India/ Gorakhpur: la noche en que el ala infantil de un hospital se quedó sin oxígeno [Jeffrey Gettleman y Hari Kumar]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Ago 22 21:05:15 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

22 de agosto 2017

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India

La noche en que el ala infantil de un hospital se quedó sin oxígeno

Jeffrey Gettleman y Hari Kumar, desde Gorakhpur, India

The New York Times, edición en español, 22-8-2017

https://www.nytimes.com/es/

Rondaban las seis de la mañana del 11 de agosto cuando se acabó el oxígeno,
según recuerda Mohamed Jahid, el padre de una pequeña que estaba muy enferma
y recibía atención médica en un hospital del gobierno indio.

La situación era apremiante, pero los padres de los niños que se encontraban
en la unidad de terapia intensiva no entraron en pánico… porque no tenían
idea de qué estaba pasando.

La mayoría de los padres y familiares presentes reaccionaron como Jahid:
pensaron que se trataba de un procedimiento rutinario cuando las enfermeras
desconectaron los respiradores que habían mantenido vivos a sus hijos, les
entregaron pequeños resucitadores manuales de plástico y rápidamente
enseñaron a los padres cómo utilizarlos.

En cuanto vio a su hija intentando respirar, Jahid se apresuró a ayudarla.

“No dejé de bombear”, aseguró. Echó un vistazo a la sala. Ningún padre
dejaba de bombear. Desconocían que la reserva de oxígeno del hospital había
estado disminuyendo de manera constante desde que el proveedor dejó de
suministrar oxígeno líquido por falta de pago. Ese viernes, a pesar de las
advertencias repetidas del proveedor y de los técnicos del hospital, se
acabó el oxígeno.

Para cuando se había estabilizado el flujo, más de 60 niños habían muerto.
Muchos padecían de encefalitis japonesa y otras enfermedades tropicales.
Puede ser que hayan muerto por otras causas, pero los doctores admitieron
que es probable que la interrupción del oxígeno haya cobrado al menos varias
vidas.

La muerte de los niños ha provocado la indignación nacional en India y fue
de los temas más discutidos al tiempo que se realizaban las celebraciones
del setenta aniversario de la independencia del país, la semana del 14 de
agosto.

El hospital de gobierno, parte de la Facultad de Medicina Baba Raghav Das de
la ciudad de Gorakhpur, era considerado el mejor de la zona, un faro de
esperanza para millones de personas.

Ahora es visto como un símbolo de un sistema de salud que destaca por su
saturación, el mal manejo y la frecuente corrupción. Este episodio dejó en
claro que el sistema sanitario es de tal tamaño, y se mueve tanta gente
dentro de este, que no se suelen corregir los errores sino hasta que se han
perdido muchas vidas.

La Facultad de Medicina es una muestra de la escala de ese sistema. Es una
red enorme de edificios que cuenta con casi mil camas y pasillos que miden
tres metros de ancho y tienen el largo de una cuadra citadina. Con tal
saturación de pacientes, algunos de los cuales llegan de cientos de
kilómetros de distancia, en ocasiones los doctores trabajan turnos dobles de
36 horas con descansos de apenas seis horas, y hay de dos a tres niños por
cama. Las familias acampan donde pueden y los sacos de dormir, las cobijas,
las jarras de agua y sus latas de comida obstruyen los pasillos.

Por el caso ahora hay un mayor escrutinio del gobierno del primer ministro
Narendra Modi, principalmente porque Gorakhpur es el bastión de uno de los
aliados más polémicos del jefe de Estado, Yogi Adityanath. Recientemente,
este político divisorio y asceta hindú se convirtió en ministro en jefe del
estado más poblado de India, Uttar Pradesh; con 200 millones de personas,
ahí vive más gente que la población de casi todas las naciones del mundo.

Ante la pregunta de a quién se debía culpar de la tragedia, varios de los
padres de los niños que murieron mientras no hubo oxígeno dijeron
llanamente: “A la corrupción”.

La respuesta inicial del gobierno al problema del oxígeno fue insinuar que
era perfectamente normal que murieran diez niños al día en un hospital de
Gorakhpur, en especial durante esta época del año —la temporada de lluvias—,
cuando las nubes de mosquitos propagan la mortal encefalitis japonesa, un
virus que produce inflamación del cerebro y convulsiones. Esta explicación
fue ampliamente criticada por el nivel tan alto de insensibilidad.

La respuesta del gobierno del estado sigue siendo confusa. La administración
de Adityanath insiste en que el problema del oxígeno no causó ninguna
muerte, aunque no se ha realizado ninguna autopsia. Al mismo tiempo, las
autoridades suspendieron al director de la Facultad de Medicina y pidieron
que haya una investigación exhaustiva.

Brahamdev Yadav, un agricultor que cultiva arroz, nunca había oído de la
encefalitis japonesa pero supo que sus gemelos recién nacidos estaban
enfermos en cuanto puso su mano en su frente.

