Imperialismo/ el asimétrico nuevo orden mundial: la rivalidad entre imperios en el siglo XXI [Ashley Smith]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Sep 29 12:29:54 UYT 2016


  _____

Correspondencia de Prensa

29 de setiembre 2016

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____

Imperialismo

El asimétrico nuevo orden mundial

La rivalidad entre imperios en el siglo XXI

Ashley Smith *

International Socialist Review, Chicago, abril de 2016

http://isreview.org/

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

Hemos entrado en una nueva época del imperialismo mundial. Los hitos del
proceso copan las noticias diarias. EE UU y China se disputan la hegemonía
en Asia. En Europa Oriental, Rusia y EE UU se han enfrascado en una nueva
guerra fría. Estas potencias también apoyan a bandos opuestos en el
creciente conflicto internacional en Oriente Medio. Tales rivalidades
desmienten la tesis de Karl Kautsky, quien a comienzos del siglo XX sostenía
que el mundo había entrado en una nueva fase del capitalismo, en la que las
clases dominantes del mundo, salvo algunas excepciones menores, se habían
unido de cara a la explotación pacífica de los trabajadores y los recursos
del planeta.

El auge neoliberal de comienzos de la década de 1980 hasta el año 2008 es la
causa principal de esta nueva rivalidad imperial. Ha reordenado las placas
tectónicas de la economía mundial. Países como China se han convertido en
nuevos epicentros de acumulación de capital. Inevitablemente han ganado
fuerza en el sistema mundial y así han entrado en conflicto con la potencia
hegemónica, EE UU, que ha sufrido un declive relativo a raíz de las crisis
económica, imperial y política.

Todo esto ha creado un nuevo mundo multipolar asimétrico. EE UU sigue siendo
la única superpotencia, pero ahora se enfrenta a un rival global potencial
en China y a una serie de potencias regionales, desde Rusia hasta Brasil.
También afronta conflictos entre varios Estados ascendentes que escapan a su
control. El desplome global duradero del sistema mundial y la reciente
desaceleración de la economía china no harán más que exacerbar las tensiones
entre las diversas potencias. Todos los rincones del mundo están en juego,
desde las Américas hasta Asia, Europa, África e incluso el Ártico y la
Antártida.

El gobierno de Obama ha dejado bien claro que, según sus propias palabras,
“el liderazgo global de EE UU sigue siendo indispensable”/1. No obstante, su
declive relativo le ha forzado a revisar su estrategia imperial. Al tiempo
que trata de sustraer a EE UU de guerras terrestres en Oriente Medio y Asia
Central y retornar a una política de equilibrio entre potencias regionales,
Obama intenta reorientar la potencia estadounidense para enfrentarse a Rusia
en Europa Oriental y, sobre todo, para centrarse en Asia a fin de contener
el ascenso de China como potencia regional y futura potencia mundial. Todo
esto augura una conflictividad creciente dentro del sistema global.

El capitalismo incuba la rivalidad interimperial

La teoría marxista clásica del imperialismo sigue siendo el mejor
instrumento para analizar estas rivalidades en curso. Vladímir Lenin esbozó
el planteamiento básico en su folleto El imperialismo, fase superior del
capitalismo. Nikolai Bujarin lo desarrolló de un modo más sistemático en su
libro titulado El imperialismo y la economía mundial. En esencia, señalan
que la lógica competitiva del capitalismo empuja a las empresas a ir más
allá de las fronteras de la economía nacional para buscar recursos, mercados
y mano de obra en todo el mundo. Cada uno de los Estados capitalistas
acumula enormes arsenales militares para asegurar los intereses de sus
empresas dentro del sistema. De este modo, la competencia económica entre
capitales da pie a la competencia imperial entre Estados en torno al reparto
y la modificación del reparto del mundo. Estas rivalidades pueden
desencadenar una guerra entre las grandes potencias.

Los vencedores en estos conflictos tratan de imponer una nueva jerarquía
entre los Estados capitalistas. Algunos se sientan en lo alto, otros debajo,
y los que están abajo del todo sufren opresión nacional, bien directamente
mediante el dominio colonial, bien indirectamente a través de la sumisión
política y económica a los dictados de los Estados más poderosos. Sin
embargo, según Lenin y Bujarin, estas jerarquías nunca son permanentes. La
ley del desarrollo desigual en el capitalismo, que León Trotsky profundizó
con la ley de desarrollo desigual y combinado, altera continuamente el orden
de los Estados. Viejas potencias se atrofian, surgen nuevas potencias
capitalistas que entran en conflicto cuando cada una trata de ordenar el
sistema a favor de su propia clase capitalista.

Los marxistas clásicos desarrollaron su teoría polemizando con su coetáneo
Kautsky, quien argumentaba que el capitalismo podía dar lugar al
ultraimperialismo, en el que las potencias capitalistas podían unirse en
torno a la explotación pacífica y cooperativa de la población trabajadora
del mundo. Su ingenuidad teórica fue desmentida por toda la historia del
siglo XX y ahora por las nuevas rivalidades del siglo XXI. Hemos conocido
una sucesión de fases de conflicto interimperial. Primero fue el periodo
clásico del imperialismo, cuando las grandes potencias en un orden
multipolar se apresuraron a construir imperios coloniales, se repartieron el
mundo y desencadenaron dos guerras mundiales. El triunfo de EE UU y la URSS,
resultante de esa catástrofe fratricida, dio lugar al orden bipolar de la
guerra fría. Con el colapso del imperio soviético, el imperialismo y la
rivalidad interimperial no cesaron sino que dieron lugar a un momento
unipolar, hasta que este sucumbió ante el orden mundial multipolar
asimétrico de hoy en día.

El momento unipolar

En su obra de referencia titulada The Making of Global Capitalism, Leo
Panitch y Sam Gindin generalizan excesivamente el momento unipolar, creyendo
que la dominación mundial de EE UU, que ellos consideran persistente e
inalterable, invalida la teoría de Lenin y Bujarin/2. EE UU ha intentado, en
efecto, asegurar un orden mundial unipolar e impedir el ascenso de cualquier
competidor equiparable. Lo ha conseguido durante un tiempo, hasta que el
auge neoliberal y las propias crisis de EE UU han socavado su hegemonía. Ha
desarrollado una amplia estrategia encaminada a incorporar y subordinar
todos los Estados del mundo en las estructuras políticas, económicas y
militares que había creado en su bloque durante la guerra fría. Como señala
el Nosferatu del imperialismo estadounidense, ZbigniewBrzezinski, en su
libro The Grand Chessboard, “los tres grandes imperativos de la
geoestrategia imperial consisten en impedir la colusión de los vasallos y
mantener su dependencia en materia de seguridad, asegurar que los Estados
tributarios permanezcan acomodaticios y protegidos y evitar que los bárbaros
se junten”/3.

Este proyecto fue un éxito para EE UU en la década de 1990. La clase
capitalista estadounidense reestructuró su economía y restableció su
predominio económico relativo sobre Japón y Alemania. Trató de integrar a
sus antiguos rivales de la guerra fría en su imperio. Con China ya había
establecido una alianza en la década de 1970, y en los años noventa intentó
convertirla en una plataforma de fabricación destinada a la exportación para
el capital estadounidense e internacional. Junto con sus aliados, impuso un
ajuste estructural neoliberal en Rusia y se apoderó de la zona de influencia
de esta en Europa Oriental, incorporando a muchos de los nuevos Estados
independientes en la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN).

EE UU utilizó varios organismos internacionales, como Naciones Unidas, para
asimilar políticamente a países que habían estado en la zona de influencia
rusa o en el campo no alineado. Intensificó el uso del Fondo Monetario
Internacional (FMI) y del Banco Mundial, así como la recién estrenada
Organización Mundial del Comercio (OMC), para abrir las economías
capitalistas estatalizadas y someterlas en su conjunto a un orden económico
neoliberal supervisado por EE UU, cuyos principios orientadores eran la
desregulación, la privatización y la globalización.

El momento unipolar no trajo la paz ni el prometido dividendo de la paz. En
vez de ello, EE UU mantuvo su enorme aparato militar y lo empleó para
imponer su dominio neoliberal informal frente a los llamados Estados
granujas como Irak y Corea del Norte; asumió la tarea de policía
internacional para poner orden en los llamados Estados fallidos como Somalia
y Haití; y blandió su vasta flota de guerra para intimidar a cualquiera que
contestara su dominación.

El auge neoliberal socava la unipolaridad

Tal como habrían predicho los marxistas clásicos, la ley del desarrollo
desigual y combinado socavó la hegemonía indiscutida de EE UU. El auge
neoliberal sería la fuerza motriz de este proceso. Como demuestra David
McNally en su libro The Global Slump, las clases capitalistas superaron la
crisis de la década de 1970 y pusieron en marcha una expansión masiva en el
mundo capitalista avanzado y partes del mundo en desarrollo, especialmente
alrededor de China en el noreste de Asia. El auge neoliberal de 1982 a 2007
triplicó el volumen de la economía mundial/4. Este auge generó nuevos
centros de acumulación de capital, como China, que pasó a defender sus
intereses de forma más enérgica dentro del sistema mundial, a veces
conjuntamente con EE UU y en otras ocasiones en oposición a EE UU. Wall
Street dio en llamar a estos países los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica). La lista podría completarse con muchos otros, como Arabia Saudí
o Australia.

