Nicaragua/ Historial de la OEA y presente nicaragüense [Onofre Guevara López]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Ago 8 13:58:42 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

8 de agosto 2018

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Nicaragua



Historial de la OEA y presente nicaragüense



Onofre Guevara López *



Confidencial, 7-8-2018

https://confidencial.com.ni/



La defensa que Moncadita (1) sigue haciendo de la dictadura Ortega-Murillo y
desmintiendo sus crímenes, la hace con el argumento de que la OEA
(Organización de Estados Americanos) aprueba resoluciones en su contra,
cumpliendo su papel de ministerio de colonia de los Estados Unidos.



Un argumento verdadero, con el inconveniente de que ese discurso
“patriótico”, fue muy actual en la Guatemala de 1954, en Cuba a partir de
1959, de la República Dominicana de 1965, del Chile de 1973 y, para seguir
en el Sur, le pareció necesario referirse a los gorilatos de Brasil,
Argentina, etcétera, porque el motivo urgente que lo impulsó a decirlo
ahora: ¡es esconder la responsabilidad de sus patronos en el asesinato de
centenares de nicaragüenses!



Se pudiera revisar la historia de otras injerencias no militares en los
cuales esa función de la OEA señalada por Moncadita ha sido cierta, y sobran
casos que mencionar.  Pero en la Nicaragua de 1978-1979 la función de la OEA
fue reconocida como benéfica por el Frente Sandinista, pero, ¿por qué no
ahora? ¡Porque los Ortega-Murillo actúan con el Frente que en la actualidad
es como el hijo putativo del somocismo!



El falso FSLN de hoy, por su criminalidad contra el pueblo, cual versión
“corregida y aumentada” de la criminalidad somocista, perdió el derecho de
hablar de soberanía a los ojos de los pueblos latinoamericanos, así no fuera
la OEA la que estuviera tomando las resoluciones solidarias con nuestro
pueblo sacrificado.



El historial de la OEA no la discutieron quienes murieron y mueren día por
día bajo la metralla orteguista, ni les disminuiría el dolor a sus madres y
familiares el ponerse a discutirlo ahora. Tampoco es discutible en el
presente quiénes son los causantes en Nicaragua de la violenta desaparición
de sus hijos más jóvenes. Y menos razonable es discutir el origen de la
solidaridad internacional, que trata de proteger la vida todos los que aquí
luchan por la conquista de sus libertades políticas y derechos humanos.



Nada podrá borrarle a la OEA su pasado político como institución, pero la
mayoría de los nicaragüenses necesita del apoyo de los países miembros que
deseen ofrecérselo, sin condicionamientos ulteriores, aunque no podemos
cerrar los ojos ante el hecho de que detrás de esa solidaridad alguien
podría esconder sus intereses políticos.



Siendo realistas, esa posibilidad los nicaragüenses son capaces de
detectarla y combatirla con el mismo patriotismo con que ahora  luchan en
defensa de sus derechos políticos y humanos.  En las  condiciones de
criminalidad a las que estamos sometidos, aceptar un gesto de solidaridad es
un deber moral incuestionable.



Y si en el caso de que esta solidaridad alguien se atreviera a convertirla
en injerencia, el culpable no sería otro que el mismísimo régimen
Ortega-Murillo, por ser el responsable de las violaciones de los derechos
humanos de los nicaragüenses, porque un país en normalidad y en paz social,
un pueblo no tendría motivos para necesitar la solidaridad política
internacional.



Porque sobran los motivos para aceptarla, es que Ortega en sus entrevistas
televisivas y Moncadita en la OEA, insisten tanto y de forma aviesa, en
tratar de convencer a la opinión internacional de que la destrucción de
tranques y barricadas, junto al asesinato de quienes los cuidaban, produjo
en Nicaragua el “milagro” de volverle “la normalidad y la paz”.



Si solo falta que Daniel Ortega se proclame “El Pacificador de Nicaragua”,
así como Anastasio Somoza García, se hizo llamar “El Pacificador de Las
Segovias”, por haber asesinado a Sandino, destruidas las cooperativas y
asesinado a los campesinos que le acompañaron en su gesta patriótica de
expulsar a los invasores norteamericanos.



Esa hipocresía es condenable desde el ángulo político, humano y geográfico
que se mire, porque la persecución, la detención ilegal,  los juicios
amañados, los despidos por venganza contra los médicos y enfermeras por el
“delito” de haber asistido a los jóvenes moribundos y heridos por policías y
paramilitares, son todavía una realidad cotidiana que no se puede ocultar,
pese al esfuerzo mentiroso de sus autores.



Por eso, ninguna madre o familiar de las víctimas puede excusar a los
autores de esos crímenes y a quienes le apoyan solo porque se autocalifican
de “izquierda”, levantan banderas “revolucionarias”, se declaran
“antimperialistas” y usen como bandera el ideal socialista. Nada de eso les
absuelve de la responsabilidad y complicidad por sus delitos de lesa
humanidad.



Esa su condición, nunca la perderán manipulando frases de paz, amor, Dios,
ni los nombres de las vírgenes que se les antoje invocar, así lo haga todos
los días la maga-señora protectora y protegida del santo tranque de El
Carmen.



Con nada pueden detener la victoria popular que en más de tres meses de
lucha  y sacrificios de nuestra juventud –a la que no le roza siquiera su
epidermis moral los ofensivos calificativos de “terroristas” y “golpistas”—
ha despertado la solidaridad mundial, la que a la vez y de hecho, se vuelve
en descrédito para los Ortega-Murillo, pese a las ridículas y desesperadas
“actuaciones” televisadas.



La victoria total de la insurrección cívica será de los nicaragüenses, y no
llegará con pies ajenos, aunque la solidaridad pueda protegerlos de más
asesinatos. Pero la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, deberá
fortalecer su vocación unitaria, sin ilusiones de un futuro de bienestar
inmediato, porque no será fácil restañar las heridas ni la derrota del
orteguismo significará dejar de luchar por la reconstitución ética de la
vida nacional.

Igualmente, todos sus diversos componentes sociales y políticos deberán ser
conscientes de que –conseguida liberación— se tendrán que enfocar en la
defensa de sus respectivos y  disímiles intereses económicos, sociales y
políticos, pero podrán evitar las contradicciones violentas, si lograran –y
se deben pensar—en crear las condiciones democráticas donde se respeten los
derechos políticos para todos, y se haga justicia según el riguroso
cumplimiento de las normas constitucionales.



El deber de todos, en definitiva, será procurar la no repetición de los
vicios de corrupción, tan históricos como actuales, el continuismo
electoral, el culto de figuras mediocres con vocaciones dictatoriales. Si
esos anti valores se reciclaran, como ha sido hasta hoy, no se le haría
honor a la memoria de los centenares de mártires caídos en esta lucha
desigual frente a las hordas criminales de la dictadura.



* Onofre Guevara López, exparlamentario del Consejo de Estado y de la
Asamblea Nacional por el FSLN (1981-1991); fue responsable de la página
editorial de Barricada (1981-1995) y colaborador de El Nuevo Diario
(1995-2012). Actualmente es columnista de la publicación Confidencial.



Nota



1) Alude a Denis Moncada Colindres, abogado y general retirado, canciller
del régimen Ortega-Murillo desde 2017. (Redacción de Correspondencia de
Prensa).

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