El 3 de agosto, Yadav los llevó al hospital, casi al mismo tiempo en que el
proveedor de oxígeno del hospital había aumentado las solicitudes de pago.
En una serie de cartas dirigidas a la Facultad de Medicina, el proveedor
insistía en que debía pagar sus propias cuentas y que no podía seguir
suministrando oxígeno líquido al sistema central de oxígeno del hospital a
menos que se cubriera la deuda de 100.000 dólares, informaron los medios de
India.

Los servidores públicos indios suelen exprimir “comisiones” de sus
proveedores. Incluso después de que se conceden contratos públicos, los
proveedores usualmente tienen que rebajar sus costos para obtener su pago, y
es un secreto a voces que la mejor manera de lubricar la maquinaria
burócrata es por medio de pagos de 2 a 5 por ciento para los funcionarios a
cargo. Ante la pregunta de a quién se debía culpar de la tragedia, varios de
los padres de los niños que murieron mientras no hubo oxígeno dijeron
llanamente: “A la corrupción”.

Los medios indios señalaron que ya se sospechaba que el director de la
Facultad de Medicina, R. K. Mishra –quien renunció después de lo sucedido–
malversaba dinero público. Han desaparecido millones de dólares en otros
escándalos de corrupción del servicio público de salud en Uttar Pradesh.

Mientras tanto, es evidente que la Facultad de Medicina necesita todos los
recursos posibles. A pesar de que la nueva sección destinada al tratamiento
de la encefalitis japonesa, con sus ventanas de cristal y máquinas que no
dejan de hacer ruidos, cuenta con la tecnología más avanzada, hay otras
partes del hospital que se encuentran en un abandono caótico. Los muros
tienen agujeros gigantes, los pasillos apestan a orina, abundan las
bombillas inservibles y el agua gotea del techo para después acumularse en
charcos en el piso.

La capacidad del hospital “está rebasada diez veces”, afirmó el doctor K. P.
Kushwaha, el exdirector de la Facultad de Medicina.

Los doctores afirmaron que muchos hospitales indios son como este, lo que
tiene consecuencias mortales. En 2011, dieciséis madres de recién nacidos
murieron en un hospital abarrotado de personas en Jodhpur, antes de que se
descubriera que muchas bolsas para líquido intravenoso estaban contaminadas
con bacterias. Ese mismo año, murieron veintidós bebés en otro hospital en
un periodo de cuatro días, aunque las causas de la muerte siguen sin
aclararse.

El 11 de agosto, antes de que se terminara el oxígeno, Jahid llegó a la
Facultad de Medicina con su hija de 5 años, a quien le costaba trabajo
respirar y ardía en fiebre. Arribó al sanatorio apenas cinco horas después
de que Gorakhpur Newsline, un sitio web de noticias locales, publicara un
artículo en el que advertía que el suministro de oxígeno del hospital estaba
a punto de acabarse.

Jahid, un vendedor de joyas, no vio el reportaje. Como la mayoría de los
otros padres con hijos internados en el hospital, había pasado por
instalaciones médicas más pequeñas para llegar ahí.

“Me dijeron que la llevara a la Facultad de Medicina, donde hay buenos
doctores y máquinas, y que estaría bien”, recordó. Jahid mencionó que hubo
cinco cortes de oxígeno el viernes.

Alrededor del mismo momento en el que Jahid y su hija llegaron ahí, murieron
los gemelos recién nacidos de Yadav. Los dos usaban respiradores. Tenían
diez días de haber nacido y ni siquiera tenían nombre. “Pensé en quitarme la
vida”, comentó Yadav.

Cuando se difundió la noticia de la muerte de los niños, el hospital hizo un
esfuerzo por realizar un pago parcial del oxígeno. Llegó una entrega de
oxígeno líquido la mañana del sábado 13 de agosto. Los funcionarios del
hospital insisten en que el suministro únicamente fue suspendido durante un
intervalo de dos horas, entre las 23:30 de la noche del jueves y la 1:30 en
la madrugada del viernes.

Aseguran que llevaron tanques de oxígeno comprimido mientras hubo escasez y
que mantuvieron el flujo de oxígeno en áreas cruciales, como la unidad de
terapia intensiva. Sin embargo, varios padres negaron esa declaración,
porque señalaron que el flujo de oxígeno no se había restaurado sino hasta
la noche del viernes, cuando aparecieron los periodistas con cámaras de
video.

Varios de los pediatras que fueron entrevistados en el hospital dijeron que
sería difícil determinar la causa de cada una de las muertes de los 60 niños
que fallecieron, pero que el corte en el suministro del oxígeno había sido
el causante de la pérdida de al menos dos o tres vidas.

Jahid no puede dejar de pensar en qué podría haber hecho de manera distinta.
Sentado en su casa, mientras sostenía la foto de su hija, Khushi, Jahid
comentó que había bombeado el resucitador manual lo mejor que pudo.

“Era tan cariñosa”, comentó el abuelo de Khushi. “Me traía té, me traía
comida, me traía agua”.

Observó el callejón que se encuentra enfrente de la casa de la familia, como
si la viera salir de ahí de nueva cuenta para dirigirse hacia él, y dijo en
voz baja: “Era como mi mano”.

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