Historia/ Los pródromos de la revolución alemana (1917-1918) y Richard Müller [Charles-André Udry]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Sep 2 14:38:31 UYT 2017


  _____

Correspondencia de Prensa

2 de setiembre 2017

Boletín Informativo

 <https://correspondenciadeprensa.wordpress.com/>
https://correspondenciadeprensa.wordpress.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____

Historia

Los pródromos de la revolución alemana (1917-1918) y Richard Müller

Charles-André Udry

A l´encontre, 27-8-2017

https://alencontre.org/

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

A mediados del año 1916, Richard Müller, dirigente sindical de los
metalúrgicos de Berlín, sostenía –en una coyuntura sociopolítica cuyos
principales problemas se habían manifestado con motivo de la conferencia de
militantes sindicalistas de empresa en abril de 1915– una posición que él
mismo resumía sí: “No queremos y no podemos discutir de lo que sucede en el
exterior [la guerra, la política militar del poder, las medidas
represivas]”, sino que había que dar prioridad a lo que ocurría en el
interior de las empresas. De este modo, Müller reflejaba la división
“clásica” entre la “acción económica”, reservada a los sindicatos, y la
“acción política”, que correspondía a la socialdemocracia.

De todos modos, Müller –una figura emblemática de aquellas “personas de
confianza” (Obleute) sindicales en las empresas– se pronunció en contra de
la supresión del derecho de huelga y a favor de una oposición a la Unión
Sagrada: la célebre Burgfrieden (paz interior) que impuso, a partir del 2 de
agosto de 1914, el lema de que “ya no hay partidos, solo hay alemanes”,
consigna compartida por la gran mayoría de los diputados socialdemócratas en
el Reichstag. Aquella posición de 1915 y 1916, ampliamente difundida en un
breve opúsculo, solamente abordaba la cuestión de la guerra desde el punto
de vista de sus repercusiones económicas (salarios, organización del trabajo
en el marco de la producción para la guerra). Müller pensaba, como muchos
otros militantes combativos, que la guerra sería corta.

Richard Müller gozaba de gran prestigio entre los trabajadores del metal de
Berlín, lo cual reflejaba, desde comienzos de 1916, la oposición efectiva,
por parte de sectores muy amplios, a la Burgfrieden, a la supresión del
derecho de huelga y a los métodos de producción de tipo taylorista
(asociados a la producción para la guerra). En el congreso de marzo de 1916
del sindicato del metal (DMV, Deutscher Metallarbeiter-Verband) de la región
de Berlín, le propusieron asumir la dirección en sustitución de Adolf Cohen.
Esto era fruto de su actividad militante y de sus intervenciones, que
estaban en sintonía con un sentimiento análogo entre los metalúrgicos. Pese
a ello, Müller rechazó la oferta, no solo porque pensara que este cargo (y
teniendo en cuenta sus posiciones) lo convertiría en un objetivo más fácil
para la represión estatal y militar, sino también porque mantenía cierta
confianza, incluso en aquel momento, en los dirigentes de los aparatos
sindicales. En 1919, en uno de sus artículos, señala que entonces (en 1916)
pensaba que estos aparatos seguirían desempeñando un “papel favorable en la
defensa del proletariado”. Más tarde reconocería que fue un error permitir
la reelección de Cohen. En efecto, este último no obtuvo más que un tercio
de los votos, mientras que dos tercios de los delegados se abstuvieron.

En relación con este cambio de orientación política podemos remitirnos a su
libro publicado en 1924: Vom Kaiserreich zur Republik: ein Beitrag zur
Geschichte der revolutionären Arbeiterbewegung während des Weltkrieges (Del
imperio a la república: contribución a la historia del movimiento obrero
revolucionario durante la guerra mundial). En efecto, aquel error hizo que
hubiera que estructurar la oposición muy al margen del DMV, mientras que en
marzo de 1916 habría sido posible hacerse con la dirección del sindicato
sobre una base sólida, lo que podría haber cambiado la situación sindical y
política en 1917-1918.

