Historia/ Una relación tumultuosa: los bolcheviques y las reivindicaciones feministas [Marijke Colle]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Dic 18 10:35:26 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

18 de diciembre 2017

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Historia

Centenario de la Revolución Rusa

Los bolcheviques y las reivindicaciones feministas: una relación tumultuosa

Marijke Colle

Gauche Anticapitaliste, 13-12-2017

https://www.gaucheanticapitaliste.org/

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

Fue una manifestación de mujeres la chispa que, en febrero de 1917, hizo
estallar la revolución rusa. No obstante, las reivindicaciones feministas
estaban lejos de ser una de las principales preocupaciones de los dirigentes
revolucionarios de la época. El torbellino de la revolución trajo la
emancipación de las mujeres rusas… antes de un rápido retorno al modelo
tradicional de la familia.

El 13 de marzo de 1881, después de diez intentos, el zar Alejandro II cayó
asesinado. Sofía Lvovna Peróvskaya ayudó a organizar el atentado. La
condenaron a muerte junto con otros y otras conjuradas y murió en la horca
el 15 de abril en San Petersburgo. Militaba en la organización terrorista
revolucionaria Naródnaya Volia (voluntad popular), cuyos miembros eran
conocidos por el apelativo de narodniki. Querían servir al pueblo, sobre
todo a los campesinos pobres. El movimiento esperaba hallar una vía
específicamente rusa hacia la revolución y aspiraba a crear una sociedad en
la que la soberanía residiera en pequeñas unidades económicas autónomas que
abarcaran diversas aldeas y se unieran en una confederación que sustituyera
al Estado.

Vera Sasúlich (1849-1919) se unió a los narodniki siendo estudiante, en 1880
emigró y fue a colaborar con Gueorgui Plejánov (1856-1918), con quien fundó
el primer grupo marxista del movimiento obrero ruso. Ambos preconizaban la
creación de un partido proletario revolucionario y por tanto se oponían
desde entonces a la estrategia de los narodniki.

La Rusia de esa época, bajo el régimen zarista, era un país atrasado y en
gran medida todavía feudal. En 1861, el zar Alejandro II había decretado la
emancipación de los siervos. Cada campesino recibió un lote de 3,5
deciatinas (unas cuatro hectáreas),

Pero esta concesión no fue gratuita: había que comprar la tierra, pagándola
en 49 anualidades al Estado, que, a su vez, adelantaba la suma a los
propietarios.

La revolución de 1905

Esta comenzó el 22 de enero durante el domingo rojo y condujo diez meses
después a la promesa de una constitución. Durante la revolución, toda la
sociedad está en movimiento y en ebullición. Las mujeres también participan.
Se constituye un feminismo burgués que plantea reivindicaciones relacionadas
con la emancipación de las mujeres: derecho de voto, salario igual,
educación… Los partidos socialdemócratas [los revolucionarios de la época]
apoyan estas reivindicaciones, pero rechazan toda colaboración o alianza con
las feministas burguesas. No hay ningún intento de analizar en profundidad
la concepción feminista burguesa de la opresión de las mujeres. La menor
manifestación de interés por los problemas de las mujeres o la menor
intervención en dirección a las mujeres se asimilan al feminismo burgués.

En el primer Congreso panruso de mujeres, celebrado en 1908, Alexandra
Kollontai forma un grupo de trabajadoras que participan en él. Kollontai
cuenta en sus esfuerzos con el respaldo de Lenin. El comité central del
partido vota una resolución a favor de organizaciones políticas y sindicales
separadas para las mujeres, pero esta resolución no concreta nada sobre la
naturaleza de estas organizaciones y se convierte en papel mojado. La
revolución de Octubre llega sin que el partido socialdemócrata haya
formulado una teoría sobre la organización de mujeres.

La condición de las mujeres antes de la revolución de 1917

La gran industria moderna en Rusia está muy concentrada: empresas
gigantescas de más de un millar de obreros representan el 41 % del conjunto
de la clase trabajadora (17 % en EE UU). Los capitalistas occidentales
controlan en promedio el 50 % de las inversiones. La burguesía rusa es débil
y depende de las clases dominantes de Inglaterra y Francia. La condición
obrera es terrible. La patronal importa familias obreras enteras y las aloja
en humildes barracas o en dormitorios improvisados cerca de las máquinas. La
gran mayoría de los trabajadores son no cualificados y en muchos casos
analfabetos.

Si la condición de los obreros es miserable, la de las obreras es todavía
peor. Las mujeres trabajadoras ganan en promedio el 50 % del salario de los
hombres. En 1913, las mujeres trabajan de 12 a 13 horas al día. En el sector
de la confección, trabajan de 13 a 14 horas y las vendedoras y encargadas de
almacén tienen jornadas de 16 a 18 horas. Las trabajadoras que se quedan
embarazadas arriesgan la vida, no existe la baja de maternidad y todos los
años mueren 30 000 mujeres durante el parto.

