Venezuela/ Hambre y progresismo [Rolando Astarita]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Abr 18 15:53:08 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

18 de abril 2017

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Venezuela

Hambre y progresismo

Rolando Astarita

Blog Marxismo & Economía, 17-4-2017

https://rolandoastarita.wordpress.com/

Mucha gente de izquierda considera al régimen chavista  como altamente
progresista. Así, por ejemplo, Michele Kiintz y Frank Gaudichaud sostienen
que el chavismo se cuenta entre los gobiernos latinoamericanos cuyo “balance
en el plano de los avances sociales y de reconstrucción de un Estado social…
es claramente positivo comparado con el período neoliberal anterior”
(“América Latina entre el reflujo de los progresismos y experiencias
alternativas”, 5/04/17;
http://contrahegemoniaweb.com.ar/america-latina-reflujo-los-progresismos-exp
eriencias-alternativas/).
<http://contrahegemoniaweb.com.ar/america-latina-reflujo-los-progresismos-ex
periencias-alternativas/>  Afirmaciones semejantes las encontramos en muchos
otros sitios web de corte nacional-populista.

En oposición a esa postura, sostengo que el hambre y la desesperación
generalizadas en que se ha sumergido al pueblo de Venezuela no solo no
tienen contenido socialista alguno, sino siquiera contenido
“capitalista-progresista”. Para argumentar mi posición, empiezo con algunos
datos y testimonios, escritos y gráficos.

Según un estudio realizado entre octubre y diciembre de 2016 por Cáritas
Venezuela, con la colaboración de Cáritas Francia, la Comisión Europea y la
Confederación Suiza, en Venezuela hay claros indicios de desnutrición
crónica entre los niños. En algunas zonas, esta alcanza niveles cercanos a
lo que, de acuerdo a los estándares internacionales, es una crisis. El
informe dice: “Se están registrando estrategias de sobrevivencia inseguras e
irreversibles desde el punto de vista económico, social y biológico, siendo
especialmente preocupantes el consumo de alimentos rebuscados en las
calles”.

“Según una encuesta realizada en junio de 2016 en el estado de Miranda, un
86% de los niños temía quedarse sin comida. Un 50% dijo haberse acostado con
hambre por falta de alimento en sus hogares”.

Por su parte, Erika Guevara, directora de la Oficina Regional para las
Américas de Amnistía Internacional, en junio de 2016 escribía:

“El Hospital de Niños J.M. de los Ríos en Caracas, que en otro tiempo fue
motivo de orgullo como modelo de asistencia pediátrica en Venezuela, hoy es
un trágico símbolo de la crisis que está arrasando este país de América del
Sur.

La mitad del gigantesco edificio se está derrumbando, las paredes se
tambalean, los suelos se inundan y las habitaciones están tan deterioradas
que ya no se utilizan.

En la mitad que continúa en funcionamiento, cientos de niños reciben
tratamiento. Pero escasean tanto los medicamentos como las provisiones
médicas básicas, y las madres de los niños ya han renunciado a pedirlos. (…)

La escasez de suministros médicos es sólo un aspecto de la profunda crisis
humanitaria que devora Venezuela desde hace tres años.

La tragedia podría haberse evitado. El país suramericano disfrutó durante
años de la prosperidad que conllevaba tener una de las mayores reservas de
petróleo del mundo.

Pero la súbita caída del precio del petróleo puso al descubierto una
realidad escalofriante: el gobierno venezolano había olvidado invertir en
infraestructura. Un país que antes importaba de todo, desde alimentos hasta
medicamentos, ahora no tenía para comprar antibióticos.

Las consecuencias han sido catastróficas. Según la empresa encuestadora
venezolana Datanalisis, el país carece del 80% de los alimentos y
medicamentos que necesita (…)

Venezuela presenta, además, una de las tasas de homicidios más altas de
mundo. Los médicos, ante tal escasez, tienen que improvisar para salvar
vidas, como si trabajaran en una zona de guerra. Los hospitales privados
tienen las mismas dificultades para conseguir medicamentos y provisiones
esenciales.

El personal directivo de la Maternidad Concepción Palacios, la mayor de
Venezuela, nos contó que, en el primer trimestre de 2016 murieron 101 recién
nacidos, el doble que en el mismo periodo de 2015. En el mismo hospital
habían muerto unas 100 parturientas en lo que iba de 2016.

La ausencia de datos estadísticos oficiales sobre muertes en hospitales
muestra que el gobierno del presidente Nicolás Maduro está rechazando la
ayuda internacional mientras que culpa a sus enemigos de esta terrorífica
realidad doméstica.
(http://aristeguinoticias.com/2206/mundo/venezuela-en-cuidados-intensivos-ar
ticulo-de-erika-guevara-rosas/).

