México/EEUU/ Los niños que cruzan la frontera viven "una pesadilla llena de horrores reales" [Valeria Luiselli - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Abr 19 18:43:41 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

19 de abril 2017

Boletín Informativo

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germain5 en chasque.net

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México/Estados Unidos

Entrevista con la escritora mexicana Valeria Luiselli

Los niños que cruzan la frontera viven "una pesadilla llena de horrores
reales"

Mientras el presidente Trump sostiene su promesa de aplicar mano dura contra
la inmigración y contra los inmigrantes que viven dentro de Estados Unidos,
nos ocupamos de un nuevo libro considerado por el periódico Texas Observer
como “el primer libro de lectura obligatoria en la era Trump”. Su autora es
la escritora Valeria Luiselli nacida en México y una de las jóvenes
escritoras mexicanas más aclamadas del momento. Acaba de trabajar como
intérprete voluntaria para decenas de menores centroamericanos migrantes que
están en Estados Unidos, tras haber arriesgado sus vidas en el cruce de
México en busca de refugio.

Amy Goodman

Democracy Now!, 18-4-2017

https://www.democracynow.org/es/

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, soy Amy Goodman.
Pasamos ahora a comentar un libro que ha sido publicado recientemente,
calificado por la revista ´The Texas Observer´ como la primera lectura
imprescindible en la era Trump. El libro se titula Los niños perdidos: un
ensayo en 40 preguntas, de la escritora mexicana Valeria Luiselli, una de
las más reconocidas entre la generación de escritores jóvenes mexicanos.
Recientemente se desempeñó en Estados Unidos como intérprete voluntaria para
docenas de niños migrantes procedentes de América Central que arriesgaron
sus vidas cruzando México en busca de refugio en Estados Unidos. El libro
comienza con la primera pregunta que Luiselli debe dirigir a cada niño al
que ayuda en los tribunales de inmigración: ¿Por qué viniste a Estados
Unidos? El libro ha sido publicado al mismo tiempo que el presidente
estadounidense, Donald Trump, ha prometido impulsar medidas severas contra
los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Valeria Luiselli, estamos
muy contentos de que esté con nosotros. Empecemos por el título del libro en
su edición en inglés: “Dime cómo acaba”. ¿Por qué tituló así su libro?

VALERIA LUISELLI: Bueno, mi hija de ahora siete años, pero que tenía cinco
cuando empezó la crisis, me pregunta a menudo: “Dime cómo acaba esta
historia”. Entonces, su pregunta es de alguna manera el leitmotiv que
regresa siempre en el libro para recordarme a mí y recordar también al
lector que realmente no hay un final, que la historia no acaba, la historia
sigue y sigue. Y todos esperamos que algún día acabe bien, pero ahora no se
ve claro ese final.

AMY GOODMAN: Cuéntenos cómo comienza la historia de estos niños. Se
encuentran en un tribunal de inmigración y usted les pregunta por qué
vinieron a Estados Unidos.

VALERIA LUISELLI: Sí, bueno, ahí empieza la batalla legal que tiene que
enfrentar los niños. Antes de esa batalla legal, por supuesto, está el
proceso mismo del viaje, que es no solo difícil, sino realmente traumático:
una pesadilla llena de horrores reales y de amenazas que se transforman en
agresiones en la mayoría de los casos. Después está la llegada a la
frontera, a través de la cual cruzan los niños para entregarse a las
patrullas fronterizas, a migración, sabiendo que los niños rara vez pueden
cruzar solos el desierto. Son las patrullas fronterizas quienes los reciben.
Allí tienen una entrevista, los meten a lo que se conoce comúnmente como “la
hielera”, que es un cuarto a temperaturas frígidas donde los niños reciben
un trato francamente vergonzante. Después del tiempo que pasan ahí son
llevados a un albergue donde pueden ya tener un contacto más constante con
sus familiares –si es que tienen familiares en Estados Unidos–, hasta que
por fin puedan llegar a casa de sus familiares. A esa casa llega el primer
citatorio, los cita la corte de migración. En esa primera cita que tienen
con un juez, llegan a la corte y en ella hay organizaciones civiles
esperando a los niños que llegan a su cita para cacharlos de algún modo y
decirles: “Nosotros podemos ayudarlos, podemos conseguirles abogados que
trabajen pro bono, de modo gratuito para ustedes”. Para ello se hace una
entrevista, una entrevista basada en una serie de preguntas. Yo usaba un
cuestionario de 40 preguntas, pero el cuestionario va cambiando. En ese
cuestionario básicamente recogemos la historia de los niños para armar un
caso que después un abogado pueda decidir, tomar y representar para
conseguirle al niño algún tipo de alivio migratorio.