Los dos más importantes entre ellos son China y Rusia. China ha conservado
la propiedad estatal sobre sectores clave de su economía (como el
energético), ha obligado a los inversores extranjeros a asociarse con
empresas chinas y ha desarrollado su propia clase capitalista. De este modo,
a pesar de su apertura al sistema mundial y a la entrada masiva de inversión
extranjera directa, China conserva un alto grado de independencia como
potencia emergente. Actualmente es el fabricante más grande del mundo y su
economía es la segunda más importante. Rusia, después de recuperarse de la
terapia de choque neoliberal de los años noventa, ha conseguido recuperarse
también como potencia regional. Bajo el gobierno de Vladímir Putin, ha
renacionalizado gran parte de su sector energético y se ha convertido en una
potencia petrolera respaldada por un enorme arsenal de cabezas nucleares.
Gracias a la liquidez que le proporcionó el auge de su industria petrolera y
de gas natural, comenzó a repeler la invasión estadounidense en su antiguo
imperio en Europa Oriental y Asia Central.

China y Rusia, así como el resto de los BRICS, son ahora importantes países
en el sistema mundial. Sin embargo, es importante no ponerlos a todos en el
mismo saco. China es una potencia económica, militar y geopolítica a
ascenso. Rusia es una potencia económica muy venida a menos, pero su
industria energética y su arsenal militar hacen de ella una fuerza regional
capaz de hacer valer su poder a escala internacional. Otros, como Brasil o
Sudáfrica, son a lo sumo potencias regionales. Tampoco comparten intereses
comunes y han colisionado en torno a una serie de cuestiones, desde el
comercio hasta la geopolítica.

El cambio de la correlación de fuerzas en el sistema de Estados se pone
claramente de manifiesto en las estructuras institucionales del capitalismo
mundial. Reconociendo el ascenso de nuevos países capitalistas, EE UU
decidió, tras el estallido de la Gran Recesión, ampliar la reunión de las
tradicionales potencias del G-7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón,
Reino Unido y EE UU) a un nuevo grupo G-20. Una fuente declaró a The
Guardian que “la aparición del G-20 –que incluye a China, India, Brasil y
otros países emergentes– reveló que el G-7 tenía que cambiar o volverse
irrelevante”/5. El G-20 se ha convertido ahora en el principal foro mundial
para el debate entre los Estados capitalistas dominantes. The Economist
escribió, tal vez en un exceso de optimismo, que “no es un nuevo Bretton
Woods, pero sí un cambio decisivo del viejo orden mundial”/6.

En realidad, EE UU no ha logrado integrar sin problemas a las nuevas
potencias en este orden. Por ejemplo, las divisiones entre ellas han
paralizado la OMC, que en 2001 inauguró la ronda de Doha para un pacto
comercial global y esperaba tenerlo concluido en 2005. Sin embargo, los
desacuerdos entre los países capitalistas avanzados y los BRICS en torno a
los subsidios agrícolas y las barreras a la importación frustraron las
negociaciones, que finalizaron en 2015 sin acuerdo/7. Tras el fracaso de la
OMC, las diferentes potencias capitalistas han forjado pactos regionales y
bilaterales en beneficio propio, lo que ha llevado a algunos economistas
neoliberales a preocuparse por el ocaso del orden neoliberal. Crédit Suisse
publicó un nuevo informe que advertía ante “un posible abandono de la
globalización a favor de un mundo multipolar”/8.

Las múltiples crisis del imperialismo estadounidense

Cuando el auge del neoliberalismo creó nuevos rivales, EE UU sufrió tres
crisis que provocaron su declive relativo y precipitaron el final del
momento unipolar. En primer lugar, y ante todo, sufrió una crisis imperial
con sus derrotas en Afganistán e Irak. Con la excusa de la llamada “guerra
contra el terrorismo”, el gobierno de George Bush había planeado afianzar su
dominación global tomando el control de Irak y remodelando Oriente Medio
bajo su égida. EE UU esperaba controlar a sus rivales potenciales que
dependen del petróleo de la región al tener la mano en el grifo. Pero las
invasiones y ocupaciones de Bush acabaron mal. El ex director de la Agencia
Nacional de Seguridad bajo el gobierno de Reagan, general Odom, calificó la
guerra de Irak como el “mayor desastre estratégico de la historia de EE UU”
y dijo que era “mucho más grave que Vietnam”/9. La suerte de EE UU en
Afganistán apenas fue mejor. Esta es ahora la guerra más larga de la
historia de EE UU y tras bastante más de una década de ocupación y combate,
EE UU y el débil régimen títere que ha instalado todavía están luchando
contra los talibán resurrectos. Con EE UU empantanado y gastando billones de
dólares en destrozar Irak y Afganistán, sus rivales, en particular China,
han ganado espacio para sacar músculo/10.

En segundo lugar, la crisis económica de 2008 puso fin al prolongado auge
neoliberal, socavando todavía más la hegemonía estadounidense. La Gran
Recesión y la consiguiente depresión mundial golpeó de forma particularmente
fuerte a EE UU, Europa y Japón. Tal como documenta Edward Luce, “en 1969, EE
UU recibía el 36 % de la renta mundial a precios de mercado, de acuerdo con
las Perspectivas de la Economía Mundial del FMI. La parte que se llevaba EE
UU había descendido al 31 % en el año 2000. Entonces comenzó a caer en
picado. En 2010, EE UU se embolsó apenas el 23,1 % de la renta mundial. En
una década, EE UU perdió el 7 % de la renta mundial”/11.

Además de estas dos crisis, EE UU experimenta una tercera: el bloqueo
político entre el Congreso y el gobierno de Obama. Ambos partidos
capitalistas están a matar entre ellos. Los Republicanos se han convertido
en “el partido del no”. Son rehenes del ala radical de Tea Party, lo que les
permite ganar elecciones, pero le lleva a oponerse a proyectos que el
capital apoya, como el rescate de bancos y grandes empresas tras la Gran
Recesión.

A pesar de su triple crisis, EE UU sigue siendo la única superpotencia
mundial. Su economía es la más grande, su ejército es de lejos el más
poderoso (el presupuesto militar estadounidense es mayor que los de los
nueve países siguientes juntos), y por eso detenta el mayor poder
geopolítico/12. Sin embargo, su declive relativo significa que ya no es
capaz de imponer su voluntad, como lo fue en el momento unipolar de los años
noventa. Sus diversos rivales internacionales y regionales tienen más
capacidad y margen de maniobra para llevar adelante sus propios planes. No
obstante, lejos de retirarse con el rabo entre las piernas, EE UU está
decidido a conservar su dominación global. Aunque Washington ha estado
paralizado, las líneas maestras del proyecto imperial estadounidense están
claras. La clase dominante pretende sacar provecho de la mano de obra barata
de EE UU y de sectores de su industria para hacerlos funcionar con su
petróleo extraído mediante fracking y su gas natural de producción nacional.
Sobre la base de su economía renovada, espera reafirmar su poder en el
sistema mundial/13.

Objetivo: Asia

La reafirmación imperial de EE UU le causa conflictos con las potencias
emergentes, especialmente China y Rusia. Gilbert Achcar tuvo razón al
calificar a EE UU y sus dos antagonistas de “la tríada estratégica” del
sistema de Estados surgido de la guerra fría/14. EE UU está decidido a
asegurar que o bien los integra en su orden internacional neoliberal, o bien
los frena y disuade como rivales. Al mismo tiempo, y debido a su declive
relativo, tiene que llegar a acuerdos con esas potencias, no solo en materia
económica, sino también en relación con las regiones conflictivas en las que
no puede imponer una solución por sí mismo o a través de sus representantes
locales. Los principales terrenos de conflicto entre EE UU y sus nuevos
rivales son Asia, Europa y Oriente Medio. En Asia, EE UU reconoce que
actualmente se enfrenta a un rival emergente y potencial, que es China. Se
trata de la segunda economía más grande del mundo y del principal país
exportador/15. Ha integrado a la mayoría de economías asiáticas, recorre el
mundo en busca de recursos y oportunidades de inversión y se ha vuelto cada
vez más agresiva en la defensa de sus intereses en Asia, América Latina y
África.