También hay que recordar que desde 1905 el movimiento obrero alemán venía
debatiendo la cuestión de la huelga de masas activa, a raíz de la revolución
rusa de 1905. El escrito de Rosa Luxemburg “Huelga de masas, partido y
sindicatos” es su expresión más clara. En aquel entonces, ni siquiera Eduard
Bernstein se oponía, sino que la concebía como “medio de defensa” frente a
“un ataque brutal”.

Fue en un contexto en que se materializó toda la rudeza de los efectos
socioeconómicos de la guerra cuando, a partir de junio de 1916, y después en
abril de 1917 y enero de 1918, estallaron huelgas combativas. Resulta útil
destacar su novedad con respecto a temas que no repiten los del pasado, al
menos en los aspectos principales. Ya no se trata de huelgas para obtener el
sufragio universal, como en 1906 en Bélgica, sino de huelgas que acaban
planteando la cuestión del poder político y del lugar que ocupan los
consejos obreros (Räte) en este proceso. Esto es lo que se desprende del
escrito de Müller que reproducimos a continuación: “La segunda huelga
política de masas”. El autor analizó este proceso en su obra Eine Geschichte
der Novemberrevolution (Una historia de la Revolución de Noviembre),
publicada en 1924/1925. El texto reproducido forma parte del capítulo 14 de
este escrito. No tener en cuenta que estos acontecimientos y su elaboración,
su sincronicidad con lo que estaba ocurriendo en Rusia y la reflexión que
suscitaban entre los militantes obreros alemanes, y la idea de hablar de
“nuestra revolución rusa”, reflejan un ligero estrabismo político e
histórico.

*******

Alemania

La segunda huelga política de masas

Richard Müller

En enero de 1917, en algunas ciudades hubo que reducir la ración de patatas
de diez a tres libras. (…) La irritación en las fábricas era enorme. Lo que
no logró el hambre lo favorecieron los patronos con sus medidas brutales en
materia salarial y del proceso de trabajo, sobre todo después de que la
nueva ley sobre el servicio laboral auxiliar les dejaba las manos libres y
les otorgaba protección. [En junio de 1916 había tenido lugar una primera
huelga política en protesta por la detención de Karl Liebknecht el 1º de
mayo de 1916 raíz de un inflamado discurso contra la guerra. Una huelga cuyo
tema era la reivindicación de la paz. Red.]El 15 de febrero, (…) el gobierno
tuvo que anunciar a través de la prensa la reducción de la ración de pan en
un 25 % a partir del 16 de abril. (…) Las masas obreras estaban tan
enardecidas que bastaba una pequeña chispa para desencadenar una acción. En
los barrios obreros de Berlín ya habían sido saqueadas algunas panaderías y
carnicerías.

A esta situación económica se sumaron acontecimientos políticos que tuvieron
graves repercusiones para las masas obreras. El Reichstag había aprobado la
guerra submarina. (…) Los trabajadores querían la paz. A su juicio, este
tipo de guerra no haría sino incrementar el número de enemigos de Alemania y
prolongar la contienda.

Las noticias de Rusia también se seguían con mucha atención. Cuando en marzo
llegaron las primeras informaciones sobre combates callejeros en Petrogrado
y poco después se anunció la revolución y la caída del zar, los obreros
abrigaron nuevas esperanzas. En círculos muy amplios se tomó conciencia de
que esta era también la única salida para la clase obrera.

La dirección berlinesa de los delegados de fábrica revolucionarios observaba
muy de cerca el movimiento dentro de las fábricas. Las bases urgían y
conminaban a la dirección a que diera la señal para la huelga. Sin embargo,
la dirección era consciente de que un lucha en aquellas condiciones no podía
limitarse a una huelga de protesta de 24 horas, de que la lucha también
movilizaría plenamente a las fuerzas hostiles y de que no iba a concluir con
una victoria, sino que no podía ser más que una etapa hacia nuevos y
violentos combates. (…)

