EEUU/ Un real potencial de resistencia social [Sherry Wolf - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ene 27 18:51:25 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

27 de enero 2018

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Estados Unidos

Un real potencial de resistencia

Un año después de la investidura de Trump, la sociedad norteamericana está
más polarizada que nunca. Es lo que afirma Sherry Wolf, sindicalista de la
Asociación de Profesores de la Universidad (Rutgers AAUP-AFT) y militante de
International Socialist Organization (ISO). La entrevista fue realizada por
Guy Zurkinden el 10 de enero.

A l’encontre, 19-1-2018

http://alencontre.org/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

http://www.vientosur.info/

-¿Qué balance sacar de un año de presidencia Trump?

Tener un presidente narcisista e imprevisible, abiertamente racista, que
muestra su odio a la gente musulmana y se ufana de haber acosado a mujeres
es un choque cotidiano para amplios sectores de la clase trabajadora
norteamericana.

Un choque alimentado por los ataques de una violencia inédita que se van
acumulando con consecuencias dramáticas. Como la reforma de los impuestos
adoptada justo antes de navidad que representa la transferencia de riquezas
más masiva de la historia del país -del bolsillo de la gente asalariada
hacia el de la más rica, de los y las rentistas. Asistimos a la puesta en
cuestión y la destrucción sistemáticas de todas las instituciones y
políticas públicas.

Pero Trump no cae del cielo. Es ante todo un síntoma de la crisis del
capitalismo mundializado. Pues aunque a veces no le guste el personaje, la
clase burguesa americana saca beneficio de su agenda económica. Con él, el
barniz civilizado de la dominación capitalista ha desaparecido. Hemos
entrado en una guerra abierta entre las clases.

-¿Representa Trump una ruptura?

El choque Trump no debe hacer olvidar los elementos de continuidad. Los
ataques contra las condiciones de trabajo y de vida de la gente asalariada
están en marcha desde hace treinta o cuarenta años en los Estados Unidos.
Consecuencia: ¡la esperanza de vida está hoy retrocediendo! Y no olvidemos
que el asesinato de personas negras por la policía o la expulsión masiva de
personas migrantes eran moneda corriente en la era Obama.

Sin embargo, no hay que minimizar el cambio. Contrariamente a su predecesor,
Trump reivindica la violencia contra los pobres, los negros, las mujeres y
la gente trabajadora. Nos encontramos frente a una "estrategia de choque"
que quiere borrar los pocos avances, muy limitados -Obamacare, protección de
la gente sin papeles que llegó de niña a los Estados Unidos, etc.-
arrancados bajo Obama.

-¿Qué hay de las resistencias?

La clase trabajadora está afectada, pero no paralizada. Este último año se
han producido en Estados Unidos movilizaciones de una amplitud sin igual
desde hace mucho: la Women´s March del 20 de enero de 2017, las
movilizaciones contra el decreto de Trump que prohibía la entrada en
territorio americano a personas ciudadanas de siete países de mayoría
musulmana y a las personas refugiadas, las que han seguido a la derogación
del programa que permite a las personas Dreamers, jóvenes sin papeles que
entraron en los Estados Unidos cuando eran niños y niñas, trabajar y
estudiar legalmente, las manifestaciones contra la extrema derecha tras los
acontecimientos de Charlottesville, etc.

Se siente una voluntad de organizarse, de comprender, de politizarse
-particularmente entre la juventud. En mi barrio, en Brooklyn, 350 personas
se reunían, poco después de la Women´s March del 21 de enero de 2017 para
discutir sobre la defensa de las personas migrantes contra las violencias
policiales, organizar la autodefensa contra los grupos nazis, etc. La semana
que viene, centenares de personas se manifestarán por los derechos de las
minorías y contra las desigualdades sociales. Tales movilizaciones de base
se dan en todo el país.

Dos movimientos juegan un papel muy importante: las luchas feministas -la
Marcha de las Mujeres ha encontrado un poderoso punto de enganche en la
campaña Me Too que ha desbordado el mundo del espectáculo para enraizarse en
la sociedad y en los lugares de trabajo; y Black lives matter (BLM), un
movimiento formado bajo la presidencia Obama para denunciar el asesinato de
negros por la policía, que ha adoptado de entrada un planteamiento
explícitamente feminista, favorable a los derechos de la población queer y
en oposición al sistema capitalista.

En un país construido sobre el genocidio (de los "indios"), la esclavitud y
la colonización del mundo, en el que el 35% de la clase obrera es negra,
latina o de origen asiático, la relación entre la lucha contra las
desigualdades y la lucha contra la opresión de las minorías y de las mujeres
es fundamental.

Otro punto positivo: las movilizaciones masivas que han seguido a los
acontecimientos de Charlottesville han puesto a la extrema derecha a la
defensiva.

-¿Qué hay de los sindicatos?

Las principales luchas han sido realizadas estos últimos años en los
servicios públicos -la enseñanza y la salud-. La huelga más importante ha
sido la victoriosa de enseñantes en Chicago, en 2012. Las mujeres, en
particular las negras, están a menudo a la cabeza de estos combates.

Pero globalmente el número de huelgas está a un nivel históricamente bajo.
Los sindicatos están debilitados, la sumisión de una amplia parte de sus
dirigentes al Partido Demócrata es un freno para las movilizaciones.

Sin olvidar una amenaza enorme: el Tribunal Supremo se dispone a dictar una
sentencia que suprimiría la obligación de pagar la cotización sindical en
los servicios públicos. Esto costaría millones a los sindicatos. En
paralelo, la derecha y los medios patronales intensifican su campaña
antisindical.

-¿Es más fuerte el peligro de nuevas guerras bajo la presidencia Trump?

Este peligro es muy real. La economía capitalista mundial está hoy marcada
por una grave crisis de sobreproducción relativa, con miles de millones de
dólares que no encuentran forma de invertirse de forma productiva. Esta
situación alimenta la especulación, en particular la inmobiliaria, que
alcanza de nuevo picos en los Estados Unidos.

En este contexto, el imperio norteamericano, aunque sigue siendo muy
poderoso, está en declive. Su hegemonía se enfrenta a una competencia
creciente, en particular de China. Esto plantea la posibilidad de
rivalidades interimperialistas a un grado mucho más elevado.

Esta coyuntura está cargada de peligros. Cuando estaba en su fase
ascendiente, el imperio americano se mostró extremadamente brutal y
sangriento. Para frenar su caída, no hay duda de que utilizará una violencia
aún mayor.

Hay otro elemento a tener en cuenta. Si la combatividad obrera sube en los
Estados Unidos, si las luchas que unen a diferentes sectores (blancos,
negros, latinos, mujeres, etc.) se desarrollan, la clase dominante podría
contemplar el desencadenamiento de una guerra exterior como una forma de
destruir la resistencia interna.

-¿Cómo ves el futuro del enfrentamiento social actual?

La recuperación de las movilizaciones y de la politización trae esperanza.
Pero hay que señalar también los límites: las manifestaciones siguen siendo
episódicas. Hay carencia de organizaciones capaces de darles una continuidad
y perspectivas.

El sistema bipartidista pesa sobre amplios sectores del movimiento sindical
y social, que permanecen ligados al Partido Demócrata. Y este último,
profundamente ligado a las clases dominantes, juega el papel de bombero de
las luchas.

En este contexto (ya hemos visto la brutalidad de la agenda de Trump y sus
dramáticas consecuencias sociales), pienso que van a aparecer numerosas
resistencias, a veces organizadas pero también espontáneas, incluso en forma
de disturbios.

Existe un real potencial. Esto implica para los y las militantes socialistas
una doble tarea: organizar, allí donde sea posible, focos de resistencia
colectiva entre las minorías oprimidas, en los lugares de trabajo y en los
sindicatos. Y trabajar, en paralelo, en la construcción de una verdadera
alternativa política de izquierdas, en ruptura con el Partido Demócrata. El
desafío es enorme.

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