Catalunya/ ¿Proyecto de República o República imaginaria? [Josep Maria Antentas]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Nov 6 13:10:27 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

6 de noviembre 2017

Boletín Informativo

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Catalunya

¿Proyecto de República o República imaginaria?

Josep Maria Antentas *

Viento Sur, 5-11-2017

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1. Sin plan. Este es el resumen de la estrategia del gobierno catalán tras
la proclamación de la República catalana el día 27 de octubre.
Recapitulemos: el gobierno catalán fue elegido tras las elecciones del 27S
de 2015 con una irreal hoja de ruta de “desconexión” del Estado español,
mediante la aprobación de leyes sucesivas y de creación de “estructuras de
Estado”, en un plazo de 18 meses. Confrontado a la vacuidad de dicho
itinerario, en gran medida gracias a la insistencia de la CUP, el gobierno
catalán asumió en septiembre de 2016 la realización de un referéndum sobre
la independencia para finales de 2017. Se autoenmendaba así, sin jamás
reconocerlo, la hoja de ruta fijada en otoño de 2014 cuando declinó intentar
materializar el referéndum previsto para el 9 de noviembre, ilegalizado por
el Tribunal Constitucional, y optó por una consulta ciudadana no vinculante,
como paso previo a la conversión de las elecciones autonómicas de septiembre
de 2015 en plebiscitarias. Tras un largo periplo se volvía a la casilla de
salida, el referéndum 1/. A medida que se acercaba su fecha, el ejecutivo de
Puigdemont fue avanzando en los preparativos aunque siempre estuvo
convencido, de puertas adentro, que no podría llevarlo a cabo y que, en
algún momento del trayecto, su marcha sería abruptamente detenida por la
intervención del Estado. Se trataba entonces de aguantar hasta donde se
pudiera. Y, al final, acabó llegando mucho más lejos de lo que nunca imaginó
y preparó.

2. Sin marcha atrás posible. El éxito logístico del 1 de octubre (esquivar
la persecución policial de urnas y papeletas en particular) fue real. Pero
el referéndum se materializó no por la planificación minuciosa del gobierno
y de la dirección de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), sino por la
dinámica de auto-organización desde abajo que arrancó tras el golpe
represivo del 20S y que se aceleró los días previos a la cita, con la
ocupación y defensa de los colegios electorales. Tanto el gobierno como la
ANC se contentaban en conseguir abrir los centros de votación y distribuir
urnas y papeletas. Asumieron que la policía española impediría votar y su
objetivo era conseguir la foto de largas colas de ciudadanos ante colegios
electorales cerrados por la fuerza. Las cosas, es sabido, fueron de otro
modo. El referéndum tuvo lugar y la indignación por la represión propulsó la
jornada de movilización del día 3. Empezó entonces una política de titubeos
por parte de un gobierno catalán que no había previsto dicho escenario y que
no sabía como afrontar la escalada de confrontación que se preveía si
proclamaba, de una manera u otra, la República catalana y que tampoco nunca
tuvo una estrategia de alianza con los sectores no independentistas pero
rupturistas que se movilizaron los días 1 y 3. Tras la mal escenificada
“suspensión” de la declaración el día 10 y un intento fallido de convocar
elecciones si el gobierno español retiraba la aplicación del artículo 155 el
día 26, el ejecutivo de Puigdemont se vio forzado a proclamar la República
catalana sin plan alguno de qué hacer después para intentar convertir su
declaración en algo que fuera más allá de lo simbólico.

3. La responsabilidad irresponsable. Manejar tiempo y espacio es fundamental
para todo movimiento político y social. Desde el día 3, el gobierno catalán
y la ANC, gestionaron ambas variables de forma pésima. Dejaron pasar el
momentum inicial para adentrarse en una política secretista y mal comunicada
que fue desconcertando y desorientando a no pocos de sus partidarios,
proclamando finalmente la República bastante en frío. Y tras ello,
renunciaron a todo gesto institucional que transmitiera voluntad real de ir
hacia ella y, sobretodo, a la movilización callejera y a la ocupación de
espacios simbólicos y estratégicos. Desde el día 27 ha existido un vacío de
liderazgo absoluto y una ausencia de dirección. El ejecutivo de Puigdemont
ha irradiado una imagen de renuncia y de falta de ganas. Sin duda, un manual
estratégico en negativo. La historia de los movimientos populares está
repleta de situaciones similares en las que direcciones políticas y sociales
moderadas son incapaces de administrar coherentemente el movimiento que
lideran, achantándose en los momentos decisivos, desconcertando a su propia
base y, a la postre, dando alas a la reacción en nombre de la prudencia.
Podemos llamar esta política la política de la responsabilidad
irresponsable.