En esta lucha también hacía falta neutralizar la oposición de los dirigentes
sindicales. Aunque estos habían perdido en buena medida la capacidad de
influir en las masas y los cuadros sindicales, los decenios de experiencia
práctica en la lucha de masas sindical les habían enseñado a manejar también
las situaciones críticas. (…)

Los dirigentes sindicales se percataron de que ya no era posible frenar el
movimiento. Había que abrir un válvula de escape a la presión acumulda.
Convocaron conferencias y asambleas en las que los trabajadores pudieran
manifiestar su descontento. Antaño esto a menudo les había bastado, pero
ahora y no era suficiente. Tampoco desconocían la actividad de los delegados
revolucionarios en las fábricas y no tuvieron más remedio que hacer de
tripas corazón.

La dirección de los delegados revolucionarios había comprendido
perfectamente las intenciones de los dirigentes sindicales. Si se pretendía
que el movimiento tuviera repercusiones políticas y se trataba de desbaratar
el juego de la dirección sindical, había que retar, antes de la huelga, a
los dirigentes sindicales a un debate público, a fin de que las masas vieran
claramente cuál debía ser el objetivo de la huelga.

Una ocasión propicia fue la asamblea general de los metalúrgicos de Berlín,
que estaba convocada para el 15 de abril. En ella estaban representadas
todas las empresas. Pese a que en el orden del día figuraban otras
cuestiones, no hubo dificultades para cambiarlo. Se trataba de analizar la
situación económica dentro de su contexto político, de formular determinadas
reivindicaciones políticas y de decidir la huelga. Una huelga política
masiva, proclamada por la instancia suprema del principal sindicato local,
tenía que adquirir por fuerza una dimensión colosal e influir de modo muy
importante no solo en el gobierno y la burguesía, sino también en el
conjunto del movimiento obrero.

Dos días antes de la asamblea general, Richard Müller fue detenido y
trasladado a un campamento militar en Jüterborg. Los dirigentes sindicales
sabían que Müller dirigía el movimiento y temían su influencia. Ahora que
estaba neutralizado, Adolf Cohen, el apoderado de la oficina administrativa,
pudo circunscribir toda la movilización al terreno exclusivamente económico.
No logró impedir que se convocara la huelga, porque esta la habían decidido
previamente los delegados revolucionarios, pero carecía de contenido
político, y esto fue lo más grave. Los huelguistas no eran conscientes del
trasfondo político de su acción y no formularon reivindicaciones políticas.
Aceptaron las propuestas de Cohen, en particular la elección de una comisión
encargada de negociar con las autoridades la mejora del suministro de
alimentos para los trabajadores.

Cuando la asamblea general se enteró de la detención de Richard Müller,
exigió su puesta en libertad y quiso mantener la huelga hasta que se
cumpliera esta reivindicación. Cohen trató en vano de quitar hierro a esta
exigencia, pero consiguió evitar el peligro utilizando todos los medios de
su larga experiencia para que al final de la asamblea se votara una
resolución por la que la asamblea general se desentendía de la dirección de
la huelga y traspasaba sus poderes de decisión a una conferencia de
delegados propuesta por Cohen. Adolf Cohen había ganado la partida.

La huelga adquirió proporciones inusitadas. Según el sindicato metalúrgico,
afectó a 300 empresas y el número de huelguistas registrados superó los 200
000. La experiencia dice que una parte de los huelguistas no se registran,
por lo que no es exagerado cifrar el total en 300 000 huelguistas. Hubo
manifestaciones en las calles y la policía se retrajo, de modo que no se
produjeron incidentes serios.

En la tarde del primer día de huelga, la comisión informó de las
negociaciones con el comisionado del gobierno para el avituallamiento de la
población. El comisionado había afirmado que el avituallamiento estaba
garantizado y que en las semanas siguientes habría mucha más carne, pan y
patatas. También estaba de acuerdo con que la conferencia de delegados
nombrara una comisión permanente encargada de asistir al alcalde de Berlín,
y él mismo se había declarado dispuesto a prestarle oído y mantenerla al
corriente de los acontecimientos.

La conferencia de delegados se mostró al principio muy indignada por los
escasos resultados de la negociación, pero Cohen consiguió presentarlos bajo
una luz tan positiva que al final estuvo de acuerdo. Tal como reclamó Cohen,
había que poner fin a la huelga, pero la asamblea general había exigido la
liberación de Richard Müller. La conferencia de delegados no podía ignorar
esta reivindicación, y pese a todos los esfuerzos de Cohen, decidió mantener
la huelga.

Al día siguiente, la comisión rindió cuentas de la negociación con el alto
mando del ejército. Le habían informado de que se revisaría la llamada a
filas de Müller y de que “si desde el punto de vista del interés del
reemplazo del ejército resultara posible declarar su exención del servicio
militar”, esta podía aceptarse previa reclamación de una fábrica integrada
en la industria de guerra. El mando había añadido que si se ponía fin de
inmediato a la huelga, no llamarían a filas a nadie con motivo de la huelga.

En su informe, la comisión presentó el resultado de la negociación con el
mando militar con tintes mucho más favorables que lo que era en realidad. A
pesar de ello, en la conferencia de delegados hubo una fuerte oposición, que
exigió que se mantuviera la huelga. En las fábricas, el informe sobre las
promesas relativas al avituallamiento de la población había provocado gran
indignación. Además, los dirigentes del USPD (Partido Socialdemócrata
Independiente de Alemania) y de la Liga Espartaco habían difundido en toda
una serie de empresas la plataforma de reivindicaciones políticas de los
obreros de Leipzig (véase más abajo). A pesar de todo, Cohen logró que la
conferencia votara por un exigua mayoría la suspensión de la huelga.

En la mayoría de las empresas se reanudó el trabajo al día siguiente. En
varias grandes fábricas, como las de la Deutsche Waffen-und-Munitionsfabrik
(Fábrica Alemana de Armas y Municiones), se mantuvo la huelga con ánimo de
imponer las reivindicaciones políticas de los obreros de Leipzig. En ellas,
el movimiento adquirió tintes revolucionarios, englobando a unos 50 000
trabajadores. En las empresas que habían aceptado la decisión de la
conferencia de delegados, el número de huelguistas descontentos con la
suspensión de la huelga también era considerable. Si el movimiento se detuvo
a mitad de camino, solo fue porque Adolf Cohen había logrado que la asamblea
general desistiera de la dirección de la huelga y había conseguido
neturalizarla. La furia de los trabajadores se volvió por tanto también
contra los dirigentes sindicales, como se puso de manifiesto con fuerza en
reuniones y panfletos (véase más abjo). Algunos días después, las empresas
que seguían en huelga tuvieron que reanudar el trabajo. Las fábricas de la
Deutsche Waffen-und-Munitionsfabrik fueron sometidas a control militar. (…)

******

Las reivindicaciones de los huelguistas de Leipzig habían adoptado un tono
claramente más político, Richard Müller las cita:

1- Abastecimiento suficiente de la población de víveres a buen precio y de
carbón.

2- Declaración del gobierno que afirme su disposición inmediata a firmar la
paz sin anexiones abiertas o encubiertas.

3- Levantamiento del estado de sitio y supresión de la censura.

4- Anulación inmediata de todas las limitaciones a los derechos de
coalición, asociación y reunión.

5- Abolición inmediata de la vergonzosa ley de trabajo forzado.

6- Liberación inmediata de los detenidos y condenados por delitos políticos.
Suspensión de todos los procesos penales por motivos políticos.

7.- Plena libertad civil, sufragio universal, igual, secreto y directo para
la elección a todas las instituciones públicas a escala nacional regional y
local.»

******

Richard Müller cita el siguiente panfleto:

¡Nos han traicionado!

