Argentina/ La venganza de Trotsky: el Frente de Izquierda se prepara para las elecciones [Fabián Kovacic]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Ago 6 12:16:27 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

6 de agosto 2017

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Argentina

El Frente Izquierda y los Trabajadores se prepara para las elecciones

La venganza de Trotsky

Disciplina, ascetismo, constancia y trabajo parecen ser los ingredientes con
los cuales el trotskismo argentino amasó casi un millón de votos en las
últimas elecciones presidenciales de 2015. Y en 2017, con el macrismo en el
poder, espera aumentar ese caudal. Por aquello de cuanto peor, mejor.

Fabián Kovacic, desde Buenos Aires

Brecha, 4-8-2017

http://brecha.com.uy/

Lejos de México donde terminó sus días asesinado por la larga mano de Iósif
Stalin y más lejos aún de la revolución rusa donde supo comandar con mano
firme al ejército bolchevique, Lev Davidovich Bronstein tiene voz y voto en
Argentina. Es que se trata del único país latinoamericano donde crece el
trotskismo, tanto dentro del movimiento sindicalista como sobre un terreno
electoral burgués. La mayor fuerza política trotskista del país, el Frente
Izquierda y los Trabajadores (Fit), tiene sus principales bastiones en
Salta, Mendoza, Neuquén y Buenos Aires, provincias especialmente sacudidas
por el ajuste neoliberal de los años noventa y donde se explotan los pozos
petroleros de la estatal Ypf, cuya privatización por el menemismo generó tal
de­sempleo que convirtió a pueblos enteros en imágenes fantasmagóricas.

Optimismo

Con cuatro diputados nacionales y legisladores provinciales en Salta,
Neuquén, Córdoba, Santiago del Estero, Buenos Aires, Mendoza y la ciudad de
Buenos Aires, el Fit se prepara para las elecciones legislativas de octubre
con el optimismo que le da el 3,1 por ciento de intención de votos en la
provincia de Buenos Aires, según las principales encuestadoras. El 13 de
agosto próximo, en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y
Obligatorias (Paso), superaría así fácilmente el 1,5 por ciento de los votos
del padrón electoral, necesario para poder presentarse luego a las
legislativas.

El Fit es la alianza conformada por el Partido Obrero (PO), el Partido de
los Trabajadores Socialistas (Pts) e Izquierda Socialista (IS). Todos
reivindican la figura y el pensamiento de Nahuel Moreno, el teórico
(fallecido en 1987) más importante del trotskismo argentino y con proyección
latinoamericana. Fundado en 2011 con motivo de las elecciones de ese año, el
Fit no paró de crecer en votos y actividad gremial. Ese año su fórmula
presidencial, integrada por Jorge Altamira y Christian Castillo, alcanzó el
sexto puesto –con 500 mil votos (el 2,3 por ciento del padrón)– detrás de
Cristina Fernández (Frente para la Victoria), el socialista Hermes Binner
(Frente Amplio Progresista), Ricardo Alfonsín (Ucr), Alberto Rodríguez Saa
(PJ) y Eduardo Duhalde (PJ) y por delante de Elisa Carrió. En las
parlamentarias de 2013 el Fit consiguió tres diputados nacionales (por
Buenos Aires, Salta y Mendoza) y en el 2015 una más por Buenos Aires.

Jorge Altamira es el referente indiscutido del trotskismo en los medios y
para el gran público, lo ha sido desde las elecciones de 1989. Economista de
la Universidad de Buenos Aires, es un hábil polemista que ha enfrentado en
numerosos debates a otros candidatos, sin embargo, nunca llegó a ser electo
por el voto. En las Paso de 2015 compitió en la interna del Fit contra el
joven Nicolás Del Caño (Pts) quien le arrebató la posibilidad de convertirse
en el candidato presidencial por cuarta vez.

Pero no es el Fit la única fuerza que se reivindica heredera de León
Trotsky. Bajo el nombre de Izquierda al Frente por el Socialismo, se unieron
el Movimiento Socialistas de los Trabajadores (Mst) y el Nuevo Mas. Ambos
son parte de las esquirlas que dejó el estallido del trotskismo argentino a
comienzos del gobierno de Carlos Menem en los años noventa, con el auge del
neoliberalismo y la caída del Muro de Berlín como colofón.

Historia de divisiones

La conformación del Fit en 2011 parece representar un punto de inflexión a
partir del cual los seguidores de Trotsky lograron revertir con cierta
eficacia la escasez de votos. La historia del trotskismo argentino desde la
vuelta de la democracia en 1983, por tomar una fecha arbitraria, tiene
puntos de contacto con el resto de las fuerzas de izquierda locales: la
división permanente.

En la elección de 1983 se presentaron dos fuerzas trotskistas: el Movimiento
al Socialismo –con la formula integrada por Luis Zamora y Silvia Díaz– y el
Partido Obrero, con el metalúrgico Gregorio Flores y la militante de
derechos humanos, Catalina Guagnini. Fueron las únicas propuestas
electorales que incluyeron a una mujer en la fórmula presidencial. Entre las
dos alcanzaron apenas medio por ciento de los votos, poco más de 70 mil
sufragios.

