Venezuela/ Marea Socialista: contra el intervencionismo y las amenazas militares imperialistas [Carta - Declaración]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Ago 15 23:30:14 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

15 de agosto 2017

Boletín Informativo

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germain5 en chasque.net

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Venezuela

Carta al pueblo venezolano, a los pueblos de América Latina y del mundo, a
la izquierda internacional

Marea Socialista contra el intervencionismo y las amenazas militares
imperialistas

Equipo Operativo Nacional de Marea Socialista

Aporrea, 15-8-2017

https://www.aporrea.org/

El presidente de EE.UU., Donald Trump, acaba de anunciar que está
considerando la "opción militar" para sacar al presidente Nicolás Maduro del
poder. La amenaza de una posible operación militar contra Venezuela ha sido
precedida por la adopción de sanciones económicas unilaterales. No pareciera
lo más probable que se concrete una invasión militar directa, aunque se
chantajea con ella al gobierno para que ceda más; pero es evidente que hay
una escalada frente a un actor que le resulta incómodo. Lo que realmente
Trump quisiera aplastar es la irreverencia de la revolución bolivariana.

Desde Marea Socialista rechazamos contundentemente las amenazas militares de
Trum y todo tipo de injerencia del gobierno norteamericano así como las
sanciones económicas. Cerramos filas junto a nuestro indignado y valeroso
pueblo venezolano, apelando a la historia de victoriosa lucha
independentista que nos hizo ser una nación libre. Eso no significa que
avalemos de ninguna manera las políticas seguidas por Maduro y por la ANC.

Aunque parezca que poco le importa a un enloquecido Trump, está cosechando
una ola de repudio a su chantaje armado y a su invocación de guerra. Estamos
viendo cómo otras naciones y hasta las más hostiles a Maduro, condenan
tajantemente esa posibilidad, repudiada por gobiernos de América Latina y de
otras partes del globo, pues sólo contribuirían a hacer más inestable y
peligroso el mundo y hasta podrían incendiar a América Latina entera.
También se ha dado a conocer el rechazo de voceros de organismos
internacionales e instancias de la ONU, que censuran las sanciones
económicas por considerar que sólo servirían para empeorar la situación de
los venezolanos, e incluso podrían ser perjudiciales para quien las aplica.
Desde la izquierda internacional, incluida la izquierda norteamericana, se
levantan voces contra el intervencionismo, aunque una buena parte de ella no
respalde a Maduro.

Estados Unidos lleva muchas décadas atropellando e invadiendo países en
América Latina y en todo el mundo para la imposición de su dominio y en la
disputa por la hegemonía imperialista. En muchas ocasiones se ha salido con
la suya pero también ha tenido enormes fracasos, como en Vietnam y en Cuba.
Estas acciones que pretenden justificar falsamente en nombre de la
"libertad" o la "democracia" siempre ha sido a costa de enormes sufrimientos
para los pueblos agredidos e incluso para el suyo propio.

Dentro de Venezuela una amplia diversidad de partidos y de organizaciones
sociales, independientemente de su simpatía o antipatía hacia el gobierno y
hacia el "supra-poder" implantado con la ANC, ha salido a expresar un fuerte
rechazo a las amenazas imperiales, e incluso sectores de la derecha
pro-imperialista que en algún momento han apoyado la injerencia externa, se
han visto forzados a tomar posición en contra de una invasión o acción
bélica contra Venezuela, aunque eviten condenar expresamente a su aliado
estratégico gringo. Pero creemos que no basta emitir pronunciamientos sino
que es necesario contextualizar y tratar de explicarse lo qué está
sucediendo, así como discutir sobre las maneras de defender nuestra
soberanía e integridad territorial.

Para ello debemos examinar la situación internacional en cuyo marco se
inscribe la etapa por la que atraviesa Venezuela, donde la polarización
entre la oposición de derecha y el extraviado gobierno, también refleja la
disputa interimperialista, donde unos y otros tratan de sacar ventaja y
apropiarse de nuestros recursos.

El gobierno con sus malas políticas debilita y hace más vulnerable al país,
al venir torciendo el rumbo soberano que predominaba en materia económica
durante el período de Chávez y a la vez pierde el apoyo y la confianza del
pueblo, que era uno de los principales sustentos y fuente de fortaleza de la
revolución bolivariana. Esto es lo que ha dado oportunidades de recuperación
a la oposición de derecha, claramente pro-imperialista y le abre camino al
riesgo de intervención.

De ahí la necesidad de restaurar la unidad del pueblo venezolano para la
defensa del país, y eso se hace con más democracia y no con menos, así como
con respuestas políticas efectivas para enfrentar la situación que padece el
pueblo con la escasez de alimentos y medicinas. Pero el gobierno prioriza el
pago de deuda externa y sus compromisos con el capital financiero
(imperialista), dejando de lado la atención de las urgencias de la crisis.
La unidad del pueblo no puede forzarse con maltrato y represión.

