Palestina/Israel/ En "detención administrativa": crónica del ensañamiento con Salah Hamouri [Jean-Claude Bourdin]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Oct 6 22:24:55 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

6 de octubre 2017

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Palestina/Israel 

En detención administrativa en Israel

Crónica del ensañamiento con Salah Hamouri 

Jean-Claude Bourdin *

Traducción revisada por Alma Bolón

Brecha, 6-10-2017

http://brecha.com.uy/

Vista de lejos, la situación en Israel y Palestina, con la creciente
ocupación y colonización israelí de los territorios palestinos, se nos
manifiesta en incidentes más o menos violentos que los medios refieren. De
vez en cuando el conflicto, que lleva 70 años de existencia, toma la forma
de actos de resistencia de los palestinos, seguidos de represalias del
ejército israelí. Entre dos episodios de enfrentamientos, la lucha sigue
bajo formas variadas y pacíficas. Junto a numerosas organizaciones
políticas, en la sociedad civil palestina existen Ong que trabajan con
asociaciones internacionales, como Amnistía Internacional, por citar la más
conocida. Esta actividad se desarrolla bajo la amenaza especialmente
perversa de la detención.

Tribulaciones de Salah Hamouri

El 23 de agosto pasado Salah Hamouri, una militantes de 32 años de la ONG
ADDAMEER (“Conciencia” en árabe), festejaba la culminación exitosa de sus
estudios de abogacía. La noche siguiente el ejército israelí lo detuvo en su
casa en Jerusalén Este con el pretexto de pertenecer a “una organización
política enemiga”, y por ende prohibida, y lo condujo a un centro de
detención. Un juez interrogó a Hamouri durante apenas 20 minutos, y luego
quedó detenido en condición de aislamiento. No se presentaron ningunas
pruebas precisas en su contra.

Mientras Salah Hamouri clamaba por su inocencia, a sus abogados no se les
permitió conocer el expediente con la acusación, con el argumento que las
pruebas son “secretas”. Comenzó entonces una interminable espera por la
decisión del juez, que fue constantemente postergada. Mientras, los abogados
de Salah recibieron una promesa de puesta en libertad bajo fianza, por la
que Salah debía ser liberado el martes 29 de agosto. Ese día, cuando su
padre pudo reunir la suma de la fianza, por orden del ministro de Defensa
israelí, Avigdor Lieberman (de extrema derecha), el tribunal ordenó que
Salah estuviera en “detención administrativa” durante seis meses. Luego, el
martes 5 de setiembre se supo que un juez había rechazado la orden del
ministro y decidido infligir a Salah tres meses de cárcel. Así seguía
tardando la decisión, hasta que el desacuerdo entre este juez y el ministro
fuera zanjado por la Alta Corte de Justicia, que finalmente resolvió
retirarse del caso y dejarlo a una corte de Jerusalén. El 18 de setiembre
pasado la suerte de Salah quedó sellada. Fue condenado a seis meses de
detención administrativa.

El compromiso de un militante

La trayectoria de Salah es aquella de un militante que, junto a muchos
otros, protesta contra la ocupación israelí, y también la de un investigador
que trabaja en Addameer y se ocupa de personas perseguidas y condenadas por
la policía, el ejército, los servicios de inteligencia y la justicia
militar. Hace más de 15 años que el poder israelí se ensaña con este
muchacho que, tal como es su derecho, se rehúsa a la ocupación de los
territorios de Palestina, la colonización que desmantela la continuidad
territorial del país y la anexión solapada de Jerusalén Este.

Palestino por su padre y francés por su madre, Salah tiene documentos de
residente de Jerusalén. A los 15 años, cuando estalló la segunda Intifada,
participó, como tantos otros, en actos de protesta y en manifestaciones
contra el ejército. Cuántas imágenes habremos visto de estos
enfrentamientos. Durante una manifestación tuvo la suerte, si es posible
decirlo así, de haber sido nada más que herido por las balas. A los 16 años
por primera vez vivió en carne propia la detención administrativa, al ser
condenado a seis meses. A los 19 lo detuvieron de nuevo y pasó cinco meses
en prisión. Durante este período agitado logró concluir la secundaria,
aprendió a hablar hebreo y comenzó sus estudios de derecho, aunque con
dificultad.

Pero en 2005 el ejército se las ingenió para impedir que Salah siguiera su
combate, acusándolo de haber tenido la “intención” de matar al rabino Yossef
Ovadia, fundador del partido ultrarreligioso Shas. Salah juró su inocencia
y, a pesar de la ausencia de pruebas, fue condenado a 15 años de cárcel.
Para acortar su pena, se vio obligado a declararse culpable, por lo que le
redujeron la condena a siete años de prisión.

En 2012 se produjo un canje de detenidos palestinos por el soldado Gilad
Shalit, que tiene la doble nacionalidad franco-israelí. Shalit había sido
secuestrado en junio de 2006 por un comando palestino en el sur de la Franja
de Gaza, y se encontraba detenido por Hamas, que tenía la idea de canjearlo
por presos en Israel. La diplomacia francesa multiplicó, desde el principio,
los contactos para la liberación de Shalit, por su condición de ciudadano
francés. El caso de Salah, merece destacarse, no tuvo el mismo apoyo
oficial. Cuando finalmente fue liberado en un intercambio, sólo le quedaban
tres meses de condena por cumplir. A su salida se casó con Elsa, la hija de
Jean-Claude Lefort, animador del comité para su liberación, que había
acompañado a su padre a visitarlo en la cárcel repetidas veces. Hoy Elsa y
Salah tienen un hijo.

El encarnizamiento contra Salah siguió y afectó también a Elsa, que trabaja
en el consulado de Francia en Jerusalén: Israel le prohibió la entrada al
país. Esto sucedió durante el embarazo de Elsa y, a pesar de las acciones de
sus abogados, todavía no puede ingresar al país. Su expediente jamás fue
presentado y, según diplomáticos franceses, está “vacío”.

Hoy Salah se encuentra encarcelado sin que se sepa nada sobre su futuro.

Hasta el 23 de agosto pasado él colaboraba abiertamente con Addameer, seguía
sus estudios de derecho, viajaba a menudo a Europa para dar conferencias
sobre la situación de los detenidos en Israel y para encontrarse con su
esposa y su hijo. Si realmente representaba una amenaza para la seguridad de
Israel, no se comprende por qué tardaron cinco años en darse cuenta de eso.
Más bien queda claro que las autoridades israelíes buscan forzarlo a mudarse
a Francia para deshacerse de él, cosa que ni él ni Elsa aceptan.

La detención administrativa 

El caso de Salah nos sirve para reflexionar sobre la lógica represiva de la
detención administrativa. Esta práctica fue implantada por los británicos en
1917, durante el Mandato de la Sociedad de las Naciones sobre Palestina.
Primero fue utilizada contra los palestinos que se oponían a la llegada
masiva de judíos que migraban a Palestina, en conformidad con la declaración
Balfour (1917).(1) Luego, fue aplicada contra los judíos que combatían la
presencia británica con el fin de instaurar un Estado independiente, y
contra la lucha de grupos árabes. Esta práctica también fue empleada más
tarde en Sudáfrica, durante el apartheid, y en numerosas dictaduras y casos
de represión colonial. Israel repitió simple y llanamente el sistema
instaurado por los británicos.

La detención administrativa es un arma poderosa cuya arbitrariedad hace que
se cierna sobre la población, los militantes y las Ong la amenaza permanente
de ser detenidos. Como lo hemos señalado, no exige que se formulen cargos, y
las infracciones o los delitos no son tipificados con precisión. Basta una
sospecha que se base en “pruebas secretas”, para que se prohíba al detenido
conocer de qué se lo acusa. Ante la ausencia de juicio, el detenido no puede
defenderse.

Además, la detención administrativa a menudo se basa en una supuesta
“intención” de cometer un acto reprensible. La sospecha de una “intención”
de actuar, las acusaciones que permanecen secretas y las penas de prisión
arbitrariamente renovables conforman un paquete que contribuye a mantener un
estado de guerra que rechaza las perspectivas de paz. Los efectos buscados
son obvios: toda acción cívica y social se desarrolla en un clima de
inseguridad y corre el riesgo de ser considerada como un delito.

Es admirable que, a pesar de estas formas de represión sistemática, una
parte importante de la sociedad palestina siga luchando por sus derechos.
Tal es el caso de Salah Hamouri.

En Israel hay 500 Salah Hamouri.

Su familia, sus amigos y camaradas siguen luchando en Francia y en otros
lugares para que las autoridades francesas ejerzan sobre Israel las debidas
presiones para su liberación. 

* Profesor emérito de filosofía de la Universidad de Poitiers (Francia), tío
de Salah Hamouri.

Nota 

1) La “declaración Balfour”, llamada así por el apellido del secretario de
Estado británico para los Asuntos Extranjeros, aseguraba al barón judío
Lionel Walter Rothschild el compromiso del gobierno británico de facilitar
la creación de un “foco nacional para el pueblo judío” en Palestina.

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