México/Venezuela/ Guillermo Almeyra "consejero anticapitalista" de Maduro [Manuel Aguilar Mora]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Jul 13 13:49:28 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

13 de julio 2017

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México/Venezuela

Guillermo Almeyra “consejero anticapitalista” de Maduro 

Manuel Aguilar Mora *

Ciudad de México, 12-7-2017

La victoria es una tarea estratégica (León Trotsky, Coyoacán, 1940)

La compleja y dramática situación de Venezuela en los últimos días está
llegando a momentos cruciales, esos en los que se anuncian cambios
decisivos, rupturas históricas. ¿Cuál dirección tomará el curso de los
acontecimientos? Dependerá de muchos factores que se logre superar la
situación en favor de las fuerzas populares o al contrario que se agrave aún
más la crisis que se vive actualmente con el correspondiente incremento de
sacrificios y penalidades para la mayoría de su pueblo. Una cosa es
absolutamente cierta: sólo un análisis concreto de las luchas políticas
clasistas e interclasistas en ese país nos puede proporcionar una visión más
precisa de lo que sucede.

Además en nuestros días los cambios revolucionarios (o
contrarrevolucionarios) no son sólo “nacionales”, sino que son igualmente
internacionales, por lo cual el destino que tenga la lucha de clases en
Venezuela nos concierne también a nosotros. Como internacionalistas
convencidos por eso nos interesa saber y analizar lo que allá pasa y ante
todo con nuestra aportación mandar un mensaje de solidaridad a quienes
luchan, como nosotros en México, por una alternativa anticapitalista ante la
crisis profunda que atraviesan nuestros países latinoamericanos.

La lucha de clases en Venezuela

Como miembros de la Liga de Unidad Socialista (LUS) logramos convergir con
los compañeros del Partido Obrero Socialista (POS) y otros militantes de la
Coordinadora Socialista Revolucionaria (CSR) en una declaración sobre
Venezuela titulada “La situación en Venezuela y sus consecuencias
histórico-mundiales”. Nuestra posición era de clara hostilidad y oposición a
los dos fracciones burguesas que se disputan en este momento el poder
estatal: la boliburguesía oficialista representada por el presidente Maduro
y el bloque heterogéneo agrupado en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) en
donde convergen sectores representantes de la oligarquía desplazada desde
hace más de tres lustros del poder por el chavismo. Considerábamos que el
proceso revolucionario que se inició con el Caracazo, encabezado por el
equipo político-militar chavista, arrasó con el antiguo régimen oligárquico
bipartidista de Acción Democrática y Copei  y tomando distancias del
imperialismo, avanzó rápidamente pero no atacó a fondo las raíces de la
dependencia hacia la renta petrolera, clave de la dominación en última
instancia del sistema imperialista en el país. Se instauró un régimen con un
caudillo típico de la estirpe latinoamericana de los bonpartismos sui
generis que Trotsky atestiguó y teorizó durante su último exilio en nuestro
país en los años cardenistas.

El proceso venezolano con privilegiados afeites electorales muy favorables
al caudillo, se extendió,  más de dos décadas y llegó a partir del 2010 a
una encrucijada decisiva. La muerte de Chávez coincidió con el desplome
estrepitoso de los precios del petróleo. Al líder bonapartista sui generis,
con un talento político excepcional, le sucedió la caricatura del torpe y
limitado Nicolás Maduro que ha tenido que enfrentarse a la situación
desastrosa de hambre, desabasto, violencia e hiperinflación que ha cundido
por todo el país sin que su gobierno delineara ni de lejos una alternativa
anticrisis efectiva. No se percibe en ninguna de las dos fracciones
burguesas en pugna ni el menor atisbo de concebir y erigirse como verdaderas
alternativas superadoras de la situación. 

