Guayana/Francia/ Volvieron las barricadas: "Pou la Gwiyann Dékolé". después de Pascua [Rosa Moussaoui]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Abr 20 21:43:37 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

20 de abril 2017

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germain5 en chasque.net

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Guayana/Francia

“Pou la Gwiyann Dékolé”… después de Pascua

Rosa Moussaoui

A l’encontre, 19-4-2017

http://alencontre.org/

Viento Sur, 20-4-2017

http://www.vientosur.info/

El fin de semana de Pascua ha terminado y las barricadas están de vuelta en
Guayana. Desde las 22 horas, el lunes 17 de abril, las carreteras están de
nuevo cerradas en el Departamento de Ultramar (el Departamento de Guayana es
uno de los cinco Departamentos de “Ultramar” de origen colonial que están
ligados, desde 1946, con la República Francesa de forma similar a las de los
departamentos metropolitanos).

“Pou la Gwiyann Dékolé” ha hecho llegar un texto al ejecutivo de la
metrópoli. Un protocolo que “constata” el plan de urgencia de mil millones
de euros propuestos por el gobierno, propone abrir el diálogo sobre los dos
mil millones suplementarios reclamados por los manifestantes y plantea dos
condiciones no negociables con carácter previo a la reanudación del diálogo.
En primer lugar, el ejecutivo deberá “constatar el hecho de que el pueblo
guayanés quiere decidir por sí mismo”. Dicho de otra forma, que desea una
consulta ciudadana sobre el futuro institucional del Departamento. A
continuación, quienes protestan demandan que no se emprenda ninguna
persecución contra los manifestantes que han tomado parte en el movimiento.
Ello es una referencia a los controles de policía ordenados por la justicia
desde el 14 de abril por las barricadas. Una posición muy aplaudida, el
lunes a la tarde, desde la presentación del texto en Cayena. Pero una parte
de la población guayanesa duda que el gobierno responda favorablemente a
solo algunos días de la primera vuelta de la elección presidencial. (18 de
abril de 2017, según RFI)

Sobre las brasas enrojecidas, dos grandes ollas hierven desde la víspera y
cuando François Cavalier levanta la tapa con su machete, se escapan
deliciosos aromas. Es un cocido de awara, el plato tradicional de Pascuas. A
la pasta disuelta del fruto de una palmera se agregan legumbres y varios
tipos de carne –buey, cerdo, pollo-. Entre dos ráfagas, sobre el carbet que
domina la cala Balaté, un brazo del Maroni que se prolonga en la selva, los
comensales disfrutan y la crisis social que sacude a Guayana desde hace un
mes ocupa todas las conversaciones.

 “Somos amazónicos, sudamericanos”

Durante la tregua de Pascuas decidida por el colectivo “Pou la Gwiyann
Dékolé” se abrieron las barricadas ¿Señal de agotamiento o preludio de una
“nueva fase del combate”, como prometió el portavoz de los 500 Hermanos,
Mikaël Mancée, en las ondas de Radi Peyi? Para Katiana Joncart, este
“movimiento histórico” expresa mucho más que reivindicaciones sociales. “Es
un despertar del pueblo guayanés contra el tratamiento discriminatorio q ue
nos reserva Francia. Se nos repite que somos franceses pero eso no
corresponde para nada con lo que vivimos en este territorio abandonado por
el Estado. Se nos llama Domiens (habitantes de los Departamentos de
Ultramar, ndt), ultramarinos, pero yo no me reconozco en esas
denominaciones. Somos amazónicos, sudamericanos”, resume esta joven mujer de
32 años. Con un gran estallido de risas ella evoca las visitas relámpago de
los responsables políticos franceses.

Solo dos candidatos de la elección presidencial han hecho escala durante la
campaña. “Macron apenas ha permanecido un día. No es suficiente para darse
cuenta que Guayana no es más que una isla, sonríe. En cuanto a Marine Le
Pen, ella se ha contentado con una foto-recuerdo con los perezosos de un
refugio para animales…”. A falta de medios de transporte, bloqueados por la
huelga, las promesas de los candidatos no han llegado nunca a los electores.
Si se celebra el escrutinio, Katiana irá a votar. Pero deslizará un voto
blanco o nulo en la urna. Declara que “basta ya de bla-bla, basta de
promesas incumplidas”, retomando el eslogan de los contestatarios
guayaneses. Raphaël ni siquiera se dará la molestia de ir al colegio
electoral. A sus ojos, “esta elección no tendrá efectos sobre el último
territorio de América del Sur que permanece como colonia”.

Este joven médico, instalado desde hace diez años en Guayana, navega desde
un centro de salud a otro, sobre las riberas del río Maroni. En total, hay
17 para un territorio tan grande como Portugal. Y Guayana, desierto médico,
cuenta con cinco veces menos de médicos por habitante que el Hexágono. “La
falta de medios y el aislamiento dan lugar a que en situaciones graves los
pacientes corren un gran peligro. No tenemos ni radiología ni laboratorio de
análisis médicos. En Apatou está podrida la madera del dispensario. Toda la
estructura amenaza con derrumbarse en el río y el Estado pasa. No se ha
desbloqueado ni un euro para construir otro lugar de acogida para estas
poblaciones que viven en una oscura miseria”, relata. Las infraestructuras
están previstas para 100 000 habitantes. Oficialmente hay 244 000. En
realidad, la población podría sobrepasar fácilmente los 350 000 habitantes.
No solo por los inmigrantes venidos de Surinam y de Brasil que utilizan los
incontrolables caminos que atraviesan los ríos y la selva amazónica.
“Conozco innumerables franceses sin papeles, en su mayor parte Bushinengués
(“Hombres de la selva”, también llamados Marrones o Negros: son el conjunto
de los pueblos descendientes de los esclavos llevados desde Surinam para
trabajar en las plantaciones, wikipedia) que conocen mal sus derechos y a
los que se rechaza su documento nacional de identidad incluso cuando
realizan todos los trámites necesarios”, asegura Raphael. Algunos de estos
descendientes de los Negros marrones, los esclavos en fuga que negociaron
muy pronto las condiciones de su libertad, están mantenidos en los limbos
administrativos. Sin existencia legal, están privados de derechos, de
protección social, de acceso a los escasos servicios públicos.

Un movimiento pacífico y federador

A 7000 km de París, en esta atmósfera de ebullición social, la elección
presidencial aparece lejos, muy lejos. En 2012, el escrutinio había reunido
en la primera vuelta a apenas algo más del 50% de los electores. En las
calles desiertas de Laint-Laurent-del Maroni, solo algunos carteles de
Jean-Luc Mélenchon testimonian el inminente escrutinio. Los paneles
electorales pegados en las puertas del ayuntamiento están vacíos. Algunos
evocan, a media voz, una especie de boicot de la cita electoral. François
Cavalier sueña en alta voz « la emergencia de un pueblo guayanés, hasta
ahora embrionario. “Por primera vez, un movimiento pacífico federa a todas
las comunidades de Guayana. Sin que se rompa ni una rama, se ha abierto un
espacio para expresar las reivindicaciones comunes y las singulares. Hay ahí
un potencial extraordinario “, observa Serge Abatucci, codirector del
teatro-escuela Kokolampoe, que ha ocupado el campo de la Transportation,
destino infernal de millares de presos hasta 1947. Muy amarrada al siglo y
al continente, la Guayana quiere desbrozar, más allá del horizonte
electoral, los caminos de una mejor vida para todos. (18 de abril de 2017,
Humanité)

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