Grecia/ La huelga general del 4 de febrero y el nuevo contexto político [Charles-André Udry - Antonis Ntavanellos]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Feb 12 22:17:19 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

12 de febrero 2016

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net

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Grecia

La Huelga General del 4 de febrero y el nuevo contexto político

Charles-André Udry - Antonis Ntavanellos 

A l´encontre

http://alencontre.org/

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

El pasado 4 de febrero, la huelga general en Grecia, fue la más importante
de las que se conoce desde finales de 2011. Su primera característica es que
hubo huelgas y movilizaciones en todas las ciudades y pueblos, grandes y
pequeños. Se contabilizaron 111 manifestaciones. En islas como Rodas,
Corintia y otras más pequeñas, las movilizaciones tuvieron una dimensión
desconocida hasta ahora: el activismo radical de los agricultores. No se
pudo inaugurar la tradicional feria en Salónica. La policía se vio
desbordada y el espacio de la feria fue ocupado por campesinos
encolerizados. Según diversos reportajes, incluso la propia policía no se
veía muy motivada.

En general, y según el instituto de estudios sindicales, el índice de
participación en la huelga propiamente dicha se situó entre el 50 y el 55%
en el sector de la enseñanza y en la función pública local, cifra que es
necesario comparar con el 10 y el 15% de la huelga de enero. En Atenas, la
manifestación reunió entre 60 000 y 80 000 personas. Como es habitual, Pame,
la organización de masas del KKE (PC), se manifestó aparte, reuniendo cerca
de 20 000 personas. La composición de la movilización, los sectores que
participaron en él, muestra la emergencia de un bloque social que se opone a
las medidas gubernamentales. Las fuerzas de la derecha harán todo lo posible
por quebrar esta dinámica. Pero para sectores enteros de la sociedad, lo que
está en juego es su supervivencia. La determinación de los agricultores, o
de quienes ven que sus pensiones se pueden reducir de 1000 a 600 euros, es
cada vez más firme.

Es cierto que el futuro de estas movilizaciones no se parece a las de 2011
que tenían en perspectiva un gobierno de izquierdas. Y es ahí donde
convergen la cuestión social y la política; es decir, la puesta en pie de un
programa de transición creíble a partir de las necesidades sociales, que las
haga converger en términos de derechos y de expresión política, lo que,
necesariamente, pasa por su carácter negativo. Es decir, por plantearse como
objetivo el derrocar al gobierno Tsipras2 [el segundo gobierno de Tsipras,
formado en julio de 2015 tras la expulsión del gobierno de quienes votaron
en contra del rescate, ndr] que aparece como la mediación para implantar el
Tercer Memorándum. A menudo, los partidarios de la autonomía de lo social no
comprenden esta fase negativa, que forma parte integral de la lucha de
clases, en la que la construcción de un bloque social (con una militancia
arraigada en una experiencia nueva, porque el contexto político y sus
características en términos de temporalidad y en la configuración de lo
fundamental de las fuerzas actuales, más allá de la inercia histórica, es
nuevo) se basa en iniciativas políticas de organizaciones que entran en
sintonía con las distintas pulsiones que existen en una sociedad
brutalizada. La intervención en torno a ellas puede, al menos de forma
parcial, permitir su amalgama y hacerlas converger para poner en cuestión,
en el fondo, las leyes y decretos que, tanto de hecho como en su desarrollo,
son fruto del Tercer Memorándum. Esto conlleva una desestabilización directa
de los pilotos "nacionales" e "internacionales" del ajuste del memorándum.
Según una reciente encuesta, Tsipras se sitúa en el 15% de intención de
voto, lo que muestra su debilitamiento.

A esto se le añaden los debates estratégicos sobre "¿qué hacer hacia
delante?"para bloquear la aplicación del memorándum y, a través de estas
resistencias, elaborar un plan de urgencia que defina las líneas fuertes que
se integren en una perspectiva global. Una perspectiva determinada por una
crisis institucional y económica europea y una situación de guerra. Un
término y una realidad que tienen una resonancia particular en Grecia, no
solo bajo el impacto de la tragedia de una crisis como la del derecho a la
vida de la gente refugiada sino, también, del papel de Grecia en el
dispositivo de la OTAN y de sus alianzas con el Estado sionista, promovido
por el ministro de defensa, Kammenos, por no citar la historia, que aún está
presente en la memoria, de los conflictos sociales de una dureza extrema que
han forjado el presente reciente del país.

La construcción y el desarrollo de la Unidad Popular (UP) pasan, a la vez,
por la integración de esas experiencias de lucha, su participación en la
reflexión sobre las mismas (desde las asambleas preparatorias de la
movilización a las del balance, analizando la situación y señalando los
desafíos futuros) y los debates y diálogos internos necesarios para la
reconstrucción de una representación de los objetivos políticos que vayan
más allá del derrocamiento del gobierno Tsipras2. Lo que conduce al inicio
de la desintegración de los fundamentos institucionales europeos.

