México/ La crisis de régimen y las elecciones del 2018 [PRT - Declaración]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jun 20 23:59:07 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

20 de junio 2018

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México 

 

Declaración del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)
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La crisis de régimen y las elecciones del 2018

 

Ciudad de México, 9-6-2018

 

El actual proceso electoral se nos presenta como un momento de reacomodo
político en medio de una profunda crisis y recomposición del régimen
político en México. No es que el proceso electoral y sus campañas hayan
provocado la crisis. Es que el proceso electoral ocurre en un punto
culminante, de acumulación de agravios, de la crisis del régimen político
todo y de sus instituciones político electorales, incluyendo a los partidos
institucionales. La división de la burguesía como consecuencia de la crisis
del 2008 y los cambios económicos globales finalmente estallan en una
ruptura en la oligarquía. Por otro lado las constantes movilizaciones,
protestas y resistencias populares que si bien no han logrado revertir las
reformas neoliberales han extendido el descrédito e ilegitimidad del actual
poder. La conjunción de todo ello da como resultado la crisis del régimen
político que rompió las bases del régimen surgido del giro histórico que
significó el pacto PRI-PAN, simbolizado por la alianza Salinas de
Gortari-Fernández de Cevallos de 1988. 

 

La forma de dominación de una oligarquía neoliberal que desplazó a otros
sectores de la clase dominante y que estuvo representada por la alianza
PRI-PAN se está rompiendo y apuntando a un nuevo reacomodo, una nueva forma.
No solamente como campañas electorales opuestas, sino como expresión de una
división de la burguesía muy amplia que apunta a una nueva expresión de esta
dominación de clase más acorde con el giro ultraderechista que se expresa en
otros lugares del mundo. El bloque dominante representado en la esfera
política por el PRIAN logró completar el más grave ciclo de reformas
neoliberales, de las “reformas estructurales”, en particular la energética.
Ahora con la crisis de legitimidad (y la permanente protesta popular), con
el giro que les ha significado la llegada de Trump y las perspectivas
inciertas para el futuro inmediato y la falta de credibilidad de todos los
partidos institucionales, en primer lugar los del “Pacto por México”, una
violenta división burguesa encuentra su reflejo en el proceso electoral.

 

Sin embargo, un reacomodo político, como el que se está dando, no significa
que en las próximas elecciones el modelo económico neoliberal se encuentre
en tela de juicio, o incluso en posibilidades de ser impugnado en las
elecciones. Ninguna candidatura cuestiona realmente los elementos centrales
de la política neoliberal que, durante tres décadas, ha causado un país
escandalosamente desigual, violento, y en crisis permanente. Esto no anula
el hecho de que las cúpulas empresariales han tratado de erigirse como los
grandes electores, con lo cual no hacen sino mostrar el profundo desprecio
por el pueblo trabajador y dirigentes sociales que se “atreven” a
involucrarse en política. Así lo muestran las nefastas difamaciones contra
Nestora Salgado, por ejemplo. O la ilegal búsqueda de coacción y
condicionamiento del voto a las y los trabajadores de las grandes empresas
del país. El PRT repudia y condena estas muestras de odio de clase, de
manipulación y chantaje de la burguesía.

 

El modelo económico neoliberal, no está sometido a cuestionamiento por los
candidatos, y este es solo un síntoma de cómo la propuesta electoral de cada
partido, se corre en general a la derecha. Los grandes problemas nacionales
no están en las agendas de los candidatos ni sus partidos. Hay silencio y
respuestas evasivas, o peor, un uso oportunista ante, por ejemplo, las
víctimas de más de una década de militarización y falsa “guerra contra el
narco”. Las escandalosas condiciones de trabajo en el país, salarios de
miseria, la falta de derechos laborales mínimos, inestabilidad y precariedad
laboral; tampoco son parte de las agendas electorales.

 

Tampoco son parte de la agenda los derechos de las mujeres ni la violencia
que sufren, ni su más cruda expresión: los miles de feminicidios que van en
aumento. La agenda y demandas de las mujeres se eluden e incluso se propone
someterlo "a consulta" (¿"consulta" de derechos de las mujeres?) lo que es
más escandaloso por parte de los partidos que se dicen “progresistas”. Ya
sea por abierta oposición al reconocimiento de los derechos de las mujeres a
decidir sobre su cuerpo, o por miedo a perder réditos electorales, las
demandas de las mujeres están fuera del debate electoral.

 

De igual forma lo están los derechos de toda la comunidad LGBT, que incluso
están siendo abiertamente atacados por distintas fuerzas electorales en todo
el espectro, mientras buscan mantener una imagen de falsa tolerancia e
inclusión. Lo más preocupante en este respecto es que, cualquiera que sea el
resultado final de la elección, se espera un Congreso mucho más beligerante
en cuanto a estos temas y con la salida de la marginalidad política de una
nueva extrema derecha religiosa, irresponsablemente catapultada por Morena
al Poder Legislativo.

 

La forma en que los candidatos plantean el debate en torno al nuevo
aeropuerto de la Ciudad de México, muestra también que el terrible ecocidio
que vive el país, los megaproyectos, la minería rapaz, la crisis de agua en
varias regiones, entre otros graves problemas ambientales, no son parte de
la agenda electoral. Por el contrario, todas las candidaturas apuestan por
profundizar un modelo de falso desarrollo, basado en la dependencia de las
actividades extractivas, el abuso de los recursos naturales y principalmente
el despojo de tierras y territorios a pueblos indígenas y clases populares
en general.

 

A pesar de lo anterior, sin embargo, la rabia y descontento de enormes
sectores de la población trabajadora, busca encontrar cauces para
expresarse. Es así que a pesar de las concesiones y escandalosas alianzas,
la candidatura de Andrés Manuel López Obrador se perfila como la principal
puntera en encuestas y con todos los pronósticos para obtener la mayoría por
parte de los votantes el 1 de julio. Para la fecha perentoria que significa
la elección, no hay una alternativa que claramente represente las demandas e
intereses de las clases populares en el país. De este modo, las millones de
personas indignadas que aumentan cada vez más, a pesar de la represión y la
violencia que existe en todo el país, expresarán ese hartazgo popular contra
el PRIAN el cual,  al no existir en el terreno electoral una opción propia
de las clases trabajadoras, ese rechazo lo manifestarán votando por AMLO.

 

Pese a todas las concesiones que cada día anuncia López Obrador para
conseguir, ahora sí, el respeto a su triunfo por parte de las clases
dominantes y a pesar de todo su giro derechista, como le llaman diversos
analistas, en el imaginario popular se levanta la esperanza de que
supuestamente un gobierno de López Obrador representaría un cambio radical
del régimen. Esta ilusión popular se acrecienta, paradójicamente, con la
violenta guerra sucia que le hace la derecha a López Obrador y todas las
calumnias e insultos clasistas, que no hacen sino pintar de cuerpo entero a
una oligarquía prepotente y que desprecia al pueblo trabajador.

 

Para quienes somos anticapitalistas y socialistas, el debate actual no
debería de estar en cómo construir una fórmula de votación para la próxima
elección, sino el de cómo, ante el nuevo escenario post electoral sea el que
sea, se pueda abrir paso a la construcción de alternativas, que como vemos
hoy hacen falta, tomando en cuenta el hecho del masivo voto que se espera
por AMLO. No se trata entonces, para quienes pugnamos por la construcción de
alternativas para el pueblo trabajador, de construir fórmulas de “apoyo
crítico” a un proyecto en el cual la izquierda no se puede sentir
representada y que, de llegar a la presidencia, resultaría más una
administración de la crisis y no pocas decepciones a su caudal de votantes.
Pero simétrico error sería confrontar de manera beligerante y sectaria, con
supuestas superioridades morales o intelectuales a quienes el primero de
julio depositarán sus ilusiones en la boleta. Nuestro reto, mucho más
difícil que fáciles salidas coyunturales, es entender el nuevo periodo que
se abrirá después de la elección y, en ese contexto, encontrar los caminos
para la reorganización de alternativas anticapitalistas.  Por eso, en vez de
fórmula de votación, hemos repetido la consigna de “votes o no votes,
organízate” para la lucha anticapitalista que en cualquier escenario post
electoral se enfrentará a graves retos.

 

Por otro lado, las experiencias de los mal llamados gobiernos “progresistas”
en América Latina, demuestran que ante la emergencia de gobiernos de este
corte (como podría ser hipotéticamente el de Obrador), la construcción de
polos de referencia a su izquierda es crucial para evitar el suicidio
político de la izquierda anticapitalista. La misma lección se puede sacar
del ciclo de degradación tragicómico del PRD, que en su momento quiso
hegemonizar a todo el espectro social de la izquierda; y hoy, sus resultados
están a la vista.

 

Es así que, en la búsqueda por construir una opción anticapitalista en este
terreno, nos involucramos y respaldamos la campaña por el registro como
candidata independiente de María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy,
vocera del Concejo Indígena de Gobierno.  La campaña fue un acierto político
en la necesaria búsqueda de una opción antisistema y anticapitalista en el
marco de la presente crisis del régimen político, así como una apuesta por
acuerpar a los elementos más a la izquierda de este descontento popular  y
presentar el reto para que la izquierda anticapitalista pueda actuar a una
escala mucho mayor que la actual. Y aunque la campaña de Marichuy tiene el
prestigio y la autoridad moral que no tienen otras candidaturas,
especialmente las “independientes”, por haber conseguido sus firmas en forma
honesta y por medio del trabajo militante del activismo que la apoyó no
consiguió las firmas legalmente exigidas en el marco de un sistema
antidemocrático, clasista, dominado por el dinero incluso para comprar las
firmas y además racista y misógino.

 

Sin embargo, los resultados de la campaña de Marichuy representan la primera
demostración del carácter fraudulento del presente sistema electoral. Donde
el primer paso de un posible fraude fue dado justo en las campañas por el
registro de candidaturas independientes. El diseño del mecanismo para
obtener esas firmas estaba hecho para hacerlo imposible a nivel
presidencial. De hecho ninguno de los aspirantes pudo obtener el número de
firmas exigidas legalmente. Como ejemplo del fraude en curso, el INE otorgó,
en su momento, el registro a Margarita Zavala pese a que se comprobó la
utilización de métodos fraudulentos para obtener las firmas. Peor aún, el
INE le negó el registro al Bronco por la cantidad de trampas y firmas falsas
que presentó y posteriormente el Tribunal Electoral, el mismo que juzgará la
votación del 1 de julio, impuso su candidatura pese a esa gigantesca mayoría
de firmas falsas. La señal es muy clara, no importa que el propio INE
reconozca que la mayoría de firmas son falsas, el Tribunal puede determinar
que sí tiene derecho a presentarse como candidato en las boletas. Hoy las
encuestas dicen que “ya saben quién” tendrá la mayoría de votos. Mañana, el
Tribunal con la misma desfachatez que hizo con el Bronco, puede decidir que
es otro el supuesto ganador.

 

Este ciclo electoral es ya, por mucho y en consonancia con un país
convertido en un cementerio y sembradío de fosas clandestinas, el más
violento en la historia del país. La violencia política, expresión más
cruenta del reacomodo de fuerzas políticas, se está convirtiendo en uno de
sus sellos característicos.  No sólo la violencia verbal e injurias, así
como la “guerra sucia”, de estas campañas, sino una violencia que llega al
asesinato de más de 100 candidatas y candidatos de todos los partidos, sobre
todo a nivel local. O la preocupante violencia política contra las mujeres.
Sino también la violencia para destruir candidaturas, por medios
institucionales, que se da a nivel nacional, por ejemplo en la elección para
senadores, en los intentos de desacreditar y destituir candidaturas por
argucias legaloides como las de Napoleón Gómez Urrutia, dirigente del
sindicato minero, o por las calumnias a Nestora Salgado García de las
policías comunitarias de Guerrero presentándola como "secuestradora". La
violencia que se expresa ya en las campañas parece continuación del clima de
violencia extendida nacionalmente, mostrando una profunda descomposición
social e institucional, hasta explotar en una real crisis de derechos
humanos en el país con la ola de ejecuciones extrajudiciales, desapariciones
forzadas y feminicidio. Pero no es simplemente una continuación de la
violencia ya presente en todo el sexenio, sino puede ser el presagio de la
forma que tome ahora el ya anunciado fraude que pese a lo que digan las
encuestas no bastan para conjurarlo.

 

Al mismo tiempo, y la experiencia histórica es rica en ejemplos, la espada
del fraude penderá siempre sobre la cabeza de la falsa democracia mexicana.

