Imperialismo/ Obama: de izquierda a derecha, una gira pendular [Luis Bruschtein]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Mar 23 21:11:56 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

23 de marzo 2016

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Imperialismo

Una gira pendular 

Página/12, Buenos Aires, 22-3-2016

http://www.pagina12.com.ar/

Obama va primero a un país con gobierno de izquierda y después a otro con un
gobierno que la comunidad internacional ubica en la derecha. Cuba y
Argentina. Este movimiento pendular es para la política de su país. La
visita a Argentina busca neutralizar cualquier contagio izquierdófilo que le
achaquen por esa visita cubana. Parte de la gira de Obama se sustenta en esa
geopolítica.

Y además, son gestos simbólicos de la primera potencia mundial. Simbólicos
porque no dejan ningún saldo en lo material, sobre todo la visita a
Argentina, con la que paradójicamente fue más solidaria la administración de
George Bush que la de Obama con relación a la deuda externa y la discusión
con los buitres. El gobierno de Obama votó en contra de la propuesta
argentina en la Asamblea de la Onu que fue aprobada por la inmensa mayoría
de los países y además no intervino en el diferendo judicial cuando hubiera
podido hacerlo.

Para Cuba ese gesto simbólico de la visita tiene repercusiones mucho más
concretas que para Argentina. Se rompe el hielo. Hay una durísima barrera
que pusieron la Cia y los cubanos residentes en Miami, que hegemonizaron
durante décadas las relaciones entre Wa­shington y el gobierno de Cuba. La
visita rompe esa barrera y abre un abanico de posibilidades para la isla.
Pero la visita no pasa de ahí. No toca ni roza dos temas centrales como son
Guantánamo y el bloqueo.

Resulta insólito ver a los dos presidentes, Obama y Raúl Castro, dándose la
mano. Para los cubanos un presidente negro tiene una carga extra de
simpatía. Es el presidente de Estados Unidos que descongela la relación, el
primero que visita la isla en 88 años, y además es negro y tiene una mujer
elegante, bella y negra. La familia Obama tiene un carisma especial para el
pueblo cubano. El blanco estadounidense no tiene esa vivencia, pero Obama sí
y especula con ella. Para Obama es importante despejar la imagen que tienen
los cubanos del enemigo estadounidense, porque ha sido el principal
obstácu­lo para Estados Unidos en la disputa ideológica. Hubiera sido muy
distinto con Trump o Hillary Clinton.

Antes de viajar Obama hizo declaraciones sobre la región, tranquilizantes
para la derecha de su país. Sobre el fallecido presidente venezolano Hugo
Chávez, explicó que su estrategia consistió en tratarlo sin darle nunca la
categoría de gran enemigo, de gran cuco. De Cristina Kirchner dijo: “Tuve
una relación cálida en lo personal, pero sus políticas fueron
antiestadounidenses”.

Su viaje a Argentina contiene esa visión. No vino durante los gobiernos
kirchneristas y viene apenas asume Mauricio Macri, que es amigo de Donald
Trump, y no suyo ni de Hillary Clinton. Es una forma de decir que no opta
entre gobiernos reac­cionarios o progresistas, de izquierda o derecha, sino
entre amigos o no de Estados Unidos. Desde ese lugar se alinea con el
establishment estadounidense y muestra los límites de su política, como si
la mala imagen que tiene Estados Unidos en América Latina fuera obra de una
campaña marxista-populista y no de sus prácticas históricas
intervencionistas en lo político y depredadoras en lo económico.

La Cuba a la que llega Obama no es la misma que la de fines de los noventa,
un país que tras la caída del muro no tenía prácticamente ningún
interlocutor. El Brasil de Lula, la Argentina de Néstor Kirchner y la
Venezuela de Hugo Chávez propiciaron la ruptura de ese aislamiento y la
incorporación de Cuba al sistema regional sin pedirle permiso al
Departamento de Estado. Para Washington ese es un ejemplo de política
“antiestadounidense” que Macri nunca cometería. Pero esta visita de Obama no
se puede entender sin ese proceso previo. Obama no llega a un país cercado
sino a una Cuba que tiene relaciones normales con todos sus vecinos.

Y la Argentina a la que llega, aunque con un gobierno de derecha, tampoco es
la de los años noventa. Criticar a Cuba por los derechos humanos y venir a
Argentina el día más importante en la lucha por los derechos humanos
parecieran dos contenidos fáciles de sincronizar, sobre todo con el
presidente Macri. Si lo pensaron de esa manera simplista y superficial, sus
colaboradores demostraron desconocimiento y corrieron el riesgo de convertir
a la multitudinaria marcha de ese día en un gran acto de repudio contra su
visita.

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