AMY GOODMAN: ¿Qué edades tienen estos niños?

VALERIA LUISELLI: Los niños son de todas edades. Yo he entrevistado a niñas
de cinco, seis, siete años, en la corte. Yo nunca he visto a ningún bebé en
la corte, pero sé que algunas personas con las que he trabajado me han
contado que han tenido que representar a niños de dos años, niños que
todavía no están en edad de hablar siquiera. La gran mayoría son niños
adolescentes, varones adolescentes. No sé si es porque son los que más
sobreviven al viaje. Yo creo que es una mezcla de dos factores: que son,
digamos, los más fuertes para sobrevivir a las atrocidades del viaje, pero
también son los niños en la franja de edad más vulnerable a ser reclutados
por las gangas o las pandillas, por lo que son los que más tienen que huir.

AMY GOODMAN: ¿Y qué pasa con la niñas y los adolescentes? ¿Qué pasa con
ellas? Usted incluye algunas estadísticas horribles en su libro.

VALERIA LUISELLI: Pues sí, la gran mayoría de las mujeres, niñas o
adolescentes, que hacen el viaje a Estados Unidos son violadas en algún
momento del viaje. La estadística es efectivamente un horror: 8 de cada 10
mujeres y niñas son violadas a lo largo de su viaje a través de México, a
través de las fronteras centroamericanas que tengan que cruzar: si vienen de
Honduras o de El Salvador; si vienen de Guatemala, solo digamos la frontera
de México, y luego a través de México y Estados Unidos. Y cuando no son
violadas, muchas veces sufren otro tipo de abusos y horrores. La gran
mayoría de los niños que llega a Estados Unidos llega en un estado de
trauma.

AMY GOODMAN: ¿Y qué pasa con ellos después? ¿Qué ocurre en los tribunales?
¿Quién toma las decisiones?

VALERIA LUISELLI: Bueno, después de lo que yo relataba hace rato, –después
de la estancia en la hielera, el paso al albergue, la llegada por fin a casa
de algún familiar–, cuando empieza por fin el proceso legal contra ellos,
básicamente tienen veintiún días para encontrar un abogado que los defienda
de una orden de deportación. En esos veintiún días tienen que encontrar una
escuela que los acepte. Para que sean candidatos a cualquier tipo de ayuda
migratoria tienen que demostrar que están en una escuela, por ejemplo.
Entonces, ahí hay otro nivel de dificultad porque muchas escuelas en zonas
del país a las que han llegado un número mayor de estos niños, esas escuelas
de esas zonas han tratado muchas veces de cerrar sus puertas a los niños. De
hecho, hubo varios escándalos graves este año en escuelas de Long Island
–donde yo trabajo, por cierto–, porque las escuelas no estaban admitiendo
niños y estaban ilegalmente diciendo a los padres de esos niños que
necesitaban papeles, lo cual no es cierto. Ningún niño necesita en ese
estado demostrar papeles ni nacionalidad ni mucho menos, para tener el
derecho básico a una educación. Entonces, los niños tienen que demostrar que
están en la escuela, y tienen que básicamente armar un caso, en donde su
historia y los horrores de los cuales huyen justifique la necesidad y la
urgencia del asilo o de alguna otra forma de alivio migratorio. Es una
paradoja extraña que el que entrevista a los niños de alguna manera necesita
escuchar lo peor posible para saber que ese niño tiene el derecho a armar un
caso.

