Memoria/ Martin Luther King: al final de su vida, era un socialista declarado [Lee Sustar]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Ene 31 11:18:39 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

31 de enero 2016

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germain5 en chasque.net

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Memoria

La evolución de Martin Luther King

Al final de su vida, era un socialista declarado

Lee Sustar *

Jacobin

http://www.jacobinmag.com/

Traducción de Santiago Morán

Prácticamente todos los políticos del Partido Demócrata, negros o blancos,
reclaman el legado de Martin Luther King Jr.

Olvidan, intencionalmente, el hecho de que en los últimos años de su vida,
antes de su asesinato en 1968, King rompió con el presidente demócrata
Lyndon Johnson por la Guerra de Vietnam y el fracaso de su administración
para hacer cumplir los derechos civiles en el sur. Esto es algo que ningún
demócrata de hoy estaría en condiciones de hacer.

A pesar de que las reformas que exigió King durante la mayor parte de su
vida eran tibias en relación a las demandas de los negros nacionalistas más
radicales, fueron condenadas por los mismos demócratas que, desde su muerte,
han intentado que King se convierta en un icono y un símbolo de la
acomodación negra al sistema.

Para entender el giro a la izquierda de King es necesario tener en cuenta
las luchas de clase que se encontraban bajo el movimiento por los derechos
civiles, así como el carácter de la organización de King, la Southern
Christian Leadership Conference (SCLC).

Cuando King apareció como líder del boicot al bus Montgomery (ndr: ver en
wikipedia protesta a los autobuses públicos de Montgomery)en los años 50, ya
estaba al frente de un movimiento local cuyo ejemplo fue seguido en decenas
de otras ciudades del sur en los años siguientes. La organización que ayudó
a fundar, la SCLC, abrió varias sedes territoriales, pero básicamente era un
grupo de organizadores profesionales que se trasladaba de una ciudad a otra
involucrándose en las luchas ya iniciadas por estudiantes, trabajadores o
campesinos negros locales.

El objetivo de la SCLC no era ayudar a estos activistas a desarrollarse
independientemente, sino liderarlos hacia la lucha no violenta contra los
segregacionistas y los policías violentos que apoyaban las leyes Jim Crow.
Según líderes de la SCLC como Hosea Williams y Wyatt T. Walker, el gobierno
federal se vería obligado a intervenir para apoyar a los activistas por los
derechos civiles y, así, detener el caos.

Al principio la estrategia parecía funcionar. Una decisión del Tribunal
Supremo apoyó el boicot al bus de Montgomery. El presidente Kennedy
introdujo en 1963 la legislación sobre derechos civiles después de las
marchas de las manifestaciones en Birmingham y de que policías de Los
Ángeles atacaran reiteradamente las manifestaciones organizadas por la SCLC
en 1962. Sangrientos enfrentamientos en St. Augustine (Florida) y Selma
(Alabama) empujaron al sucesor de Kennedy, Lyndon Johnson a someter a la
aprobación del Congreso la Ley de Derecho al voto en 1965.

Kennedy y Johnson apoyaron los derechos civiles sólo cuando pensaron que era
necesario para mantener a raya la rebelión militante negra. De hecho,
querían evitar enemistarse con la parte más derechista de su partido, la
Southern Dixiecrat. King y las protestas de la SCLC serían permitidas
mientras se mantuvieran no violentas, y se limitaran a luchar contra la
segregación en el sur, sin cuestionar la discriminación económica racista de
amplias con amplias raíces en el capitalismo de los Estados Unidos.

Sin embargo, hacia 1965 la credibilidad de King había disminuido entre los
activistas del sur. La cultura de la SCLC de llegar a una ciudad en medio de
una revuelta, darle visibilidad en los medios y negociar un acuerdo,
molestaba tanto a los activistas negros locales como a la creciente rama
radical del Comité de Coordinación Estudiantil no violento, que estaba
intentando apoyar a los negros del sur en el desarrollo de un liderazgo
propio.

Entretanto, el negro nacionalista Malcom X empezó a defender, no sin razón,
que la no violencia propugnada por King y el SCLC exponía a los negros a
agresiones policiales y ataques racistas.

Las críticas a King tuvieron un nuevo hito en Selma en 1965, donde la
policía golpeó y lanzó gases contra los activistas que intentaban marchar
hasta la capital del estado de Alabama, Montgomery. Cuando una segunda
marcha fue organizada, la policía no la impidió. Sin embargo, King llevó a
los manifestantes de vuelta a Selma para no desafiar una orden judicial.
Esta retirada, junto con la aceptación por parte de King de ciertas
concesiones simbólicas de las autoridades de Selma, fue calificada como
traición por muchos radicales.

Las diferencias se hicieron patentes un año más tarde, después de que James
Meredith, el primer estudiante negro en ir a la Universidad de Mississippi,
fueron tiroteado durante su protesta solitaria a través del Estado (ndr: ver
en wikipedia James Meredith). King y el líder de la SNCC Stokely Carmichael,
(más tarde conocido como Kwame Ture) estuvieron entre los líderes por los
derechos civiles que se unieron a los cientos de activistas que completaron
la marcha de Meredith en el verano de 1966.

Acosados por matones racistas y por la brutalidad policial a lo largo de
todo el camino, los manifestantes se unieron con entusiasmo al cántico de
Black Power de Carmichael y empezaron a prestar atención a sus ideas
nacionalistas. Aunque King se negó a unirse a otros líderes negros más
conservadores en su ataque al eslogan de Black Power por racista, tampoco le
prestó su apoyo, justificando que implicaba violencia y por tanto alejaría
un potencial apoyo blanco.

“Tenemos que transformar nuestro movimiento en algo positivo y creativo”,
dijo cuando se le pidió su opinión sobre Carmichael. Para los militantes
negros, King era visto como un traidor. Pero para los demócratas liberales,
preocupados por la influencia de las ideas del nacionalismo negro y por las
revueltas generalizadas en ciudades del norte, la posición de King parecía
un apoyo velado al Black Power.King reconoció que intentaba construir un
puente lo más amplio posible. “Si el gobierno quiere que mantenga a la gente
en la no violencia, tendrá que concederme algunas victorias”. De hecho, King
no tardaría en enfrentarse con los demócratas del norte de manera abierta.
Tras la abolición de la última ley segregacionista Jim Crow, con la Ley de
Derecho al Voto de 1965, King fijó su atención en el creciente movimiento de
militantes negros en el norte.

La ruptura final del con el presidente Johnson llegó en abril de 1967,
cuando Kin instó a los Estados Unidos a retirarse de su guerra “colonial” en
Vietnam.

Cuando ya un número importante de senadores demócratas estaba contra la
guerra, la mayor parte de los activistas por los derechos sociales mantenía
su apoyo a la administración Johnson. Periódicos liberales como el New York
Times o el Washington Post, que se habían mostrado cercanos a King durante
las luchas por los derechos sociales en el sur, ahora le atacaban por su
posición anti guerra.

Un vengativo Johnson permitió al FBI intensificar su acoso a King y a otros
líderes de la SCLC. El presidente se indignó cuando supo de la intención de
King de liderar una Marcha de los pobres frente al Capitolio en Washington.

Johnson y los demócratas habían confiado durante mucho tiempo en la táctica
de la no violencia y en el apoyo de King a su partido como contrapeso al
creciente número de radicales del Black Power. Cuando King denunció la
guerra en 1967, los demócratas empezaron a considerarlo un traidor.

Sin embargo, la ruptura de King con los demócratas, no le granjeó el apoyo
de los negros en el norte, donde las revueltas callejeras aparecían en
decenas de grandes ciudades. La política de los nacionalistas negros más
radicales –en especial su preferencia por la autodefensa contra la violencia
racista- parecía ser más cercana a las revueltas en estas circunstancias.

Atacado desde la derecha y desde la izquierda, King se vio forzado a
repensar su carrera y la organización que lideraba, la SCLC. “Debemos
admitir que nuestros logros se han visto limitados en el sur”, dijo en un
encuentro de la dirección de la SCLC en 1967 y que la SCLC tenía que llamar
a una “radical redistribución de la riqueza y el poder”. En diferentes
ocasiones, King manifestó a sus colaboradores que los Estados Unidos
necesitaban un socialismo democrático que garantizara trabajo en ingresos
para todos.

Otros líderes de la SCLC, como Andrew Young, Jesse Jackson y Ralph
Abernathy, era contraries a los planes de la Marcha de los Pobres. Las sedes
locales de la SCLC en el sur habían sido descuidadas en un intento de
organizarse contra la segregación en Chicago, y los grupos del norte también
eran muy débiles.

Por otra parte, a los planes de King se enfrentó a la rama de orientación
capitalista de la SCLC, la Operation Breadbasket, dirigida por Jesse
Jackson. “Si estás tan interesado en seguir tus planes que no puedes seguir
las líneas de la organización, adelante”, dijo King en respuesta a las
críticas de Jackson a su marcha. “Si quieres cavar tu propio nicho a nivel
social, adelante, pero por Dios, déjame en paz”.

En cualquier caso, los demócratas consideraron como traición la campaña de
King por la gente pobre y la derecha decía que probaba que King era un
comunista. Todos estos factores, sumados a la campaña presidencial del
gobernador segregacionista de Alabama, George Wallace, hicieron que la vida
de King se empezara a ver amenazada.

Frente a la hostilidad de la administración Johnson, las críticas, tanto por
parte de los negros nacionalistas como del stablishment negro, y con su
organización dividida, King se encontraba más aislado políticamente que
nunca cuando fue asesinado en Memphis el 4 de abril de 1968, menos de tres
semanas antes de que la campaña de la gente pobre comenzara. King había
viajado a Memphis para apoyar una huelga de trabajadores negros de la
sanidad (de hecho, fue el único activista de impacto estatal por los
derechos civiles que lo hizo).

No pasó mucho tiempo después de su muerte para que los medios de las clases
dominantes empezaran a transformar la imagen de King en la de un santo
inofensivo.

Para conseguirlo, tuvieron que enterrar en el legado real de Martin Luther
King, tanto al líder de las primeras luchas del movimiento por los derechos
civiles, que rechazó aceptar las peticiones de paciencia y moderación de sus
aliados demócratas, como el más radical líder negro de final de los sesenta,
cuya visión de la que debía cambiarse en la sociedad, se había ampliado
sustancialmente. 

* Lee Sustar es editor de Socialist Worker.

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