Siria/EEUU/ El aventurerismo militar de Trump y sus implicaciones [Phil Hearse]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Abr 10 23:03:56 UYT 2017


  _____

Correspondencia de Prensa

10 de abril 2017

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net

  _____

Siria/Estados Unidos

El aventurerismo militar de Trump y sus implicaciones

Phil Hearse

LEFTUNIY, 7-4-2017

http://leftunity.org/

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

El aventurerismo militar de Trump y sus implicaciones 10/04/2017 | Phil
Hearse El ataque con armas químicas del gobierno de Asad el pasado 4 de
abril contra la ciudad de Jan Sheijun, en manos de los rebeldes, donde
murieron a más de cien personas, demostró una vez más el carácter bárbaro de
este régimen, responsable de innumerables muertes, de torturas sádicas y de
la destrucción de buena parte del país. Claro que es improbable que la
compasión con las víctimas de este nuevo ataque brutal de Asad fuera el
principal motivo de Donald Trump cuando ordenó el ataque con misiles de
crucero contra la base aérea siria cercana a Homs. Como era previsible,
Trump decidió jugar la carta militar, tomando una iniciativa que podía
contar de antemano con un amplio apoyo político en EE UU, después de semanas
de hallarse a la defensiva y de sufrir sendos reveses en el terreno de la
restricción de viajeros y del intento de anular el seguro médico de 25
millones de personas mediante la supresión del Obamacare.

No es probable que se trate de una iniciativa aislada. En efecto, la
agresión militar será seguramente un rasgo importante y sumamente peligroso
de la presidencia de Trump, que favorece masivamente las probabilidades de
una guerra de envergadura. Cada una de las amenazas a China, Corea del Norte
e Irán que blande el equipo de Trump corre el riesgo de acabar en un choque
militar. Una serie de hechos recientes confirman las previsiones de un mayor
militarismo estadounidense. Entre ellos hay que incluir el bombardeo de
saturación de la ciudad iraquí de Mosul por parte de EE UU, donde murieron
cientos de civiles en un ataque oficialmente destinado a los guerreros del
Estado Islámico; el envío de 500 soldados estadounidenses más a Irak; la
intervención más intensa en el norte de Siria y la incursión chapucera en
Yemen que mató a docenas de civiles.

Pero el dato más simbólico es el aumento del presupuesto de defensa en nada
menos que 54 000 millones de dólares –que incluirá una renovación total del
arsenal nuclear de aquí a 2020– y, por supuesto, las amenazas a China, Irán
y Corea del Norte. Entre estas cabe citar la estrambótica pretensión de
expulsar a las tropas chinas de sus bases en las islas Spratly, en el mar
del Sur de China, y las amenazas no muy veladas de emprender acciones
militares contra las instalaciones nucleares de Corea del Norte. Todo esto
en un contexto en que Trump ha dejado entrever su punto de vista de que las
armas nucleares son armas “utilizables”.

La asistencia social, la sanidad, la educación y otros capítulos de gasto
público de EE UU van a sufrir fuertes recortes en aras a seguir reforzando y
modernizando el exagerado arsenal estadounidense de 7 000 cabezas nucleares,
suficientes para destruir varias veces el mundo entero, y poner en escena
toda una panoplia de nuevas armas, desde los láseres mortales hasta el
aumento del número de rifles de alta tecnología para el cuerpo de marines.
Como explicó William D. Hartung en la revista Forbes, “para la industria
militar, la victoria de Trump significa que vuelven las vacas gordas”. Para
ello se basa en un discurso que pronunció el ahora presidente antes de las
elecciones, cuando propugnó aumentar el número de tropas en decenas de
miles, una armada de 350 navíos, una fuerza aérea significativamente más
numerosa, un programa antimisiles basado en el espacio –al estilo de la
guerra de las galaxias de proporciones reaganescas– y la aceleración del
programa de “modernización” del arsenal nuclear por importe de un billón de
dólares preconizado por el Pentágono, lo que en conjunto podría sumar más de
900 000 millones de dólares al presupuesto militar durante la próxima
década.