El gobierno de Maduro y de la burocracia, hoy en día pone en práctica
políticas económicas que son retrógradas en materia de soberanía y
desarrollo independiente, en comparación de lo que veníamos alcanzando con
la revolución bolivariana en tiempos de Chávez. Ahora esas políticas van
adquiriendo un carácter entreguista y lesionan la soberanía. La política del
gobierno no es consecuentemente anti imperialista, aunque pueda tener a
veces un estilo provocador, con retos verbales al imperio. Esto no nos
fortalece frente al imperialismo.

Incluso, los bancos norteamericanos y los "paraísos fiscales".se han
beneficiado del desfalco continuado en Venezuela y con la fuga delictiva de
capitales. USA los interviene parcial y selectivamente para la manipulación
política, pero de ningún modo procura ponerlos al servicio de la ayuda al
pueblo de Venezuela en sus necesidades más urgentes.

Venezuela en el marco de la crisis capitalista mundial y la disputa
interimperialista

El sistema capitalista mundial no se ha podido recuperar de la crisis
crónica estructural que viene atravesando desde finales de la primera década
de este siglo. Ante señales de posible estallido de nuevas burbujas creadas
por los capitales especulativos en el sector financiero, las inversiones
buscan refugiarse en un redoblamiento de la explotación de recursos
naturales (oro, plata, diamantes, coltán, entre otros), que además responden
a los requerimientos de los avances tecnológicos y de nuevas áreas de
mercado. Al mismo tiempo, los capitales usan las espirales de las deudas
externas para apropiarse de más activos y riquezas de los países y de sus
territorios.

Todo ello se hace parte de una escalada recolonizadora, en la que los viejos
imperios y los emergentes, junto con las transnacionales, se disputan
hegemonía y posiciones de ventaja en el asalto de las riquezas del planeta,
aún a costa de la destrucción del equilibrio climático y de la vida, en
medio de un creciente caos geopolítico, desestructuración de naciones,
guerras y proliferación de gobiernos con patrones mafiosos, corruptos y
delictivos de acumulación del capital, que sumergen a las sociedades en la
arbitrariedad. No hay solución dentro del marco capitalista. Lo que parece
un intento de establecer un "nuevo orden" en realidad es parte de un
desorden mundial, con una disputa económica y política por la hegemonía, con
tensiones y conflictos militares que incluyen indirectamente a Rusia y a
China, y donde las confrontaciones regionales se extienden.

Forma parte de este tablero internacional la inestabilidad prolongada en
países árabes, las revoluciones y contrarrevoluciones e invasiones y
resistencias dentro de ellos, la creciente hostilidad con Corea del Norte,
poseedora de armamento nuclear; así como los desajustes en la propia Europa
y en la periferia de la ex URSS. En muchos de los escenarios en los que
EE.UU interviene observamos como resultado una desestructuración trágica,
porque aún siendo más débil económica y políticamente, su actuación es más
agresiva y se apoya en que todavía mantiene la supremacía militar.

Esta dinámica recolonizadora, a lo interno de los países desmantela
conquistas sociales y aniquila derechos democráticos para poderse imponer,
con la implantación de nuevas arquitecturas y de mecanismos económicos y
financieros, al servicio de las necesidades del capitalismo en mutación; y
pero a ello han contribuido las derechas sino también, cada uno en su
medida, los llamados "gobiernos progresistas" que en América latina se han
mantenido sujetos al modelo capitalista. En este contexto general es que
vienen declinando y sucumbiendo los llamados gobiernos progresistas, que
otrora intentaron regatear las condiciones de reparto establecidas por las
potencias y por las grandes compañías imperialistas. Esto ha afectado al
sostenimiento de los beneficios sociales y al disfrute de los derechos
democráticos, ya insostenibles por las economías rentistas que no llegaron a
ser consecuentemente transformadas y porque los procesos de cambio se
frustraron con el crecimiento de burocracias parasitarias y con la
asimilación de tales gobiernos progresistas a la lógica del capital. Por
eso, el ciclo de revoluciones y procesos de cambio que se iniciaron en
Latinoamérica parece encontrarse en fase terminal, para ser reabsorbido en
el reacomodo capitalista mundial que recaptura sus posesiones y zonas de
dominación, a pesar de la continuación de las luchas sociales, y eso
principalmente a causa de la claudicación de las direcciones políticas que
han tenido en sus manos la conducción de esos procesos.