China expande rápidamente su potencial militar, especialmente su fuerza
aérea y naval, a fin de proteger y proyectar sus intereses. Por ejemplo,
hace poco anunció que estaba construyendo su primer portaaviones para
sumarlo al otro que ya tiene, el Liaoning, adquirido de Ucrania en 1998/16.
La proyección regional del poderío chino ha dado lugar a intensos pulsos con
otros países. Los dos conflictos más importantes son los derivados de las
reivindicaciones de soberanía contrapuestas sobre dos archipiélagos a causa
de su ubicación estratégica en las rutas de navegación, caladeros de pesca y
reservas subacuáticas cercanas de petróleo y gas natural. En uno de los
casos, China se halla en disputa con Japón en torno a las islas Diaoyu, que
los japoneses llaman Senkaku, en el mar del Sur de China. En el otro, ha
expresado su reivindicación sobre las islas Spratly y Paracelso, en el mismo
mar del Sur de China, frente a varios países, entre ellos Filipinas y
Vietnam.

Para hacer frente al ascenso de China, el gobierno de Obama anunció su
política de “El eje central para Asia” (The Pivot to Asia) en 2011, que
después de percatarse de sus connotaciones agresivas, rebautizó con el
nombre de “El reequilibrio para Asia” (The Rebalance to Asia).El propósito
es consolidar su alianza histórica con sus aliados de la guerra fría, como
Japón, atraer a otros nuevos, como India e incluso Vietnam, y apoyar a estos
países en sus conflictos con China.Tiene previsto proyectar su poderío
económico por medio del Tratado de Asociación Transpacífica (TransPacific
Partnership, TPP), que excluye a China. Obama reveló el carácter imperial
del acuerdo en su discurso sobre el estado de la nación de 2015 ante el
Congreso, cuando declaró que “China quiere dictar las normas para la región
del mundo que más crece. Esto pondría en desventaja a nuestros trabajadores
y nuestras empresas. ¿Por qué íbamos a permitir que esto ocurra?”/17.
Abundando en esta idea, el secretario de Defensa, Ashton Carter, declaró que
“la aprobación del TPP es para mí igual de importante que otro
portaaviones”/18. EE UU tiene destinado el 60 % de su flota de guerra a la
región para intervenir en los conflictos latentes/19.

Washington utilizará estos conflictos con China y su semialiada Corea del
Norte, que recientemente ha afirmado que ha detonado una bomba de hidrógeno,
para impulsar lo que no puede calificarse de otra cosa que de una nueva
carrera de armamentos en Asia. Casi todos los aliados regionales de EE UU
aumentan sus presupuestos militares, incluido Japón, que ha modificado su
constitución pacifista e incrementado su gasto militar en los últimos tres
años/20.

China responde

El “eje central” de Obama ha provocado a su vez el deseo de China de mostrar
más músculo en defensa de sus intereses, respondiendo con su propia
contraestrategia política, económica y militar. Se dedica a cortejar
activamente a los países de la región con el fin de estrechar lazos
políticos con ellos, confiando en que su potencial económico permitirá
superar toda división política; trata de consolidar su propio pacto
comercial, la Zona de Libre Comercio de Asia-Pacífico (Free Trade Area of
the Asia Pacific, FTAAP), que excluye a EE UU; finalmente, ha incrementado
drásticamente su presupuesto de defensa anual, de alrededor de 12 000
millones de dólares en 2000 a 145 000 millones en 2015/21. China también ha
forjado nuevas agrupaciones geopolíticas y económicas para hacer frente a EE
UU. En Asia Central, China y Rusia han creado la Organización de Cooperación
de Shanghái, que abarca la mayor parte de la región e incluso a Irán.
Utiliza estas relaciones para poner en pie lo que llama la Nueva Ruta de la
Seda. Construye carreteras, líneas férreas y oleoductos que comunican Europa
y Oriente Medio con Asia Central y el noreste de Asia/22.

En el plano internacional, China lanzó la alianza de los BRICS para
facilitar el comercio y la cooperación política entre las potencias
emergentes. Uno de sus proyectos consistía en crear el Nuevo Banco de
Desarrollo para que rivalice con el FMI y el Banco Mundial. No es por
casualidad que el nuevo banco tendrá su sede central en Shanghái y que
prestará fondos a los países en desarrollo, especialmente para proyectos de
extracción de materias primas que China necesita/23. En una incursión
paralela en el mundo de las finanzas internacionales, China ha creado
recientemente el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, que no
incluye a EE UU ni a Japón, pero que ha conseguido la adhesión de Australia
y el Reino Unido, entre otros países a los que Washington había presionado
para que no participaran.

China espera utilizar estas instituciones para penetrar en nuevos países y
abrirlos a sus inversiones, a sus exportaciones y a la extracción de
materias primas. En América Latina, China es actualmente el segundo socio
comercial y de inversión de la región, detrás de EE UU. Se ha convertido en
el socio comercial más importante de África, con la que intercambia
mercancías por valor de alrededor de 160 000 millones de dólares al año/24.
Preocupado por la pérdida de terreno en África, EE UU ha establecido su
nuevo centro de mando militar, AFRICOM, y so pretexto de combatir el
terrorismo ha instalado en el continente una nueva cadena de bases
militares/25.

Finalmente, Pekín se opone ahora con más firmeza, en el plano internacional,
al intervencionismo de EE UU. Después de apoyar la intervención
estadounidense en Libia, se unió a Rusia en el apoyo al régimen de Asad en
Siria frente a la exigencia de EE UU de que dimita. También se ha opuesto
repetidamente a las sanciones de EE UU contra Irán. Y al desacelerarse su
crecimiento económico, China se ha vuelto todavía más contestataria frente a
EE UU. Últimamente, ambos países han protagonizado pequeñas, pero ominosas,
provocaciones entre sí. En octubre de 2015, un destructor de la flota
estadounidense, el USS Lassen, se opuso a la reivindicación de soberanía
sobre aguas territoriales por parte de China, provocando que patrulleras
chinas hicieran frente a su presencia. En diciembre, un bombardero B-52
estadounidense voló cerca de las islas Spratly, en el mar del Sur de China.
El ministro de defensa chino declaró: “Las acciones de EE UU constituyen una
grave provocación militar y agravan la situación e incluso militarizan el
estado en el mar del Sur de China”/26.

La nueva guerra fría de Washington con Rusia

EE UU se enfrenta asimismo a una Rusia revitalizada que persigue con
creciente ahínco sus propias ambiciones imperialistas en Europa Oriental y
Oriente Medio. El gobierno de Bill Clinton había impuesto fuertes ajustes
estructurales de cariz neoliberal en Rusia tras el colapso de su imperio.
También incorporó gran parte de su antiguo imperio de Europa Oriental en la
UE y la OTAN aplicando una política que el asesor de seguridad nacional de
Clinton, Anthony Lake, llamó “de ampliación”/27. Cuando Putin llegó al
poder, rápidamente se puso a renacionalizar partes de la industria
energética con el fin de reconstruir el poder de Rusia y reafirmar la
influencia del Kremlin en Europa Oriental y Asia Central. Inevitablemente,
EE UU y Rusia entraron en un rumbo de confrontación. Sus relaciones
alcanzaron el punto más bajo durante el gobierno de Bush, que trató de
aprovechar las llamadas “revoluciones de colores” en Europa Oriental para
asegurar el ascenso al poder de nuevos gobiernos aliados. En respuesta a
ello, Putin se opuso a la guerra de Bush en Irak.

El gobierno de Obama esperaba “resetear” sus relaciones con Rusia, pero
ahora se ha empantanado en lo que el ex primer ministro soviético, Mijaíl
Gorbachov, ha calificado de “nueva guerra fría”/28. Esto ha salpicado a su
vez a dos conflictos latentes entre aliados de Rusia y EE UU en el antiguo
imperio ruso. El primer enfrentamiento estalló con la amenaza de Georgia de
incorporarse a la OTAN. Esto precipitó una guerra entre Rusia y Georgia en
2008. Putin logró parar la integración de Georgia en la OTAN y ocupa
actualmente los territorios étnicamente rusos de Abjasia y Osetia del Sur.
El segundo conflicto es el de la explosiva situación de Ucrania. EE UU hizo
lo posible por aprovechar una revuelta popular contra el gobierno con el fin
de atraer el país a la órbita occidental. Putin respondió armando a los
rusos étnicos del país y después invadió y se anexionó Crimea. EE UU ha
financiado el nuevo régimen ucraniano y empujado a la Unión Europea a
imponer sanciones a Rusia para ahogar su economía.

Los dos bandos han incrementado el despliegue de equipamientos militares en
Europa Oriental. EE UU ha enviado tanques, vehículos de combate y morteros a
sus aliados. El Kremlin, a su vez, ha acelerado el despliegue de equipos
militares similares junto a sus fronteras y ha anunciado la incorporación de
40 nuevos misiles balísticos intercontinentales a su arsenal nuclear/29. Al
parecer, estos misiles son capaces de atravesar el escudo antimisiles
estadounidense instalado en Europa. Obama ha respondido acusando a Putin de
violar tratados e incrementando todavía más el dispositivo militar de EE UU
en Europa.