Camaradas,

Los dirigentes sindicales han practicado juego sucio con nosotros. Desde el
principio, los Cohen y Siering han maniobrado, en connivencia tácita con el
gobierno, para hacerse con las riendas de nuestro movimiento y llevarlo a la
vía muerta. El camarada Müller, cuya influencia temían los maniobreros, fue
denunciado a la autoridad militar para que lo neutralizara mediante su
incorporación a filas. Esto ha permitido acabar con nuestro potente
movimiento huelguístico. ¿Qué nos han reportado esas negociaciones, que no
han sido más que una comedia preparada de antemano? Vanas promesas de
avituallamiento, y en vez de la puesta en libertad del camarada Müller, la
promesa igual de vana de examinar su caso. Cuando empezó a notarse nuestra
fuerza, ellos la han quebrado. ¡Malditos sean los traidores! ¡Camaradas,
aprendamos de esta lección! No permitamos que vuelvan a imponernos unos
dirigentes que se mofan de nuestros intereses. Necesitamos camaradas que nos
defiendan sin miedo. Entonces sí que seremos capaces de imponer nuestras
reivindicaciones, como han hecho nuestros hermanos obreros de Brunswick,
Kiel y otros lugares.

Mantengamos con firmeza nuestras reivindicaciones.

Queremos pan, libertad, paz.

******

Mensaje del 23 de febrero de 1917 del jefe de policía de Berlín al alto
mando y al ministerio de la Guerra sobre las huelgas en ls fábricas de
armamento de Berlín

El jefe de policía de Berlín

Al comandante en jefe de la región militar,

Al ministerio de la Guerra,

Berlín, 23 de febrero de 1917

Adjunto remito un informe de mis servicios exteriores sobre los motivos de
los paros cada vez más numerosos que se registran últimamente en las
empresas que producen para el ejército, así como la opinión experta al
respecto del consejero Schmidt. Si bien este último atribuye el descontento
existente entre los trabajadores a las condiciones de vida actuales, datos
recientes hacen pensar que esto no explica totalmente dichos paros. Parece
que hay cuestiones políticas que han desempeñado un papel no despreciable en
este movimiento. Los obreros del área metropolitana de Berlín se sitúan
políticamente en la esfera de la socialdemocracia radical. En buena parte
están adheridos al grupo Espartaco, cuyo guía ideológico es Karl Liebknecht.
Este grupo se esfuerza por poner fin a la guerra provocando disturbios en el
interior, y sobre todo impulsando la huelga general. Su influencia es
particularmente notable entre los obreros metalúrgicos, por lo que cabe
pensar que los movimientos actuales también son fruto de esta labor
subversiva. Habida cuenta de los buenos resultados de la llamada a filas de
los obreros díscolos antes de la promulgación de la ley sobre el servicio
patriótico de ayuda mutua, me pregunto si no convendría, con vistas a acabar
con estos movimientos sumamente lesivos para el bien público, recurrir ahora
a ese mismo procedimiento.

Von Oppen

******

Sección VII servicios exteriores

5º departamento

Berlín, 19 de febrero de 1917

Subversión en las fábricas de municiones del área metropolitana de Berlín

Durante la guerra, debido a la intensa labor subversiva de ciertos elementos
sin conciencia, el estado de ánimo de los obreros metalúrgicos organizados
sindicalmente en las fábricas de municiones del área metropolitana de Berlín
ha experimentado una radicalización peligrosa. Dados los numerosos paros
registrados últimamente y el hecho de que en casi todas las grandes empresas
el personal, mayoritariamente radical, se ha propuesto reducir cada vez más
el tiempo de trabajo, existe el peligro de que en el futuro las fábricas de
municiones locales no puedan asegurar los suministros de material de guerra
indispensable en cantidad suficiente y dentro de los plazos requeridos.
Después de mantener contactos confidenciales con diferentes obreros
sindicalistas de las fábricas de armamento y contactos oficiales con varios
directores de grandes empresas locales, el abajo firmante ha podido
comprobar lo siguiente:

En estos momentos, casi todos los responsables del sindicato alemán del
metal (delegados del personal y delegados de taller), que cuentan con la
confianza de la totalidad de las plantillas de las fábricas, son partidarios
políticos de la oposición y, en gran parte, son miembros del grupo llamado
Espartaco, cuya consigna es poner fin a la guerra paralizando las fábricas.
Durante el año pasado, por iniciativa de estos sindicalistas, hubo un gran
número de asambleas de fábrica en el área metropolitana de Berlín en las que
se formularon las reivindicaciones a cual más desvergonzadas, y una parte de
esas reivindicaciones se consiguieron mediante huelgas.