El mentor de Luis Zamora en esa elección fue Nahuel Moreno, fundador del
Partido Revolucionario de los Trabajadores (Prt) junto al santiagueño
Roberto Mario Santucho, el mismo que se convertiría en el referente del
Ejército Revolucionario del Pueblo (Erp) hasta caer asesinado el 19 de julio
de 1976. La posterior ruptura entre Moreno y Santucho sumado al golpe de
1976, llevó al primero al exilio donde se convirtió en una figura de peso
entre los trotskistas latinoamericanos. De vuelta al país, Moreno reorganizó
a las huestes locales de Trotsky en torno del Movimiento al Socialismo
(Mas), que en 1983 presentó a Zamora como candidato presidencial.

El Partido Obrero a su vez, fue fundado en vísperas de la apertura
democrática de 1983, pero su raíz era la agrupación Palabra Obrera nacida en
1965. La muerte de Nahuel Moreno en 1987 exacerbó las diferencias tanto
entre el PO y el Mas como en las internas de estos grupos ya históricamente
permeables a la escisión, y el Mas terminó dividido. Zamora se quedó con la
porción más vigorosa del partido, aquella que en los años previos acumuló
militancia con base en las luchas callejeras por el juicio a los militares
de la dictadura y la democratización de los sindicatos.

En las siguientes elecciones presidenciales, en 1989, el Partido Obrero –con
Jorge Altamira y Gregorio Flores en su fórmula– sumó apenas 46 mil votos,
mientras que la alianza Izquierda Unida (IU) –con la dupla de Néstor Vicente
y Luis Zamora– recibió 410 mil votos. Zamora se reservó el primer lugar en
la lista de diputados nacionales y pudo convertirse en el primer diputado
trotskista del país.

La alianza IU era algo más bien curioso dentro de la política argentina. Un
trotskista como Zamora se unía a un demócrata cristiano como Vicente, ambos
bendecidos por los fondos económicos del Partido Comunista. También fue la
primera fuerza política en dejar que la ciudadanía dirima la designación de
sus candidatos en elecciones abiertas, un antecedente de las actuales
primarias (que hoy son obligatorias para todos los partidos). Vicente ganó y
fue el candidato presidencial, y Zamora se quedó con la primera candidatura
a diputado nacional.

Una de las fracciones que salieron del Mas organizó en 1988 el Partido de
Trabajadores por el Socialismo (Pts), que debutó electoralmente en 1993 en
los comicios legislativos de la ciudad de Buenos Aires con poco menos de 10
mil votos. Entre tanto, el PO aparecía como la agrupación que mejor lograba
manejar las sucesivas rupturas de sus compañeros de ruta ideológica; sin
sobresalir en votos, mantenía unidas a sus bases que empezaban a disputar
espacios de conducción en las comisiones sindicales de las fábricas de los
principales centros urbanos del país.

Años del menemismo

El crecimiento de una corriente de la izquierda que históricamente aparecía
en un segundo plano en las luchas sociales latinoamericanas, puede
entenderse en la Argentina solamente si se la vincula con las luchas
sociales de la década del 90. El PO creó, como herramienta de acompañamiento
para las luchas callejeras y los piquetes, al Polo Obrero. En él se nuclean
trabajadores y desocupados, vecinos de barrios suburbanos golpeados por la
crisis y militantes sociales. El Polo Obrero compartió y compitió en las
manifestaciones callejeras con otras expresiones nacidas al calor de los
piquetes, como los Movimientos de Trabajadores Desocupados (Mtd) y
agrupaciones ligadas al peronismo y al cristianismo de base como Barrios de
Pie. Junto con esa actividad de presencia callejera cotidiana, el PO y el
Pts incrementaron su activismo sindical. Lograron, por ejemplo, crear el
sindicato de los trabajadores del subterráneo y arrebatárselo a la histórica
conducción peronista de la Unión Tranviarios Automotor (Uta) ligada a la
Cgt.

Aunque el trotskismo se encontraba dividido durante los años noventa,
acompañaba así a los focos de lucha abiertos en cada empresa quebrada por
las políticas liberales de Carlos Menem, que Luis Zamora denunciaba desde su
banca de diputado, como hizo con la visita de George Bush padre a Argentina.


El crecimiento de los conflictos en el país a partir de los noventa hizo
aumentar la participación sindical del Pts y el PO, al tiempo que engrosaron
los votos del Fit. Las encuestas sobre intención de voto en la provincia de
Buenos Aires ubican en quinto lugar al Fit (con su 3,1 por ciento).
Paralelamente la Izquierda al Frente cuenta con el 2,4 por ciento de la
intención de voto. Juntas estas dos fuerzas herederas de León Trotsky suman
un manojo de apoyo nada despreciable (más de 5 por ciento en la provincia)
para una ideología que sin prensa ni medios comerciales viene trepando
lentamente y ya tiene voz propia en el parlamento.

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