Uruguay/ crimen empresarial: cuatro trabajadores muertos en explosión, barrían pólvora con escobas [Redacción - Diego Píriz - Testimonios]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Oct 31 13:37:37 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

31 de octubre 2016

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

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Uruguay 

Crimen empresarial

Cuatro trabajadores muertos en explosión de fábrica de fuegos artificiales

Barrían pólvora con escobas 

Cuando un obrero de la construcción muere en un “accidente laboral”, el
sindicato paraliza de inmediato todas las obras del país. Es una medida de
protesta y denuncia contra la “irresponsabilidad patronal”. En el transporte
(ómnibus y taxímetros) ocurre lo mismo: si un trabajador es agredido o
asesinado por delincuentes, el gremio corta todos los servicios sin previo
aviso a la población usuaria. Tras cartón, reclama al Ministerio del
Interior más “prevención y vigilancia”, o sea, mayor “eficacia policial”. En
el caso de la enseñanza, el apoyo entre colegas es igual de expeditivo: si
un maestro o profesor es agredido (por un alumno o un familiar del mismo,
cualquiera sea la razón), los sindicatos del sector suspenden las clases por
24 horas. Según los aparatos burocráticos del PIT-CNT, estas medidas buscan
“sensibilizar a la población” y “alertar a las autoridades”. Y, sobre todo,
sirven para mostrar que la “solidaridad de clase” no es un cuento y está
robusta. 

El martes 25 de octubre, en un depósito de la fábrica de fuegos artificiales
Meteoro Trick Ltda, ubicada en la localidad de Toledo Chico (departamento de
Canelones, gobernado por el Frente Amplio, a poco más de 22 kilómetros del
centro de Montevideo), tres jóvenes trabajadores murieron calcinados y otro
quedó en estado grave (falleciendo días después, debido a las quemaduras en
el 90% de su cuerpo). Un quinto trabajador se salvó de quedar atrapado por
el incendio porque justo en ese momento estaba en el baño. Tres de los
fallecidos tenían 21, 22 y 27 años. 

Un vecino del lugar relató: “Cuando llegamos a la Perimetral ya veíamos el
humo negro. Y cuando nos acercábamos se escuchaban las explosiones de los
fuegos artificiales. Frenamos y se veía todo la humareda y la gente
ayudando. Rompieron el portón para ver si podían salvar a alguna persona que
estuviese adentro. Llegaron a sacar a una persona del fuego, pero tenía casi
el 90 % del cuerpo quemado. Lo pusieron en una camioneta y se la llevaron.
Dicen que había tres muchachos más, que era el primer día de trabajo, y que
ellos están ahí adentro todavía” (Teledoce, 25-10-2016)

Para el director nacional de Bomberos, Leandro Palomeque. “existió una
fuente de calor dentro del depósito, que es la que generó una deflagración;
esto significa que no es simplemente un fuego, sino que es algo parecido a
una explosión que toma todo el lugar por completo". Luego de que el fuego se
propagó en escasos segundos por todo el depósito, el techo de chapa cedió.
Palomeque señaló que la empresa no contaba con la correspondiente
habilitación de Bomberos, ni tampoco con la habilitación del Servicio
Material y Armamento del Ejército. (El País, 26-10-2016) Según él, este tipo
de depósitos, necesita una inspección de personal capacitado por militares.
La empresa había iniciado un trámite en el año 2012 que se cancelaba en el
año 2014, pero al no poder levantar las observaciones de Bomberos “la
habilitación nunca se concretó”, dijo  Palomeque. (El País, 29-10-2016) Es
decir, la fábrica operaba ilegalmente, aunque en un comunicado (28 de
octubre) sus propietarios afirman que todo estaba en regla.

Mientras Bomberos, Ejército y empresa se echan las culpas, el Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social (cuyos inspectores deben monitorear las
condiciones de trabajo en cualquier rincón del país), todavía no se ha
pronunciado. Tampoco se conoce la opinión del Director Nacional de Trabajo,
Juan Castillo (ex sindicalista y dirigente del Partido Comunista). Silencio
que indigna. No solo por la responsabilidad política que les cabe, sino
porque desde el Ministerio se viene promoviendo con bombos y platillos una
campaña en favor de “recuperar” la “cultura del trabajo”. El propio ministro
de la cartera Ernesto Murro (Frente Amplio) no deja de repetirlo con el
mayor de los énfasis: “porque hemos perdido cierta calidad en este ámbito”.
Aunque a renglón seguido reconozca -apoyado en un informe del Banco Mundial-
que la tasa media de crecimiento del PIB que tuvo Uruguay del 5% “se debe a
un aumento de productividad, lo cual es un dato muy relevante”. (Entrevista
en Crónicas Económicas, 23-9-2016).