4. ¿Momento no “procesista”?. La proclamación de la República sin plan
estratégico alguno para hacerla efectiva es, en cierto modo, la culminación
política del “procesismo” oficialista, es decir, de la política de ganar
tiempo en permanencia y de contornear el enfrentamiento tras el inicio del
procés en 2012. La senda hacia el 1 de Octubre, después de la adopción del
compromiso con la celebración de un referéndum en setiembre de 2016, fue un
giro forzado por el agotamiento de la hoja de ruta “procesista”. La cita del
1 de Octubre acabó propiciando un enfrentamiento con el Estado que de facto
negaba la esencia misma del procesismo pero que emergió del procesismo y fue
gestionado por el procesismo, aunque bajo la presión parcialmente
desbordadora de los no procesistas. Fue un momento no procesista dentro del
procesismo, que abrió la puerta a una fase no procesista pero administrada
por el procesismo. Y culminó con un hecho no procesista, la proclamación de
la República, a la manera procesista, es decir, simbólica y vacía.

5. Razones. Los límites mostrados por el gobierno catalán en el momento de
la verdad deben buscarse en su naturaleza, composición de clase y cultura
política. El PDeCAT es un partido neoliberal que se vio empujado por la
senda independentista porque no tenía otra alternativa. Muchos de sus
cuadros se han convertido en independentistas y otros, como Puigdemont,
siempre lo han sido. Pero es un partido de orden y con una base social
conservadora, poco amante de las rupturas y de los cambios bruscos,
pragmático y gradualista por naturaleza, ligado al mundo económico (aunque
sus vínculos con el gran capital hayan quedado resentidos por su deriva
independentista) y vulnerable a sus presiones, y que desconfía de la
movilización popular. ERC, por su parte, encarna a la perfección la síntesis
entre una genuina convicción independentista y una cultura política poco
avezada a la lucha, gradualista y con una base social de clase media
progresista que, salvo en algunos sectores ligados a la enseñanza, ha sido
en gran medida ajena a las grandes movilizaciones sociales por asuntos
distintos a la independencia del pasado reciente y carece de punch. Es en
estas semanas decisivas cuando se han condensado todos los límites
estratégicos, de proyecto y de base social de las fuerzas que ostentan el
gobierno catalán y que sostienen al proceso independentista en general (con
la excepción de la CUP que encarna a una sensibilidad minoritaria en su
seno). Límites por otra parte bien visibles desde el comienzo pero que no
habían pasado todavía un test de estrés estratégico determinante.

6. Ambigüedades. Los hechos de septiembre y octubre han dejado patente la
ambigüedad del gobierno catalán respecto a la movilización popular. La
pésima administración por su parte de las expectativas de la base social del
movimiento entre los días 3 y 27 de Octubre no son más que el reflejo de una
concepción de la política avezada a las maniobras institucionales y que
carece de toda cultura de gestión de un movimiento de masas. Más allá del
gobierno, del 20S en adelante se han mostrado con fuerza los impasses
estratégicos de la propia ANC (y de Òmnium, aunque éste juega un rol más
secundario y en muchos aspectos ha tenido una política más audaz). Desde su
arranque en 2012 el procés ha supuesto un movimiento de masas inaudito bajo
el liderazgo social de la ANC. Pero la suya ha sido una concepción vertical
y controlada del movimiento, más favorable a una cultura de la
representación y la delegación que a la auto-organización. La dinámica de
desborde parcial (conviene subrayar lo de parcial para no exagerar) de los
días 20S y 1-3 de octubre fue imprescindible para gobierno y ANC (y Omnium),
pero a la vez les generó temor y aprensión a la pérdida de control de la
situación. Ante el vacío de liderazgo mostrado por el gobierno catalán tras
el 27S aparece un segundo límite de la ANC: su subalternización a los
partidos independentistas mayoritarios y su incapacidad para asumir un rol
de dirección con independencia de éstos. Su política a partir de 2012 fue la
de presionar al gobierno catalán para que fuera avanzando, pero sin nunca
desafiarle e incomodarle. Se plegó dócilmente a la negativa del entonces
presidente Artur Mas de intentar realizar el referéndum del 9N de 2014
prohibido por el Tribunal Constitucional y aceptó la propuesta de convertir
las elecciones del 27S de 2015 en un plebiscito y la irreal hoja de ruta
posterior de la “desconexión”. Una hoja de ruta en la que, además, la
iniciativa quedó cada vez más en manos del gobierno y en la que la ANC jugó
progresivamente un rol de acompañante.