Las Voces del Hambre, un reportaje hecho por la cadena Telemundo y conducido
por el periodista venezolano Fernando Girón, muestra cómo los niños
venezolanos se pelean con las aves de rapiña por unos huesos desechados por
carnicerías (El Nacional, 28/02/17,
http://www.el-nacional.com/noticias/crisis-humanitaria/las-voces-del-hambre-
reportaje-que-muestra-crisis-venezolana_83027)
<http://www.el-nacional.com/noticias/crisis-humanitaria/las-voces-del-hambre
-reportaje-que-muestra-crisis-venezolana_83027>

“El hambre en Venezuela no es cosa de juegos. La escasez de alimentos
básicos ha llegado a límites impensables y los ciudadanos son capaces de
caerse a golpes con tal de llevar algo de comida a la mesa.

Compradores que hacían cola en el Makro de Valle de la Pascua, en Guárico,
entraron por la fuerza al establecimiento luego que les indicaran que había
culminado la venta de pasta y harina, pues se había agotado la existencia de
ambos productos”
(http://www.maduradas.com/hay-hambre-turba-enfurecida-entro-a-makro-a-la-fue
rza-para-conseguir-comida-video/).

El hambre y la descomposición social no tienen nada de progresista

Como vimos al inicio de la nota, para muchos intelectuales y militantes de
izquierda, o “progres”, el hambre y los padecimientos del pueblo venezolano
parecieran ser una cosa secundaria, al momento del balance.

En oposición a esta postura, sostengo que no hay “construcción del
socialismo”, sea del siglo que sea, que pueda llevarse a cabo sobre la base
de la miseria y la postración. Recordemos el punto de partida: “… la primera
premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es
que los hombres se hallen, ‘para hacer historia’, en condiciones de vivir.
Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo,
vestirse y algunas cosas más. El primer hecho histórico es, por
consiguiente, la producción de los medios indispensables para la
satisfacción de las necesidades, es decir, la producción de la vida material
misma, y no cabe duda de que es este un hecho histórico, una condición
fundamental de toda historia, lo mismo hoy que hace miles de años, necesita
cumplirse todos los días y a todas horas, simplemente para asegurar la vida
de los hombres” (Marx y Engels, La ideología alemana, p. 28).

Sencillamente, el hambre socava incluso toda potencialidad del cuerpo, y por
lo tanto de pensar y obrar críticamente. Dice Spinoza en la Ética: “… todo
cuanto aumenta o disminuye, favorece o reprime la potencia de obrar de
nuestro cuerpo, a su vez aumenta o disminuye, favorece o reprime, la
potencia de pensar de nuestra alma” (proposición 11, L. 3). En Spinoza la
potencia es constitutiva del ser mismo. Como observa un comentarista, “ser
algo es precisamente tener la potencia de ser ese algo, o más precisamente,
de afirmarse como dicha potencia” (Salazar Carrión, El síndrome de Platón
¿Hobbes o Spinoza?, México 1997, p. 193).

Pero no hay afirmación de la potencia -y por lo tanto, no hay potencialidad
transformadora- donde los seres humanos están al borde de la inanición,
donde su vida se reduce a la amarga lucha diaria por sobrevivir. Más aún, la
necesidad de luchar por condiciones elementales de trabajo y de vida bajo el
capitalismo tiene que ver con la posibilidad misma de la liberación de los
asalariados. En este respecto, en Salario, precio y ganancia, Marx califica
el pedido de Owen de acortar la jornada laboral como “el primer paso
preparatorio para la emancipación de la clase obrera”. Y plantea que si esta
no defendiera sus condiciones de vida “se vería degradada en una masa
informe de hombres desgraciados y quebrantados, sin salvación posible”
(énfasis agregado).

Además, si al hambre se le suman la ausencia de perspectiva, el
descreimiento y la frustración, existe el peligro de desembocar en la
impotencia generalizada, en un sálvese quien pueda, del que solo se saldrá a
un altísimo costo.

Por otra parte, no es posible que se justifiquen estos increíbles
padecimientos en nombre de algún “objetivo socialista” (que ni siquiera es
el caso del chavismo). Hace muchos años, la revolucionaria rusa Alejandra
Kollontai decía que los métodos de construcción del socialismo de Stalin
evidenciaban una falta de verdadera humanidad comunista (ver aquí). Su
denuncia conserva plena vigencia. Es imperioso recuperar el ideal del
humanismo socialista, que ha sido enterrado por las numerosas capas
geológicas de stalinismos de todo tipo, que se siguen agregando hasta el
presente. Un sentido humanista no es un detalle, sino parte sustantiva del
proyecto de transformación social.

En este sentido, quisiera terminar esta nota recordando a Sánchez Vazquez
cuando, comentando la posición humanista del joven Marx, escribía: “La
reducción de las necesidades y la nivelación de estas a un mínimo general,
lejos de desarrollar la sociedad a través de sus expresiones más elevadas
(el talento, la cultura, la civilización), implica un retroceso por lo que
toca a la dominación de la naturaleza que expresa justamente la cultura (…)

El joven Marx no entiende el comunismo como una renuncia a los bienes
materiales y espirituales alcanzados por la humanidad. No se trata de un
empobrecimiento o ascetismo mediante la anulación de las necesidades o de
abolir la propiedad privada retornando a un estado que está incluso por
debajo de ella” (El joven Marx: los manuscritos de 1844, México, UNAM,
Itaca, p, 135).

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