Trump perdió el voto popular en la elección presidencial del pasado mes de
noviembre y ha desencadenado un torrente de hostilidad política en EE UU y a
escala internacional. La respuesta lógica, que probablemente sea un tema
recurrente en los próximos años, será una apuesta por reforzar el
patriotismo nacionalista y el militarismo. Es la mejor manera de devolver la
pelota a los Demócratas, que no manifestarán una oposición decidida al
militarismo. A medida que los votantes de Trump se sientan engañados con
respecto a las promesas de puestos de trabajo y prosperidad, la tentación de
jugar la carta militar será irresistible y, casi con toda seguridad,
duradera. La izquierda radical estadounidense afronta una lucha prolongada
por reconstruir un movimiento antiguerra. Será una tarea difícil, pues el
patriotismo y el apoyo al ejército están profundamente arraigados en la
cultura de EE UU.

El militarismo no es una mera opción política o un tema complementario en el
repertorio de Trump. Es un factor crucial de su intento de conquistar la
hegemonía política y de construir un Estado más autoritario. Algunos
comentaristas de izquierda dijeron durante la campaña de las elecciones
presidenciales que Trump no se diferenciaba de Hillary Clinton en el aspecto
militar, pues ella también es un “halcón” en este terreno, y tal vez peor
que Trump; esta opinión exageró la aparente abertura de Trump hacia Putin y
Rusia. En realidad, Trump representa un importante paso adelante en la
tendencia, notable sobre todo desde 2001, hacia una mayor normalización de
la violencia, especialmente la violencia racista, en la sociedad
estadounidense.

El Pentágono gasta cada año hasta 10 millones de dólares en propaganda
militar en acontecimientos deportivos y otros actos masivos. Las alabanzas
al ejército de EE UU son el pan de cada día en las películas, los
espectáculos de televisión y los videojuegos. La industria armamentística
emplea a millones de personas y otros millones más dependen de ella. El
militarismo y la violencia adquieren cada vez más carta de naturaleza en la
sociedad estadounidense. Como dice Ulrich Beck, “las distinciones entre
guerra y paz, ejército y policía, guerra y crimen, seguridad interior y
exterior” han desaparecido en el Estado belicoso autoritario /1. La cultura
de la pistola y el rifle, la violencia racista, el encarcelamiento masivo de
las personas de raza negra, la represión rutinaria de las manifestaciones y
la semimilitarización de la policía, la vigilancia masiva y la agresión
exterior forman parte de un único proceso: la profundización de la tendencia
a la creación de un Estado autoritario militarista. Trump es el vértice de
la creciente cultura intolerante y autoritaria de la derecha estadounidense,
decidida a acabar con la libertad de expresión, los derechos civiles, los
derechos reproductivos de las mujeres y todos los vestigios de la justicia
económica y la democracia.

La posibilidad de que se utilicen armas nucleares es ahora mayor que nunca
desde la crisis de los misiles de Cuba en 1962. Un choque militar con Corea
del Norte encierra un peligro enorme. Incluso si ninguno de los dos bandos
emplea armas nucleares, Corea del Norte tiene la capacidad de lanzar sobre
Seúl y Tokio una lluvia de misiles no nucleares y 20 millones de personas
surcoreanas viven dentro del radio de alcance de la artillería norcoreana.
China no puede aceptar una Corea unificada bajo hegemonía estadounidense,
que situaría al ejército de EE UU junto a la frontera china; esta
posibilidad ya dio pie a la intervención de un millón de soldados chinos en
la guerra de Corea a comienzos de la década de 1950. La lucha contra el
militarismo y la guerra será un importante tema de preocupación de la
izquierda internacional en el próximo periodo.

En su último año de vida, Martin Luther King comenzó a entrever los lazos
existentes entre la guerra de Vietnam, el supremacismo blanco, el racismo y
la pobreza masiva, como muestra la película I am not your negro. En otras
palabras, comenzó a criticar el capitalismo estadounidense, lo que casi con
toda certeza fue el motivo de su asesinato. La izquierda contemporánea
también ha de destapar estos lazos, en particular mediante la
intensificación de su acción frente a la amenaza nuclear. Para que esta
actividad sea creíble y eficaz, la izquierda no debe limitarse a condenar la
intervención por parte de EE UU y otras potencias occidentales, sino también
la barbarie del régimen de Asad y los crímenes de guerra cometidos por la
Rusia de Putin con los bombardeos contra civiles en Alepo y otros lugares.

Nota

1/ The Silence of Words and Political Dynamics in the World Risk Society,
Logos n.º 1.4., otoño de 2002.

  _____





---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20170410/f3faf805/attachment.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa