Nicaragua/ Las fases de la lucha contra la dictadura Ortega-Murillo [El Socialista Centroamericano]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Jul 24 14:15:35 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

25 de julio 2018

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Nicaragua

 

Diferentes fases de la lucha contra la dictadura Ortega-Murillo

 

El Socialista Centroamericano, editorial,  julio de 2018 

https://elsoca.org/

 

Las masacres en Nicaragua ya superan los 400 muertos, cerca de 300
desaparecidos, casi 800 secuestrados, y más de 2,000 personas heridas.
Cantidades espeluznantes si tomamos en cuenta los 6 millones de habitantes,
y que han sido realizadas en apenas 90 días de luchas contra la dictadura
Ortega-Murillo.

 

En la revolución democrática en curso podemos aprecias tres fases. La
primera fase fue de indiscutible ascenso de la lucha democrática, que va
desde el estallido de la protesta estudiantil el 18 de abril, su posterior
masacre, acontecimiento que encendió la llama de la insurrección popular,
pasando por la masacre durante la marcha del día 30 de mayo, la protesta
antigubernamental más grande en los últimos 50 años, comparada únicamente
con la marcha del 22 de enero de 1967, que también fue masacrada.

 

El ascenso estudiantil y popular se mantuvo hasta mediados de junio. En este
periodo, la dictadura se estaba tambaleando. Ortega-Murillo maniobraron,
convocaron al Dialogo Nacional haciendo creer que estaba dispuesta a ceder
las peticiones de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD),
esa extraña y antinatural alianza de los empresarios del COSEP con los
movimientos sociales presididos por estudiantes y el movimiento campesino.

 

En esta primera fase se produjeron embriones de poder dual en los
territorios liberados (Masaya, Carazo, Nagarote, una parte de León, ciudades
y pueblos en el Norte, en la zona central y en el Caribe, etc).
Lamentablemente, a pesar de nuestros insistentes llamados, estos
embrionarios organismos de poder popular no lograron centralizarse, no se
convirtieron en el ansiado gobierno nacional de los luchadores.

 

En esta primera fase se desperdició una coyuntura sumamente favorable,
cuando la dictadura estaba desfalleciendo. En vez de acelerar la
movilización, convocando y manteniendo el Paro Nacional por varios días,
hasta que cayera la dictadura, los empresarios del COSEP se encargaron de
que el Paro Nacional no se profundizara, difundiendo la falsa idea
triunfalista que ya la pelea se había ganado.

 

El compás de espera perseguía el cansancio de las masas. El torpedeo del
Dialogo Nacional, donde nunca se resolvió nada, era la otra parte de la
misma estrategia dilatoria, mientras la dictadura reorganizaba sus fuerzas.

A mediados de junio se inició una segunda fase, marcada no solo por las
continuas masacres, las que se mantuvieron durante la etapa de ascenso, sino
por una ofensiva especial destinada a quebrar los tranques y destruir las
barricadas en Managua y en las principales ciudades. La Policía Nacional ya
estaba agotada por los constantes embates de la insurrección desarmada.
Ortega-Murillo recurrieron al siniestro cofre de la infamia, de donde
sacaron los primeros grupos paramilitares, compuestos por militancia fiel,
dispuesta a cometer los crimines más horrendos, para que sus jefes de
mantuvieran en el poder a toda costa.

 

Los paramilitares, verdaderas fuerzas de choque del fascismo, utilizaron
métodos de guerra civil contra la población que peleaba en las calles sin
armas. Los empresarios del COSEP se encargaron insistir en la lucha cívica y
pacífica, mientras masacraban a los mejores activistas. Uno a uno, los
barrios, zonas y ciudades, fueron recuperadas por la caravana de la muerte,
hasta dejar de últimos a los estudiantes de la UNAN y el aguerrido barrio de
Monimbó, en Masaya. La superioridad de armamento de los paramilitares se
impuso sobre los morteros artesanales. En esta fase, fueron más de 30 días
de horror y terror. Las masacres han sido tales, que hasta la OEA se vio
obligada a pronunciarse, en lenguaje confuso, contra el régimen
Ortega-Murillo. Obviamente, las continuas masacres han hecho retroceder a
las masas, iniciando un periodo de retroceso, aunque el enorme descontento
social no solo se mantiene, sino que ha crecido, por eso ocurren a diario
pequeñas marchas en casi todos los pueblos de Nicaragua. Debemos mantener
esa resistencia hasta volver a la ofensiva en las calles.

 

Estamos entrando a una tercera fase, la de la negociación y la de posibles
traiciones. Nicaragua ya no es la misma, y nadie mejor que Daniel Ortega lo
sabe. La dictadura inició su ofensiva para cambiar la correlación de
fuerzas, y en cierta medida lo ha logrado, para poder negociar las reformas
democráticas que exigen Estados Unidos, la OEA y los empresarios del COSEP.
Pero no ha logrado aplastar a las masas, solo hacerlas sangrar y retroceder.
El forcejeo está girando en torno al adelanto de las elecciones, la ACJD ya
dejó de lado la exigencia de la renuncia inmediata. Es una victoria relativa
para la dictadura, pero tiene los días contados, por su aislamiento a nivel
nacional e internacional. Ortega-Murillo están peleando para conservar las
mayores cuotas de poder en el periodo de transición que se iniciará más
temprano que tarde. De nuestra claridad dependerá que sepamos revertir las
victorias del orteguismo en esta nueva fase.

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