Temerosos del imperialismo ruso, muchos Estados de Europa Oriental, como
Montenegro, se plantean ahora integrarse en la OTAN. Y el nuevo gobierno
derechista de Polonia ha solicitado a la OTAN el despliegue permanente de
tropas en su país/30. El Kremlin amenaza a Estados como Suecia y Finlandia
en sus fronteras para evitar que se unan a la OTAN. Uno de los asesores de
Putin, Sergei Márkov, ha apretado las clavijas a Finlandia indicando a su
gobierno que “piense en las consecuencias si se plantea integrarse en
laOTAN. Debe preguntarse si la entrada pudiera desencadenar la tercera
guerra mundial”/31.

Aunque no existen planes para incrementar el número de tropas de EE UU-OTAN
en Europa Oriental, el conflicto con Rusia ha llevado claramente a la
Alianza –que con anterioridad ya se había planteado la conveniencia de
asumir un mayor papel de policía internacional– a insistir más en la
“seguridad” europea frente a Rusia. Tal como señala un informe del Congreso
estadounidense, “en la cumbre de 2014 de la OTAN en Gales, los 28 Estados
miembros aprobaron un ‘plan de acción de alerta’ que el secretario general
de la OTAN, Jens Stoltenberg, calificó de ‘el mayor refuerzo de nuestra
defensa colectiva desde el final de la guerra fría’. El plan esboza medidas
en Europa Central y Oriental como la mejora de la infraestructura, el
redespliegue de equipos y suministros y la designación de bases para los
despliegues de tropas. Los aliados aprobaron además la creación de una nueva
fuerza conjunta de muy alta disponibilidad (Very High Readiness Joint Task
Force (VJTF), entendida como una sección más pequeña y especializada de la
fuerza de respuesta de la OTAN, capaz de desplegarse ‘en cuestión de días’
para responder a cualquier amenaza contra un aliado. Está previsto que la
VJTF sea una fuerza terrestre de unos 4 000 soldados y que cuente con el
adecuado apoyo aéreo, marítimo y de operaciones especiales. Además, los
líderes aliados prometieron en la cumbre de Gales frenar la caída del gasto
de defensa y esforzarse en alcanzar un gasto de defensa equivalente al 2 %
del PIB –un objetivo de la alianza desde hace tiempo– en el plazo de una
década”/32.

Sin embargo, vistas las múltiples crisis presupuestarias y del endeudamiento
en Europa, está por ver cómo podrán cumplirse estos compromisos financieros.
También ha habido mayores esfuerzos por parte de los Estados europeos, hasta
ahora con resultados desiguales, por reducir su dependencia del gas natural
ruso, del mismo modo que Rusia ha cancelado planes para construir gasoductos
hacia Europa Oriental y está buscando acuerdos en este terreno con China y
Turquía/33. En respuesta a EE UU y la OTAN, el Kremlin ha declarado, por
primera vez desde el final de la guerra fría, que EE UU es una amenaza para
su seguridad nacional. Su nuevo documento de defensa, Sobre la estrategia de
seguridad nacional de la Federación Rusa, acusa a EE UU de organizar un
golpe en Ucrania, expandir la OTAN y “aspirar a conservar su dominación en
asuntos globales”/34.

La nueva guerra fría de Washington también ha llevado a Rusia a abrazarse
todavía más a China. En 2014 firmó un acuerdo energético por valor de 400
000 millones de dólares con Pekín. Rusia entiende que esta es una manera de
paliar los efectos de las sanciones occidentales y de encontrar en China un
mercado alternativo para su industria de gas natural, mientras que China
concibe el acuerdo como un medio para reducir su dependencia de las reservas
energéticas de Oriente Medio.

EE UU se enfrenta ahora, con la alianza de Rusia y China, precisamente a lo
que había intentado evitar tras la guerra fría: el desarrollo de alianzas
que rivalicen con EE UU y tengan acceso independiente a las reservas
energéticas. En Forbes, Mark Adomanis advierte de que “una alianza
Rusia-China sería, por supuesto, un desastre absoluto para EE UU,
prácticamente la única agrupación de países que estaría realmente interesada
y sería capaz de disputarle su liderazgo global. Prevenir la aparición de
una alianza Rusia-China debería ser una de las grandes prioridades de la
política exterior estadounidense, pero… nadie parece prestarle atención… La
comunidad de política exterior de EE UU ha de despertar, pues de lo
contrario, dentro de un decenio asistiremos a debates sobre ‘quién perdió
Eurasia”/35.

El crisol de Oriente Medio

El principal teatro de la nueva rivalidad imperial es tal vez Oriente Medio.
Tras las graves derrotas de Bush en la región, Obama esperaba poner fin a
las ocupaciones de Irak y Afganistán y redirigir sus fuerzas a Asia. La
revista Foreign Affairs, que es esencialmente el laboratorio de ideas del
imperialismo estadounidense, subrayó el cambio con la portada de su último
número de 2015: “El Oriente Medio postamericano”/36. Sin embargo, las crisis
expansivas de la región, cuyo ejemplo más dramático es el ascenso del Estado
Islámico (EI) en Irak y Siria y su atentado terrorista en París, han
obligado a Obama a dar prioridad de nuevo a Oriente Medio. Imposible
exagerar la inestabilidad de la región: Irak, Siria, Libia, Yemen, Sudán y
Somalia, o bien son Estados fallidos, o bien están fragmentados a causa de
sus guerras civiles sectarias y la intervención extranjera.

Ante el debilitamiento de su posición, EE UU ha aplicado una estrategia de
equilibrio de poder con la esperanza de restablecer el orden en el sistema
de Estados de la región. La nueva estrategia de Obama, sin embargo, ha
dejado un mayor margen de maniobra a otras potencias internacionales y
regionales, como demuestra de la forma más acuciante la guerra aérea lanzada
por Rusia en defensa de Asad en Siria. Todas las intervenciones de las
potencias imperiales y regionales no han hecho más que empeorar la crisis de
la región.

Esta evolución tiene dos causas profundas. En primer lugar, la desastrosa
invasión y ocupación de Irak por parte de EE UU. En un intento desesperado
de quebrar la resistencia iraquí, EE UU utilizó el viejo truco imperial de
dividir y mandar, enfrentando entre sí a suníes, chiíes y kurdos. EE UU
desmanteló el ejército de Sadam y animó a las milicias chiíes a unirse a las
fuerzas de seguridad del nuevo Estado, atacar a Al Qaeda en Irak (AQI) y en
general a la resistencia suní. Esto desencadenó una guerra civil sectaria,
que ganaron las fuerzas chiíes. Estas establecieron un régimen
fundamentalista chií que oprime a la población árabe suní/37. EE UU
contribuyó entonces a generalizar y profundizar la división sectaria en la
región, y lo hizo en respuesta a la aparición de Irán como principal
beneficiario de la guerra de Irak. Teherán incorporó el Estado chií de Irak
a su bloque, junto con Siria, el Hezbollá de Líbano y, durante un tiempo, a
Hamás en Gaza. Para contener a Irán, EE UU se valió de Arabia Saudí e
Israel, que han intensificado su campaña contra lo que comenzaron a
calificar de “creciente chií”. Presionaron a EE UU para atacar a Irán a fin
de obligarle a abandonar su supuesto proyecto de dotarse de armas nucleares.

Contrarrevolución

La segunda causa de la crisis de la región radica en la contrarrevolución
lanzada contra la “primavera árabe” en 2011 y 2012. Antes incluso de esto,
el Movimiento Verde iraní se rebeló en 2009 contra el fraude electoral que
dio vencedor a Mahmud Ahmadineyad, siendo objeto de una brutal represión por
parte del Estado. Después, en 2011, los estudiantes, trabajadores y
campesinos árabes se movilizaron y tumbaron los regímenes dictatoriales de
Túnez y Egipto, inspirando intentos similares en toda la región. Fueron tres
las fuerzas contrarrevolucionarias que acabaron con la revuelta: las
potencias imperialistas, los Estados existentes y los fundamentalistas
islámicos, particularmente el sucesor de AQI, el EI.

EE UU se opuso inicialmente a los levantamientos populares y defendió al
gobernante egipcio Hosni Mubarak, pero después recapacitó y trató de
cooptarlos sacrificando a los dictadores para salvar a los Estados. Después
jugó con la idea de intentar aprovechar algunas revueltas para deshacerse de
algunos “enemigos” poco fiables, como el libio Muamar el Gadafi. Sin
embargo, cuando su guerra aérea en Libia produjo otro Estado fallido y dio
pie al asesinato de su embajador, EE UU optó por defender el orden
establecido. Miró para otro lado cuando un régimen después de otro aplastó
los levantamientos a sangre y fuego. Guardó silencio cuando Arabia Saudí,
por ejemplo, invadió Bahréin para acabar con la revuelta en este país.