7. Golpe de efecto. La convocatoria fulminante de elecciones en Catalunya
por parte de Rajoy tras haber disuelto el gobierno catalán pone negro sobre
blanco la correlación real de fuerzas. Más que una dualidad de poderes, lo
que ha existido en Catalunya en los dos últimos meses es una dualidad de
legitimidades y no siquiera una dualidad asimétrica de poderes, aunque
incluía un germen de la misma 2/. Con la convocatoria de elecciones Rajoy
recuperó la iniciativa, mostró que la legalidad del Estado español sigue
vigente y empujó al independentismo por una senda defensiva. Ésta
demostración de fuerza por parte del gobierno español contiene también, sin
embargo, una muestra de debilidad relativa: la imposibilidad de aplicar la
vía dura consistente en suspender la autonomía catalana durante un periodo
largo para desmontar sus pilares fundamentales (medios de comunicación
públicos, sistema educativo...). Imposibilidad por ser de difícil gestión y
seguramente por presión de las autoridades europeas que, probablemente,
hayan presionado en pos de un desenlace indoloro más acorde con su
hipocresía oficial. Con las elecciones Rajoy ha ganado tiempo, marcado el
ritmo y evitado toda situación de ambigüedad sobre quien controla Catalunya,
pero ello no implica necesariamente que haya conseguido vencer al
independentismo en un sentido más profundo, pues la cita electoral puede
volver a dar una mayoría parlamentaria independentista.

8. Resistencialismo ofensivo. La polarización reactiva impulsada ante la
aceleración del proceso independentista en septiembre-octubre ha favorecido,
a corto plazo, a las fuerzas conservadoras en el Estado español, provocando
un cierre de filas del bloque pro-Régimen y de todo el aparato del Estado,
bajo hegemonía de los sectores más conservadores. Su proyecto de
restauración es una especie de resistencialismo ofensivo. “Resistencialismo”
porque es incapaz de afrontar una reforma desde arriba que integre
parcialmente las demandas de quienes hoy han quedado fuera del marco
político del 78 (la base social de Podemos y el independentismo catalán) y
genere otro reparto del poder político e institucional y una integración
económica y social del grueso de las clases medias y los trabajadores
cualificados y la juventud cualificada precarizada. “Ofensivo” porque es muy
agresivo y autoritario y acaricia la idea de aprovechar la crisis catalana
para recentralizar toda la estructura del Estado español y aislar y
minorizar a Podemos. Pero la propia lógica de este resistencialismo ofensivo
a medio plazo sigue ahondando las razones de fondo de la crisis del marco
político creado en 1978.

9. Futuros bifurcados. La principal complejidad de la política catalana es
que el 15M y sus vidas posteriores, por un lado, y el proceso
independentista, por el otro, han trazado unas expectativas de futuro
bifurcadas, aunque sin duda con zonas de contacto. Dicha bifurcación de
horizontes expresa, en un sentido más amplio, la complejidad del acople
entre la cuestión social y la nacional en la política y la sociedad
catalanas. Y, en un nivel más concreto, se materializa en una falta de
alianza entre independentistas y federalistas defensores del derecho a la
autodeterminación, en un escenario donde la no normalización del ejercicio
de dicho derecho podría abonar un terreno de acción común. El límite
político fundamental del movimiento independentista fue disociar su objetivo
de un Estado propio del de una política concreta anti-austeridad y de
regeneración democrática. Obsesionado con no perder a la derecha catalana
por el camino, a los promotores del movimiento independentista les faltó,
desde su arranque, un análisis sólido de la estructura social catalana, de
los sectores que todo proyecto de cambio social necesita involucrar y de
cómo dirigirse a la base social de la izquierda no independentista, más allá
de pensar que tarde o temprano se convencerían o se adaptarían. República
catalana compatible con destino final independentista o confederal, proceso
constituyente catalán y plan de rescate ciudadano inmediato hubieran sido
los tres elementos en base los cuales intentar solventar la serie de
contradicciones encadenadas que emanan de la bifurcación de futuros entre lo
que fue el 15M y lo que ha sido el proceso independentista. Tan grave como
la imposibilidad de hacerlo ha sido la sorpresiva poca atención estratégica
que los principales actores de la política catalana le han dedicado durante
estos cinco años. Intentar abordarlas implicaba circular a la vez por dentro
y fuera del procés, tarea sin duda compleja y que la izquierda tendría que
haber abrazado como propia.

10. Bifurcaciones en la izquierda. Dentro del independentismo la CUP, por
supuesto, ha representado un proyecto que iba mucho más allá del
independentismo “puro y simple” y ha defendido un programa que no sólo
ligaba la cuestión nacional y la social y enfrentaba las aporías del
independentismo oficial, sino que planteaba una opción abiertamente
anticapitalista y rupturista, que marcaba además una contratendencia a la
creciente institucionalización de la mayoría de las “fuerzas del cambio”
emergidas en 2014 y 2015. Pero quedó demasiado atrapada en su honesto y
sincero papel de garante que el proceso independentista fuera hasta el final
y no tuvo una política ofensiva de discusión y emplazamiento hacia la
izquierda, y su base social, que circulaba por fuera del proceso
independentista. Por su parte, la izquierda exterior al independentismo como
Catalunya en Comú practicó una política expectante y pasiva. Señaló muchos
problemas reales de la propuesta independentista oficial, entre ellos, la
vacuidad de la idea de la “independencia” como panacea, la dificultad de
materialización del proyecto independentista, la polarización identitaria
que podía generar, y el silenciamiento de otras cuestiones y conflictos bajo
la omnipresencia del debate nacional. Pero su falta de implicación real en
el proceso le ha impedido intervenir sobre los problemas señalados. Su
política representa una especie de paradoja de la pasividad, según la cual
las contradicciones y aspectos negativos de una situación que justifican una
política pasiva no hacen sino aumentar como consecuencia de ésta última.
Ésta espiral infernal de la pasividad tiene un aspecto de profecía
autocumplida y en cierta manera refleja una suerte de nostalgia estratégica
por una realidad inexistente en la que ni el proceso independentista ni la
cuestión nacional estuvieran ahí.

11. Escenarios. La senda hacia el día 21 es todavía difícil de vislumbrar.
El encarcelamiento de los miembros del gobierno catalán que no están en
Bruselas muestra que las elecciones no van a celebrarse, para bien y para
mal, en un contexto normalizado. Precisamente, esta es la clave de la
situación. Impedir que la dinámica impuesta por Rajoy se convierta en
normalidad resignadamente aceptada. El golpe contra el gobierno catalán
llega tras un enorme vacío de liderazgo y de crisis de dirección. El mensaje
grabado desde Bruselas el jueves día 2 por parte del presidente Puigdemont
criticando las detenciones condensa la incapacidad mostrada estos días por
el gobierno: a la lógica condena a la ofensiva represiva le siguió una
genérica llamada a la movilización, pero sin ninguna propuesta concreta ni
definición de ningún tipo de horizonte. A las primeras reacciones tras la
detención (concentraciones ante el Parlament y plazas centrales de varios
municipios) parece que van a seguirle una convocatoria de huelga para el día
8 y una gran manifestación el día 11. Aún es pronto para calibrar la
magnitud que todo ello va a tener, pero con medio gobierno arrestado y el
otro sin iniciativa política, tanto ANC y Omnium, como las fuerzas políticas
independentistas y las contrarias a la represión del Estado, deben tomar un
rol de liderazgo y fijar una agenda clara de movilización enmarcada en una
perspectiva estratégica que le de sentido. Los preparativos electorales no
ayudan a concentrarse en ello. Si por arriba hay una agenda definida, la
dinámica por abajo, impulsada por los Comités de Defensa de la República
(CDR) podría volver a ser importante. Los CDR pueden jugar, como lo hicieron
entre el 20S y el 3 de octubre, un rol de desborde parcial de las
estructuras oficiales. Pero no parece que tengan fuerza para desencadenar
una agenda propia de lucha desde abajo si desde arriba no se emiten señales
que empujen en esta dirección y, al contrario, se emiten síntomas de
parálisis y desconcierto.

12. Perspectivas electorales. Es complejo dibujar los contornos del posible
resultado electoral, aunque podría no suponer una alteración muy
significativa de lo que aconteció en las anteriores en 2015. El
independentismo ganó, sin duda, apoyos a raíz de la represión del referéndum
del 1 de octubre. Pero los zig-zags del gobierno catalán entre el 1 y el 27
de octubre y su parálisis tras esta fecha han desconcertado a parte de su
base social. En sentido contrario, el bloque españolista consiguió por
primera vez en cinco años emerger como una fuerza social con peso en la
calle y con la convocatoria del día 21 encontró un objetivo para el qué
pelear. Más que en las simpatías hacía una opción u otra, la clave del
resultado estará en la capacidad de movilización de sus partidarios. Este es
el punto débil de las fuerzas independentistas. Es por ello que la campaña
para el 21D debe ponerse en relación con la existencia o no de una dinámica
de movilización extra-electoral relevante.

13. Unilateralidad y fraternidad. La contraposición entre una vía unilateral
(acumular fuerzas para la ruptura desde Catalunya) y laopción de construir
una mayoría política de cambio en el conjunto del Estado ha sido una de las
grandes vías muertas estratégicas de la política catalana (y a partir de ahí
de la política de española). En realidad, unilateralidad y fraternidad
deberían ser vistas como complementarias. Sin un movimiento independentista
(y/o simplemente partidario de un referéndum) unilateral, no habría ninguna
fuerza política española que defendiera el derecho a la autodeterminación de
Catalunya y un referéndum pactado. Unidos Podemos lo apoya como respuesta a
una realidad planteada desde Catalunya. Y, al revés, un esquema de ruptura
unilateral como el que plantea el independentismo despreocupado de lo que
suceda fuera de Catalunya es muy poco audaz, pues olvida que sólo en un
escenario de crisis política global en el Estado el independentismo catalán
puede tener éxito. Más que una contraposición estratégica entre dos enfoques
antagónicos el desafío es encontrar un punto de fuga estratégico, basado en
una compleja dialéctica centro-periferia. Lo que implica de alguna manera
ligar, sin mezclar, el proyecto independentista y el de la ruptura del
Régimen en todo el Estado. En un escenario donde el clímax independentista
en Catalunya está siendo utilizado por parte del PP y todo el aparato del
Estado para cerrar filas en clave reaccionaria, ésta es una cuestión
decisiva. Buscar alianzas y ganar simpatías fuera de Catalunya es, si no el
principal, uno de los grandes desafíos del independentismo catalán (y de
quienes sin ser independentistas acompañan al movimiento en su desafío
democrático al Estado). Y ello sólo se puede hacer de tres maneras: ligar
explícitamente la defensa del proyecto de República catalana a un deseo de
que en el futuro haya también una República española hermana; no desvincular
la apuesta por la independencia de un posible futuro confederal; y, en lo
inmediato, ligar la reivindicación independentista con la defensa de medidas
políticas anti-austeridad que despierten las simpatías de las clases
populares españolas. Propuestas que, hoy por hoy, están totalmente fuera de
la agenda estratégica de la dirección política del independentismo 3/.

14. ¿Plebiscitarias again? El independentismo no ha definido todavía como va
a enfocar las elecciones convocadas por Rajoy. Cabe la posibilidad que las
encare como un nuevo plebiscito sobre la independencia (como ya hizo con las
últimas del 27S de 2015) con el argumento de que una eventual mayoría
independentista en unas elecciones consideradas legítimas por los
partidarios del “No”, por el Estado español y por la Unión Europea, pondrían
al gobierno de Rajoy en una situación muy compleja. Hay un elemento de
verdad en este argumento. Pero, a la vez, presenta varios problemas. El
primero, es que un debate entorno a “independencia sí, independencia no”
corta el bloque que se gestó entorno al 1 y el 3 de octubre que iba más allá
del independentismo y que incluía sectores de izquierdas
democrático-rupturistas. Algunos de estos pueden ahora votar a partidos
independentistas, como la CUP o ERC. Pero otros lo harán por fuerzas que
defienden el derecho a la autodeterminación pero no la independencia, como
Catalunya en Comú. El segundo, es que no es evidente que en una contienda
donde se vota a partidos y no sólo la independencia, el independentismo
consiga seguro el 50% de los votos (obtuvo el 47’7% en 2015) y en cualquier
caso, el marco plebiscitario le empuja a pelear por una victoria mínima. El
tercero es que no queda claro cuál es el siguiente paso tras una posible
victoria del independentismo. Decir que el 21D servirá para “validar” la
declaración de independencia del día 27 de octubre es una forma elegante de
salir al paso, pero no propone ningún plan de acción real para el día
después.

15. Hipótesis constituyente. Sin duda el 21D tendrá, se promueva o no, un
aspecto plebiscitario. Y es normal. A la vez poseerá también un elemento
básico defensivo: el rechazo al artículo 155 y la exigencia de libertad y
amnistía para todos los arrestados y encausados. La cuestión estriba en como
fijar también un proyecto en positivo, que incluya la dimensión democrática
y anti-represiva y un plan de resistencia institucional tras el 21D pero que
vaya más allá de ello y, a la vez, permita trazar alianzas entre el bloque
independentista y los sectores no independentistas partidarios del derecho a
decidir, como Catalunya en Comú. Es ahí donde entra la hipótesis
constituyente. En este sentido lo más deseable es que todas las fuerzas
democráticas opuestas al bloque de Ciudadanos, PP y PSC pudieran establecer
algún tipo de acuerdo que, más allá del aspecto anti-represivo básico,
implicara una hoja de ruta constituyente para una República catalana cuyo
horizonte final fuera compatible tanto con la independencia como con una
propuesta federal/confederal. En suma, juntar fuerzas para la ruptura actual
dejando el destino final abierto. El marco constituyente, es necesario
reconocerlo, no está exento de problemas. El más importante es que requiere
un difícil acuerdo entre el bloque independentista y Catalunya en Comú por
ahora inexistente. El segundo problema es que, en ausencia de una ruptura
institucional real, puede convertirse en retórico y dar alas a iniciativas
institucionales y sociales simbólicas. Frágil e incierta, la hipótesis
constituyente como punto de encuentro entre federalistas/confederalistas e
independentistas sigue siendo la gran vía inexplorada de la política
catalana. Para que tenga sentido, claro, es una vía que debe trascurrir
paralela a la defensa de medidas sociales de urgencia y tangibles que
amplíen la base social de las fuerzas democráticas opuestas al bloque
reaccionario, dentro y fuera de Catalunya. Lucha defensiva anti-represiva y
perspectiva común en positivo son las piezas a encajar en esta difícil
coyuntura y que difícilmente pueden disociarse si se quiere establecer
alianzas sólidas.

16. Dilemas. ¿Batalla meramente defensiva contra la represión y el artículo
155, lucha por un proyecto de República, o autosatisfacción procesista en la
defensa de una República imaginaria? ¿Contraposición de proyectos entre
independentistas y defensores del derecho a decidir u horizontes de ruptura
convergentes? ¿Batalla exclusivamente catalana, supeditación centralista a
la política de ámbito Estatal o articulación dialéctica centro-periferia?
Sin duda, un triple dilema estratégico tan complejo como ineludible. Y...
¿tan irresoluble como decisivo? 

* Profesor de Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB),
forma parte del Consejo Asesor de Viento Sur.

Notas

1/ Para un balance de las idas y venidas del “referéndum” como objetivo del
independentismo catalán ver: Antentas, Josep Maria (2017). “El referéndum y
sus vidas anteriores”. 19 de Junio. Disponible en:
http://vientosur.info/spip.php?article12720

2/ Desarrollo un poco más esta cuestión en: Antentas, Josep Maria (2017).
“Días decisivos”, 25 de Septiembre. Disponible en:
http://vientosur.info/spip.php?article13036
<http://vientosur.info/spip.php?article13036> 

3/ Desarrollo un poco más esta cuestión de la fraternidad y la
unilateralidad en el punto 4 del artículo: Antentas, Josep Maria (2016).
“Catalunya ¿puntos de fuga o contraposición de estrategias?”, 21 de
Septiembre Público.es. Disponible en:
http://blogs.publico.es/tiempo-roto/2016/09/21/catalunya-puntos-de-fuga-o-co
ntraposicion-de-estrategias/; y también en los puntos 4,6, y 9 de: Antentas,
Josep Maria (2017). “1 de octubre: terciando en el debate Llonch-Garzón”.
Público.es. Disponible en:
http://blogs.publico.es/tiempo-roto/2017/07/18/1-de-octubre-terciando-en-el-
debate-llonch-garzon/
<http://blogs.publico.es/tiempo-roto/2017/07/18/1-de-octubre-terciando-en-el
-debate-llonch-garzon/>  En este último artículo hay también una discusión
más general de las virtudes y límites de las posiciones mayoritarias de la
izquierda española respecto a la cuestión catalana.

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