Como otros tantos miles, los cuatro trabajadores que murieron quemados se
habían tomado en serio la “cultura de trabajo” y cumplían la
“productividad”. No integraban las filas de los estigmatizados jóvenes
“ni-ni”. Tampoco eran de los “haraganes” y “vagos”, según la clasificación
hecha por José Mujica, siendo presidente, y por Richard Reed, dirigente del
PIT-CNT, cuando criticaron a los trabajadores por su apego al “ausentismo
laboral”.  Al contrario: ellos trabajaban, desprotegidos, con un “salario
sumergido” que apenas traspasaba la franja miserable del salario mínimo
nacional. Trataban de abrirse paso en una sociedad que tiene a más de 6500
jóvenes (entre 18 y 29 años) encerrados en las “peores cárceles del mundo”,
de acuerdo a informes de Naciones Unidas y la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. Es decir; los cuatro no eran “infractores de la ley” ni
“lumpenes-consumistas”, como alguna vez tildó Eduardo Bonomi, el jefe
tupamaro que ejerce como Ministro del Interior, a los jóvenes que “hacen del
delito una profesión”. 

La mayoría de los medios de prensa trataron el horrendo caso como un típico
“accidente laboral” y hasta como un dato de la crónica policial. La escasa
difusión de la tragedia terminó evaporándose en una semana donde la muerte
del ex presidente Jorge Batlle (24 de octubre), el TLC firmado entre China y
Uruguay, la nueva cruzada antitabaco de Tabaré Vázquez, y los coletazos de
la violencia en el fútbol, cubrieron todas las portadas informativas.

La reacción sindical fue vergonzante. Por omisión. Ni la dirección del
PIT-CNT, ni la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios
(Fuecys, que incluye a los trabajadores de la rama fuegos artificiales), ni
cualquier otro sindicato se pronunciaron sobre el crimen empresarial.
Tampoco hubo respuesta de las tendencias y agrupaciones “clasistas y
combativas” que, por lo general, denuncian la precariedad laboral y la
impunidad patronal. Lo que vuelve a mostrar que la mítica “unidad sindical”,
hegemonizada por el sindicalismo gubernamental, no enfrenta, en lo esencial,
auténticos desafíos por la izquierda. Revelador, en todo caso, de una
falacia disfrazada de “conciencia de clase”. 

Cuando el fuego destruía la vida de los cuatro trabajadores, el presidente
del PIT-CNT, Fernando Pereira, hacía acto de presencia en el
sepelio-homenaje a Batlle en el Palacio Legislativo. La central sindical no
podía estar ausente del “tributo respetuoso” al político ultraliberal. Para
los muertos en Toledo Chico no hubo tributo. La “solidaridad de clase”
sencillamente no existió. Ningún dirigente sindical se acercó. Es que ese
proletariado sobreexplotado no integra los padrones de afiliados al
sindicalismo corporativo. Ni se beneficia de la fibra que brinda el
“movimiento obrero organizado”. 

Las diversas organizaciones de Derechos Humanos y entidades de la “sociedad
civil”, otra vez, pegaron el faltazo. Revelando los miedos y las
vacilaciones cuando se trata de denunciar el despotismo y la violencia
capitalista ahí, en las fábricas, donde los trabajadores venden su única
riqueza: la fuerza de trabajo. Los testimonios a continuación dan cuentan
del dolor de madres, padres, amigos. Que fueron abandonados en su condición
de gente trabajadora, luchadora de la vida, humildemente digna. (Redacción
de Correspondencia de Prensa)

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La tragedia de cuatro familias

Piden "justicia" por jóvenes que murieron en el incendio

Familiares dicen que barrían pólvora con escobas

Diego Píriz

El País, Montevideo, 29-10-2016 

http://www.elpais.com.uy/

Mauri, cerrá la puerta que hace frío!", gritaron Damián, Edison y Johon,
quienes se encontraban dentro del depósito de fuegos artificiales que se
incendió el martes a las 15:00 horas. Junto a ellos, también estaba Víctor,
que se escribía por Whatsapp con su hermano que vive en Argentina.

Mauricio abrió la puerta corrediza de metal, color gris, y se fue, no la
cerró. "Hace rato que tengo ganas de ir al baño, vuelvo y terminamos con las
cajas que nos quedan", le dijo el joven de 19 años a sus compañeros.

Adentro del depósito, los trabajadores, todos veinteañeros, arreglaban cajas
de explosivos que estaban siendo preparadas de cara a la zafra, por las
fiestas de fin de año.

