Oriente Medio/ Comprender las raíces de la "crisis del Golfo" [Gilbert Achcar]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Jul 18 21:14:51 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

18 de julio 2017

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germain5 en chasque.net

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Oriente Medio    

Comprender las raíces de la "crisis del Golfo"

Gilbert Achcar 

A l´encontre, 21-6-2017

http://alencontre.org/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

http://www.vientosur.info/

Para comprender la violenta campaña lanzada por los gobiernos de Arabia
Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Egipto contra Catar, hay que
dirigir la mirada más allá de las trivialidades como el rescate que los
cataríes habrían pretendidamente entregado en Irak [a grupos chiitas para
liberar a más de 20 cazadores que practicaban la caza con halcón en
territorio iraquí] y las acusaciones según las cuales Catar apoyaría el
terrorismo. Tales acusaciones pierden toda credibilidad pues son planteadas
por actores que han hecho exactamente eso desde hace decenios. Hay que
remitirse al contexto anterior a la Primavera árabe y cómo ha sido afectado
por el Gran Levantamiento.

Durante el reinado del emir Hamad Bin Khalifa al Thani, el emirato de Catar
adoptó una planteamiento que no era muy diferente del adoptado por Kuwait
después que este último declarara su independencia frente a Gran Bretaña, en
junio de 1961. El anuncio había indignado a la República de Irak que exigió
que el emirato le fuera entregado en tanto que fracción de su territorio.
Pero Kuwait se aprovechó de las tensiones que existían entre Irak -bajo la
dirección de Abd el-Karim Qasim (de julio de 1958 a febrero de 1963)- y el
Egipto de Gamal Abdel Nasser, para obtener que los países árabes aceptaran
la independencia de Kuwait, que gozaba además de la protección de Gran
Bretaña. Para enfriar las ambiciones de anexión cultivadas por su vecino
iraquí, Kuwait adoptó posteriormente una política de neutralidad árabe,
manteniendo buenas relaciones con los dos polos en lo que se llamaba “la
guerra fría árabe”; a saber, Egipto y el reino saudita.

Como se sabe, de forma similar, Catar mantenía una relación históricamente
tensa con su vecino saudita, en particular desde que declaró su
independencia frente a Gran Bretaña en 1971. Tras haber tomado el poder, el
emir Hamad llevó a cabo una política que intentaba compensar el pequeño
tamaño del emirato reforzando sus lazos con los dos principales ejes del
conflicto regional tal como emergieron tras el amplio despliegue de tropas
estadounidenses en el Golfo: Estados Unidos y la República de Irán. Catar
logró así, simultáneamente, acoger (y financiar) la base regional aérea más
importante de Estados Unidos (Al-Udeid) y cultivar relaciones cordiales con
Irán y el Hezbolá libanés. La política de buenas relaciones con fuerzas
opuestas se manifestó igualmente en el establecimiento de relaciones
diplomáticas con Israel, a la vez que apoyaba a Hamás.

Sin embargo, durante el reino del emir Hamad, Catar no se limitó a cultivar
buenas relaciones con diferentes fuerzas como hacía Kuwait que, por su
parte, permaneció neutral y pasivo. Catar utilizó también sus considerables
riquezas para jugar un papel activo en la política regional, en particular
apadrinando a los Hermanos Musulmanes. El reino saudita, que apadrinó a los
Hermanos desde el inicio, en 1928, canceló este apoyo, en particular a causa
de la oposición de estos últimos a la intervención estadounidense en la
crisis entre Kuwait e Irak en 1990. El peso del papel político de Catar
aumentó fuertemente con el establecimiento de la red televisiva Al Jazeera,
que tuvo un eco importante entre las poblaciones árabes dando la palabra a
voces árabes de la oposición, en particular a los Hermanos Musulmanes.

La evolución política de Catar ante los levantamientos de 2011

Así pues, cuando el volcán del Gran Levantamiento árabe hizo irrupción en
2011, Catar pudo jugar un papel muy importante tanto a causa de su
apadrinamiento de los Hermanos Musulmanes como del papel de la cadena de TV
Al Jazeera. Por consiguiente, los dos polos del conflicto que domina el
mundo árabe desde entonces -el antiguo régimen y la oposición
fundamentalista islamista dirigida por los Hermanos Musulmanes- han obtenido
también el apoyo del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Mientras que
Arabia Saudita apoyó al antiguo régimen en toda la región -con excepción de
Libia frente a la que permaneció neutral y de Siria donde los elementos
sectarios (confesionales) llevaron a una alianza entre el régimen de Bachar
al-Assad e Irán- Catar apoyó los levantamientos, sobre todo allí donde
estaban implicados los Hermanos Musulmanes, salvo en Baréin, otro miembro
del CCG, por razones evidentes [en 2011 estalló un levantamiento popular y
no ha dejado de ser reprimido]. El conflicto entre el emirato y el reino se
hizo evidente desde el comienzo de la Primavera árabe; el apoyo de Catar al
levantamiento tunecino contrastó con el asilo político concedido por Arabia
Saudita al presidente depuesto de Túnez, Zine el Abidine Ben Alí.