En Egipto, los Hermanos Musulmanes, que accedieron al gobierno con la
elección de Mohamed Morsi en 2012, se mostraron dispuestos a colaborar con
el imperialismo estadounidense, cerrando los túneles por los que se
abastecía a Gaza y prosiguiendo con las reformas neoliberales de Mubarak.
Sin embargo, la clase dominante egipcia no se fiaba de la Hermandad.
Aprovechando el creciente descontento con el gobierno de Morsi, el ejército
egipcio realizó un golpe de Estado en 2013 y aplastó no solo a la Hermandad,
sino también al propio movimiento popular. Aunque al principio retuvo
algunas ayudas militares al nuevo régimen, EE UU cambió finalmente de rumbo
y reanudó el apoyo. Glenn Greenwald escribió que “EE UU ha enviado
repetidamente armas y dinero al régimen incluso cuando sus abusos se
agravaron. Como ha señalado con sutileza el New York Times, ‘funcionarios
estadounidenses…indicaron que no dejarían que sus preocupaciones por los
derechos humanos fueran un obstáculo para el aumento de la cooperación con
Egipto en materia de seguridad”/38.

En Yemen, Washington improvisó lo que llamaría una “transición ordenada”.
Negoció la sustitución del veterano dictador Ali Abdula Saleh por su
vicepresidente, Abd Rabuh Mansur Hadi. Obama optó asimismo por una solución
yemení en Siria, reclamando la dimisión de Assad, pero apoyando al mismo
tiempo el mantenimiento del Estado existente. Actualmente, el gobierno de
Obama mantiene una alianza de hecho con Asad contra el EI. Algunos políticos
del sistema, como el Lord Smith del imperialismo estadounidense, Henry
Kissinger, incluso aconsejan a Obama que desista de reclamar que Assad
abandone el poder/39.

Otras potencias imperialistas menores también han acudido en defensa del
orden establecido. Rusia y China han apoyado al régimen iraní del mismo modo
que a Assad en Siria, con el fin de preservar sus propios intereses
económicos y geopolíticos en la región. Rusia desea mantener su alianza con
el régimen sirio, conservar su base naval en el litoral del país y
proyectarse como intermediaria en la región frente a EE UU. China quiere
debilitar la dominación estadounidense con ánimo de abrir posibilidades de
inversión en Irán y obtener acceso a las reservas energéticas de otros
países.

La segunda fuerza de la contrarrevolución fueron los Estados existentes en
la región. Arabia Saudí reprimió su propia rebelión de los chiíes y aplastó
el levantamiento, protagonizado sobre todo por chiíes, en Bahréin. De modo
similar, Asaad desató una guerra contra la revolución siria, lanzando bombas
contra la población civil del país y dividiéndola según criterios sectarios
y étnicos. El Estado chií de Irak, bajo los gobiernos de Nouri al Maliki y
ahora de Haidar al Abadi, aplastó la primavera iraquí, reprimiendo en
particular a la población suní. Al mismo tiempo, las potencias regionales
intentaron manipular la revuelta al servicio de sus propios intereses,
apoyando a determinadas facciones del levantamiento popular frente a sus
rivales. Así, Turquía, Arabia Saudí y Catar han apoyado a diversas fuerzas
contrarias a Asad. Por otro lado, Irán y Hezbollá se juntaron para apoyar al
régimen sirio. Ambos bandos han respaldado a sendos rivales en la guerra
civil de Yemen.

La tercera fuerza de la contrarrevolución es el fundamentalismo islámico. El
EI es la expresión más reaccionaria de esta corriente/40. En Siria volvió
sus armas, no contra el régimen, sino contra la revolución popular,
incluidos los kurdos, que habían establecido una zona autónoma en Kobane.
También colaboró con Asad, vendiendo petróleo a su régimen. En Irak, el EI
secuestró la primavera iraquí e impuso su régimen reaccionario en las zonas
suníes del país, donde la población lo veía como un mal, pero un mal menor
en comparación con el régimen fundamentalista chií de Bagdad. Resulta
trágico que la izquierda de la región fuera tan débil que no supo organizar
una alternativa a esta quinta columna en las revueltas. Habiendo perdido la
esperanza y desesperados por huir de la crisis, millones de personas han
abandonado sus tierras asoladas por la guerra en Siria, Irak, Yemen y
Afganistán, desplazándose en su mayoría a países vecinos. Alrededor de un
millón se han abierto camino hasta Europa para solicitar asilo. Globalmente,
nada menos que 60 millones de personas huyeron de catástrofes de diversos
tipos en 2015/41.

Las contradicciones del equilibrio de poder

Tras los desastrosos fracasos en Irak y Afganistán, la nueva estrategia de
equilibrio de poder de Obama responde a su intento de estabilizar la región
sin comprometerse a un despliegue de tropas a gran escala. Consciente del
declive de EE UU como potencia en la región, trata de cerrar acuerdos con
Estados como Irán, que hasta ahora eran a los ojos de Washington simplemente
enemigos. Al mismo tiempo, necesita asegurarse la fidelidad de rivales
regionales como Arabia Saudí e Israel, pero cada vez que EE UU se inclina en
una dirección, los del otro lado hacen todo lo posible por socavar cualquier
acuerdo con sus adversarios. A resultas de ello, Washington tiene
dificultades para moverse en este berenjenal de intereses contradictorios.
La expansión del EI en Siria e Irak ha puesto a prueba la estrategia de
Obama. Este ha forjado una coalición internacional de 60 países para
contener, debilitar y a ser posible destruir el EI, pero se ha negado a
desplegar tropas de combate en ninguno de estos dos países. En vez de ello,
ha lanzado una vasta campaña de bombardeos contra el EI para apoyar a
fuerzas terrestres aliadas, acompañadas de un número creciente de asesores y
fuerzas especiales estadounidenses.

En Siria, EE UU ha establecido una alianza de hecho con Assad. Un reciente
titular del Wall Street Journal lo dice todo: “EE UU ha mantenido contactos
con el régimen de Assad durante años”. El diario informa que “en 2014,
cuando EE UU multiplicó las incursiones aéreas contra los yihadistas,
funcionarios del Departamento de Estado llamaron por teléfono a sus
homólogos del ministerio sirio de Asuntos Exteriores para asegurarse de que
Damasco diera vía libre a los aviones estadounidenses en los cielos de
Siria”/42. Assad aprovechó la oportunidad para aplastar a lo que quedaba de
la revolución en vez de combatir al EI. A su vez, EE UU entrenó en Arabia
Saudí a una pequeña fuerza de oposición para combatir, no contra Assad, sino
contra el EI, en un esfuerzo en gran parte infructuoso. En Irak, EE UU
bombardea las posiciones del EI, mientras el Estado chií y el gobierno
regional kurdo se encargan de la ofensiva terrestre.

EE UU se ha apoyado en este esfuerzo en sus alianzas tradicionales con
Egipto, Turquía, Arabia Saudí e Israel. Al mismo tiempo, no solo coopera con
Siria, sino también con Irán y Rusia. Ha suscrito un acuerdo con Irán
relativo a su programa nuclear, por el que Teherán acepta restricciones e
inspecciones a cambio de un alivio de las sanciones económicas occidentales.
Todavía más desconcertante es el hecho de que Washington se haya visto
forzado a dirigirse a Rusia para entablar negociaciones con Assad con vistas
a un acuerdo de paz en Siria, aun estando empantanado en una nueva guerra
fría con el Kremlin. Consciente de la debilidad de Washington, Putin decidió
lanzar su propia guerra aérea en Siria. Pese a las afirmaciones de Putin de
que combate al EI, más del 80 % de sus incursiones aéreas han estado
apuntando a otros objetivos, incluidas fuerzas apoyadas por EE UU/43.

Aliados desbocados

Israel, Turquía y Arabia Saudí se oponen categóricamente a los acuerdos de
Obama con sus respectivos adversarios regionales. Cada uno de estos países
ha intentado impedir su pacto nuclear con Irán y su búsqueda de un acuerdo
de paz que preserve al Estado sirio mediante interferencias en el interior
de EE UU. A pesar de ser aliados de EE UU, cada uno de ellos adopta medidas
que se cruzan en el camino de la política del gobierno de Obama. En una
interferencia sin precedentes en la política estadounidense, el primer
ministro israelí, Benjamin Netanyahu, apoyó al candidato republicano Mitt
Romney frente a Obama en las elecciones presidenciales de 2012. Asimismo,
ninguneó al presidente cuando aceptó una invitación de los republicanos para
hablar en el Congreso sobre Irán en 2015. No obstante, Obama ha prometido
asegurar la aplastante superioridad militar de Israel frente a sus
adversarios regionales.

Turquía, a pesar de ser miembro de la OTAN, también actúa por su cuenta de
un modo agresivo con arreglo a sus propios planes. Bajo el régimen de Recep
Erdogan, practica lo que algunos han denominado “neootomanismo”,
presentándose como un nuevo modelo para Oriente Medio: un régimen islámico
moderado con una floreciente economía neoliberal. Después de aplastar su
propia “primavera” turca en el parque Gezi en 2013, el presidente turco
lanzó al poco tiempo una campaña para hacer retroceder al Partido
Democrático del Pueblo (HDP) en las últimas elecciones: un partido de
izquierda que defiende a los kurdos. Después de adoptar medidas represivas
contra el HDP, reanudó la guerra contra el Partido Kurdo de los Trabajadores
(PKK). Este ataque a los kurdos, cuyo partido hermano en Siria cuenta con el
apoyo parcial de EE UU, amenaza con socavar los intentos estadounidenses de
asegurar una solución política en Siria.