A esto no escapa Venezuela, donde la revolución esta siendo sofocada por los
propios herederos políticos de Hugo Chávez, al haberse apartado o descuidado
las claves que marcaron el proceso bolivariano y los esfuerzos emprendidos
para la integración latinoamericana con proyectos truncados o semi truncados
como el Banco del Sur, la unión monetaria con el Sucre, la expansión y
fortalecimiento del ALBA, la creación de un marco militar independiente
respecto a los Estados Unidos, el avance de la UNASUR y CELAC.

El problema no es sólo la pugna de los Estados Unidos por recuperar espacio
y control económico en Venezuela; lo es también la geopolítica establecida
por Chávez, que les descuadró el tablero internacional, con posiciones
adversas o incómodas, capaces de arrastrar a otros países tras de sí en
contra de los planes y objetivos norteamericanos, al tiempo que favoreció la
entrada de China y Rusia afectándole en su área de intereses más próxima,
considerada por el imperialismo como "patio trasero".

Por ello hay que preguntarse: ¿Es realmente antiimperialista la política del
gobierno de Maduro? En el terreno económico la orientación va en dirección
contraria, ya que a pesar de que anuncia la vaga idea de un nuevo modelo
económico "post petrolero" y el reemplazo del sistema rentista, todas las
acciones concretas van dirigidas al reforzamiento del capitalismo rentista,
extractivista y dependiente, atado a las transnacionales y al capital
financiero internacional, como expresiones del imperialismo, así como al
reforzamiento de los mecanismos de sujeción respecto a los países
imperialistas propiamente dichos, tanto los más antiguos como los que han
venido surgiendo como competidores de los Estados Unidos y de Europa, entre
los que destacan China y Rusia, con intereses muy claros dentro del país.

Expresión de esto es la explotación del Arco Minero del Orinoco, con 112 mil
km cuadrados ofrecidos a la megaminería transnacional de diversa
procedencia, en una vasta y muy delicada zona, vital para el equilibrio
climático y ecológico, de la que depende gran parte de nuestras fuentes de
agua y de energía hidroeléctrica, en la que habitan pueblos indígenas y se
concentra gran parte de la biodiversidad venezolana. Para esos proyectos de
explotación el gobierno ni siquiera presentó los estudios de impacto
ambiental y tampoco consultó a los pueblos indígenas como es mandato de la
Constitución vigente de 1999. Esto se viene haciendo incluso con arreglos
financieros generadores de deuda y dirigidos a pagar la deuda ya existente,
ante la falta de divisas tanto por la reducción de los ingresos petroleros
como por el desfalco y fuga delictiva de capitales que se ha producido en el
país. El esquema también se da en la Faja Petrolífera y en el diseño de los
"15 Motores" de la economía, vinculados con la apertura de Zonas Económicas
Especiales que contemplan formas de flexibilización y des-regulación
favorables para el capital y perniciosas para el trabajo y para la soberanía
nacional. En lugar de avanzar por la vía del "desarrollo endógeno" del que
tanto hablaba Chávez, se retoma el viejo camino del capitalismo neocolonial.

Expresión con todo esto son los más recientes contratos, en medio de la
crisis y de las protestas de calle, con China National Petroleum
Corporation, Rosneft, Schlumberger, Horizontal Well Drillers, Baker Hughes,
Halliburton, entre otras, en el área petrolera, y grandes proyectos
gasíferos con empresas como la Repsol o la Shell. En la minería, asistimos
al retorno de compañías que habían sido echadas por Chávez, como la Gold
Reserve y el otorgamiento de amplias concesiones a Barrick Gold Corporatión,
entre otros negocios mineros pactados con empresas chinas, rusas,
canadienses, norteamericanas, surafricanas y de empresas países bajo cuya
bandera actúan capitales transnacionales diversos, además de posibles
parapetos de maletin para captación de renta.

En estas "alianzas estratégicas" más del 90 % de las inversiones son en la
minería y otra parte destinada al turismo, sin que se haga eje en la
reactivación productiva relacionada con los alimentos, el desarrollo
agropecuario o los medicamentos, para enfrentar los problemas más urgentes
que están afectando al pueblo con la situación económica del país. Los
alimentos y las medicinas, por el contrario, están siendo afectados incluso
en las importaciones, al haber sido reducidas entre un 60 % y 70 % con el
fin de asegurar la mayor parte de las divisas para el pago de una deuda
externa ilegítima y con un alto componente de corrupción, que el gobierno se
niega a auditar y transparentar.

La oposición de derecha, por su parte, no ha hecho el menor esfuerzo desde
su control parlamentario en la Asamblea Nacional, para cuestionar o bloquear
estos acuerdos y conductas económicas del gobierno, ya que no adversa estas
políticas y a lo sumo pudiera discrepar respecto a los socios preferenciales
o disputarse la administración de los negocios. Un eventual gobierno de esta
oposición tendría una orientación similar aunque cambiase la composición de
los capitales.

