Argentina/ En octubre: ¿la economía juega a favor de Macri? [Esteban Mercatante]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Ago 17 13:47:29 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

17 de agosto 2017

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Argentina

En octubre: ¿la economía juega a favor de Macri?

¿Cómo jugo la economía en el resultado del domingo y cómo va a hacerlo en
octubre? El gobierno, ¿con cheque en blanco para avanzar en su plan
económico?

Esteban Mercatante

La Izquierda Diario, 17-8-2017

http://www.laizquierdadiario.com/

Como vimos en los últimos días, el resultado del domingo disparó los
festejos en los “mercados”. Pasamos nuevamente de un dólar en alza que
requirió de fuertes inyecciones del BCRA para mantenerse a raya apenas por
debajo de los 18 pesos, a una situación donde el tipo de cambio vuelve a
bajar, acercándose a los 17 pesos. Nuevamente la preocupación del gobierno
parece estar en que no baje demasiado. El Merval toca nuevos récord y los
bonos suben.

Como se ve, el gobierno logra un fuerte alivio inmediato en algunos de los
terrenos donde mayor tensión venía afrontando. Habrá que ver si la estampida
del dólar, aunque contenida, se cobra su precio en términos inflacionarios
en agosto. En julio el impacto fue menor al esperado por las estimaciones
privadas (1,7 por ciento fue el aumento de precios medido por el Indec,
contra 2/2,2 por ciento previsto por algunas consultoras).

Economía y votos, de agosto a octubre

Pero este alivio en términos de estabilidad macroeconómica que pueda tener
el gobierno gracias al resultado del domingo, no tiene un impacto
significativo en la vida cotidiana de millones de personas, excepto por la
mediación de su reflejo en los precios. Que el dólar deje de subir no cambia
la sensación respecto del empleo y sus perspectivas, ni sobre el poder de
compra. En este plano hay que decir que para llegar al resultado alcanzado
en las PASO (más favorable de lo que se preveía) poca ayuda recibió el
gobierno de la situación económica, y habría que ver si más bien esta no le
jugó en contra.

Es cierto que la propaganda oficial y las usinas mediáticas remarcaron los
últimos datos difundidos por el Indec para decir que la recuperación
económica está en marcha. Esto se comprueba respecto del peor momento de
2016, los números están cargados de ambivalencia. La industria creció en
junio 6,6 por ciento respecto de 2016, pero está estancada desde enero. Por
otra parte, la recuperación está muy centrada en la industria automotriz y
asociadas, así como en los sectores ligados a la obra pública, que aumento
fuerte este año, sobre todo en la comparación con un 2016 de abrupto freno a
todos los proyectos en ejecución que habían sido licitados durante la
administración de Cristina Fernández.

El consumo sigue cayendo aunque desacelera su retroceso, caída que no es
sorprendente porque el poder adquisitivo acumula pérdida desde que el
gobierno asumió. Y el empleo privado no recupera el terreno perdido durante
los primeros meses del gobierno de Macri, siendo el aumento de
monotributistas y el monotributo social junto con el crecimiento del empleo
público lo que explica el mayor aumento de la cantidad de aportantes al
sistema previsional, que es la medida con la que el gobierno dice que crece
el empleo formal. Entonces, más allá del impacto que tiene la obra pública
sobre la percepción del gobierno, y del discurso gubernamental sobre la
recuperación que buscará nutrirse de nuevos números en los próximos dos
meses, hay que ver si la economía pesa más en octubre para favorecer al
gobierno. Por lo pronto, no está claro que vaya a ser así.

Zafar con lo justo

Con el maniobrero “empate técnico” en la “madre de todas las batallas” en la
Provincia de Buenos Aires, y el voto logrado del 37 por ciento del padrón
nacional que lo ubicó como primera minoría cómodo, el gobierno logró evitar
que la ronda de primarias se convirtiera en una impugnación a lo hecho desde
que asumió en diciembre de 2015. Se trata de un resultado provisional, cuyo
sentido político tendrá que revalidarse en dos meses en la elección general.

De lograrlo, tampoco puede decirse que el gobierno reciba un cheque en
blanco. Una cosa es escapar a un escenario de fuerte castigo en las urnas, y
otra es recibir un aval para “profundizar el cambio”. Notemos que el
gobierno debió decir en las últimas semanas que no tiene planeada una
reforma laboral y previsional, cuyos contenidos ya sabemos que son
regresivos, implican atacar conquistas de los trabajadores, aunque al mismo
tiempo admite que sí está en carpeta. Tampoco explicitó cual es el contenido
de la reforma impositiva que tiene en carpeta. Además de esconder a Bullrich
con su discurso de un “pibe preso” más por semana.

De esta forma, podemos decir que el resultado no va liberar al gobierno de
la necesidad de “corregir errores”, forma autocomplaciente con la cual
varios miembros del gabinete se refirieron a la actitud de avanzar hasta
donde dé con las medidas pro mercado y ajustadoras, y retroceder en caso
necesario, mecanismo en el que la administración de Cambiemos debió incurrir
en numerosas ocasiones en este año y nueve meses que lleva en el poder.