Turquía también reaccionó enérgicamente tras la intervención rusa en Siria
en defensa de Assad, abatiendo un avión ruso que estaba bombardeando en una
zona fronteriza en litigio, habitada por la minoría turcomana siria. Rusia
respondió imponiendo sanciones draconianas a Turquía y amenazó con disparar
contra cualquier caza turco que penetrara en el espacio aéreo sirio/44.

Arabia Saudí es otro de los países que han tomado un rumbo cada vez más
independiente. Ha mantenido la producción de petróleo en su nivel actual,
asegurándose de que su precio siga bajando a medida que se desacelera el
crecimiento de la economía mundial. EE UU se beneficia en parte de esta
situación, ya que asesta un nuevo golpe a la economía rusa, ya de por sí
debilitada a raíz de las sanciones occidentales. Claro que los saudíes
también persiguen otros objetivos: pretenden socavar la industria de
fracturación hidráulica (fracking) estadounidense, que para ellos es una
competidora. Además, se resisten a dejar que aumenten los precios del
petróleo, por mucho que esto les genere un déficit presupuestario nunca
visto en Arabia Saudí, por temor a que unos precios más altos favorezcan a
la industria petrolera de Irán e Irak.

El peligro de la política saudí para EE UU estriba en que hará que Rusia e
Irán estrechen sus relaciones con China. Esto amenaza con minar la
estrategia de equilibrio de poder de Obama y su esfuerzo por prevenir el
ascenso de una alianza rival que tenga acceso independiente a las reservas
de petróleo y gas natural. Riad había intentado a la desesperada impedir el
acercamiento entre EE UU e Irán y un posible acuerdo de paz en Siria que
preservara el régimen de Asad, además de desviar la atención de la crisis
presupuestaria en que está sumido el país debido a la caída de los precios
del petróleo. Para alcanzar estos objetivos recurrió al sectarismo: ejecutó
a 47 prisioneros acusados de terrorismo, incluido el famoso dirigente de la
rebelión chií contra la monarquía saudí en 2011, el jeque Nimr al Nimr. Irán
condenó el acto, y su líder supremo declaró que “la mano divina de la
represalia apretará el cuello de los políticos saudíes”/45. El gobierno
iraní permitió asimismo que una protesta popular en Teherán saqueara la
embajada saudí.

Riad obtuvo la respuesta que buscaba y aprovechó la ocasión: junto con
Bahréin, Sudán y Kuwait, rompió las relaciones diplomáticas con Irán y los
Emiratos Árabes Unidos las rebajaron de nivel. En estos momentos, la región
entera está todavía más polarizada en bloques sectarios, uno dirigido por
Irán y el otro por Arabia Saudí, lo cual dificultará aún más que EE UU pueda
mediar en algún tipo de acuerdo que preserve el régimen sirio. Sin embargo,
Arabia Saudí sigue siendo un aliado clave en la región. Obama acaba de
aprobar un nuevo contrato por un valor de 1 290 millones de dólares para
este país que actualmente libra una brutal guerra aérea en Yemen que se ha
cobrado ya miles de vidas.

Liberales contra neoconservadores

Varios neoconservadores, como Robert Kagan, han criticado la política
exterior de Obama, afirmando que de hecho EE UU no se halla en declive
relativo, sino que sufre de falta de voluntad política. Kagan defiende que
Obama debería abandonar su estrategia de equilibrio de poder y en su lugar
desplegar 50 000 tropas terrestres en Irak y Siria para destruir el EI y
poner orden en estos países y en toda la región/46. La postura de Kagan se
basa en la negación de la realidad del declive de EE UU. Para EE UU otra
guerra sobre el terreno en la región sería igual de desastrosa que la
invasión original de Irak. Pero demuestra correctamente que la estrategia de
Obama apenas tiene probabilidades de triunfar.

Obama ha respondido a sus críticos con una campaña mediática en la que
defiende su estrategia y celebra una sucesión de éxitos contra el EI. En
Irak, Obama ha logrado algunas victorias: el bombardeo de posiciones del EI
en Ramadi ha permitido a las fuerzas especiales suníes y líderes tribales
expulsar al EI de la ciudad. En realidad, sin embargo, el EI no ofreció
mucha resistencia, prefiriendo retirarse a su bastión en Mosul, donde ha
concentrado sus tropas. Por mucho que Obama y el Estado iraquí puedan
derrotar allí al EI, es probable que se topen después con una guerra de
guerrillas durante años, como con los talibán en Afganistán. Es más, EE UU
ha avanzado muy poco en la superación de las divisiones étnicas y sectarias
dentro del país. La élite y las masas suníes siguen viendo el Estado
gobernado por los chiíes como un opresor. Y los kurdos han conseguido la
independencia de hecho en su parte del país.

En Siria, EE UU busca a la desesperada un acuerdo de paz, pero dado el apoyo
intransigente de Rusia a Assad y la hostilidad absoluta de la oposición
alineada con EE UU hacia el dictador, es difícil ver alguna solución fácil
para una transición ordenada. Las partes contendientes persiguen fines muy
distintos, e incluso si se llega a un arreglo, en el mejor de los casos
mantendrá el actual Estado neoliberal que ha condenado a la miseria de los
trabajadores y campesinos del país y que dio pie en su momento a la revuelta
popular.

El efecto geopolítico del bajón económico mundial

La desaceleración económica mundial seguramente intensificará los cismas y
las crisis regionales dentro del orden multipolar asimétrico. La directora
gerente del FMI, Christine Lagarde, ha advertido que el sistema mundial se
enfrenta “al riesgo de un nuevo periodo de crecimiento mediocre-bajo durante
un tiempo prolongado”/47. A diferencia de 2008, el epicentro de las
tendencias a la crisis en el sistema se halla en China, que experimenta una
desaceleración con una tasa de crecimiento oficial de alrededor del 6,8 %,
pero hay quienes calculan que la cifra real está más cerca del 3 %. Los
estímulos del Estado han agravado el problema de la sobreinversión, la
sobrecapacidad, la caída de la tasa de beneficio y el alto nivel de
endeudamiento/48.

La desaceleración china golpea a sus economías tributarias de América Latina
a Asia. Debido a colapso de los precios de las materias primas, países como
Brasil, Venezuela y Rusia han caído en una profunda recesión. En efecto,
actualmente los BRICS suelen responder al calificativo de “los cinco
frágiles”, y hay quien ha ampliado su número para incluir a “los diez
atribulados”/49. Algunos países situados en el corazón del sistema, como
Canadá, también se han visto arrastrados a la recesión, y otros como
Australia han comenzado a crecer menos. Mientras China arrastra la economía
mundial pendiente abajo y Europa no sale del estancamiento, la recuperación
de EE UU es la más sólida de las economías capitalistas avanzadas. Temiendo
la perspectiva de la inflación, el banco central estadounidense, la Reserva
Federal, ha dado prioridad al capital de su propio país y ha elevado los
tipos de interés del 0,25 al 0,50 %. Este aumento debilitará todavía más a
unos mercados emergentes ya sacudidos por la caída de los precios de las
materias primas.

Los capitales ya han empezado a huir a EE UU como apuesta más segura,
dejando a los mercados emergentes sin apenas posibilidad de invertir. El
Instituto de Finanzas Internacionales informa que los flujos netos de
capitales serán negativos para los mercados emergentes por primera vez desde
1988/50. El aumento de tipos de la Reserva Federal también empujará al alza
los tipos de interés en los mercados emergentes justo cuando convendría
rebajarlos para favorecer el crédito y la inversión. Finalmente, los
préstamos en dólares resultarán más caros de devolver. Así, Nouriel Roubini
predice que “el abandono de la política de tipos cero por parte de la
Reserva Federal provocará graves problemas a aquellas economías emergentes
que tienen amplias necesidades de créditos internos y externos, una enorme
deuda denominada en dólares y una gran fragilidad macroeconómica y política.
La desaceleración económica de China, junto con el fin del superciclo de las
materias primas, generará todavía más vientos en contra para las economías
emergentes”/51.

Aunque no es posible predecir cuál será el efecto a largo plazo del bajón
económico mundial en el equilibrio de poder entre las grandes potencias,
sabemos que intensificará las rivalidades en el sistema en la medida en que
cada Estado aplica políticas en interés de su respectiva clase capitalista y
pretende que sus competidores paguen el precio de la desaceleración en
curso. Además, las crecientes tensiones militares entre Estados rivales
presionarán sobre unos presupuestos ya muy mermados por las enormes deudas
contraídas con el rescate del capitalismo tras la crisis financiera de
2007-2008.

