Uruguay/ "el próximo presidente del FA tendrá que hacer varios parricidios" [Gerardo Caetano - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Jul 23 19:58:33 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

23 de julio 2016

Boletín Informativo

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germain5 en chasque.net

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Uruguay

Con el historiador y politólogo Gerardo Caetano

“El próximo presidente del FA tendrá que hacer varios parricidios” 

El politólogo Gerardo Caetano plantea que las elecciones del Frente Amplio
(FA) se establecen en un país planchado en sus indicadores económicos y con
mucho descontento e irritación de la grey frenteamplista. (1) Un combo que
despliega varios desafíos a quien resulte electo, que deberá optar entre ser
un fiel soldado del gobierno o abrir la discusión sobre temas que hoy no
están en la agenda del progresismo.

Víctor Hugo Abelando

Brecha, Montevideo, 22-7-2016

http://brecha.com.uy/

—¿Cuáles son los rasgos esenciales que definen las elecciones internas del
Frente?

—Se insertan en un contexto muy peculiar. Tenemos un gobierno que enfrenta
un contexto difícil, con una desaceleración económica mucho más aguda que la
prevista, y que además tiene dificultades para reflejar las discusiones de
su partido en el gabinete. En la conformación del Consejo de Ministros,
Vázquez no tomó para nada en cuenta los equilibrios internos del FA. Eso
tenía sus virtudes, pero el tiempo ha demostrado que también genera grandes
dificultades. ¿Qué dificultades? Por ejemplo, la de provocar una distancia
muy grande entre lo que el gobierno resuelve y lo que el Frente (que por
otra parte no tiene conducción desde el cese de Mónica Xavier de la
presidencia, con un provisoriato muy debilitado) discute y exige. El FA ha
quedado muy desdibujado precisamente en el momento en que el gobierno lo
necesitaba más. ¿Y dónde está el Frente? Hoy está mucho más en el
Parlamento, en la bancada oficialista. Pero lo que agrava el problema es que
el mapa de poder del Parlamento es muy distinto, casi antagónico, al
gabinete. Lo hemos visto cuando se ratificaron las pautas salariales, cuando
se dio el anuncio del anticipo a los jubilados o en la discusión de la
rendición de cuentas, entre otros muchos ejemplos. Ante un muy moderado
pedido de reflexión del ministro (Ernesto) Murro, que recogía la realidad de
un contexto que había superado lo previsto, lo que hubo por parte del
presidente fue una ratificación fortísima del poder del ministro (Danilo)
Astori. Y frente a eso, el resto del gabinete no dijo nada. Fue un Consejo
de Ministros sin discusión política alguna. Y eso fue presentado hasta como
una virtud. Eso hace que la elección de la nueva presidencia de la fuerza
política se dé en un contexto donde los descontentos, los malestares, son
múltiples. Y particularmente son múltiples no en la oposición, sino en el
electorado frenteamplista. En ese sentido, para todos los candidatos la
campaña ha sido cuesta arriba.

—¿Y cómo ha jugado Vázquez en todo esto?

—Con dualidad. Tenemos un Tabaré que, luego de un año muy malo, empezó a
hacer política a comienzo de año. Y no le fue mal. Comenzó a repechar en las
encuestas y a tener otro vínculo con el pueblo frenteamplista. Sin embargo,
creo que, a la hora de la verdad, cuando se advirtió que las previsiones
presupuestales habían sido erradas y que el crecimiento en 2015, en lugar
del 2,5 por ciento postulado, fue de apenas 1 por ciento, con anuncios aún
más desalentadores para el 2016, el temor se generalizó en el gobierno,
devino en una cierta parálisis y Tabaré reforzó aun más su respaldo al
ministro de Economía. Hoy tenemos un gobierno donde si bien el timonel
político es Vázquez, contamos con un superministro de Economía, que en las
decisiones económicas resuelve casi sin concesiones ni discusiones, con el
total respaldo del presidente. Muchos de los integrantes del Consejo de
Ministros en privado manifiestan discrepancias y formulan alternativas
posibles, pero en público y sobre todo en el seno del gabinete, se llaman a
silencio. A mí me preguntan si en un momento de desaceleración económica no
hay que darle todo el poder al equipo económico, que, advirtamos, creo muy
solvente. Y yo digo que no, que estamos hablando de economía política, de
una política pública que como cualquier otra se resuelve a través de
opciones propiamente políticas. La discusión política sobre la economía en
los gobiernos frenteamplistas parece clausurada desde el arranque. En el
gobierno de Mujica no hubo dos equipos económicos, nunca lo hubo. El poder
de Astori es tan incontrastable que ha ganado en todas las decisiones, salvo
y tal vez el manejo de las empresas públicas que por cierto no fue positivo
(cuyo gasto excesivo en más de un sentido se les escapó apelando a las
autonomías, con las consecuencias conocidas, en especial en Ancap). Me causa
mucha gracia cuando me dicen que Astori es el gran perdedor en la interna
frenteamplista. En los tres gobiernos frenteamplistas, luego del presidente,
ha sido sin duda el hombre más poderoso en estos 11 años. Vázquez lo ha
respaldado siempre o casi siempre y Mujica, aun cuando lo ha discutido, a la
hora de la verdad también lo respaldó. Entonces la mera discusión de la
política económica del gobierno frenteamplista se ha convertido en un tabú.

—El equipo económico, entonces, se equivocó en las previsiones
presupuestales.

—Sí, no lo escuché decir al ministro “me equivoqué”. Cualquier debate, sobre
todo en el gabinete, es visto como impropio. Algo que choca en una fuerza
política como el FA, donde la primacía de la política fue clave y más en los
momentos críticos. Y la historia del país también así lo revela. Batlle y
Ordóñez, ante momentos críticos, en vez de replegarse radicalizó las
reformas y lo hizo siendo como era un hombre muy riguroso y hasta ortodoxo
en lo que hoy llamamos indicadores macroeconómicos. Pero advertía que ante
un contexto difícil, en un país pequeño tomador de precios y de reglas,
había que tomar iniciativas, actuar con audacia y responsabilidad. Acá han
sido desechadas, sin siquiera discutir, medidas que la oposición planteó,
que fueron catalogadas como irracionales antes de ser consideradas con
seriedad. Por ejemplo, el manejo de parte de las reservas para impulsar
iniciativas de infraestructura. Por ejemplo, el gravar los servicios
financieros que están aumentando fuertemente sus ingresos por la ley de
bancarización (llamada “inclusión financiera”). ¿Por qué el gobierno no se
afirmó en la idea de un planteo que podría recoger buena parte del respaldo
de todo el sistema político, por qué no apostar a eso para tener más oxígeno
y legitimidad ante momentos difíciles? Estas cosas pasan porque hay un grupo
con mucho poder que maneja la política económica, a menudo muy sordo a
posturas diferentes y con el que se puede discutir cada vez menos. Y hay que
recordar una vez más a Seregni, a 100 años de su nacimiento: “es la política
la que debe mandar a la economía”.

—¿El descontento con la gestión de gobierno es entonces un aspecto clave
hacia las elecciones?

—Hoy en el mundo muchos de los resultados imprevistos que en materia
electoral se dan son expresión de un rechazo al establishment. Hoy en
Uruguay también se está instalando eso. Y el establishment es básicamente
ese núcleo instalado en el gobierno, que es el que maneja los asuntos más
relevantes y que muchas veces en su comunicación aparece como soberbio y
cerrado en una burbuja. Volviendo a la instancia de las elecciones, lo
primero que cabe advertir es que acá no se está eligiendo para nada al
precandidato presidencial del FA para el 2019. Ninguno de los cuatro
contendientes va a ser precandidato presidencial en 2019. Ya lo han dicho,
ninguno está buscando eso. Lo que está en juego, de alguna manera, es un
modelo de FA y un modelo de vínculo entre la fuerza política y el gobierno
frenteamplista. La pugna de modelos tiene que ver con si el FA del futuro
tendrá como función hacer seguidismo del Ejecutivo, respaldar todo lo que el
gobierno haga y diga. Uruguay es una democracia de partidos, los que
gobiernan son también los partidos. Entonces ese vínculo entre partido y
gobierno es una relación que siempre ha sido de ida y vuelta, ha formado
parte de una dialéctica que finalmente les ha servido a los Ejecutivos. Las
administraciones nacionales que se divorcian de su partido y de las fuerzas
sociales que lo respaldan suelen tener dificultades muy graves, porque de
inmediato eso repercute en su respaldo parlamentario. Entonces, hay un
modelo que está en debate. Y aquí hay, también, un recambio generacional que
está en juego. El Frente está renovando su elenco, que hace tiempo está
envejecido. La tríada que de alguna manera protagonizó y garantizó el
excelente desempeño electoral que llevó al partido en 30 años de un 22 por
ciento en las elecciones del 84 a un 52 por ciento de los votos válidos en
las elecciones de 2004 y luego mantuvo una cercanía de un 48 por ciento más
menos del total de votos emitidos, que le dio por tres veces gobierno con
mayoría legislativa, es fruto de una articulación que pudo resultar posible
dentro de un partido plural, discutidor, experto en administrar diferencias
para luego resolver la unidad política. Y fue un éxito rutilante de esa
tríada de Vázquez, Astori y Mujica. Pero eso se terminó.

—Los contenidos de la campaña parecen basarse en lo instrumental. ¿Cuál son
los proyectos en disputa?

—Acá hay falta de conducción, pero también hay falta de proyecto, de ideas
nuevas, de coraje para discutirlas aun siendo gobierno y en un contexto muy
difícil. El proyecto frenteamplista estaba muy claro en el 2005. Y la verdad
es que el primer gobierno lo hizo muy bien y terminó con un índice de
aprobación muy grande. Y lo concretó, más allá de un contexto económico
favorable, con libreto, con políticas proactivas. Durante ese gobierno se
plantearon las grandes reformas y aun cuando la reforma educativa no
prosperó (el gran déficit de estas tres administraciones), sí pudieron
lograrse la reforma fiscal en un continente que no las tiene, la reforma de
la salud, la creación del Mides, en un momento que muchos decían que no
había que hablar de emergencia social y había un 40 por ciento de pobres.
Hoy se bajaron todos esos indicadores en varias veces. Si la izquierda no es
capaz de retomar y recrear un libreto, en donde, ante una realidad adversa,
tenga un proyecto para responder y seguir las transformaciones, la
ciudadanía la sancionará. Porque es muy fácil redistribuir en un tiempo de
bonanza. No soy de aquellos que creen que esto ha sido una década perdida y
que la distribución fue efecto del factor derrame. Falso. En América Latina
podía haberse dado el mismo factor y no se dio. El sistema de cuidados es
parte de un libreto nuevo, pero hoy en Uruguay, más allá de la disminución
de la pobreza, hay una zona de vulnerabilidad ampliada, que algunos
establecen en un 25 por ciento y que sostienen que puede recaer en la
pobreza. Frente a eso, falta libreto y falta discusión política. ¿Quién es
el más necesitado de eso? El gobierno. Por eso necesita de un FA dinámico y
propositivo, que con responsabilidad, pero también con audacia creativa, le
haga puente entre el Parlamento y el Ejecutivo y discuta los grandes
asuntos. Requiere un Frente donde vuelvan a ponerse arriba de la mesa los
grandes temas, sin veto.

—¿Es un tema soslayado en la campaña o aparecen diferencias entre los
candidatos?

—Más o menos, porque hay una diferencia entre los dichos de Javier Miranda,
a quien quiero como hermano, que ha sostenido que el gobierno tiene que
estar por un lado y la fuerza política, por otro. El gobierno tiene que
gobernar y la fuerza política tiene que acompañar. Y él, nada menos, puso el
tema del Tisa como ejemplo de lo que no debe hacerse. Me pregunto cómo hace
el gobierno para llevar adelante una política exterior que es repudiada por
la enorme mayoría de los sectores frenteamplistas. ¿Es que acaso alguien
está pensando que el gobierno va a votar con toda la oposición y una parte
del FA un giro de la política exterior uruguaya de esa magnitud? ¿Se puede
pensar en un Frente que actúe de esa manera y que salga indemne de esa
situación? Los otros candidatos no están planteando eso, proponen distintas
instancias donde el vínculo entre fuerza política y gobierno sea mucho más
cotidiano, mucho más fuerte, mucho menos seguidista, mucho más crítico
legítimamente. El batllismo llegó a plantear, en la década del veinte, que,
el primer y tercer lunes de cada mes, todos los gobernantes y parlamentarios
por el partido fueran a discutir sus iniciativas de gobierno al partido. Es
el origen de la Agrupación Nacional de Gobierno. ¿Y quién primaba? El
partido. Yo no propongo esto para hoy, porque con el Frente actual eso
llevaría a una crisis brutal. El batllismo creía en el mandato imperativo.
Hoy el Frente tiene que lograr la coherencia operativa por otros medios. La
gente elige partidos y no monarcas electos. No quiere gabinetes en donde no
se discuta. Y el gobierno tiene como biblias (y Vázquez lo ha dicho muchas
veces) la Constitución y el programa. Los programas son inspiraciones, pero
ojo, las inspiraciones marcan límites y también rumbos. Las inspiraciones
que marcan los programas no pueden ignorarse o incumplirse.

—Hoy aparecen diferencias claras en política internacional.

—Ese es uno de los ejemplos mayores, entre un gobierno que va para un lado y
un FA que va para el otro. El nuevo presidente del Frente deberá ser un gran
articulador para volver a hacer converger los rumbos. Alejandro Sánchez dijo
una cosa muy interesante: quiero que no haya un Podemos fuera del FA en
Uruguay. Y mirá que esa no es una advertencia inventada. El FA y su
gobierno, sus parlamentarios, tienen que dar la discusión sobre los asuntos
que están debatiendo los ciudadanos frenteamplistas. Conde planteó, el día
del paro, que esa movilización era legítima, que él acompañaba los motivos
que promovían la medida. Varios ministros creían lo mismo, y él, que estaba
dando la vuelta a Uruguay de comité en comité, lo que se había encontrado es
que la mayoría de los frenteamplistas pensaban lo mismo. En los momentos más
difíciles, es cuando el gobierno más tiene que escuchar y no encerrarse en
una política donde hay temas vetados. La elección del presidente del Frente
es una decisión clave que se da en el peor momento. Por eso no es difícil
pronosticar que habrá pocos votantes y que el presidente que emerja va a ser
un presidente con enormes tareas y con una legitimidad endeble. Lo peor que
le podría pasar al FA, y ya le ha pasado, es que se quiera ponerle un tapón
al partido para que no estorbe la marcha del gobierno.

—¿La continua apelación a modificar una estructura partidaria deficiente
abarca todos los desafíos del partido gobernante?

—Buena parte de la agenda que necesita el país hoy no está en el FA. La
primera reforma que tiene el país es la educativa. El Frente en la campaña
presentó un modelo de reforma de la educación, que iba en un sentido, y no
pasó un año que los dos representantes de ese rumbo –(Fernando) Filgueira y
(Juan Pedro) Mir– debieron renunciar. Hoy el Frente no está aplicando la
reforma educativa que propuso en la campaña. La política económica, ¿es un
piloto automático que no se puede discutir? ¿Solamente es responsabilidad
del superministerio de Economía? ¿No puede haber una discusión sensata, no
puede haber una reflexión a propósito de nuevas ideas en un contexto de
penurias? Tercero, la política exterior, ¿la va a fijar el canciller con el
ministro de Economía, en acuerdo con el presidente, o va a ser objeto de un
debate? ¿Qué medidas al estilo de las políticas antitabaco, que significaron
un gran triunfo de Vázquez, o como el cambio de la matriz energética, están
en estudio? El FA necesita medidas de ese calado. Uno no las ve. El proyecto
de la izquierda para Uruguay, ¿va a ser estimular de cualquier forma y a
cualquier costo la captación de inversión extranjera directa, apostar a la
venta de commodities y participar de las redes de servicios globales? ¿Es
ese el proyecto que tiene la izquierda uruguaya para proponerle al país del
futuro?

—¿Existe riesgo de distanciamiento con la base social de la izquierda?

—Lo peor que le puede pasar a un gobierno cuando enfrenta una situación
crítica es la sordera y la soberbia. Tiene que escuchar, no solamente a
quienes lo llevaron al gobierno, también tiene que escuchar a la oposición,
porque ella también le puede brindar ayudas. El FA se está alejando de sus
bases sociales, eso es evidente. El movimiento sindical, que siempre ha
combinado autonomía pero no prescindencia, le acaba de dar una demostración
de fuerza. Lo que se planteó es si un gobierno progresista, cuya clave es la
sensibilidad social y tener un proyecto de desarrollo con equidad, en el
momento de definir pautas salariales que afectan a los salarios y a las
jubilaciones sumergidas, tiene reticencia para aumentar un poco el Irae y el
impuesto al patrimonio. Ahora, no tiene reticencia para aceptar que en
Uruguay haya más de 100 mil jubilados que cobran 8.700 pesos, que hay 200
mil jubilados que cobran menos de 10 mil pesos, que hay 500 mil trabajadores
que cobran menos de 15 mil pesos. Tiene que haber una atención muy especial
para estos salarios y jubilaciones sumergidas. En esta afirmación de las
pautas salariales, el gobierno fue aplaudido por los empresarios y tuvo una
respuesta categórica del movimiento sindical y de los jubilados, que todos
vimos el jueves pasado. Frente a esas señales, ¿el gobierno va a continuar
como si nada hubiera ocurrido?

—¿La idea de dar la imagen de unidad de los candidatos no es un freno para
el debate ideológico?

—Absolutamente. Qué es una elección sino elegir entre diferentes. Cuando me
dijeron que para respetar la unidad del Frente, los candidatos iban a hacer
los actos en conjunto, no lo podía comprender. Cuando se tienen cuatro
candidatos lo que se quiere es ver en qué se diferencian. ¿Qué miedo a
debatir hay acá? A debatir nada menos que en una fuerza de izquierda, cuya
vida tiene que ser la discusión y la propuesta. El próximo presidente deberá
tener una actitud libertaria, tendrá que hacer varios parricidios, entre
otras cosas porque la dirigencia histórica del Frente está envejecida y
llegó el tiempo del recambio. Es la hora de los más jóvenes. Y que no haya
temas vetados, ni guardianes de las ortodoxias. Las elecciones de 2019, en
gran parte, se juegan en que el electorado frenteamplista acierte su
elección el domingo que viene. El momento no es el mejor.

Nota 

1) Este domingo (24 de julio) el electorado frenteamplista elige presidente
de la fuerza política a nivel nacional y departamental, los integrantes del
Plenario Nacional y de los departamentales, tanto sectoriales como de las
bases.

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