Esta actividad ha hecho que los salarios aumenten hasta el inifnito. Los
obreros cualificados, ajustadores, torneros, vaciadores, maquinistas, etc.
ya ganan un salario diario de 15 a 22 marcos por una jornada de trabajo de
nueve horas en promedio. A pesar de ello, las reivindicaciones no cesan.
Así, en la fábrica Berliner Maschinenbau-Aktiengesellschaft (antigua L.
Schwarzkopf), sita en Scheringstrasse 13-28, unos 700 ajustadores y torneros
avanzan una nueva reivindicación salarial. Exigen un aumento del salario por
hora de hasta 30 peniques, cuando ya cobran 18 a 22 marcos al día por nueve
horas de trabajo. Puesto que la empresa ha rechazado esta reivindicación
insensata, los 700 obreros están en huelga desde el sábado, día 10 de este
mes, de manera que la fabricación de torpedos en esta fábrica importante
está paralizada desde la fecha citada. En esta misma empresa, el 3 de este
mes, y por iniciativa de los elementos radicales, unos 2 900 obreros se
declararon en huelga, según ellos debido a las dificultades de
aprovisionamiento, con manifestación encaminada a llamar la atención de las
instancias del Estado, de manera que la producción de torpedos se redujo en
tres unidades.

Esta misma agitación radical ha creado una situación similar en las fábricas
de la Deutsche Waffen-und-Munitionsfabrik en Charlottenburg y Wittmann.
También se llevan a cabo acciones de este tipo en otras grandes fábricas de
material de guerra. El ajustador Max Janick, residente en Pankstrasse 44, es
miembro desde hace quince años del sindicato del metal y está afiliado desde
hace tiempo al Partido Socialdemócrata. En una asamblea de fábrica se ha
atrevido a oponerse públicamente, mediante una resolución redactada por él
mismo, a los manejos de los elementos radicales, por lo que ha sido objeto
de represalias por parte de estos últimos. Adjunto, para su información, una
copia de su escrito de justificación dirigido a la dirección berlinesa del
sindicato del metal.

Ante la fuerza de que hacen gala estos sindicalistas radicales, incluso los
dirigentes sindicales berlineses, Cohen y Siering, se sienten impotentes y
han de someterse a ese poder, pues su mandato emana de esos cuadros
sindicales y por tanto se juegan su reelección. De manera que el secretario
adjunto, Siering, actúa ahora totalmente en la línea de esos militantes
radicales, y en las diferentes asambleas de fábrica se pronuncia asimismo
por la reducción del tiempo de trabajo y el aumento salarial, ganándose así
la simpatía de los elementos radicales. No cabe duda de que la industria de
guerra se ve mermada por estas actividades desconsideradas y de que el orden
no volverá a las fábricas de armamentos hasta que se consiga impedir que los
elementos radicales actúen a sus anchas, lo que tal vez se logre de entrada
mediante la incoporación de los cabecillas al ejército. Con la colaboración
de las direcciones de empresa y con ayuda de confidentes, será posible poner
fin, poco a poco, a tanta agitación.

Una última observación: cuando en la época de las manifestaciones a favor de
Liebknecht hubo una campaña incesante de panfletos llenos de odio, los
agitadores fueron en parte llamados a filas y en parte detenidos; llevamos a
cabo una acción preventiva en las fábricas y esas medidas tuvieron un efecto
de electrochoque entre los obreros, de manera que después hubo un largo
periodo de calma en las empresas. Sin embargo, cuando se suspendieron dichas
medidas y nuestra acción cayó en el olvido, la labor de zapa se reanudó
hasta alcanzar ahora un peligroso punto culminante.

Meier, brigada criminal

[Reproducido de Dokumente und Materialen zur Geschichte der deutschen
Arbeiterbewegung, Band 1, pp. 554-557.]

  _____





---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20170902/220d7766/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa