Chile/ Visita de Francisco: a cada molino su agua bendita [Horacio
Brum]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Vie Ene 19 16:18:54 UYT 2018
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Correspondencia de Prensa
19 de enero 2018
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Chile
Visita de Francisco
A cada molino su agua bendita
Para sus devotos más humildes, los mapuches, las víctimas de la dictadura y
de abusos sexuales de sacerdotes, el “papa de los pobres” dejó mucho que
desear en su visita a Chile.
Horacio Brum, desde Santiago de Chile
Brecha, 19-1-2018
https://brecha.com.uy/
Entre Providencia, el barrio tradicional de la clase alta de Santiago de
Chile, y Villa Francia, donde el hacinamiento impera en los bloques de
viviendas sociales y las casas precarias, hay sólo 15 quilómetros de
distancia. Pero son cientos de quilómetros en el mapa social y político del
Chile clasista y conservador que en estos días recibió al papa Francisco con
cierta preocupación por sus actitudes y declaraciones aparentemente
rupturistas.
En una de las casonas señoriales de Providencia, sede de la Nunciatura
Apostólica, se alojó el papa; en Villa Francia, otrora territorio de
resistencia a la dictadura y hoy escenario de muchas manifestaciones de
rebeldía y descontento por las desigualdades e injusticias, vive Mariano
Puga, considerado por muchos como un ejemplo de la Iglesia cercana a los
pobres, esa que también el pontífice jesuita pretende encabezar. Un veterano
de muchas luchas espirituales y de las otras, el cura Puga dejó saber a los
cuatros vientos que los ricos y poderosos se apropiaron de la organización
de la estadía de Francisco en el país. En su opinión, no hubo consultas a
las bases católicas sobre los temas que debían tratarse con el papa, e
incluso la distribución de entradas para la asistencia a las misas y otros
actos fue una forma de controlar el acercamiento del pueblo al líder
espiritual. “¿Cómo es la cuestión? –dijo el sacerdote en una entrevista con
el semanario satírico político The Clinic–. ¿Acaso para el domingo de ramos,
cuando Jesús entró a Jerusalén, había que tener entradas para ir a
acompañarlo en el burro?”
Una semana antes de la llegada del máximo jerarca católico, el diario La
Tercera publicó una encuesta según la cual la visita era importante sólo
para el 23 por ciento de los chilenos, y más de la mitad la veían como poco
o nada importante. Además, la consulta indicó un rechazo generalizado (80
por ciento) a que el Estado aportara 7.000 millones de los 11.000 millones
de pesos que cuesta la gira papal. Al acercarse la llegada de Jorge
Bergoglio, los datos de la realidad parecieron confirmar esos porcentajes:
en la ciudad sureña de Temuco, la comisión organizadora rebajó de 400 mil a
250 mil la proyección de los asistentes a la misa campal, en tanto que a
media tarde del lunes, con el aterrizaje del pontífice esperado para las
19.30, todavía había entradas disponibles para todos los eventos.
Pobres y devotos VIP
El padre Puga y otros religiosos que trabajan en las comunidades pobres,
como el jesuita Eugenio Berríos, conocido por sus críticas de la política
económica y social, manifestaron también su descontento por el gasto hecho
por la Iglesia de 4.000 millones de pesos chilenos, equivalentes a unos 7
mil sueldos promedio. Berríos, quien vive en una población precaria de la
ciudad minera de Antofagasta, donde el alto nivel de los ingresos de los
trabajadores de las minas contrasta groseramente con la pobreza de los
muchos inmigrantes que han llegado encandilados por el “milagro chileno”,
manifestó: “La gente ve que no hay plata para cubrir la gratuidad de la
educación, para los jardines infantiles… y escucha esa cifra; entonces, hay
una reacción comprensible de preguntar: ¿Cómo se puede gastar eso?”.
Entre los operativos de seguridad y el ceremonial, el gobierno puso otros
7.000 millones de pesos (algo más de 11 millones de dólares).
