movilizaciones que forzaron la
suspensión indefinida de una cuestionada segunda vuelta electoral. El
problema es que el gobierno de Michel Martelly finaliza su período
constitucional el domingo 7, dejando un vacío presidencial sin precedentes
en la historia de Haití.

“La crisis haitiana no se reduce a la crisis electoral sino que es mucho más
profunda. Se relaciona con el fracaso de la ocupación, que no pudo resolver
ningún problema de la gente. El sistema de ocupación colonial recurrió
históricamente a dictaduras, golpes de Estado y masacres, pero ahora el
sistema no puede reproducirse porque hubo un salto cualitativo de la
conciencia y la organización en los últimos 30 años, luego de derrocado
Duvalier”, sintetiza Boisrolin.

En su opinión, un sistema anclado en la corrupción y la violencia está
siendo trabado por la sociedad haitiana, que ha comprendido que “para
resolver sus problemas hay que poner fin a la ocupación militar que ya lleva
11 años”. En ese período se sucedieron elecciones, en las que hubo hasta un
75 por ciento de abstención, y la reconstrucción posterior al terremoto de
2010, que fue “un gran negocio para las multinacionales y las Ong”. Sostiene
que se llegó a una situación en la que “los de arriba no pueden seguir
viviendo como antes y los de abajo no quieren seguir viviendo así”.

Un problema llamado Martelly

“A partir del derrocamiento de Jean-Claude Duvalier, en 1986, el sistema
político haitiano ha gravitado entre fuerzas que lo empujan activamente
hacia la instauración de un régimen democrático, y otras que incentivan el
arraigo de una cultura política autocrática y adversa a un Estado de
derecho”, puede leerse en un editorial de la prensa dominicana (Diario
Libre, 5-IX-15).

Desde el golpe de Estado contra Jean Bertrand Aristide, el primer presidente
elegido democráticamente, un golpe “promovido por la burguesía, la diáspora
y los altos mandos militares haitianos” y con fuerte apoyo de Estados
Unidos, la situación haitiana se caracterizó por la inestabilidad. Luego de
una intervención militar estadounidense, un segundo golpe contra la segunda
presidencia de Aristide y la intervención de la Misión de Estabilización de
las Naciones Unidas (Minustah), en 2005, llega al gobierno Martelly, aupado
por esas mismas fuerzas.

El presidente, que asumió luego de una “una infame segunda vuelta electoral”
en 2010, nunca negó sus vínculos con el régimen de François Duvalier, así
como “su incuestionable complicidad con la extorsión y apresamiento a
figuras de la oposición, como André Michel, su amistad con Woodley Ethéard
(alias ‘Sonson la Familia’, líder de una notable banda de secuestradores), y
el desinterés de su gobierno por la realización de elecciones legislativas y
municipales, pendientes desde hace más de cuatro años” (Diario Libre,
5-IX-15).

Pero lo más escandaloso es el silencio de la comunidad internacional. No ya
de Estados Unidos y Francia, cómplices del régimen de Duvalier, los golpes
de Estado, la represión y el fraude permanentes, sino sobre todo de los
gobiernos progresistas latinoamericanos cuyas fuerzas armadas integran las
tropas de ocupación.

Fue la masiva irrupción del pueblo haitiano lo que llevó a la Oea y a varios
gobiernos a interesarse en una realidad que creían bajo control. En esa
irrupción juega un papel importante la crisis económica, con una fuerte
devaluación en torno al 80 por ciento, “con hambrunas severas en cuatro de
los diez departamentos”, según Boisrolin, a lo que debe sumarse una epidemia
de cólera traída por los soldados de la Minustah que se cobró 9 mil muertos
y 900 mil infectados, agravada por la expulsión de haitianos de República
Dominicana, donde suelen acudir en busca de trabajo. “El gobierno no da
salida a ningún problema, y además hay un despilfarro enorme, que bajo
Martelly creció de modo exponencial.”

Lucha por el poder 

Como suele suceder en estos casos, la crisis económica se convierte en
crisis política por la emergencia de esa “nueva conciencia” en la sociedad
haitiana, de la que participan incluso sectores medios y hasta parte de la
burguesía que comprende la importancia de la soberanía nacional. “Esto ya no
es un planteo sólo de la izquierda sino de la inmensa mayoría de los
haitianos”, dice el coordinador del Comité Democrático.

Todos los organismos de observación haitianos reconocen que en las
elecciones del 9 de agosto hubo fraude, al que algunos asimilan a un golpe
de Estado a favor del partido del presidente. “Estados Unidos y Brasil
quieren que se acepte que hubo irregularidades, pero como son unas
‘elecciones a la haitiana’, término que revela su racismo, deberían ser
válidas. No pensaban que el pueblo haitiano tendría la capacidad de frenar
la segunda vuelta”, dispara Boisrolin.

Este fin de semana es el momento clave, ya que se impone un gobierno de
transición cuya correlación de fuerzas decidirá el futuro inmediato del
país. La propuesta de las fuerzas populares que se han venido movilizando
consiste en hacer cabildos abiertos para que la población tome la iniciativa
y consiga evitar que su futuro se decida, una vez más, entre cuatro paredes.
“Si ponen a Martelly o a sus amigos en un gobierno de transición no va a
durar ni un mes”, anticipa Boisrolin.

Lo nuevo es que se ha registrado en los últimos años un crecimiento
exponencial de las fuerzas antimperialistas que reclaman el fin de la
ocupación y la no injerencia, lo que ha llevado a muchos sectores, incluida
la Iglesia Católica, a rechazar reuniones con la Oea. Luego de 11 años de
ocupación quieren resolver los problemas entre haitianos.

Boisrolin define la nueva coyuntura en una apretada síntesis: “Han surgido
organizaciones campesinas, barriales y sindicales, ya no son sólo los
estudiantes los que salen a la calle, sino la gente que en forma masiva ha
forzado la suspensión de la segunda vuelta, con lo que se ha frenado el
golpe electoral. Pero ahora queda por ver cómo se integra el gobierno de
transición. Martelly y los presidentes de las cámaras quieren estar en ese
gobierno. El grupo de ocho partidos de oposición plantea que el presidente
de la Suprema Corte de Justicia asuma la pPresidencia, y la tercera posición
es un gobierno de consenso de todas las fuerzas que se movilizaron contra la
ocupación. La crisis ha entrado en la fase de lucha por el poder”.

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