También agravará las crisis regionales. Los países asiáticos, ya embarcados
en sendos conflictos, se dedican ahora a efectuar devaluaciones competitivas
de sus respectivas monedas/52. En Europa, el estancamiento ya está
exacerbando las tendencias centrífugas que amenazan a la UE. El creciente
descontento con la austeridad genera una oposición a la UE tanto de
izquierda (como muestran los ejemplos de Syriza en Grecia y de Podemos en
España) como de derecha, encabezada esta última por una serie de partidos
que alimentan sentimientos xenófobos contra los inmigrantes, los refugiados
y los musulmanes. Incluso Rusia ha intervenido en varios países para
financiar partidos de derecha, incluido el Frente Nacional francés para
minar las bases de la UE/53. La capacidad del capital europeo para mantener
unida a la UE será puesta a prueba cuando el Reino Unido vote si quiere
seguir siendo miembro o no. Un “Brexit” o la salida similar de otros países
podría desmembrar a la UE tal como existe actualmente.

Tal vez lo más preocupante sea el efecto que tendrá la desaceleración global
en Oriente Medio. Desgarrado por las potencias imperiales que respaldan a
bandos opuestos en la rivalidad entre Estados de la región, la caída del
precio del petróleo generará enormes tensiones en la economía de estos
países, que depende casi totalmente de las rentas petroleras. Arabia Saudí
ya registra un déficit récord de 98 000 millones de dólares, y algunos
analistas temen que podría agotar sus reservas de divisas de 640 000
millones de dólares de aquí a 2020/54. Los demás países productores de
petróleo de la región también se verán muy afectados, incluidos los rivales
de Arabia Saudí: Irán e Irak. Bajo la presión presupuestaria, todos estos
Estados estarán todavía más tentados de desviar la atención de sus recortes
presupuestarios mediante el ruido de sables nacionalista y la utilización de
minorías religiosas como chivos expiatorios.

Tendencias contrapuestas

Mientras que otra ronda de crisis intensificará la rivalidad en el orden
mundial multipolar asimétrico, tres tendencias contrapuestas reducen la
posibilidad de que degenere en una guerra abierta. En primer lugar, los
principales centros de acumulación de capital en el mundo, inclusive EE UU y
China, están sumamente integrados en el plano económico. Apple, por ejemplo,
que realiza la gran mayoría de sus desarrollos de alta tecnología y diseño
en EE UU, depende en buena medida de la empresa taiwanesa Foxcon y de sus
fábricas radicadas en China continental. Esto significa que las clases
capitalistas y sus Estados tienen un interés económico en evitar conflictos
hostiles.

En segundo lugar, EE UU tiene una ventaja militar aplastante sobre sus
rivales menores. A pesar del aumento de los presupuestos de defensa de China
y Rusia, EE UU todavía gasta más en este terreno que sus inmediatos
seguidores juntos. Es la única potencia militar realmente global, lo que
induce a las potencias imperialistas menores a evitar el enfrentamiento
abierto con EE UU. En tercer lugar, EE UU, China y Rusia tienen grandes
arsenales nucleares. El espectro de lo que durante la guerra fría se llamaba
“destrucción mutua asegurada” acecha detrás de cada conflicto menor. Todos
están interesados en evitar este tipo de conflagración. Estos tres factores
frenan el desarrollo de guerras abiertas entre EE UU y sus rivales. Es más
probable que las rivalidades se diriman a través de una cooperación
antagonista o un pulso como el de la guerra fría. No obstante, la alteración
continua del equilibrio de poder económico acumula tensiones crecientes en
el sistema, sobre todo entre EE UU y China.

Así, la teoría de Lenin y Bujarin sigue siendo esencial para comprender un
sistema mundial que, aunque esté desigualmente integrado, sigue estando
dividido en una jerarquía dinámica de bloques nacionales representados por
Estados capitalistas que compiten por el predominio entre ellos y con
Estados subordinados y oprimidos. Los socialistas revolucionarios no rinden
pleitesía a ninguno de estos bloques. El lema tradicional del socialismo
internacional, formulado durante la guerra fría, “ni Washington ni Moscú,
sino el socialismo internacional”, debe guiar hoy de nuevo nuestra acción.
Los socialistas no deben tomar partido entre rivales imperiales. Mientras
que nosotros en EE UU tenemos una responsabilidad primaria de oponernos al
imperialismo estadounidense, también hemos de oponernos a los imperialistas
rivales, aunque menores, de Pekín y Moscú. Ninguna de estas bandas de
ladrones representa los intereses de la mayoría trabajadora. Nuestro deber
es solidarizarnos con las revueltas populares de las masas trabajadoras y
las naciones oprimidas, sin importar en cuál de los campos se encuentran. Su
lucha forma parte de nuestra lucha contra el sistema capitalista que agudiza
la rivalidad entre países y promueve la guerra.

* Ashley Smith forma parte del Consejo editorial de International Socialist
Review.

Notas

1/ Casa Blanca, Estrategia de Seguridad Nacional, febrero de 2015:

https://www.whitehouse.gov/sites/default/files/docs/2015_national_security_s
trategy.pdf

2/ Para una crítica detallada de Panitch y Gindin, véase Ashley Smith,
“Global empire or imperialism”, International Socialist Review (primavera de
2014), en:

http://isreview.org/issue/92/global-empire-or-imperialism

3/ ZbigniewBrzezinski, The Grand Chessboard (Nueva York: Basic Books, 1998),
p. 41 (edición en castellano: El Gran Tablero Mundial, Paidós)

4/ David McNally, The Global Slump (Oakland: PM Press, 2011).

5/ Larry Elliot, “G7 elite group makes way for G20 and emerging nations”,The
Guardian, 04/10/2009:

https://www.theguardian.com/business/2009/oct/04/g7-g20-economic-policy

6/ “Goodbye G7, hello G20”,The Economist, 20/11/2008:

http://www.economist.com/node/12652239.
<http://www.economist.com/node/12652239>

7/ “Global Trade After the Failure of Doha”, New York Times, 01/01/2016:

http://www.nytimes.com/2016/01/01/opinion/global-trade-after-the-failure-of-
the-doha-round.html

8/ Crédit Suisse, “Is globalization coming to an end?”, 24/09/2015:

https://www.credit-suisse.com/media/mediarelease-assets/pdf/2015/09/globaliz
ation-global-press-release-en.pdf

9/ Citado en Sidney Blumenthal, “Fargraverthan Vietnam”, The Guardian,
16/09/2004:

https://www.theguardian.com/world/2004/sep/16/iraq.usa

10/ Ese año, Time publicó un artículo en que el coste total de las guerras
de EE UU en Irak y Afganistán se cifraba en una cantidad situada entre
cuatro y seis billones de dólares. (Mark Thompson, “The true cost of the
Afghanistan war may surprise you”, Time, 01/01/2015, en:

http://time.com/3651697/afghanistan-war-cost/)
<http://time.com/3651697/afghanistan-war-cost/>

11/ Edward Luce, “The reality of American decline”, Financial Times,
05/02/2012:

https://www.ft.com/content/8268fb6e-4e65-11e1-aa0b-00144feabdc0?siteedition=
intl#axzz3wDezbX00

12/ Jeremy Bender, “Ranked: The world’s 20 strongest militaries”, Business
Insider, 03/10/2015, disponible en:

http://uk.businessinsider.com/these-are-the-worlds-20-strongest-militaries-r
anked-2015-9?r=US
<http://uk.businessinsider.com/these-are-the-worlds-20-strongest-militaries-
ranked-2015-9?r=US&IR=T> &IR=T

13/ Véase Joel Geier, “Capitalism’slong crisis”,International Socialist
Review (marzo de 2013):

http://isreview.org/issue/88/capitalisms-long-crisis

14/ Gilbert Achcar, “The strategic triad: USA, China, Russia”, en Tariq Ali
ed., Masters of theUniverse? NATO’s Balkan Crusade (Nueva York: Verso Press,
2000), 99-146.

15/ Según cifras del Banco Mundial de 2014, el PIB de China fue de 10,4
billones y el de EE UU, de 17,4 billones de dólares:

http://databank.worldbank.org/data/download/GDP.pdf

16/ Jethro Mullen y Shen Lu, “China saysit’sbuilding new
homegrownaircraftcarrier”,CNN, 01/01/2016, disponible en:

http://edition.cnn.com/2015/12/31/asia/china-new-aircraft-carrier/

17/ Barack Obama, “Remarks of the President in the State of the Union
Address”, White House, 20/01/2015, disponible
en:https://www.whitehouse.gov/the-press-office/2015/01/20/remarks-president-
state-union-address-january-20-2015

18/ Citado en Helene Cooper, “US defense secretary supports trade deal with
Asia”, New York Times, 06/04/2015, disponible en:

http://www.nytimes.com/2015/04/07/us/politics/defense-secretary-supports-tra
de-deal-with-asia.html?_r=0

19/ ESSF (article 28441), “US Imperialism’s pivot to Asia”

20/ Justin McCurry, “Japan reveals record defense budget as tensions with
China grow”,The Guardian, 14/01/2015

21/ Richard A. Bitzinger, “China’sdouble-digit defense growth”, Foreign
Affairs, 19/03/2015:

https://www.foreignaffairs.com/articles/china/2015-03-19/chinas-double-digit
-defense-growth

22/ Shuaihua Wallace Cheng, “China’s new silkroad: Implications for the US”,
Yale Global Online, 28/05/2015:

http://yaleglobal.yale.edu/content/china
<http://yaleglobal.yale.edu/content/china's-new-silk-road-implications-us>
’s-new-silk-road-implications-us.