AMY GOODMAN: ¿Con qué frecuencia son rechazados? ¿Con qué frecuencia son
aceptados?

VALERIA LUISELLI: Mira, los números que se van recogiendo, o que se han
recogido en estos años, indican que los niños que consiguen abogado tienen
casi un 100% de probabilidad de poder quedarse. Es decir, lo más importante
es poder conseguir un abogado. Por eso, el trabajo de las organizaciones
civiles es tan importante, y el apoyo ciudadano a esas organizaciones es tan
importante, porque mientras más apoyemos a las organizaciones, ya sea a
través de donaciones, a través de voluntariados, más aumentamos la
probabilidad de que haya abogados que decidan adoptar casos de niños y que
esos niños entonces consigan quedarse. Pero si un niño no consigue un
abogado, su probabilidad de poder quedarse aquí es muy, muy baja. No hay
números claros sobre cuántos de los niños que han llegado se han podido
quedar y cuántos no. Yo he leído reportes que dicen cosas muy distintas,
pero lo que está claro es lo que estoy diciendo sobre los abogados. Los
únicos niños que son deportados inmediatamente, en las primeras 24 o 48
horas, son los niños mexicanos. Los niños mexicanos no tienen derecho ni
siquiera a defender su caso en una corte.

AMY GOODMAN: Usted comenta que a algunos niños se les niega el ingreso en la
escuela, que se les dice que necesitan papeles para ello. ¿Ha intervenido
usted alguna vez? ¿Quién interviene? Y, ¿con qué frecuencia se consigue que
esos niños puedan ir a la escuela?

VALERIA LUISELLI: En el condado de Nassau, [estado de Nueva York] hubo un
escándalo público hace unos años, porque las escuelas del condado de Nassau
estaban haciendo eso. Pero personas –yo me imagino, del Departamento de
Educación–, intervinieron en esas escuelas, hubo presencia de los medios
denunciando la situación y ahora, supuestamente, las escuelas están abriendo
sus puertas a todos los niños. Pero es relativamente incierto. Es decir, por
ejemplo Manu, que fue el primer niño que yo entrevisté en la corte, y un
niño con el que todavía tengo una relación cotidiana porque sigo traduciendo
para él en su caso con sus abogados, y además es uno de los miembros jóvenes
de la organización que tenemos en la Universidad Hofstra´The Teenage
Immigrant Integration Association´, él por ejemplo, tuvo que salir de
Hempstead High School, porque lo estaban acosando miembros de un gang. Y
entonces, trató de meterse a una escuela en Long Beach, en donde no lo
aceptaron, le dijeron que necesitaba tomar clases de inglés primero, y
entonces se metió a clases de inglés. Luego, yo llamaba a la escuela Long
Beach periódicamente, para decirles: "Os tienen que aceptar. Es decir, no
pueden simplemente no aceptar, no es legal no aceptar a un niño", y nunca
nadie me hizo caso en el instituto de secundaria de Long Beach. Luego, lo
intentamos su tía y yo en varias escuelas. Ella no habla inglés, entonces,
digamos que ella conseguía datos de una escuela que los interesaba y yo
hacía la llamada y llamamos a varias escuelas en Long Island, escuelas
especializadas técnicas, escuelas de secundaria también, y nunca nos dieron
cita, nunca nos dieron nada. Las escuelas mismas no están siendo nada
receptivas. Manu, hasta la fecha, no va a la escuela. Creo que va a tratar
de meterse a unas clases nocturnas. Mientras tanto, está viniendo a Hofstra
a tomar clases de inglés.

