Debates/ ¿debería "trumpizarse" la izquierda? [Michel Husson]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Nov 28 09:58:17 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

28 de noviembre 2016

Boletín Informativo

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Debates

¿Debería “trumpizarse” la izquierda?

Michel Husson

Altereco+Plus, 10-11-2016

http://www.alterecoplus.fr/

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

El 23 de enero de 2015, unos días antes de ser nombrado Ministro de Finanzas
del nuevo gobierno griego, YanisVarufakis respondía a las preguntas de
Channel Four. Su primer objetivo [como ministro del gobierno griego],
explicaba, era tomar las medidas de urgencia que permitiesen reducir los
efectos sociales de la crisis y el tercero era la renegociación de la deuda.
Entre los dos, e incluso antes de la cuestión de la deuda, Varufakis
designaba como objetivo la destrucción del sistema oligárquico: “We are
going to destroy the Greek oligarchy system”.

Esas intenciones tuvieron consecuencias, pero Varoufakis comprendía de forma
clara que una alternativa al desastre económico y social necesitaba de una
doble ruptura: no solo con la austeridad impuesta por la Troika sino
también, en el mismo interior de Grecia, con un sistema oligárquico formado
por armadores extra-territorializados, jefes de empresa depredadores y
banqueros especuladores.

Cuestión social y cuestión “nacional”

¿Qué relación tiene esto con el Brexit, la elección de Trump o el auge del
Frente Nacional ? Quizá se encuentra en la asimetría fundamental de los
discursos anti-sistema que contribuyen a su éxito. El procedimiento consiste
en subordinar la cuestión social a la cuestión nacional, o más precisamente
a cómo se inserta en la economía mundial. En concreto, consiste en inculcar
una idea simple: todos nuestros problemas, incluidos los sociales, vienen
del exterior. Los responsables de todos nuestros males son, “por
naturaleza”, extranjeros: la mundialización, China, Méjico, los refugiados,
la Comisión Europea, etc.

La música de fondo que se juega tras las proclamaciones anti-sistema es la
de restablecer a Estados Unidos en su estatuto de potencia mundial
indiscutida.

Así es: dentro de las fronteras hay que oponerse a los partidos “del
sistema”, pero lo que más se les reprocha no es de servir a los bancos y las
multinacionales y, por tanto, de haber llevado políticas socialmente
regresivas. En efecto, los partidos de la casta son designados como
responsables del paro o de las desigualdades, pero solo en la medida en que
se han subordinado a Bruselas o a la OMC y, de esta forma, se han sometido a
las exigencias del sistema mundial.

¡USA, USA, USA!

“Vamos a recuperar el control del país y actuar de forma que Estados Unidos
vuelvan a ser un gran país”, tal era el tema fundamental de la campaña de
Trump y había que escuchar a sus partidarios aclamarlo en su primera
declaración presidencial, a los gritos de ¡“USA, USA, USA”! Restablecer a
Estados Unidos en su estatuto de potencia mundial indiscutida o reencontrar
los beneficios de la insularidad británica: ésa es la música de fondo que se
juega tras sus proclamaciones anti-sistema.

Ignacio Ramonet desvelaba recientemente las “propuestas de Donald Trump que
nos esconden los grandes medios de comunicación”. Más allá del discurso
victimista de Trump respecto a los media (un clásico), dos propuestas ocupan
un lugar central en el programa de Trump: la denuncia de los perjuicios de
la mundialización y el proteccionismo. En Estados Unidos se han perdido
cinco de millones de empleos industriales y, según Trump, ello sería a causa
de las deslocalizaciones, del libre cambio y de la competencia china. Por
consiguiente, él se compromete a aumentar los derechos de aduana sobre los
productos chinos y mejicanos y a denunciar los pasados acuerdos de libre
cambio (NAFTA, Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Ndt) o los
que están en curso de negociación (TTIP).

Niebla confusionista a izquierda

En un reciente comentario, Antoine Bevort y Philippe Corcuff denuncian la
“niebla confusionista a izquierda”. Pero si el título de su nota –“¿Ignacio
Ramonet trumpizado?”- puede parecer excesivo, su crítica apunta a un
verdadero problema. En efecto, el artículo de Ramonet puede leerse como la
lista de temas que sería erróneo dejárselos a la derecha. Su enumeración
continúa con la “negativa a las restricciones presupuestarias neoliberales
en materia de seguridad social”, el aumento de los impuestos a los
operadores financieros y el restablecimiento de la ley Glass-Steagall (ley
dictada en 1933 para controlar la especulación financiera mediante la
separación entre la banca de depósito y la banca de inversión. Ndt) derogada
en 1999 por Bill Clinton. En resumen, Trump sería también el defensor de las
clases medias y de los pobres: de alguna forma, el enemigo del capital
financiero.

Habría que tomar en cuenta este aspecto del programa de Trump, que “los
grandes medios nos esconden”. Eso es cierto, pero Ramonet “nos esconde” el
programa de Trump de privatizar el Obacamare. Y, sobre todo, ¿cómo se puede
tomar en serio el párrafo demagógico (“bajaremos los impuestos, pero sin
tocar las conquistas sociales”) que conocemos bien en Francia gracias a las
primarias de la derecha (elecciones para designar al candidato de la derecha
a la presidencia de la República cuya segunda vuelta se disputará entre los
dos más votados en le primera vuelta: François Fillon (44,1 %) y Alain Juppé
(28,5 %). Ndt)?

En Trump, como en Sarkozy, Juppé o Le Pen, el contenido social es puramente
decorativo: adorna el corazón del discurso, es decir, la afirmación de una
soberanía o de una identidad (más o menos desgraciadas). La fuerza de ese
discurso se basa en una representación simplista del mundo, incluso
primitiva o tribal: todos nuestros males vienen de fuera, del extranjero.
Entonces es posible construir una sicología de masas basada en el miedo al
futuro y al otro. La sombra de la cuestión nacional es arrojada como un velo
sobre la cuestión social.

No se debería, se nos dice, dejar a la derecha el monopolio de la cuestión
“nacional”: la izquierda debería desarrollar un soberanismo –forzosamente de
izquierda- del que la salida del euro sería el punto final. Si tal debiera
ser la lección a extraer de la victoria de Trump, entonces a las derechas
identitarias y xenófobas le espera un futuro prometedor.

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