En Rusia, una mujer que no recibe golpes de su marido es una excepción. La
ley lo autoriza expresamente. Las mujeres no tienen derecho a heredar, son
legalmente inferiores a todos los hombres adultos de la familia. En el mundo
rural, la mujer campesina no se diferencia mucho de una bestia de carga. En
1914, un tercio de las mujeres saben leer, y este porcentaje es superior
entre las asalariadas. El acoso sexual en el trabajo es moneda corriente.
Muchas mujeres tienen que prostituirse para conseguir un empleo.

Participación en la revolución

Las mujeres obreras ya habían participado activamente en el movimiento
revolucionario en 1905. Como escribió Alexandra Kollontai (1872-1952): “El
movimiento de las trabajadoras, por su propia naturaleza, forma parte del
movimiento obrero en general. […] La participación en el movimiento obrero
acerca a la obrera a su liberación, no solo como vendedora de su fuerza de
trabajo, sino también como mujer, esposa, madre y ama de casa”. Sin embargo,
también constató: “Tan pronto cesó la oleada de huelgas y los obreros
volvieron al trabajo, tanto en caso de victoria como de derrota, las mujeres
fueron de nuevo dispersadas y aisladas”.

El 23 de febrero de 1917, con motivo del Día Internacional de la Mujer,
varias columnas de mujeres (estudiantes, empleadas, obreras del textil de
los arrabales de Vyborg) se manifiestan en el centro de Petrogrado para
reclamar pan. Su acción recibe el apoyo de los obreros, que abandonan el
trabajo para unirse a las manifestantes. Ante este movimiento popular y
espontáneo, los raros dirigentes revolucionarios presentes en Petrogrado se
mantienen prudentes, considerando, como el bolchevique Alejandro Shliápnikov
(miembro del comité central del partido), que se trata más de una revuelta
de hambre que de una revolución en marcha.

En 1917, el 43 % de la clase trabajadora eran mujeres. Desde el comienzo
mismo de la revolución, las mujeres se organizan y publican sus
reivindicaciones. Mujeres de soldados forman comités y a comienzos de
febrero miles de lavanderas de Petrogrado se declaran en huelga y rompen de
este modo el consenso entre el gobierno provisional de Kerensky, los
mencheviques y los socialistas revolucionarios.

En marzo de 1917, en el partido bolchevique resulta rechazada la propuesta
de constituir una secretaría de mujeres (¡únicamente con tareas técnicas y
de propaganda!) a fin de contrarrestar la propaganda de las feministas
burguesas. Toda forma de organización autónoma de las mujeres sigue
considerándose un apoyo al feminismo burgués.

Genotdel y organización no mixta

La Conferencia de mujeres celebrada en Petrogrado en otoño de 1917 rechaza
una vez más una resolución a favor de una secretaría de mujeres y hasta el
Congreso de obreras y campesinas reunido en Moscú en 1918 no se decide crear
una red nacional de organización de mujeres. Son las condiciones de la
guerra civil las que favorecen una intervención específica hacia las
mujeres. Konkordiya Samoilova (1876-1921) defiende en 1918 la convocatoria
de conferencias separadas de mujeres porque en las habituales reuniones
mixtas no se podía hablar de los problemas de las mujeres… debido a la
escasa presencia de mujeres. De todos modos, esta organización separada se
considera una solución temporal.

Tras el Congreso de obreras y campesinas de Moscú (1918) comienza la
construcción de una red de mujeres en todas las instancias del partido.
Estos grupos de mujeres pasan a denominarse departamentos (Genotdel) en 1919
y se les faculta para tomar iniciativas organizativas con la apertura de
locales en los pueblos y los barrios, así como la edición de publicaciones
específicas. Organizan reuniones, defienden los intereses de la mujeres en
el partido, los sindicatos y los soviets.

Las bolcheviques van más lejos en la práctica que en la teoría. Durante la
guerra civil se organizan conferencias de mujeres no afiliadas al partido y
se celebran reuniones no mixtas de delegadas para intervenir directamente en
cuestiones que interesan a las mujeres. Las delegadas obreras, campesinas y
amas de casa son elegidas por tres meses y reciben formación política para
poder asumir responsabilidades en el soviet local. El sistema de delegadas
abarcaba al final a más de tres millones de mujeres, pero nunca llegará a
ser un movimiento social coherente e independiente. El miedo a otorgar a los
Genotdel demasiada libertad de acción estará siempre muy presente.

La discusión se ceñirá a la organización en el interior del partido
bolchevique. No se planteaba la posibilidad de un movimiento de mujeres
fuera del partido, pues lo consideraban burgués. Los bolcheviques no se
liberarán jamás de la atadura del pensamiento socialdemócrata alemán en este
terreno: “No existe un movimiento específico de las mujeres”.