De ahí la importancia de la convergencia práctica de la izquierda radical
griega -en particular de la UP y sus componentes- con fuerzas análogas, por
no decir similares, dispuestas a participar activamente en los conflictos
sociales y políticos que están a la orden del día, en numerosos países de
Europa. No se trata de debates académicos, sino de la confluencia de praxis
reflexivas de actores colectivos y organizados -para retomar un término a la
moda y a menudo sesgado porque neutraliza el punto de vista
político-ideológico. Un reencuentro que camine hacia una actividad que dé
sentido a la acción y a la representación que pueden darse "los de abajo" en
sus luchas para un futuro diferente. No se trata de la repetición de un
"horizonte de espera" formula que se hizo famosa en los años 1990.

Es a través de esos pasos, que se presentan como retos permanentes, como se
puede ir forjando una conciencia de clase, que también se forja en el
enfrentamiento con la clase dominante y sus expresiones políticas y
gubernamentales, así como con su programa y sus proyectos. Poniendo a la
cabeza de Nueva Democracia (ND) a Kyriakos Kotsotakis (elegido presidente de
ND el 10 de enero de 2016), las clases dominantes griegas tratan de
responder a la crisis abierta de liderazgo que padecen desde 2011-2012. El
futuro del gobierno Tsipras2 está en gran parte determinado por la
recomposición de los liderazgos políticos de las clases y fracciones de las
clases dominantes en liza; una recomposición que se realizará bajo el fuego
de batallas multiformes. (C.-A. Udry)

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De las elecciones del 20 de septiembre a la huelga del 4 de febrero

Antonis Ntavanellos

En las elecciones del 20 de septiembre de 2015, la plana mayor de Tsipras
-con la generosa ayuda de los acreedores y la clase dominante del país, que
carecía de "líder"- logró el éxito de sus sueños: la exclusión del
parlamento de la UP, la supervivencia electoral de ANEL (Griegos
independientes, cuya figura pública es Panos Jammenos, ministro de Defensa),
la entrada en el parlamento de los "tontos útiles" de Vassilis Lecentis
(Unión de centristas), la fragmentación de la cólera social contra el tercer
memorándum y la casi extinción de la dinámica socio-política del NO que se
expresó en el referéndum del 5 de julio de 2015, que se traduce en la
abstención… En aquel momento, muchos análisis contemplaban a Tsipras como
"hegemon" (una especie de soberano dominante) y a Syriza como un partido con
futuro.

Éramos pocos quienes insistíamos -sobre todo y para bien: la dirección de la
UP- sobre algunos elementos de inestabilidad en la situación política
general:

1. Que las elecciones del 20 de septiembre fueron una usurpación. Usurpación
favorecida por un elemento clave: no estaban definidas las medidas concretas
del Tercer Memorándum y no se podían evaluar su efectos.

2. Que la promesa de un programa paralelo gestionado por el Gobierno
Syriza-ANEL (para contrarrestar los efectos del Memorándum realizada por
Tsipras durante la campaña) suscitaba tanto la desorientación como
ilusiones; más aún debido al recrudecimiento de las condiciones de vida
cotidianas.

3. Que la aversión del electorado hacia Nueva Democracia actuaba a favor de
Maximou (residencia gubernamental).

Sin embargo, este panorama iba a cambiar en los próximos meses y
asistiríamos a una nueva ola de descontento social en cuanto se presentaran
las primeras medidas reales recogidas en el acuerdo del 13 de julio firmado
en Bruselas por Tsipras y Euclide Tsakalotos, actual ministro de finanzas.
Entre ellas, la contrareforma de la Seguridad Social, que aparecía como la
más importante.

En base a ello consideramos que entrábamos en un período marcado por la
inestabilidad política y enfocamos y planificamos nuestra intervención
política con la orientación de consolidar la perspectiva de luchas sociales
y políticas que no tardarían en llegar.

Se trataba de una previsión, a la izquierda de Syriza, que iba a
contracorriente de la representación mayoritaria. Pero cuando apenas han
transcurrido cinco meses, en febrero, esta apreciación se ha visto
confirmada bastante más de lo que apuntaban nuestras previsiones.