23/ Véase una excelente descripción general del saqueo por China de los
países en desarrollo en Pádraig Carmody, “The new scramble for Africa”,
Jacobin, nº 19, otoño de 2015, p. 47.

24/ “China in Africa: One among many”,The Economist, 17/01/2015:

http://www.economist.com/news/middle-east-and-africa/21639554-china-has-beco
me-big-africa-now-backlash-one-among-many

25/ Nick Turse, “America’s empire of African bases”, TomDispatch.Com,
17/11/2015:

http://www.tomdispatch.com/blog/176070/t...
<http://www.tomdispatch.com/blog/176070/t...'s_empire_of_african_bases/>
’s_empire_of_african_bases/

26/ Fergus Ryan, “South China Sea: US bomber angers Beijing with Spratly
Island fly past”, The Guardian, 18/12/2015:

https://www.theguardian.com/world/2015/dec/19/south-china-sea-us-bomber-ange
rs-beijing-with-spratly-islands-flypast

27/ Anthony Lake, “From containment to enlargement”, conferencia en la
John’s Hopkins School of Advanced International Studies:

https://www.mtholyoke.edu/acad/intrel/lakedoc.html

28/ “Gorbachev: USA may risk a real war against Russia”, Pravda, 29/01/2015:

http://www.pravdareport.com/society/stories/29-01-2015/129646-mikhail_gorbac
hev_usa_russia_war-0/

29/ Brad Lendon, “US sending tanks and armor to Europe”, CNN, 23/06/2015:

http://edition.cnn.com/2015/06/23/politics/us-armor-tanks-europe-russia-ash-
carter/

30/ Steven Erlanger, “NATO nations no longer question need for alliance”,
New York Times, 15/12/2015:
http://www.nytimes.com/2015/12/16/world/europe/nato-nations-no-longer-questi
on-need-for-alliance.html

31/ Jorge Benitez, “The bully to the east”, US News and World Report,
06/08/2015:

http://www.usnews.com/opinion/blogs/world-report/2015/08/06/russia-bullies-s
weden-and-finland-away-from-joining-nato

32/ Derek E. Mix, “US and Europe: Current issues”, Congressional Research
Service Report, 03/02/2015, 7; disponible en
https://www.fas.org/sgp/crs/row/RS22163.pdf.

33/ Ibid., 8-9.

34/ Vladimir Soldatkin, “Putin names US among threats in new national
security document”, Reuters, 02/01/2015:

http://www.reuters.com/article/russia-security-strategy-idUSKBN0UG09Q2016010
2

35/ Mark Adomanis, “A Russia-China alliance is emerging”, Forbes,
20/05/2014:

http://www.forbes.com/forbes/welcome/?toURL=http://www.forbes.com/sites/mark
adomanis/2014/05/20/a-russia-china-alliance-is-emerging-and-it-will-be-a-dis
aster-for-the-west/
<http://www.forbes.com/forbes/welcome/?toURL=http://www.forbes.com/sites/mar
kadomanis/2014/05/20/a-russia-china-alliance-is-emerging-and-it-will-be-a-di
saster-for-the-west/&refURL=http://isreview.org/issue/100/asymmetric-world-o
rder&referrer=http://isreview.org/issue/100/asymmetric-world-order>
&refURL=http://isreview.org/issue/100/asymmetric-world-order&referrer=http:/
/isreview.org/issue/100/asymmetric-world-order

36/ ForeignAffairs, número de noviembre/diciembre de 2015. Para más datos
sobre el papel del Consejo de Relaciones Exteriores y de su publicación,
Foreign Affairs, véase Laurence H. Shoupy William Minter, Imperial Brain
Trust (Nueva York: Authors Choice Press, 2004) y Laurence H. Shoup, Wall
Street’s ThinkTank (Nueva York: Monthly Review Press, 2015).

37/ Para un análisis más detallado de la invasión de Irak, véase Ashley
Smith, “The invasion and occupation of Iraq: Anatomy of an imperial war
crime”, International Socialist Review (noviembre-diciembre de 2007):

http://www.isreview.org/issues/55/iraqoccupation.shtml

38/ Glenn Greenwald, “US government celebrates tsarming of the Egyptian
regime with a YouTube video”, The Intercept, 03/08/2015:

https://theintercept.com/2015/08/03/u-s-government-celebrates-arming-egyptia
n-regime-youtube-video/.%C2%A0/

39/ Henry Kissinger, “A path out of Middle East collapse”, Wall Street
Journal, 16/10/2015:

http://www.wsj.com/articles/a-path-out-of-the-middle-east-collapse-144503751
3

40/ Para el mejor resumen del ascenso y la naturaleza del EI, véase Adam
Hanieh, “A Brief History of ISIS”, Jacobin, 03/12/2015.

41/ Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, “Worldwide
displacement hits an all-time high as war and persecution increase”,
18/06/2015:

http://www.unhcr.org/558193896.html.%C2%A0

42/ Nour Malas y Carol E. Lee, “U.S. pursued secret contacts with Assad
regime for years”, Wall Street Journal,
23/12/2015:http://www.wsj.com/articles/u-s-pursued-secret-contacts-with-assa
d-regime-for-years-1450917657

43/ Jack Stubbs, “Four fifths of Russia’s Syria strikes don’t target Islamic
State”, Reuters, 21/10/2015:

http://www.reuters.com/article/us-mideast-crisis-syria-russia-strikes-idUSKC
N0SF24L20151021

44/ Ilya Arkhipov y Stephen Kravchenko, “Putin threatens Turkish jets in
Syria”, Bloomberg, 17/12/2015:

http://www.bloomberg.com/news/articles/2015-12-17/putin-damps-hope-for-turki
sh-detente-threatening-jets-in-syria

45/ Ben Hubbard, “Saudi Arabia cuts ties with Iran amid fall out from
cleric’s execution”, New York Times, 03/01/2016:
http://www.nytimes.com/2016/01/04/world/middleeast/iran-saudi-arabia-executi
on-sheikh-nimr.html?action=click&contentCollection=Middle%20East&module=Rela
tedCoverage®ion=Marginalia&pgtype=article

46/ Robert Kagan, “The crisis of world order”, Wall Street Journal,
20/11/2015:

http://www.wsj.com/articles/the-crisis-of-world-order-1448052095

47/ FMI, “Lagarde: Prevent ‘new mediocre’ from becoming ‘new reality’,” IMF
Survey, 09/04/2015:

http://www.imf.org/external/pubs/ft/survey/so/2015/NEW040915A.htm

48/ Para un buen resumen del ascenso de China y las causas de su crisis
económica, véase Ho-fungHung, The China Boom: Why China Will Not Rule the
World (New York: Columbia University Press, 2015).

49/ Anchalee Worrachatey Ye Xie, “Morgan Stanley’s fragile fives well to
troubled 10 in selloff”, Bloomberg Business,
16/08/2015:http://www.bloomberg.com/news/articles/2015-08-16/morgan-stanley-
s-fragile-five-swells-to-troubled-10-in-selloff

50/ Neelabh Chaturvedi yNyshka Chandran, “Chart:
HowdoestheFedhikeimpactemergingmarkets?”, CNBC, 16/12/2015:

http://www.cnbc.com/2015/12/16/fed-interest-rate-hikes-impact-on-emerging-ma
rkets.html

51/ Nouriel Roubini, “How a Fedraterise creates havoc for emerging markets”,
The Guardian, 30/06/2015:

https://www.theguardian.com/business/2015/jun/30/fed-rates-hike-emerging-mar
kets-nouriel-roubini

52/ Landon Thomas, “Currency devaluations could hinder global growth”, New
York Times, 08/01/2016:

http://www.nytimes.com/2016/01/09/business/dealbook/asia-china-renminbi-curr
ency-devaluation.html

53/ The Economist, “In theKremlin’spocket”, 14/02/2015:

http://www.economist.com/news/briefing/21643222-who-backs-putin-and-why-krem
lins-pocket

54/ Rick Gladstone, “Saudi Arabia, squeezed by low oil prices, cuts spending
to shrink deficit”, New York Times, 28/12/2015:

http://www.nytimes.com/2015/12/29/world/middleeast/squeezed-by-low-oil-price
s-saudi-arabia-cuts-spending-to-shrink-deficit.html



  _____







---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20160929/8a9d4b7b/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa