Siria/ Campos de refugiados: las mujeres son quienes más padecen [Clara Aguirre]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Jun 11 13:06:06 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

11 de junio 2017

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Siria

Las mujeres y la crisis siria

No hay refugio

Clara Aguirre *

Revista Anfibia, junio 2017

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A seis años del inicio del conflicto y la guerra civil, ya son 5 millones
los sirios que huyeron a otros países. Y cuando llegan a los campos de
refugiados, empieza otra batalla: la de sobrevivir en lugares donde la
infraestructura no alcanza para recibirlos. Las mujeres son quienes más lo
padecen: no las dejan trabajar, las aíslan y sufren abusos hasta de sus
propios familiares o compañeros.

Hala tiene 23 años y nació en Aleppo. Como más de 5 millones de sirios, tuvo
que escapar de su país, que ya lleva 6 años de conflicto y guerra civil y
que ha provocado la mayor crisis de refugiados desde la segunda guerra
mundial. De una población nacional de 22 millones, más de la mitad requiere
asistencia humanitaria. La mayoría escapa a países de la región como Egipto,
Irak, Jordania, Líbano y Turquía, donde muchas veces la infraestructura no
alcanza para recibirlos.

Alrededor del 10% toma el camino más difícil pero el más seductor: entrar a
Europa. Todos los días, arriesgan la vida en el Mar Mediterráneo para llegar
a un lugar, donde su presencia convulsiona discusiones políticas y es tema
central en campañas electorales y referéndums. Y una vez en destino, les
toca sobrevivir en los campos de refugiados, donde las mujeres son las más
vulnerables. Muchas veces, las cosas van mal desde el inicio: las intentan
acosar cuando tratan de huir a otro país.

“Una amiga que vino conmigo desde Siria se quedó sin dinero en Turquía y el
ayudante del traficante le ofreció que se acostara con él (a cambio de una
plaza en la embarcación). Ella se negó y no pudo salir de Turquía”, le contó
Hala a Aministía Internacional.

Hace dos meses, en una mesa sobre mujeres y Siria, en el marco de la 61°
Comisión sobre el Estado de las Mujeres en la ONU, diferentes ONGs y
activistas que trabajan en las zonas de conflicto se juntaron para debatir
la problemática. Para empezar, la organización internacional Islamic Relief
denunció la sub-financiación de los programas de acción humanitaria: de los
4,54 billones de dólares prometidos por la ONU, llegaron 2,2 billones.

De acuerdo a UN Women, el 50% del total de los refugiados a causa del
conflicto en Siria son mujeres y niñas. Hazna Muhhammed tiene 34 años y está
refugiada en Dara Shakran, Kurdistán. Su principal temor es que los  hijos
salgan del campo: “Tenemos miedo de que no puedan volver a entrar”. La falta
de libertad es una realidad: los refugiados no pueden entrar y salir. “En
Siria éramos libres (…) Ahora, en los tres años que llevo viviendo acá, no
salí del campo ni siquiera una vez para algo que no fuera buscar los
remedios que necesito”, dice Noor Hussain, de 33 años, refugiada en el campo
de Qushtapa, Irak.

En contextos de crisis, a los problemas estructurales se les suman los
emergentes como la violencia de género y la violencia machista, que son
consecuencias de una sociedad históricamente patriarcal y un sistema
político opresivo para las mujeres.

Inseguridad en los campos

Los campos de refugiados tienen serios problemas de seguridad. Una
investigación liderada por Women y ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados), muestra que los principales miedos y problemas
de las mujeres en los campos de refugiados son a agresiones sexuales,
violaciones, y violencia sexual por parte de sus parejas, familiares,
vecinos, colegas, empleados de ONGs y del gobierno y fuerzas de seguridad.
“Las mujeres no podemos salir solas. La policía lo prohibió el año pasado.
Por seguridad. Quiero salir al mercado, o al hospital, y siento que estoy en
prisión”, cuenta Hannan Abdullah Arab, refugiada en el campo de Basirma,
Irak. En los asentamientos de Kurdistán, el 82% de las mujeres sirias dijo
haber sufrido violencia verbal y faltas de respeto, mayormente en lugares
públicos. Algunas de las soluciones que proponen organizaciones como Islamic
Relief incluyen mejorar los sistemas de luz, establecer baños separados para
hombres y mujeres y favorecer la participación y el liderazgo femenino para
reducir las zonas peligrosas dentro de los campos.

La sensación de encierro es una constante. “Hay una frontera que no podemos
cruzar solas (…) Una vez que vamos del otro lado, volvemos a respirar. Estoy
siempre estresada. Estamos bajo presión y sufrimos este estrés todo el
tiempo”, cuenta Roksan Suleiman, desde Basirma, Irak.

En los campos de refugiados, como explica Anne Willson de la Lutheran
Immigration and Refugee Service, niñas y mujeres enfrentan situaciones de
aislamiento y tienen mucho tiempo de ociosidad que no se ocupa con otras
tareas. Cualquier aspiración o sueño en Siria queda trunca dentro de las
paredes de los campos. Batoul Nejim, 19 años, estaba cursando el
bachillerato en Siria. Quería ir a la universidad, ser periodista, viajar y
conocer gente, conocer sus historias. “Pero nada de eso ocurrió. Lo que
único en que piensa es en sobrevivir.

Otras problemáticas

Frente a este vacío aparecen otras actividades. Los matrimonios a
tempranísima edad surgen en muchos casos como una solución o una alternativa
de supervivencia. Henia Dakkak, especialista de larga data del Fondo de
Población de las Naciones Unidas, describe los matrimonios tempranos
directamente como una epidemia en este contexto. Muchas mujeres menores de
18 ven casarse como una opción para alcanzar una vida de mayor agencia e
independencia. Y a la familia, como una salida que mejorará la vida de sus
hijas, o incluso, como una medida de protección contra situaciones de abusos
sexuales. Otras ven al casamiento como una manera de escapar de una realidad
violenta: sus propios hogares familiares.

La actividad sexual también se vuelve un mecanismo de supervivencia y una
fuente de autofinanciación. Entre los refugiados en Jordania, de acuerdo a
cifras de una encuesta de UN Women de 2013, el 51,3% de las mujeres se
habían casado antes de los 18 años, en gran parte antes de llegar a
Jordania. El 44% de los participantes de la encuesta identificaba como edad
promedio de matrimonio en su comunidad el rango de 15 a 17 años.

En este contexto, a muchas mujeres no las dejan trabajar para independizarse
y construir su propio presente y futuro. Están fuera del mercado laboral,
tanto formal como informal. En Jordania, por ejemplo, apenas el 7% de las
mujeres sirias trabaja. Una razón frecuente es el miedo a ser explotadas y
abusadas. Las organizaciones exigen la necesidad de proveer a las mujeres
cursos de capacitación y especialización de oficios. Las afectadas por el
conflicto llevan demasiados años en los campos de refugiados, sin una
estrategia efectiva de resiliencia. El sistema de acción humanitaria parece
estar agotado y se impone la necesidad de afrontarlo con una nueva visión:
un modelo que ponga la mirada en formas de prevención y desarrollo de empleo
para las afectadas, y no simplemente en tareas de asistencia y
supervivencia.

El vacío legal respecto a sirios mayores de quince años favorece el
creciente trabajo infantil, que junto a la deserción escolar, es otro tema
central que afecta a chicos y chicas. En el Líbano, donde viven más de un
millón y medio de refugiados más del 52% de los chicos no va al colegio. Un
hecho que tendrá consecuencias irreparables. Se está gestando una crisis
intergeneracional de difícil reparación: las chicas sirias de hoy se verán
excluidas del sistema aún más que sus madres.

Desde los campos, los especialistas aseguran que nunca han visto a una
población tan traumatizada como los refugiados sirios. Traumas, estrés,
jóvenes que por la noche se hacen pis encima, exposición a abusos y a
situaciones de violencia. Souad, refugiada en Bulgaria, cuenta cómo su hija
se solía despertar recurrentemente con pesadillas: “Incluso aquí en el
campamento, a veces salta de la cama gritando ‘¡una bomba!’”.

Posibles soluciones

Parte de la solución a la exclusión de las refugiadas parece encontrarse en
el empoderamiento económico de las mujeres y en la búsqueda de soluciones
alternativas para una posible inserción laboral. UN Women está trabajando en
India con especialistas del mundo tech para desarrollar tecnología
blockchain – una especie de base de datos compartida para registrar
operaciones y transacciones – que les permitirá a las mujeres registrar su
actividad y no perder información y contactos incluso si se mueven de un
país a otro. Se están realizando pruebas para que esta tecnología sea
compatible con todos los dispositivos posibles, sobre todo los más
accesibles que existan, como algunos que valen poco más de 5 dólares. En los
últimos días en Oslo se llevó a cabo un Hackaton organizado por la red
Techfugees, con el objetivo movilizar a la comunidad techie internacional
para buscar respuestas a las necesidades de los refugiados.

“Nuestra esperanza es volver a Siria”, dicen algunas mujeres. Un objetivo,
que según las organizaciones, está muy lejos de concretarse. Un especialista
en cooperación internacional, con amplia experiencia de campo reciente en
Irak, calificó el Proceso de Paz de Ginebra, “Amigos de Siria”, como un
punto muerto.

* Clara Aguirre Hernando estudió Ciencia Política en la Universidad Torcuato
Di Tella y en la Universidad de Salamanca. Vive en Londres y estudió Medios
y Comunicación en la London School of Economics. Investiga sobre medios y
distribución de contenidos. Colabora con ONGs como representante en el
Departamento de Información Pública de la ONU. En ese rol, ha trabajado
temas de desigualdad de género, cambio climático y juventud.

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