Egipto/ las vicisitudes de la alianza entre Washington y los Hermanos Musulmanes [Mohamed-Ali Adraui]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Ene 17 10:53:47 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

17 de enero 2016

Boletín Informativo

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Egipto

Las vicisitudes de la alianza entre Washington y los Hermanos Musulmanes

Mohamed-Ali Adraui *

OrientXXI, 3-1-2016

http://orientxxi.info/magazine/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur 

http://www.vientosur.info/

¿Qué relaciones mantuvieron los Estados Unidos con el principal rostro del
islam político contemporáneo en el contexto revolucionario y transicional
que prevaleció en Egipto entre 2011 y 2013? Tuvieron que tratar, por primera
vez en la historia, con unos Hermanos Musulmanes que habían conquistado
democráticamente el poder.

Fruto de los levantamientos populares de comienzos del año 2011 y de la
apertura consecutiva que benefició a los Hermanos Musulmanes, a través de su
escaparate político que era entonces el Partido de la Libertad y de la
Justicia (PLJ), su llegada al poder provocó una crisis de adaptación en la
cúspide del Estado americano y de su diplomacia.

En efecto, numerosos debates, no solo políticos sino también intelectuales y
académicos, estaban relacionados con la naturaleza del islamismo y con su
capacidad duramente discutida de respetar las reglas del pluralismo y de la
democracia si llegaran al poder. Si la corriente “centrista” (ilustrada por
el Brooking Institute) se distinguía con análisis matizados que abrían la
puerta a la acreditación de la tesis de la posible compatibilidad entre
islam político y democracia, otros think tanks como Rand Corporation
elaboraban valoraciones más escépticas.

Sobre este terreno teórico dividido germinaría la primera puesta en práctica
de la política islamista de los Estados Unidos entre 2011 y 2013. Consciente
de las posiciones que pasaban por radicales y revisionistas (revisar en
profundidad las estructuras del sistema internacional juzgado injusto
respecto a los pueblos musulmanes) de los Hermanos Musulmanes, la primera
orientación intelectual del presidente Barack Obama fue la desconfianza. En
efecto, antes de su elección en 2008, declaraba que encontraba a los ikhwan
(“Hermanos”) “poco dignos de confianza”. En concreto, les reprochaba
promover “opiniones antiamericanas” y les veía como actores que
“ciertamente, no respetarían el tratado de paz con Israel”/1. Sin embargo, a
partir del comienzo de la revolución, su administración iría oscilando entre
sospecha y apertura, dibujando así los contornos de una verdadera política
de refuerzo de los lazos diplomáticos (engagement policy) con los Hermanos
Musulmanes.

Algunos meses antes del comienzo de las revoluciones árabes, Obama se
distingue ante sus principales consejeros con un memorándum de algunas
páginas advirtiendo de la situación insostenible a la que podía llevar
estrategia de apoyo a los regímenes autocráticos prevaleciente durante
varios decenios. Haciendose eco de su discurso de El Cairo del 4 de junio de
2009, este documento titulado Political Reform in the Middle East and North
Africa /2, estaba centrado en la necesaria apertura de los países árabes, en
primer lugar de Egipto. Insiste en el interés de proseguir la diplomacia del
“democratic push” iniciada por la administración de George W. Bush en la
óptica del remodelado del Medio Oriente. En una época en que se contempla, y
luego se pone en práctica, la intervención militar en Irak, esta política
induce igualmente contactos con las fuerzas de oposición influyentes en el
mundo árabe, incluyendo de hecho los movimientos del Islam político.


Un esbozo de autocrítica


Reaccionando ante los acontecimientos del viernes 28 de enero de 2011
(“jornada de la cólera”), John Kerry inicia un esbozo de autocrítica de los
principios que habían guiado hasta entonces la acción exterior de su país
hacia Egipto, aunque poniendo en guardia contra la posible llegada al poder
de los islamistas /3:

“Teniendo en cuenta los acontecimientos de la semana pasada, algunos
critican ahora la tolerancia del pasado hacia el régimen egipcio que ha
caracterizado a los Estados Unidos. Es cierto que nuestra retórica pública
no ha ido siempre de la mano de nuestros intereses particulares. Pero
igualmente se trataba de la comprensión pragmática de que nuestra relación
beneficiaba a América y defendía nuestros intereses en la región (…).

Los Estados Unidos deben acompañar su retórica con una asistencia real al
pueblo egipcio. Durante demasiado tiempo, en nuestra alianza financiar ha
predominado la ayuda militar a Egipto. La prueba de ello se dio la semana
pasada: las bombas lacrimógenas lanzadas contra los manifestantes llevaban
escrito el “made in USA” (…). No servimos a nuestros intereses cuando
asistimos a la caída de gobiernos amigos bajo el peso de la cólera y las
frustraciones de sus pueblos, ni por la transferencia de poder a grupos
radicales susceptibles de extender el extremismo.

(…) Durante tres decenios, los Estados Unidos han tenido una política
Mubarak. Ahora debemos mirará más allá de la era Mubarak y definir una
política egipcia”.

Los Hermanos egipcios van a ser objeto de esta estrategia diplomática. Si el
comienzo de la revolución es sinónimo de atraso, como ilustran las
declaraciones de la Secretaria de Estado Hillary Clinton para quien “estas
revoluciones no son las nuestras, no están hechas por nosotros, para
nosotros, ni contra nosotros” /4, la diplomacia americana abre
progresivamente la puerta a los opositores del presidente Hosni Mubarak, los
Hermanos Musulmanes, explícitamente mencionados tras algunas semanas. Así,
en junio de 2011, es enunciada una forma de doctrina en lo que se refiere a
las relaciones a adoptar hacia el islamismo egipcio /5:

“Pensamos que dado el cambio de paisaje político en Egipto, es del interés
de los Estados Unidos emprender (relaciones) con todos los partidos
pacíficos y que han hecho la opción de la no violencia, y que tienen la
intención de concurrir para el Parlamento y la presidencia (…) Abrimos, por
consiguiente, la posibilidad de un diálogo con los miembros de los Hermanos
Musulmanes que desean hablar con nosotros”.

En noviembre de 2011, Hillary Clinton confirmará esta apertura bajo la forma
de autocrítica: “Durante años, los dictadores han dicho a su pueblo que
debían aceptar a los autócratas que conocían a fin de evitar a los
extremistas que temían. Demasiado a menudo, nosotros mismos hemos aceptado
esta conminación” /6.

Las victorias de la Hermandad en las elecciones legislativas y presidencial
de 2012 van a confirmar esta apertura, aunque continúen inspirando un temor
tanto más justificado para Washington en la medida que los dirigentes
islamistas se han preocupado durante sus campañas de hacer numerosas
alusiones a Palestina y a la necesaria lucha por su liberación. Sin embargo,
el planteamiento cooperativo e inclusivo de los Estados Unidos no deja de
ser la línea de conducta. Así, el año 2012 será el de las reuniones de alto
nivel entre miembros de la Hermandad y oficiales americanos, buscando estos
últimos de forma constante recoger los sentimientos y los análisis de los
islamistas cuando el mundo árabe está en ebullición. Mientras John Kerry,
transformado en Secretario de Estado, reconoce las victorias de la
Hermandad, los diplomáticos americanos con sede en El Cairo anuncian
claramente querer trabajar con “los partidos vencedores”, poniendo en
evidencia que los dirigentes del PLJ “desean enviar un mensaje moderado
-sobre la seguridad regional y los asuntos internos, también sobre los
problemas económicos” /7.

Los temores expresados, en particular por Jeane Kirpatrick, antigua
embajadora en las Naciones Unidas, son superados por la posición oficial
americana. Si ella declara que “el mundo árabe es la única región del mundo
en que [se ha quebrado] su convicción de que cuando se deja a los pueblos
decidir libremente, éstos toman decisiones racionales” /8, Jeffrey Feltman,
secretario adjunto en la Oficina de Negocios del Próximo Oriente, afirma /9:

“Sabemos que los partidos enraizados en valores religiosos van a jugar un
gran papel. No sabemos aún qué relación tendrán los Estados Unidos con los
gobiernos emergentes, las asambleas y sociedades civiles en estos países en
los próximos años,. (…) Nuestro apoyo a los gobiernos legítimos es el mejor
medio de enfrentarnos al extremismo violento. Las transiciones pacíficas en
Túnez y en Egipto debilitan fundamentalmente el mensaje extremista de que la
violencia es la única vía hacia el cambio político. Ofrecer la posibilidad
de una alternativa, de un camino no violento hacia una transición política
auténtica deslegitima a los grupos extremistas y reduce su atractivo”.