De manera que, más allá del chantaje y de las amenazas dirigidas a incidir
en el control político del país, el imperialismo, ya sea en su forma
Estado-Nación (USA, Países europeos, China, Rusia...) como a través de las
transnacionales y el capital financiero que son su expresión económica, esta
recuperando un reforzado poder en nuestra economía y en nuestro territorio,
de la mano del propio gobierno que agita retóricamente consignas
antiimperialistas y revolucionarias, pero que en los hechos le viene
abriendo las puertas hace tiempo por el apetito de lucro de una burocracia
que se ha hecho parte del capital en sociedad con sectores de la burguesía.

Por ellos, las primeras medidas de defensa antiimperialista y de la
soberanía nacional, deberían partir de la revisión y rectificación de toda
esta orientación económica que se nos viene imprimiendo, y que es el
principal factor de vulnerabilidad ante amenazas externas.

Y ante esto, cabe hacerse otra pregunta: ¿Van a plantear los
constituyentistas de la ANC una política realmente antiimperialista,
consecuente y que sea responsable? No han dado señales de eso y poco se
puede esperar de un "Poder Constituyente" conformado por el mismo poder
constituido responsable de las políticas económicas aplicadas en perjuicio
de la nación venezolana. Si realmente quisieran liberar al país del
imperialismo y avanzar hacia nuestra Segunda Independencia, tendrían que
comenzar a dar pasos decididos en este sentido.

Chávez pudo avanzar en sus posturas antiimperialistas porque al mismo tiempo
se apoyaba en las conquistas sociales de la revolución bolivariana y en una
democracia que mantenía la confianza de la gran mayoría del pueblo. Eso no
ocurre con Maduro, que no va más allá del discurso antiimperialista y le
abre espacio a las transnacionales y al saqueo de las potencias extranjeras
en el país, mientras pierde apoyo social y político por el maltrato y las
privaciones a las que es sometida la población por el gobierno burocrático y
autoritario.

Obviamente, entonces, pedir el apoyo para Venezuela frente a las amenazas de
Trump, no significa apoyo para las políticas de Maduro y de la ANC. Por el
contrario, el cambio de estas políticas nefastas es precondición para la
real defensa de nuestro país.

Para enfrentar las amenazas del imperialismo y defender nuestra soberanía

Por consiguiente, para la defensa de nuestra soberanía necesitamos revertir
todas las políticas económicas entreguistas descritas y reanudar el camino
de la II Independencia, puesto que no es solamente un problema de defensa
militar.

Necesitamos que se atienda la emergencia alimentaria y de medicamentos que
está sufriendo el pueblo, dando prioridad al abastecimiento y a la
reactivación de la producción de bienes de consumo básico. Es preciso
destinar el grueso de las divisas a este fin y no al pago de la deuda
externa (con la que incluso se financia al propio imperialismo agresor) y se
requiere el rescate de los capitales fugados, cosa para la cual el gobierno
no ha hecho esfuerzo ninguno y es responsable de la continuidad del desfalco
a la nación.

La recuperación de la democracia y del Estado de Derecho es fundamental para
reunificar a nuestro pueblo y restaurar sus mecanismos de participación hoy
usurpados y acaparados totalmente por el poder constituido instalado en la
ANC, por el aparato burocrático del Estado y por el gobierno del PSUV. Esta
es otra de las debilidades en las que se apoya el imperialismo para
presionar a Venezuela con el pretexto democrático.

Una manera de hacerlo sería someter la Constituyente instalada a referéndum,
para que sea el pueblo entero y no una parcialidad minoritaria y
monopartidista quien dé su aprobación o la repruebe. Pero, de ningún modo
esta cuestionada Constituyente y el gobierno pueden seguir actuando al
margen de la Constitución, todavía vigente, adoptada junto a Chávez en 1999.

La oposición burguesa, agrupada o no en la MUD, debe sujetarse a la CRBV y
abandonar definitivamente los métodos violentos e insurreccionales o los
intentos de implantar un doble poder para derrocar al gobierno y
pronunciarse de manera inequívoca en contra del intervencionismo que ha
venido auspiciando desde sus filas.

Para todo ello se requiere la recuperación de la fuerza social autónoma del
pueblo trabajador, el multidiálogo inclusivo de todos los sectores de la
sociedad en plena libertad y el cese del maltrato y la represión.

A la izquierda internacional le proponemos una activa campaña contra las
amenazas y el intervencionismo norteamericano, y que al mismo tiempo, le
exija al gobierno de Nicolás Maduro devolverle al pueblo venezolano todos
sus derechos y garantías constitucionales que conquistó con la revolución.

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