AMY GOODMAN: Hablemos sobre el lenguaje. Usted afirma que, por primera vez
en mucho tiempo, las élites culturales y liberales, así como la población en
general en Estados Unidos, parecen estar bastante más preocupadas por este
asunto. Ese es el tipo de alivio al que se refiere cuando habla de los
activistas que defienden a los inmigrantes, lo cual a algunos les puede
sonar algo extraño. ¿Podría explicar esto?

VALERIA LUISELLI: Claro, nadie está aliviado de que Trump esté ahora sentado
en la silla presidencial; a nadie nos trae alivio, a nadie nos trae paz,
sino lo contrario. Bueno, supongo que hay gente a quien sí le trae paz. A lo
que me refiero con eso es que para quienes desde hace años nos preocupa el
tema de la inmigración, el hecho de que Trump haya hablado y siga hablando
con tanta demencia y violencia en contra de las poblaciones migrantes, ha
puesto sobre la mesa y en primer plano el tema de las migraciones, el tema
de los refugiados, sean niños, sean refugiados de Centroamérica, sean de
otras partes del mundo. Eso es un avance, en el sentido de que, quienes
trabajamos en inmigración directamente, tenemos muchísimo más apoyo de la
sociedad civil. Pienso, por ejemplo, en la reacción de la sociedad civil
ante las protestas de los aeropuertos después de la prohibición a los
musulmanes y cómo la sociedad civil no solo se presentó y estuvo físicamente
en los aeropuertos, pero además hubo millones de donaciones al ACLU, y cómo
el ACLU recogió 25 millones de dólares en un fin de semana, gracias a los
cuales pudo contratar a 200 abogados más durante la siguiente semana.
Digamos, ese tipo de procesos donde la sociedad civil se involucra
profundamente, o más profundamente, con lo que las instituciones o las
organizaciones hacen básicamente solos siempre es importantísimo. Y yo creo
que ese es un cambio fundamental que se ha visto en los últimos meses.

AMY GOODMAN: ¿Podría comentar la relevancia de que su libro esté siendo
publicado justo a comienzos de la era Trump? La revista ´The Texas Observer´
lo ha calificado como la primera lectura imprescindible en la era Trump.
¿Qué impacto espera que cause su libro, especialmente cuando usted hace
referencia a la estructuración del lenguaje y a desafiar el lenguaje
utilizado para describir a los inmigrantes?

VALERIA LUISELLI: Cuando yo escribí ese libro, Trump todavía era un señor
raro que había sido un celebrity de la televisión, todavía ni siquiera
figuraba en nuestra conciencia como un posible presidente de este país, o al
menos en la mayoría de nosotros. Entonces, cuando yo escribí este libro, lo
escribí en contra de las políticas casi siempre ignoradas por los medios de
comunicación masivos de la administración de Obama, políticas que afectaron
profundamente y de forma muy negativa a comunidades migrantes. La reacción
de la administración de Obama, la reacción de Washington ante la crisis
migratoria de cientos de miles o decenas de miles, y luego, eventualmente,
más de 100.000 niños centroamericanos que llegaban solos a la frontera, fue
una reacción francamente avergonzante, poco humana. Básicamente crearon un
grupo de casos, un docket, que se llama: los niños que antes tenían un año
para conseguir un abogado y defenderse de la deportación ahora tenían solo
veintiún días para conseguir un abogado. Además de que todos han hecho la
vista gorda con el tema profundamente injusto de que la ley actual protege a
todos los niños del mundo y los hace candidatos al asilo, y excluye a los
niños mexicanos, porque Bush en 2007 hizo una enmienda a esa ley, tal que
excluyan niños de países con fronteras colindantes a Estados Unidos. Osea,
niños canadienses o niños mexicanos, pero realmente solo niños mexicanos,
porque nunca hemos sabido de un niño canadiense que trate de emigrar a
Estados Unidos. Entonces bueno, todo el mundo ignora eso; eso se sigue
ignorando hoy en día por ejemplo, el por qué esa ley excluye a los niños
mexicanos. Y, desafortunadamente, todo lo que yo escribí, pensando que era
un problema, de algún modo digamos circunscrito a un momento y a unas
decisiones mal tomadas de una administración, se volvió ahora mucho más
relevante, todo lo que yo denunciaba se volvió ahora peor, digamos, peor y
más ominoso. Entonces, sí, de alguna manera paradójica, rara y siniestra
este libro es mucho más pertinente ahora de lo que era cuando yo lo escribí.
Pertinente porque los tiempos cambiaron para peor. Pero también pertinente
porque es un libro que de algún modo muestra mi profunda creencia y
entusiasmo por las organizaciones civiles y su poder para cambiar poco a
poco las cosas. Entonces, es un libro que no ofrece soluciones pero que sí
habla del trabajo de las organizaciones civiles, y creo que hoy en día
también es mucho más visible, importante, y hasta cierto grado ha sido más
exitoso el papel de las organizaciones civiles en este país.