Nuestra posición concluía que sólo los trabajadores y sus aliados los
explotados y oprimidos tenían la potencia y la capacidad de forjar una
verdadera alternativa revolucionaria, de  ir a la raíz de la crisis para
resolverla y que lo conducente y consecuente es apoyar a los polos
revolucionarios y socialistas que ya existen en Venezuela y que luchan por
la forja de esa alternativa democrática, independiente y anticapitalista.
Esta posición se opone a la adoptada por la mayoría de lo que se llama de
modo general la “izquierda latinoamericana” en donde se encuentran las
corrientes más diversas, con el predominio evidente de las moderadas, las
“progresistas”, nacionalistas antiimperilistas y algunos resabios de las
organizaciones estalinistas, que tuvieron sus tiempos dorados a fines de los
años noventa y principios del nuevo siglo, pero que recientemente han
entrado en estrepitosa crisis en Brasil (Lula, Dilma), Argentina (los
Kirchner), Bolivia (Evo Morales), Uruguay (Frente Amplio) y que se refleja
con más dramatismo en lo que sucede en Venezuela.

Un golpe con “apoyo de masas” y sin ejército

Guillermo Almeyra quien destacó de inmediato entre los más fervorosos
partidarios de la postura meramente “antiimperialista” y “antigolpista” con
motivo de las grandes movilizaciones civiles contra Maduro realizadas en los
últimos meses en Venezuela, no espero mucho para lanzar críticas feroces a
nuestras ideas y propuestas anteriores que calificó de “favorables al
imperialismo”. De “grupúsculos ultraizquierdistas” no nos bajó entre otros
epítetos del mismo estilo que nos endilgó en una parrafada de solo media
cuartilla. Volvió al ataque cuando tal vez se percató que no era suficiente
las pocas líneas en las que había escrito las numerosas descalificaciones
que según él nos convertían en prácticamente renegados del marxismo, del
socialismo y la democracia. Entonces escribió una respuesta más extensa que
ha publicado en La Jornada (9 de julio de 2017) titulado El ABC, que es la
que a continuación tomaremos en cuenta para contestarle.(
<http://www.jornada.unam.mx/2017/07/09/opinion/016a1pol>
http://www.jornada.unam.mx/2017/07/09/opinion/016a1pol)

El texto de Almeyra cuyo objetivo es exponer a los ignorantes (como nosotros
en LUS y POS ), lo que como profesor rojo considera el ABC de las respuestas
correctas, incurre en muchas contradicciones. Un ejemplo evidente son dos
líneas en las que escribe que “Maduro debe ser defendido del golpe
imperialista y sostenido ‘como la cuerda sostiene al ahorcado’”. “Defender y
sostener a un ahorcado” (¡¿¡¿) he allí la tarea que según Almeyra
corresponde a quienes nos solidarizamos con el pueblo venezolano. Según él
el golpe imperialista que se prepara en Venezuela está representado por la
abrumadora mayoría de manifestantes civiles que han sido reprimidos por el
ejército cuyo control mantiene Maduro. Según esto va a ser un golpe “con
apoyo de masas”. ¿Un golpe sin la participación del ejército? Una cosa está
clara: el supuesto golpe imperialista que tanto determina la argumentación
de Almeyra, no cuenta con el ejército pues a diferencia de los ejércitos
chileno, argentino, uruguayo y brasileño que estaban bien coordinados por el
Pentágono y que en su momento realizaron los golpes militares contra los
regímenes civiles en los años sesentas y setentas, el ejército en Venezuela
está bajo el control del gobierno del presidente Maduro, y constituye de
hecho el apoyo principal que le queda a éste. Su oficialidad es una de las
más favorecidas por la boliburguesía y está lejos de ser una amenaza para un
sistema que es la fuente de sus muchos privilegios. Ello no significa que el
control de Maduro blinde por completo a las filas de la oficialidad de las
influencias del Pentágono, pero hoy por hoy el ejército no está en el campo
considerado “golpista”.

La Mesa de Unidad Democrática ni de lejos por si misma tiene el poderío
militar para derrotar a unas Fuerzas Armadas perfectamente pertrechadas con
las compras millonarias de armamento y encuadradas en el estado venezolano
del mismo modo que están todos los ejércitos burgueses de América Latina. A
este respecto Almeyra incurre en un desliz notorio cuando al señalar que el
apoyo del ejército al gobierno de Maduro se beneficia del “origen de los
soldados en los sectores más pobres de la población” parece olvidar que este
rasgo no es privativo del de Venezuela sino de todos los ejércitos de la
región, lo que no les impide que su estructura, jerarquía y objetivos estén
determinados finalmente por la fidelidad y lealtad burguesa de su
oficialidad.  

La victoria es una tarea estratégica

Almeyra no carece de buen humor. Como prueba está su “síndrome del pesero”,
una calificación que en broma puso a los estalinistas que consideran que “no
hay que molestar a quien conduce, esté borracho o lleve sus pasajeros al
abismo”. Pero resulta algo patético que él mismo no se percate que el
rechazo a su “síndrome”  lo coloca de hecho de acompañante de un conductor
en pleno derrape. Después de tirotear a Maduro con un rosario de los más
negativos calificativos [místico, torpe, tonto, primitivo, autor de
pretextos para los golpistas, acarreador de masas a los proimperialistas,
ayudante involuntario del imperialismo con sus acciones que agrietan al
ejército y al aparato estatal, “bonaparte camarillesco dentro del mismo
bonapartismo” (¡¿!¿)], finalmente concluye, creyendo que evita caer en el
síndrome de marras, diciendo lo siguiente:

“Maduro no necesita aduladores y seguidistas acríticos: requiere, en cambio,
consejeros anticapitalistas que le hagan ver la necesidad de separarse de
los corruptos y de apoyarse en el control directo por los trabajadores del
abastecimiento y de los sectores económicos saboteadores”. (Negritas
añadidas).

¿Será posible que con hipotéticos apoyos de “consejeros anticapitalistas”,
como quiere Almeyra, Maduro pueda revirar por completo la desastrosa
política que “lo ha conducido al abismo”? ¿Será Maduro capaz de cancelar los
pagos de la deuda externa a los bancos imperialistas, decretar el control
estatal del comercio exterior, de expulsar a las mineras extractivistas de
las concesiones en el Arco del Orinoco, de implantar una política de control
de la producción de los trabajadores y de asestar un golpe mortal a la
espiral inflacionaria? ¿Serán capaces los “consejeros anticapitalistas” de
“hacerle ver” a Maduro la necesidad de dotarse de una política
internacionalista como un factor esencial para convocar a los trabajadores
de América Latina a la solidaridad con la Venezuela anticapitalista? Sólo el
plantearlas muestra lo difícil que es la respuesta positiva a estas
preguntas.  

Como la definió el clásico, la victoria es una tarea estratégica. Y sin la
estrategia correcta todos los ardides tácticos conducen a nada. Mientras el
escenario esté dominado por las dos fracciones burguesas en pugna, mientras
no se rompa verdaderamente con el imperialismo y éste siga siendo, vía los
dos bloques por igual, el determinante en última instancia de la política
del capitalismo en Venezuela, la crisis se agravará. Mientras el escenario
lo copen el ejército, el Tribunal Superior, el partido oficial (el PSUV),
por una parte y la Asamblea Nacional controlada por la MUD, por la otra, el
imperialismo no tiene necesidad de hacerse presente de modo directo, pues
los dos bloques son burgueses. Concebir otra estrategia para la victoria
diferente a la lucha por la forja de una alternativa basada en el pueblo
trabajador que rompa y supere esos bloques burgueses es, para decirlo con
una palabra que le gusta a Almeyra, aberrante. Los trabajadores no cuentan
pues, dice, “están lejos de tener la unidad suficiente para tomar el poder”,
por lo cual se desprende según él que el pueblo venezolano sólo podrá
triunfar apoyando a Maduro. Después, una vez derrotada la MUD, entonces sí,
los trabajadores deberán enfrentar a la boliburguesía. Esta es la proyección
de Almeyra para los trabajadores, preconizando así una política para el
presente de claudicación ante la tarea prioritaria de todo socialista y
revolucionario en América Latina: ser campeones de la organización
independiente de clase, fortalecer las actuales y crear nuevas
organizaciones proletarias y populares, apoyar las nuevas formas de poder
popular fomentando la creatividad de las masas, propagandizar y agitar por
la única solución radical a la crisis, la que surja de la práctica
anticapitalista de los propios trabajadores y sus aliados. Fomentar la
confianza en las fuerzas populares de que sólo con su acción revolucionaria
e independiente será posible superar la actual situación de hambre,
desempleo, corrupción y violencia que hunde en la frustración y confusión a
amplios sectores de nuestros pueblos.

Perspectivas inmediatas

Estas líneas se escriben en días muy próximos a la fecha en que Maduro ha
convocado la realización de la Asamblea Constituyente. Serán días de gran
tensión política. Es evidente que la intención oficialista está dirigida a
sacar una asamblea favorable para neutralizar y eliminar del camino a la
actual Asamblea Nacional bajo el control de la oposición. Su organización
permite de entrada que el gobierno disfrute de una mayoría. La oposición
tiene en su rechazo a la Constituyente su principal contencioso contra
Maduro. Ambas partes están sacando sus fichas y en los próximos días
seguramente muchas cosas sucederán. Venezuela es hoy el centro de la
atención mundial. Para el gobierno de Caracas los apoyos son esenciales,
como el del jefe ruso Vladimir Putin. La oposición cuenta con los suyos: el
presidente Manuel Santos de la vecina Colombia se ha declarado en contra de
que se realice la Constituyente, considerando que su país es y lo será más
en el futuro el principal y directo afectado de lo que suceda en Venezuela.

El gesto de cambiar de su celda a Leopoldo López, considerado el líder más
radical de la MUD, y permitirle continuar su detención en arresto
domiciliario tiene también una poderosa señal política por parte del
chavismo que ya ha tenido consecuencia en las filas de la oposición. El
propio chavismo experimenta cambios y desgarraduras en uno y otro sentido.
Sin duda la principal ruptura en sus filas ha sido la de la procuradora de
la República, una conspicua seguidora de Chávez que se ha convertido en el
principal foco de oposición a Maduro dentro del chavismo.

Desde México nuestra visión no alcanza a apreciar con detalle lo que en el
mismo lugar los socialistas y activistas revolucionarios en Venezuela vean y
decidan lo más conveniente con respecto a la Constituyente. Una cosa es
segura con o sin Constituyente: Venezuela sólo podrá superar su grave crisis
con la fuerza y la convicción revolucionaria de su pueblo. Si el proceso que
se inició desde el Caracazo no continua hacia la instauración de un nuevo
estado anticapitalista, la decadencia y la putrefacción podrá ser la causa
de una deriva más autoritaria de Maduro o de plano de su sustitución por una
dictadura militar sin los afeites bonapartistas del chavismo.

La conversión de Venezuela en un país soberano, libre de la tutela
capitalista-imperialista abrirá insospechados caminos de transformación en
primer lugar para su pueblo y también para sus vecinos. En Colombia el
impacto será directo y tremendo. Su influencia emancipadora se extenderá
hacia los otros vecinos, muy principalmente hacia Brasil, hoy en medio de
una lucha decisiva contra la restauración del neoliberalismo crudo y
soberbiamente antipopular. Y la alianza de gobiernos actualmente ya
existente entre Cuba y Venezuela se transformará en una alianza de pueblos y
en el surgimiento de la primera federación de repúblicas socialistas de
América Latina. 

* Militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS).

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