Ansiedades que seguirán sin aplacarse

No obstante, si en octubre el gobierno revalida o amplia el resultado
favorable de las PASO, podemos estar seguros que buscará avanzar en algunos
de los aspectos que la administración y la clase empresarial más concentrada
que lo apoya consideran estratégicos para lograr “competitividad”:
“modernizar” las relaciones laborales, extender la edad jubilatoria, etc.

Sin embargo, son varios los voceros de los “mercados” y del empresariado que
señalan con preocupación que, aún si el gobierno lograra avanzar con una
agresiva agenda en estos terrenos de reformas estructurales (lo cual está
por verse), se prepara para convivir con otras “inconsistencias”. Apuntan a
los ritmos de reducción del déficit fiscal, que este año va a alcanzar el
4,5 por ciento del PBI. El gobierno planea reactivar después de las
elecciones las medidas para recortarlo, como son los nuevos tarifazos
previstos para octubre/noviembre (otro ataque al poder adquisitivo) se van a
traducir en una nueva reducción de los subsidios. También puede ocurrir que
las partidas destinadas a la obra pública se ralenticen, como ocurrió de
hecho a finales de 2016 después de un tardío arranque con la ejecución de
partidas, aunque la experiencia del gobierno del PRO en la ciudad sugiere
que en la gestión de Macri esta puede ser una viga central y permanente (y
de muy buenos negocios para su familia y amigos). Pero esto representa
recortes del gasto en una escala que no contenta a los que aspiran a achicar
en pocos años el déficit hasta el equivalente de 1 por ciento del PBI.

Por el contrario, la apuesta del gobierno, mientras ataca otras medidas
reclamadas por el empresariado para bajar el “costo argentino”, es seguir
apelando en escala creciente al endeudamiento público (y externo, en moneda
extranjera y emitido en Nueva York y otras plazas de las finanzas
mundiales). El incremento anual de la deuda externa pública fue de nada
menos que 43,6 por ciento en el primer año de gobierno de Macri, como
muestran Eduardo Basualdo y Pablo Manzanelli (“Endeudar y fugar”, Página/12,
9/8/17). Esta deuda fondea al gobierno, especialmente para el gasto
corriente, y al mismo tiempo provee de dólares que permiten una fuga de
capitales que bate récords.

Esto tiene profundas consecuencias. Como ya dijimos el gobierno trabaja en
una reforma fiscal, que pasará entre otras cosas por negociar con las
provincias la reducción o eliminación de Ingresos Brutos. Pero sin una
drástica disminución del gasto, es improbable que la reforma fiscal pueda
alcanzar un nivel de disminución de la carga que pagan las empresas
suficiente para satisfacer las aspiraciones del empresariado (el mismo que
se olvida de la cuestión fiscal cuando se trata de recibir subsidios). Esto
significa que aunque se diluya el fantasma de Cristina (para lo cual habrá
que esperar a octubre aunque los mercados celebraron por anticipado el
lunes), los motivos para retrasar inversiones seguirán estando, excepto en
los sectores donde las amplias ventajas se imponen sobre los reparos, como
el agro o las energías renovables.

De esta forma, aunque el gobierno se sienta fortalecido para encarar después
de octubre algunos temas como una reforma laboral a la brasileña para barrer
con muchas garantías de los trabajadores, o la previsional, los que critican
las inconsistencias macroeconómicas de la política económica desde el lado
empresario seguirán teniendo argumentos.

Convivir con estas "inconsistencias", y de hecho con su profundización, es
un precio que el gobierno parece dispuesto a pagar para lograr avances en
otros terrenos de su agenda pro empresarial.

Por otra parte, aunque el dólar se estabilice por un tiempo y la inflación
mantenga su (lento) descenso, el volumen de Lebacs va a seguir creciendo en
niveles aún más inmanejables de los que ya tiene, y será otro motivo de
ruido en 2018.

La dependencia de la deuda para que el esquema financiero cierre, y el
manejo del dólar y las tasas de interés atado a la voluntad de los capitales
de entrar al país para hacer negocios con la tasa, determinan que la
estabilidad económica estará cada vez más expuesta ante eventuales cambios
de humor de los inversores globales hoy dispuestos a hacer formidables
negocios prestándole al tesoro nacional o ingresando para hacer ganancias de
corto plazo con las Lebac. En el mundo inestable de hoy esta es una pésima
noticia y puede dar rápido paso a escenarios que pongan en evidencia las
fragilidades de una estabilidad financiera lograda a préstamo.

Algo que vaya más allá de este cortísimo plazo, es decir un plan de
crecimiento que exceda la obra pública, los créditos Argento y la apuesta al
agro, salvo que tomemos por tal al Plan Productivo, que propone
“reconvertir” (léase liquidar) 400 mil empleos en sectores industriales cuyo
desmantelamiento prevé, “te lo debo”, como diría Macri. Pero eso poco
preocupa a los CEOs que el gobierno aspira a conformar. Sólo importa a los
millones de trabajadores que poco lugar tienen en el sueño de la Argentina
“supermercado del mundo” que quiere vender el presidente como un proyecto
para la “felicidad”.

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