AMY GOODMAN: Quiero que hablemos sobre lo que está pasando en México,
recientemente hemos informado del asesinato del periodista Maximino
Rodríguez. Lo que lo convierte en el cuarto periodista asesinado en tan solo
seis semanas. Rodríguez, que informaba sobre corrupción policial para el
Colectivo Pericú, fue asesinado el 14 de abril en la ciudad de La Paz, en
México, uno de los países con la mayor tasa de asesinatos de periodistas.
¿Conoce este caso? ¿Cuáles son las implicaciones de que México sea un país
tan peligroso para los periodistas?

VALERIA LUISELLI: Sí, por supuesto que supimos de este caso como cada semana
prácticamente sabemos de un caso más de un periodista asesinado. Hace un par
de semanas fue en Chihuahua, esta semana en La Paz; Veracruz es uno de los
estados digamos más infestados por el cáncer de los carteles y de un
gobierno local profundamente corrupto. Por suerte, fue aprehendido por fin
Duarte, el ex gobernador del Estado, un criminal absoluto. Pero lo que
sucede en México es que en algún momento nos quedamos sin ley, o hay leyes
pero las leyes no se aplican, y hay un grado de impunidad a todos los
niveles, sobre todo los niveles más altos, que hace que el país simplemente
no pueda salir de donde está, estamos como atorados en un ciclo infernal
desde hace años, básicamente desde que entró Calderón y declaró la guerra
del narco. No hemos podido salir de ahí. Y no se ve claro cuándo podremos
salir de ahí, no se ve claro cómo rearmar un país en donde se perdió el
ejercicio básico de la ley.

AMY GOODMAN: ¿Y cómo cree que las políticas de Estados Unidos afectan a
México?

VALERIA LUISELLI: Siempre. No solo somos los vecinos de Estados Unidos, sino
que tradicionalmente, el involucramiento de EE.UU. con los países en el
mundo, pero, para hablar solo de América Latina, ha sido muchas veces un
involucramiento muy nocivo. En cada golpe de Estado, en cada gobierno
militar asesino, en cada, digamos, desastre y principio de derrumbe de
procesos democráticos, ha estado detrás la CIA. Esto no me lo estoy sacando
de la manga: si revisas, por ejemplo, la guerra civil en El Salvador, estaba
la administración de Reagan detrás, básicamente, de financiar al gobierno
militar que después masacró a su gente y que fue responsable de que tuviera
que irse casi un quinto del país afuera de El Salvador huyendo de un
gobierno militar que los estaba asesinando.

Las dictaduras en el Cono Sur, los golpes de Estado, la situación en
Colombia... Yo cada vez que leo un periódico donde –últimamente, por
ejemplo–, dicen que la CIA se quiere comprometer más a fondo con la guerra
contra las drogas en México; espero realmente que no, que se mantengan lejos
y fuera porque es el principio del final, si la CIA empieza a financiar. No
es que no los estén financiando ya.