Reivindicaciones de las mujeres y labor legislativa radical

La nueva constitución del joven Estado soviético instaura el matrimonio
civil; se proclama de igualdad entre hombres y mujeres; la ley deja de
establecer diferencias entre hijas ilegítimas y legítimas; se oficializa el
divorcio de mutuo consentimiento o a instancias de una de las partes sin
necesidad de aportar pruebas o testigos. El adulterio y la homosexualidad se
eliminan del código penal y la autoridad del cabeza de familia desaparece
del código civil. Se reconoce el derecho de voto de las mujeres. El nuevo
código de trabajo incluye las bajas de maternidad, la igualdad salarial,
medidas de protección específicas de las mujeres; la jornada queda limitada
a 8 horas y la semana a 48 horas y se crean los seguros sociales.

La socialización del trabajo doméstico

Para Kollontai, para las dirigentes del trabajo destinado a las mujeres y
determinados dirigentes bolcheviques, como Trotsky y Lenin, el cambio de
naturaleza del trabajo doméstico se producirá con la industrialización, el
acceso de las mujeres al mundo del trabajo y la socialización del trabajo
doméstico. Esto se consideraba una cuestión de importancia inmediata en la
transición. La socialización del trabajo doméstico mediante la creación de
equipamientos comunitarios se considera la medida principal para liberar a
las mujeres. El partido se pronuncia por la creación de comedores públicos,
guarderías y parvularios.

En 1920 se promulga una ley del aborto, pero este no se asocia a la cuestión
de la contracepción como mejor manera de evitar un aborto. La mayoría de
médicos son favorables a la ley del aborto, pero a menudo este derecho se
concede a regañadientes. Las mujeres que solicitaban un aborto por razones
que no fueran la penuria material, eran objeto de ataques. No había
suficientes camas en los hospitales para los abortos y a mediados de la
década de 1920 se suspendió la investigación en materia de contracepción por
falta de créditos. El aborto se considera ante todo un problema de salud
pública, se señalan los riesgos de un descenso de la natalidad y la
peligrosidad de la operación. Después de 1921 no hubo nunca más un debate en
las organizaciones de mujeres sobre el aborto y el control de la fecundidad
por las propias mujeres.

La instauración de la NEP

Después del periodo de comunismo de guerra, el país resulta vencedor, pero
exangüe tras tres años de guerra impuesta por el imperialismo. La Nueva
Política Económica (NEP) impone una drástica reducción del gasto público y
la suspensión de los créditos para equipamientos colectivos. Incluso se
pretende suprimir los Genotdel, pero ante las quejas masivas y tras un
debate enconado en el Pravda, se decide mantenerlos. Aparecen los mismos
argumentos que se retomarán a finales de la década de 1920 para cerrar los
locales de los Genotdel.

Los Genotdel se debilitan a partir de 1922. Inesa Armand y Konkordiya
Samoilova están muertas. Krúpskaya se dedica a otros problemas y Kollontai
se va a Noruega. Las nuevas mujeres dirigentes no tienen peso suficiente en
un partido que no se interesa por los debates teóricos en el terreno del
feminismo. Se debilita la democracia interna: seguir las órdenes de arriba y
el deseo de hacer carrera conducen a la pasividad política.

Algunas militantes, al comienzo de la NEP, temen que el retorno de las
mujeres al hogar y el abandono de los equipamientos colectivos reinstauren
los esquemas tradicionales de la familia. Proponen crear un movimiento que
agrupe a asociaciones que luchen localmente por la instauración de un nuevo
modo de vida. Sin embargo, la mayoría de miembros de los Genotdel criticaron
estas ideas como desviaciones feministas.

Hacia finales de la década de 1920, los Genotdel cambian de opinión sobre la
cuestión de las formas de organización independientes del partido. Critican
el fracaso del partido a la hora de hacer progresar la liberación de las
mujeres. No obstante, sus críticas no dejan de ser parciales. No proponen
ningún programa económico y social alternativo que permita al partido
integrar realmente la liberación de las mujeres en su programa, su teoría y
su práctica. En 1930, Stalin suprime los Genotdel y su publicación,
Kommunitska.

A modo de conclusión

El estudio de la revolución rusa nos permite captar mejor el vínculo que
existe entre la lucha por el socialismo y la lucha por la liberación de las
mujeres. Así se puede ver hasta qué punto la lucha por un movimiento
autónomo de las mujeres se enfrentó a la capacidad de resistencia de la
ideología y de las estructuras familiares. A menudo se ha dado la impresión
de que, mientras el país era un Estado obrero relativamente sano y
democrático, cumplió sus compromisos hacia las mujeres y de que solo con la
degeneración de la revolución se deterioró la situación también para las
mujeres.

Sin embargo, el ascenso y el declive de la democracia proletaria y del
control obrero no coinciden con el ascenso y el declive del movimiento de
las mujeres. Habría sido posible una aplicación diferente de la política de
la NEP, pero ni dirigentes ni militantes de base comunistas otorgaban
suficiente importancia a las “cuestiones relacionadas con la mujer” en los
debates. Esta debilidad no está asociada directamente a la contrarrevolución
burocrática capitaneada por Stalin.

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