Algunos estaban barriendo pólvora con escobas. "Eso se hacía siempre así, el
dueño de este local sabe bien que eso está mal, ¿¡cómo van a barrer pólvora
con escobas!?, salta una chispa de lo que sea y pasa esto", contó Hilda
Méndez a El País. La mujer, es madre de Mauricio, el chico que decidió salir
al baño.

En este sentido, la vocera de Bomberos, Mariela Vivone dijo a El País que
"ese tipo de polvo se considera altamente peligroso".

"Tengo que agradecer tenerlo vivo", confesó Hilda, al tiempo que observa a
Mauricio, quien se encontraba cabizbajo y se fue del lugar de conversación.
"Le vino un ataque de nervios el martes, y no es para menos", señaló la
mujer.

Mauricio llegó al baño, que está a pocos metros del galpón que es casi
hermético. Oyó que la puerta gigante de metal había sido cerrada por sus
compañeros, y después una explosión. Volvió corriendo a ver qué era lo que
ocurría. Frente a sus ojos se desplomaba el depósito que segundos atrás
había dejado con apuro. Allí adentro, también estaban sus cuatro compañeros.

Tres murieron en ese instante carbonizados, y Edison Gianivelli, de 27 años,
falleció ayer al mediodía, producto de las quemaduras que sufrió en el 90%
de su cuerpo.

El fuego y el humo invadió el sitio, los fuegos artificiales comenzaron a
estallar, y el techo liviano de chapa se desplomó. "Ahí enfrente estaba
nuestro hijo, del que ni siquiera nos entregaron el cuerpo que está
totalmente carbonizado", contó Miguel Fagian, papá de Damián.

Rosario Pérez, madre del chico de 21 años, que no pudo contener las
lágrimas, sostenía la foto de su hijo aún sin querer entender la situación:
"Pienso en lo que pasó y no lo creo, no sé, es como que estamos en una
agonía constante, no sabemos qué pasó con nuestro hijo, nadie nos dio una
explicación, no nos dijeron nada, no sabemos dónde está su cuerpo".

La casa donde vivía Damián, queda enfrente al galpón que se incendió por
completo, y que hoy tenía sus puertas cerradas, sin movimientos. Como si
fuera un lugar abandonado en el kilómetro 1 de Camino Andaluz.

"Pedimos justicia"

La familia de Johon Rodríguez no encuentra consuelo. Ayer por la tarde, un
grupo de amigos y allegados al joven de 21 años, estaba reunido en la casa
"dándole fuerzas a la familia", explicaron a El País.

"El 19 de noviembre del 2014 mi hijo empezó a trabajar ahí, a nosotros no
nos han dicho absolutamente nada, acá no vino nadie, ni desde la empresa ni
desde ningún lugar, nadie dio la cara por esto que pasó", enfatizó Susana
Machado, madre de Johon.

Según contaron a El País, "cuando pasó el accidente, estuvimos en el portón
de acceso al galpón y no nos decían nada, recién a las 18:00 horas nos
enteramos que nuestro hijo estaba muerto".

"Estamos con las manos vacías, mi único hijo salió el martes a trabajar, y
todavía no podemos ni velarlo, con el dolor que tenemos, ahora la Policía
nos dice que recién el martes nos van a dar sus restos, porque faltan hacer
las pericias.

¿Tanto demoran esas pericias?", se preguntó Susana.

La familia Rodríguez, repite una y otra vez la palabra "justicia".

"Esto es una tortura, no podemos más, el dueño de ese lugar tiene que pagar
por lo que hizo, los chiquilines estaban trabajando en un lugar que estaba
irregular, que no tenía ningún tipo de habilitación, no nos van a devolver
las vidas, pero que esto no quede impune", suplicó Susana.

Oferta económica

El secretario de la empresa se comunicó telefónicamente con las familias de
los fallecidos.

El hombre le ofreció a los familiares que la empresa se hiciese cargo de los
servicios fúnebres, y además "negociar", según relataron a El País.

La negociación a la que quería llegar el dueño de la empresa, según le
explicó el secretario a los familiares, era resarcirlos económicamente para
que no llevaran a cabo un juicio en su contra.

La cifra económica no se las dio, "pero está dispuesto a pagarnos para que
no le hagamos un juicio", indicaron las familias.

"Las vidas de nuestros hijos no valen dinero, no queremos plata de nadie,
solo queremos que se haga Justicia y que paguen con la ley lo que hicieron,
porque ese lugar no contaba con las habilitaciones que tenía que contar y
nuestros hijos murieron por negligencia", explicó Washintón, padre de Johon.

El País intentó comunicarse con los responsables de la empresa en varias
ocasiones durante la jornada de ayer, pero las respuestas fueron nulas.

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