La plana mayor de Tsipras se encuentra ante el grave riesgo de una crisis
incontrolable, de un hundimiento real. El debate abierto sobre "la
ampliación" del bloque parlamentario/1 que sostiene al gobierno con la
participación de Leventis, de To-Potami (El rio) e, incluso, del PASOK; el
debate abierto sobre una ampliación mayor que integraría a Nueva Democracia
en una fórmula de gobierno de unidad nacional o, incluso, la posibilidad de
nuevas elecciones (¡las cuartas en menos de 12 meses!) demuestra la gravedad
de esta inestabilidad. Como ha recordado Zoe Konstantopoulou (expresidenta
del Parlamento), Tsipras mismo había defendido que medidas tales como la
contrareforma de la Seguridad Social de Giorgios Katrougkalos (Ministro de
trabajo, de la solidaridad y de la Seguridad Social) no podrían ser
impuestas mas que a través de un gobierno de unidad nacional o de una
dictadura/2… Un partido como Syriza, a pesar de su transformación
neoliberal, no puede llevar a cabo de forma "normal" y continua una
restricción tan reaccionaria de los derechos democráticos y sociales y, más
en concreto, de la Seguridad Social. Estas medidas no pueden sino alimentar
la crisis entre quienes continúan en Syriza, incluso entre las y los electos
a nivel municipal, regional o nacional.

El movimiento

En el trasfondo de la crisis gubernamental se encuentra la expresión
inmediata de un movimiento de masas en defensa de la Seguridad Social. Los
recientes admiradores de Tassos Giannitsis (a la cabeza de Hellenic
Petroleum Co SA, de diciembre de 2009 a noviembre de 2011, después ministro
del interior del llamado gobierno técnico de Lucas Papademos del 11 de
noviembre 2011 al 18 mayo de 2012) no deberían olvidar su precipitado fin,
ni el de Kostas Simitis/3 que se ha retirado (incluso como diputado del
Pireo) tras haber sido, hasta ahora, el líder todopoderoso de la
"modernización"…

La masiva participación en las manifestaciones (de entrada, de profesiones
liberales -abocados, investigadores, científicos, médicos, etc.-, después de
empleados de las administraciones, de los puertos, aeropuertos, banca,
justicia…, las escuelas que tenían prevista la movilización para el 3 de
febrero) sitúan al gobierno ante un panorama de riesgo, dado que el
movimiento en defensa de la Seguridad Social y el cargarse el plan de
Katrougkalo entra en el terreno de lo posible.

Los lacayos del sistema presentan "análisis" que subestiman la importancia
de estas movilizaciones. El "automatismo social" es decir, la desconexión
entre el movimiento social y sus repercusiones y expresiones políticas
conoce de nuevo días de gloria y esta vez está impulsado por corrientes de
"izquierda".

Nos dicen que los trabajadores independientes, que los empleados de las
administraciones y los agricultores no constituyen grupos homogéneos y, por
lo tanto, están sometidos a un tipo de fragmentación automática propio de
fuerzas centrípetas incontrolables.

Sabemos, desde siempre, que existen abogados, ingenieros y agricultores
ricos. También sabemos que existen direcciones político-sindicales que
apoyaron el SI en el referéndum del 5 de julio de 2015 y que actualmente
aceptan el Tercer Memorándum; pero están obligadas a participar en las
manifestaciones y buscar la posibilidad y la forma de llegar a un acuerdo
con Katrougkalos para reducir el cabreo de la base social de sus propias
organizaciones.

Esta constatación da pie a nuevas tareas para la izquierda radical, que
tiene que mermar la influencia de estas direcciones adaptacionistas,
cooptadas por el poder bajo diversas formas. La Unidad Popular trabaja en
esa dirección. Pero ello no cambia en nada el hecho de que la movilización
de los llamados trabajadores independientes y de los agricultores tiene una
importancia decisiva. En el movimiento de masas real jamás ha existido la
pureza química…

El segundo argumento tiene que ver con la supuesta no-participación, en las
movilizaciones, de las y los asalariados. Estas líneas están escritas antes
de la huelga general del 4 de febrero y desconocemos aún la amplitud de la
respuesta que dará la clase obrera a estos disecadores de cadáveres. Pero la
atmósfera política previa a la huelga es evidente: la conjunción en la calle
de los trabajadores y trabajadoras con los agricultores y los profesionales
liberales o los empleados y empleadas de las administraciones públicas hará
aumentar la presión sobre el gobierno a un nivel que tiene todos los rasgos
de convertirse en una pesadilla. Y, evidentemente, nadie tiene el derecho de
subestimar la importancia de las resistencias obreras anteriores aunque
fueran de menos envergadura: las iniciativas de ADEDY (sector público) y
algunos sindicatos sectoriales que abrieron la vía para que ahora se
transforme en una especie de gran boulevard. La fuerza del movimiento de
base es el factor en el que tendríamos que fijar toda nuestra atención.

La política

En estas condiciones el gobierno tiene un problema adicional. Los acreedores
-que tienen sus propios problemas en el contexto de la prolongación de la
crisis internacional- no conceden ningún "alivio". Las directivas que vienen
de Europa exigen que el programa se aplique; es decir, exigen que el apoyo
político al gobierno se amplíe. Solo que, en esta ocasión, resulta bastante
improbable que den su visto bueno a nuevos movimientos tácticos (nuevas
elecciones a corto plazo), que conlleven el riesgo de retrasar la aplicación
del memorándum e incrementen los factores de inestabilidad más allá de las
fronteras griegas.

Tsipras admite que busca un "consenso nacional". La posibilidad de ampliar
el gobierno permaneciendo como primer ministro exige encontrar aliados más
allá de Leventis, To Potami y el PASOK, que les gustaría aceptar jugar ese
papel pero que no permiten dar la imagen de una ampliación política seria. Y
el escenario de una verdadera unidad nacional, con la participación de Nueva
Democracia, plantea la cuestión de descartar a Tsipras y su papel como
símbolo de un período.

¿Existen en Syriza fuerzas que a favor esta eventualidad y que se propongan
como alternativa parcial a Tsipras?

Estos impasses nos llevan, de nuevo, a la posibilidad de nuevas elecciones.
En el pasado, Alexis Tsipras reprochó al ala izquierda de su partido que
buscara "escaparse". (referencia a los debates y enfrentamientos en Syriza,
tanto en relación a las votaciones en el Parlamento -dado el rechazo de las
y los electos de Syriza al acuerdo del 13 de julio, por una parte, y sobre
las modalidades y la fecha de las elecciones, por otra). Ahora es probable
que tenga necesidad de elecciones para escapar a un desplome vergonzoso.
Pero esta vez, esa táctica no va a resultar fácil: no contará ni con el
consenso de los acreedores, ni con la cooperación de las estructuras del
aparato gubernamental y de los sectores dominantes. Además, la victoria de
Syriza en unas elecciones está lejos de estar garantizada.

Las condiciones cambian rápidamente. En este contexto, la izquierda radical
tiene que intervenir y participar con todas sus fuerzas para que las luchas
salgan victoriosas y derrotar la contrarreforma. Para echar por tierra el
Tercer Memorándum y convertir en papel mojado el acuerdo del 13 de julio en
Bruselas. Se trata de defender los derechos sociales, los del proletariado
en un sentido amplio y los de sus aliados (desde los agricultores hasta los
sectores de las clases intermedias) trasladando la factura al conjunto de
los ricos y dominantes.

Notas de Redacción de A l’Encontre

1/ La dirección de Syriza gubernamental ha organizado reuniones con
parlamentarios de Syriza para lanzarles este mensaje: si votáis contra las
leyes que derivan del III Memorándum, tendréis que renunciar a vuestro
escaño y trasmitírselo a otro a cambio de recibir una indemnización.

2/ En una entrevista publicada en el diario económico francés La Tribune, el
20 de enero, Giorgios Katrougkgalos afirma: "El Memorándum nos obliga a
efectuar economías del orden del 1% del PIB; es decir, 1,7 mil millones de
euros. Actualmente nos faltan 600 millones para alcanzar este objetivo.
Estamos planteando a los acreedores que acepten financiarlos mediante el
incremento de las cotizaciones salariales a la patronal para evitar una
nueva reducción de pensiones. La patronal griega aceptó esta idea, porque
comprende que un recorte de las pensiones tendría una efecto recesivo sobre
la economía. El 52% de las familias griegas reciben ayudas por parte de las
y los pensionistas y la pensión media ya se vio reducida en un 40%. No hay
más margen de maniobra para nuevos recortes." Sin embargo, las medidas
propuestas por la neo-Troika imponen recortes que van más allá de esos
objetivos. 

3/ Kostas Simitis, tras su derrota electoral en 2004, continuó como diputado
y miembro de la Comisión de defensa y de asuntos extranjeros en el
Parlamento. En 2007 fue reelegido y se enfrentó a su sucesor a la cabeza del
Pasok, Georges Papandreu. En junio de 2008, fue excluido del grupo
parlamentario del Pasok tras haberse opuesto a la propuesta de Papandreu de
someter a referéndum popular el Tratado de Lisboa. Kostas Simitis trabajó en
la elaboración de ese Tratado en el célebre Grupo Amato, cuyo nombre viene
de Giuliano Amato, antiguo vice-presidente de la Convención europea. En ese
grupo, se encontraban personalidades políticas como Michel Bernier,
exministro de exteriores y después comisario europeo, Jean-Luc Dehaene,
antiguo primer ministrobelgha, Otto Schily, con una extraña trayectoria y
que fue ministro del interior en Alemania, el poco más tarde famoso
Dominique Strauss-Kahn y Antonio Vitorino, antiguo comisairo europeo de
Portugal. La referencia a Kostas Simitis noe lleva al debate sobre la
estructura y el contenido de los tratados referentes a la construcción de la
Unión europea y de su moneda.

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