La administración Obama veía a Catar como un medio para descartar el peligro
de una radicalización del levantamiento árabe que habría amenazado los
intereses de Estados Unidos. Por tanto, Estados Unidos apostaba en los dos
lados, apoyando a veces al antiguo régimen con los saudíes (como en Baréin)
y, a veces, intentando contener el levantamiento con Catar a través de los
Hermanos Musulmanes y sus aliados (como en Túnez y Egipto). Pero el papel
jugado por Catar, que animaba a Washington a adoptar una política de
seducción hacia los levantamientos, suscitó la indignación de Arabia Saudita
y escandalizó a los Emiratos Árabes Unidos, que habían designado a los
Hermanos Musulmanes como el enemigo público número uno. La presión ejercida
por los dos países del Golfo se intensificó cuando la apuesta por los
Hermanos Musulmanes sufrió un revés; es decir, cuando el presidente Mohammed
Morsi fue derrocado [julio de 2013] por el ejército egipcio y los Hermanos
Musulmanes fueron violentamente reprimidos. Fue entonces cuando el emir
Hamad decidió dimitir en favor de su hijo Tamim, el emir actual; la presión
del Golfo alcanzó su primer pico en 2014 a fin de forzar al nuevo emir a
cambiar de dirección.

Tras esta cumbre, parecía que el conflicto del Golfo había llegado a su fin.
Pero el acuerdo de los tres Estados del Golfo para apoyar a la oposición
siria contra el régimen de Assad tensó las relaciones entre Catar (y con él
los Hermanos Musulmanes) e Irán. Más tarde, Catar participó en la campaña
militar contra la alianza establecida entre Ali Abdalá Saleh [en el poder de
1990 a 2012] y los hutíes en Yemen. Esto en el contexto de la llegada de un
nuevo rey al trono saudita; lo que parecía demostrar que era posible un
acuerdo entre los miembros del CCG. Esta tendencia se reforzó por la
búsqueda, durante un cierto tiempo, por el reino saudita de un consenso
sunita contra Irán, que incluyera a los Hermanos Musulmanes. Lo que
coincidía con la tensión entre Riad y El Cairo. Este desarrollo se
correspondía perfectamente con la política de la administración Obama.

Sin embargo, la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos
modificó la ecuación. El nuevo presidente se muestra favorable a una
política de confrontación y de oposición tanto a los cambios como a la
revolución en el área árabe. Es igualmente muy hostil a Irán y se afirma
como un amigo próximo de Israel. Según la correspondencia de su embajador en
Washington, algunos de sus principales consejeros quieren poner a los
Hermanos Musulmanes en la lista de los grupos terroristas, de acuerdo, en
este punto, con los Emiratos Árabes Unidos. Este cambio fundamental en la
ecuación llevó a los Emiratos Árabes Unidos a reconciliarse con al-Sissi en
Egipto. Juntos, acompañados por los Emiratos y Baréin, han lanzado el actual
ataque frenético contra Catar para imponer un cambio radical de su política.

Este último episodio traduce de forma casi completa el retroceso del Gran
Levantamiento árabe y el contraataque contra el levantamiento lanzado por el
antiguo régimen en toda la región, apoyado en la mayor parte de los países
por el eje del Golfo; y por Irán en Siria y en Yemen. Pero, tarde o
temprano, surgirá inevitablemente una nueva ola de revolución (sus signos
premonitorios son ya visibles en Marruecos y en Túnez). Cuando estalle,
nadie la podrá contener y Riad y Abu Dabi podrían lamentar haber eliminado a
Catar en este terreno.

Nota de Redacción de A l´encontre

Este 20 de junio, en declaraciones ante la prensa hechas por el portavoz del
Departamento de Estado, Heather Nauert, la administración Trump manifiesta
“dudas” sobre las razones invocadas por Arabia Saudita, los Emiratos Árabes
Unidos, Baréin y sus aliados; razones relacionadas en lo esencial al “apoyo
al terrorismo” de Catar. Lo que ha desencadenado un serio bloqueo aéreo y
naval. ¿Se anuncia así un cambio en la actitud de la administración
estadounidense? Como informa la cadena Al Jazeera en inglés, sería impropio
olvidar que Estados Unidos disponen de la base militar de Al-Udeid, que
alberga más de 100 aviones operativos y más de 11 000 militares
estadounidenses y aliados. La BBC, por su parte, el 15 de junio de 2017
anunciaba la compra por Catar a Estados Unidos de quince aviones de combate
F-15 por una suma de 12 mil millones de dólares. Un poco más que el rescato
por los cazadores con halcón [unos 1 000 millones de dólares]. El embajador
de Catar en Estados Unidos, Meshal Hamad al-Thani, saludó las declaraciones
del Departamento de Estado, añadiendo en un tweet: “Confiamos en la
capacidad de Estados Unidos para resolver esta crisis” 

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