Entonces, bueno, el involucramiento de Estados Unidos es profundo, y parte
de lo que argumento en "Tell me how it ends" (Los niños perdidos) es que
tiene que haber una admisión de responsabilidad histórica compartida entre
Estados Unidos, México, y los países del Triángulo del Norte. No tiene toda
la culpa Estados Unidos, por supuesto: ahí está México con su incapacidad de
gobernarse a sí mismo siquiera, y digamos, el desastre que permitió el
gobierno mexicano con el poder que ahora tienen los carteles de droga, y por
supuesto, los gobiernos del Triángulo del Norte, que son igualmente
corresponsables de todo lo que está sucediendo. La cuestión es que haya una
admisión de responsabilidad histórica y actual con lo que está sucediendo.

AMY GOODMAN: ¿Ha fortalecido Trump a Peña Nieto ante los ojos de los
mexicanos, o lo ha debilitado? Peña Nieto ha dicho que no va a financiar el
muro, pero recibió a Trump cuando este era candidato, lo que según muchos
hizo que Trump fuera visto como alguien que tenía el potencial de ser
presidente, porque tuvo esta oportunidad de reunirse con un jefe de Estado
extranjero. Esa noche Trump fue a Phoenix (Arizona), y dio uno de los
discursos más racistas en contra de los inmigrantes de su campaña.

VALERIA LUISELLI: Sí, Peña Nieto es insalvable, en el sentido de que yo creo
que ningún presidente mexicano ha tenido tan poco apoyo ciudadano, y no lo
merece. Yo creo, francamente, que Peña Nieto debería estar en la cárcel, no
por lo que ha hecho y no ha hecho durante su presidencia, sino por las
atrocidades de Atenco cuando él era gobernador en el Estado de México. Pero
bueno, más allá de eso, sí puede que hasta cierto punto Peña Nieto haya
recibido apoyo en algunas de sus posteriores reacciones a las declaraciones
de Trump sobre el muro, porque en efecto, salió a defender la dignidad
bastante rota de México y a decir que los mexicanos no pagarían por el muro.
Pero como bien dices, ya había recibido antes a Trump por órdenes o por plan
de [Luis] Videgaray, que era su ministro de economía en ese momento. Eso fue
una gran derrota para los mexicanos, es decir, que nuestro presidente
hiciera más presidenciable a un candidato que nos había humillado
constantemente durante toda su campaña y que luego, esa noche,
efectivamente, fue a Arizona y dio uno de los discursos más violentos y
humillantes para los mexicanos. Por suerte, le queda muy poco tiempo a Peña
Nieto. No es que tengamos muchas buenas opciones visibles enfrente.

AMY GOODMAN: Finalmente, su libro anterior era de ficción, ahora ha pasado a
escribir no ficción. ¿Por qué?

VALERIA LUISELLI: Bueno, yo empecé como escritora de no ficción. Mi primer
libro, que se llama Papeles falsos en español y "Sidewalks" en inglés, es un
libro de ensayos sobre la extranjería, los exilios, los desplazamientos, la
traducción precisamente... Solo que es un libro mucho más lírico, un ensayo
mucho más lírico, una aproximación a escritores exiliados, a procesos
lingüísticos en poemas de escritores bilingües o trilingües; es una cámara
distinta a un problema de algún modo compartido. Luego, este libro también
tiene algún precedente en mi carrera como escritora, como académica, como
estudiante. Mi tesis de licenciatura –yo estudié en la UNAM en México, antes
de venir a estudiar un doctorado aquí en Columbia–, y en la UNAM en México
me licencié con una tesis de licenciatura sobre migración precisamente, era
una crítica bastante mal escrita a John Rawls, desde el punto de vista de la
inmigración ilegal. Entonces, bueno, desde entonces –tenía veinte o veintiún
años cuando escribí esa tesis–, el tema de la inmigración me apasionaba y me
ocupaba. Y este libro, de algún modo, es un desarrollo natural de muchos
procesos distintos que he ido trabajando y desarrollando a lo largo de mi
vida.

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