 

El propio AMLO, así como el conjunto de la clase dominante, teme a la
explosión social de protesta que podría darse de imponerse un nuevo fraude
cuando lo comparan con un tigre suelto, un tigre al que los políticos han
querido mantener sujeto, amarrado, controlado, respetuoso de las vías
institucionales. En realidad no es un animal salvaje, no es el México
bárbaro porque la barbarie ya está instalada aquí desde el poder, como lo
comprueban los regímenes neoliberales que chorrean sangre por todos lados.
El tigre no sería otra cosa que la irrupción de las masas populares ya
hartas de todas las trapacerías del sistema buscando construir su propio
destino, aunque no fuera ya por medio de las urnas, sino en las calles, en
los caminos, en la movilización y auto organización.

 

Aunque pareciera que las oligarquías, por miedo a que la rabia no se exprese
solo en las urnas sino en las calles contra el fraude, y pese a las cada vez
más firmes garantías que el candidato puntero les da, el fraude no puede ser
conjurado del escenario inmediato. Si ese fuera el caso, anticapitalistas y
socialistas tendremos que estar en la primera fila de la defensa de la
voluntad popular. Así como en 1988 desde el PRT mantuvimos hasta el último
momento una propuesta anticapitalista, alrededor de la campaña de Rosario
Ibarra de Piedra, tras la “caída del sistema” que impuso a Salinas, nos
comprometimos a fondo en la lucha contra el fraude. Si este es el escenario
que se deriva de la elección, nuestra postura será la misma. Pues
históricamente, siempre ha sido la izquierda los auténticos promotores y
defensores de los derechos políticos y democráticos, desde la lucha por el
sufragio universal, la obtención del voto a las mujeres, la legalización de
organizaciones de trabajadores, hasta la defensa del voto ante los distintos
fraudes.

 

El fin y mutación de este régimen de muerte se acerca. Si la derecha se
impone sin resistencia, el nuevo régimen y reacomodo de nuevas fuerzas
políticas estarán marcadas por un avance a posiciones ultraderechistas como
ya hemos visto en otras partes del mundo. La Ley de Seguridad Interior que
aprobaron, la violencia ya desatada, los fraudes del Tribunal Electoral ya
en esta campaña con los “independientes” y muchas señales más, pese a la
división burguesa y el apoyo a AMLO de sectores que antes le combatían,
indican que el riesgo de fraude y fraude violento, no está todavía
conjurado. Antes o después de la votación (sorpresivamente el PRI en la
Cámara de Diputados aprobó quitar el fuero al presidente y la decisión del
Senado quedó pendiente para después de las elecciones decidir). Si lo
imponen hundiéndose ya definitivamente en la ilegitimidad, no solo hay que
oponerse, sino empujar la posibilidad, mayor si hubiera un bloque social y
político anticapitalista, de que con la explosión social el interés del
pueblo trabajador pueda hacerse presente en el reacomodo de fuerzas de la
caída del actual régimen.

 

Ante cualquier escenario, existe una conclusión general: la necesidad de
organizar y articular a la izquierda anticapitalista, que abiertamente
cuestione y combata el ecocidio, el patriarcado y las violencias machistas y
promueva la autorganización popular. Ya sea para defender consecuentemente
la voluntad popular o, si el gobierno de AMLO abre un nuevo momento
político. En cualquier caso es urgente la construcción de un polo
anticapitalista que agrupe a quienes buscamos una transformación profunda
del país, más allá de lo que se opte por hacer el 1 de julio, votando o no,
lo importante es organizarnos.  Abrir caminos de encuentro y debate, de
construir unidad en medio del mosaico diverso que es hoy la izquierda a la
izquierda de MORENA. Ésta, para los socialistas del PRT, es la tarea
principal en el presente momento y cada día se vuelve más urgente de cara a
un nuevo ciclo político que, indudablemente se abrirá tras la elección de
julio. Nuestras esperanzas no están en las urnas, sino en la gente que
lucha, con las mujeres en lucha, con los pueblos indígenas en resistencia,
con todas y todos que enfrentan la guerra y defienden la vida, este es un
punto de encuentro mucho más amplio y sustancial que el sentido de un voto.

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