Mariano Puga y Felipe Berríos no tuvieron oportunidad de conversar con
Francisco del Chile que no se ve desde la Nunciatura Apostólica. En cambio,
la Pontificia Universidad Católica, cuya Facultad de Ciencias Económicas fue
la cuna y es hoy el bastión del neoliberalismo nacional, organizó un gran
acto para que los representantes del Chile del éxito económico rodearan al
“papa de los pobres”. Lo más granado del pensamiento y la economía de la
derecha estuvo con él, así como un personaje que hizo todos los esfuerzos
para lograr la photo opportunity privada con el líder católico, sin lograr
su objetivo: el empresario y presidente electo, Sebastián Piñera. Según las
versiones no confirmadas que circulan entre el periodismo, Piñera pidió a la
Conferencia Episcopal –cuyos representantes lo visitaron poco después de las
elecciones– que le gestionara una entrevista. La respuesta fue negativa y
dio lugar a especulaciones sobre la supuesta antipatía del papa por los
empresarios y la economía del libre mercado; hasta se planteó la posibilidad
de que la amistad de Piñera con Mauricio Macri le haya jugado en contra.
En el lenguaje de las fuerzas de seguridad chilenas, una “cápsula” es la
caravana de vehículos que transportan y protegen a un mandatario u otro
personaje importante, y lo cierto es que el papa estuvo bien “encapsulado”.
Los “baños de multitud” en papamóvil a los que parece ser afecto Bergoglio
fueron estrictamente regulados y temperados. Así, pese a que en el trayecto
desde el aeropuerto se detuvo en un barrio humilde del oeste de Santiago a
visitar la tumba de un religioso apodado “el obispo de los pobres”, dejó con
las ganas de un contacto a las centenas de fieles que se acercaron al lugar.
Carabineros
Como para confirmar las críticas de que el Chile rico y conservador quiso
apoderarse de la figura del papa, cuando éste llegó a la Nunciatura
Apostólica sí se le permitió caminar unos metros y dialogar con la gente. La
diferencia con el barrio pobre cercano al aeropuerto estuvo en que esos
fieles habían sido seleccionados por la comisión organizadora y algunas
parroquias.
Por si acaso, a la vuelta de la Nunciatura estaba estacionado un convoy de
represión, con vehículos con capacidad para lanzar gases lacrimógenos y
tripulados por el personal de las fuerzas especiales de la policía
militarizada de Carabineros. Antes de la llegada del afamado huésped, varias
protestas habían alterado la calma de la calle; una de ellas reunió a
quienes esperaban una acción real del pontífice para demostrar su
solidaridad con las víctimas de los abusos sexuales cometidos por
sacerdotes. Éste y la situación de conflicto de las comunidades mapuches del
sur, así como las malas condiciones laborales, eran los temas en los que
algunos sectores esperaban que Francisco rompiera alguna barrera protocolar.
Ello, en un ambiente nacional en el que van en aumento los reclamos y las
protestas sociales, y en el que la izquierda no oficialista del Frente
Amplio –que rompió en las elecciones parlamentarias de noviembre el virtual
bipartidismo vigente durante casi tres décadas– intenta canalizar las
inquietudes de las masas. En una inusual columna en El Mercurio, decano de
la prensa conservadora de América, la presidenta Bachelet manifestó que la
visita abría una oportunidad “para el diálogo y el reconocimiento mutuo
sobre quiénes somos, qué valores nos inspiran y qué sociedad queremos
construir”.
Abusos eclesiásticos
El diálogo con el papa fue justamente lo que pidió en vano un grupo de
laicos de la ciudad de Osorno, que hace varios años vienen denunciando al
obispo del lugar, Juan Barros, por su supuesta complicidad en uno de los
casos más sonados de abusos sexuales. Fue el propio Francisco quien confirió
esa jerarquía al prelado, y cuando se produjeron las primeras quejas instó a
los fieles a no dejarse llevar por “los zurdos”. En un discurso ante 3 mil
personas, en la plaza frente a La Moneda, el máximo líder católico pidió
perdón por los abusos en forma general, pero más tarde compartió el
escenario de la misa en el parque central de la capital con el obispo
cuestionado.
No solamente varias de las víctimas de los sacerdotes pervertidos
reaccionaron de inmediato ante esa imagen. Marta Larraechea, buena católica
y esposa del ex presidente demócrata cristiano Eduardo Frei Ruiz-Tagle, dijo
por Twitter: “Barros participa de la ceremonia en el parque O’Higgins, qué
vergüenza, ¿de qué pide ‘disculpas’ el papa? No le creo nada, dice una cosa
y hace otra”. Poco después un vocero papal informó que Jorge Bergoglio
mantuvo en la Nunciatura una reunión con algunas víctimas de los abusos
sacerdotales. No obstante, quienes encabezan los principales grupos de los
afectados dijeron no haber recibido ninguna invitación. La fuente del
Vaticano habló también de que hubo una conversación privada del pontífice
con personas torturadas por la dictadura militar, pero las organizaciones
oficiales de los detenidos y los desaparecidos no tuvieron constancia de tal
reunión y sólo pudieron entregarle una carta en Iquique, durante el último
día de la gira por Chile. En esa nota le pidieron que intercediera ante las
fuerzas armadas para que revelaran más detalles de las desapariciones.
En la plaza frente a La Moneda el papa también habló para dejar conformes a
los conservadores. Criticó los dogmatismos exclusivistas, una acusación que
la derecha frecuentemente hace a la nueva izquierda frenteamplista, y envió
un mensaje contra la ya vigente ley sobre el aborto (que despenalizó esta
práctica en casos excepcionales y que Sebastián Piñera se propone revisar),
al instar a los chilenos a tomar “una opción radical por la vida,
especialmente en todas las formas en la que ésta se vea amenazada”. Cabe
mencionar que, para no encrespar la escasa cabellera papal, el muy
socialista Fidel Espinoza, presidente de la Cámara de Diputados, suspendió
el tratamiento en sala de la ley de identidad de género. Su argumento: “No
me voy a prestar para generar una polémica con un tema que es de alta
sensibilidad para la Iglesia”.
Mapuches
Varias capillas de campo incendiadas, tres helicópteros forestales quemados
y un tiroteo contra una patrulla policial fueron el prólogo de la llegada de
Francisco a Temuco, la capital de una región donde desde 1992 vienen en
aumento estos incidentes, protagonizados por unos grupos mapuches radicales
que el gobierno se niega a definir como guerrillas indigenistas o, desde la
perspectiva de los propietarios de las haciendas e instalaciones forestales
atacadas, terroristas rurales. Es un conflicto que se enmarca en los
reclamos pacíficos por la autonomía y la recuperación de las tierras
ancestrales, y por ello también las comunidades indígenas esperaban gestos
concretos del papa.
Un saludo en el idioma mapuche, algunas alusiones folclóricas a la belleza
de la tierra, frases generales sobre el sufrimiento indígena y la necesidad
de estar unidos cerraron el tema en la homilía de la misa al aire libre. Más
tarde, 12 personas del mundo rural de la región almorzaron con el jefe del
Vaticano en una casa de religiosas; aunque varias eran indígenas, ninguna de
ellas representaba a las organizaciones mapuches. A unos pocos metros del
lugar, una anciana líder religiosa indígena que está involucrada en el
juicio por el ataque incendiario a una hacienda, donde murió la pareja de
propietarios, fue rodeada por 20 policías cuando intentó entregarle al papa
una carta en la que protestaba su inocencia.
La vigilancia y el control férreo de las fuerzas de seguridad a los
desplazamientos del papa –con la represión inmediata de las protestas “no
autorizadas”–, los contactos supuestamente espontáneos pero con un público
seleccionado, la falta de visitas a los barrios pobres y la ausencia de
acciones significativas frente a problemas como los abusos sexuales
cometidos por sacerdotes definieron la presencia de Jorge Bergoglio en
Chile. “No se esperan sorpresas”, dijo a Brecha una periodista cercana a la
organización de los fastos papales en la Universidad Católica, y
probablemente el mejor balance lo hizo a este medio el padre René Cabezón,
el superior provincial de la Congregación de los Sagrados Corazones: “Me
hubieran gustado más visitas al mundo popular”.
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