Haciéndose eco a estas declaraciones, en abril de 2012, una delegación de
representantes de los Hermanos Musulmanes es recibida en la Casa Blanca a
fin de reunirse con las más altas autoridades americanas, algunos meses
después de que representantes americanos de alto nivel, incluyendo a William
Burns (encargado de relaciones con los ikhwan) fueran recibidos en El Cairo.
La aparición de un Parlamento mayoritariamente de la Hermandad, así como la
llegada a la presidencia de Mohamed Morsi en junio de 2012, se inscriben
entonces en un contexto de apertura recíproca entre la primera potencia
mundial y el principal movimiento islamista transnacional. Lo que no impide,
sin embargo, que persistan las inquietudes ligadas a la ideología fundadora
del segundo. A juzgar por las declaraciones públicas de la embajadora
americana Anne Patterson, los meses de gobierno de los Hermanos Musulmanes
generaron tanto una satisfacción por lo que se refiere a la responsabilidad
de la que éstos han dado pruebas en el plano económico e internacional /10
como una desconfianza siempre observable en lo que se refiere a su
estructura ideológica y su propensión a oponerse a los valores e intereses
americanos en algunos asuntos.

Las declaraciones de la embajadora son, en este aspecto, ilustrativos. En
2011, ésta se manifestaba aún “incómoda con ellos”, reconociendo su
compromiso con las libertades económicas, pero alimentando inquietudes en
cuanto a sus opiniones “poco liberales en materia de derechos de las
mujeres” y a su posición respecto al tratado de paz con Israel /11.


Contemporizar con el golpe de Estado


Si durante más de un año intentaron “domar” las aspiraciones de la Hermandad
a redibujar en profundidad los contornos no solo del Estado sino también los
de la política regional, los dirigentes americanos se encuentran obligados a
contemporizar el 3 de julio de 2013 con un golpe de Estado que vuelve a
poner en el poder al ejército y que envía a la antigua oposición islamista
de nuevo a la clandestinidad. Si John Kerry no pronuncia jamás la palabra
“golpe de Estado”, se distingue a pesar de todo concediendo un aprobado a
los generales egipcios, a los que se concede “haber restaurado la
democracia” /12.

Sin embargo, las tensiones y combates que acompañan a la destitución del
presidente Morsi y que culminarán en agosto de 2013 empujan a Barack Obama a
alertar sobre la situación, dando entonces la impresión de no abandonar
enteramente a los representantes del movimiento islamista y de querer
reaccionar ante la situación que se impone /13:

“Estamos profundamente inquietos por la decisión de las fuerzas armadas
egipcias de echar al presidente Morsi y de suspender la Constitución
egipcia. Llamo a los militares egipcios a actuar rápidamente y a entregar,
de forma responsable, la plena autoridad a un gobierno civil
democráticamente elegido lo más rápidamente posible por medio de un proceso
inclusivo y transparente, y a evitar toda detención arbitraria del
presidente y de sus simpatizantes”.

Si toman acta del cambio de dirección, como ilustra algunos meses después
del golpe de Estado el restablecimiento de la ayuda militar al gobierno del
mariscal Abdel Fattah Al-Sissi, las autoridades americanas parecen mantener
la política de relaciones con los Hermanos Musulmanes a la vez que toman la
precaución de no condenar por completo al régimen militar. Buscando un
equilibrio extremadamente precario, la administración Obama parece adoptar,
desde la salida de Morsi, no la política del “ni-ni” sino la del “y-y” con
el objetivo de conseguir un margen de maniobra tan grande como sea posible,
cuando Egipto ha entrado en un nuevo período de inestabilidad y de
protestas. Como ejemplo, entonces, Elisabeth Jones, secretaria adjunta de la
Oficina de Asuntos del Próximo Oriente, explica la evaluación americana de
la situación /14:

“El señor Morsi se ha mostrado poco deseoso o incapaz de gobernar de forma
inclusiva, perdiendo la simpatía de numerosos egipcios. Respondiendo a los
deseos de millones de egipcios que han pensado que la revolución había
tomado una mala dirección, el gobierno interino ha reemplazado al gobierno
Morsi y se ha observado una vuelta a la seguridad y a la estabilidad tras
varios años agitados. Pero el gobierno interino ha tomado también decisiones
incoherentes con una democracia inclusiva. Nos hemos visto turbados por los
acontecimientos del 3 de julio y la violencia de mediados de agosto. La
decisión de excluir a Morsi, la excesiva fuerza utilizada contra quienes
protestaban en agosto, las restricciones de las libertades sobre la prensa,
la sociedad civil y los partidos de oposición, la detención continua de
numerosos miembros de la oposición y la extensión del estado de excepción
son inquietantes”.

La portavoz del ministerio, Marie Harf, declaró por su parte el 12 de
febrero de 2014 en una conferencia de prensa que:

“Los Estados Unidos no designan -no han designado- a los Hermanos Musulmanes
como una organización terrorista. Hemos sido muy claros en cuanto al hecho
de que en Egipto trabajaríamos con todas las partes para hacer avanzar el
proceso inclusivo. Igualmente, tanto en público como en privado, y de forma
repetida, hemos llamado al gobierno interino a avanzar de la misma forma en
el proceso de inclusión. Esto significa hablar a todas las partes,
implicarles en esta dinámica. No decimos a qué debe parecerse el futuro
gobierno. Decimos que debe ser inclusivo. Esto, naturalmente, comprende a
los Hermanos Musulmanes. Continuaremos hablando con los Hermanos Musulmanes
en Egipto como consecuencia de nuestra acción general con destino a los
diferentes grupos y partidos aquí”.

Los debates e inquietudes mantenidos por ciertos medios egipcios -tanto
próximos a los islamistas como a los militares- sobre una todopoderosa
diplomacia americana capaz de imponer una revolución al Estado egipcio para
colocar en su cúspide a los Hermanos Musulmanes o, al contrario, para
expulsarles a fin de restablecer un régimen militar son más que discutibles.
Es más bien el ganar tiempo y el oportunismo los que caracterizan en primer
lugar la política americana, ilustrando con ello la crisis de influencia
real de ese país en una región cada vez menos sensible a los desiderata de
los Estados Unidos.

* Mohamed-Ali Adraui es doctor en ciencias políticas actualmente
investigador en el Middle East Institute de la Universidad Nacional de
Singapur. Ha publicado Du Golfe aux banlieues. Le salafisme mondialisé, PUF,
2013, y dirigido Les islamistes et le monde. Islam politique et relations
internationales, L’Harmattan, 2015.


Notas


1/ Fawaz A. Gerges, “What Changes have taken place in US foreign policy
towards Islamists ?”, Contemporary Arab Affairs, 6(2), 2013, p. 189-197.

2/ Fawaz A. Gerges, “The Obama approach to the Middle East : the end of
America’s moment ?”, International Affairs, 89(2), 2013, p. 299-323.

3/ John Kerry, “Allying ourselves with the next Egypt”, The New York Times,
1/12/2011.

4/ Citada en : Shadi Hamid et Peter Mandaville, “Bringing the United States
back into the Middle East”, The Washington Quarterly, 36(4), 2013 ; p.
95-105.

5/ Mary Beth Sheridan, “U.S. to expand relations with Muslim Brotherhood”,
The Washington Post, 30/06/2011.

6/ Fawaz A. Gerges, “The Obama approach to the Middle East…”, op. cit.

7/ Ibid.

8/ Fawaz A. Gerges, “What changes have taken place in US foreign policy
towards islamists ?”, op. cit.

9/ Jeffrey Feltman, “Assessing U.S. foreign policy priorities and needs
amidst economic challenges in the Middle East”, U.S department of State,
2012.

10/ En particular cuando el conflicto de Gaza en noviembre de 2012, así como
ratificando de hecho el tratado de paz de 1979 entre Egipto e Israel, salvo
un llamamiento a revisar su aspecto militar.

11/ Matt Negrin et Reem Abdellatif, “US ambassador to Egypt won’t sit down
with Muslim Brotherhood…Yet”, GlobalPost (globalpost.com), 18/10/2011.

12/ Shadi Hamid et Peter Mandaville, “Bringing the United States back into
the Middle East”, op. cit.

13/ Discurso citado por el Washington Post en “Obama urges military to
return Egypt to democracy”, 3/07/2013.

14/ Declaración ante la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de
Representantes el 29/10/2013.

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