Colombia/ El retorno del uribismo (Decio Machado)
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Sab Mar 24 17:14:04 UYT 2018
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Correspondencia de Prensa
24 de marzo 2018
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Colombia
Perspectivas electorales
El retorno del uribismo
A pesar de sus vínculos con paramilitares y el narco, y de ser investigado
por la Corte Suprema, el ultraconservador Álvaro Uribe fue el senador más
votado de la historia de Colombia en las recientes elecciones legislativas.
El candidato de su partido para las presidenciales a fines de mayo, Ivan
Duque, es el favorito a la derecha, pero podrá enfrentarse en segunda vuelta
al candidato progresista Gustavo Petro.
Decio Machado, desde Quito
Brecha, 23-3-2018
https://brecha.com.uy/
Pese a que la democracia colombiana ha sido históricamente una de las más
antiguas del continente, se convirtió en tradicional que los grupos armados
–tanto insurgentes como paramilitares– ejercieran violencia contra los
candidatos a cargos de elección popular e incluso contra los votantes. Fruto
de estas acciones los muertos se cuentan por miles, aunque desde el año 2010
la incidencia de estos casos comenzó a descender de forma acelerada.
Las elecciones al Senado y Cámara de Representantes del pasado 11 de marzo,
así como la campaña presidencial en estos momentos en curso, se desarrollan
por primera vez en una Colombia libre de amenazas de grupos armados
ilegales. Por un lado, son las primeras elecciones en Colombia tras la firma
de los Acuerdos de Paz entre las Farc y el Estado colombiano, y al mismo
tiempo el Eln –al menos hasta ahora– ha respetado responsablemente el
acuerdo de alto el fuego durante los procesos electorales y su compromiso de
no injerencia en la campaña electoral.
Sin embargo, esto no implica que el sistema de partidos y el juego electoral
hayan ganado gran legitimidad en este país andino cafetero. En Colombia los
partidos o movimientos políticos viven desde hace décadas muy alejados de
sus bases, carecen de ideología, son altamente burocráticos y no se
articulan bajo parámetros de democracia interna. Fruto de la sumatoria
anterior, el sistema de partidos ha ido perdiendo valor tanto para la
sociedad como para quienes optan a algún cargo público.
Esta crisis política hace que cuatro de los siete binomios que se presentan
en la actual campaña presidencial se hayan desvinculado formalmente de la
atadura partidista –pese a que estas tiendas políticas los apoyan
indirectamente– y aparezcan formalmente ante la opinión pública como
“independientes”.
Es así que las candidaturas progresistas conformadas por el binomio Piedad
Córdoba y Jaime Araújo se presentan bajo el nombre de Poder Ciudadano y la
de Gustavo Petro y María Ángela Robledo con el nombre de Colombia Humana; la
candidatura centrista conformada por la fórmula Sergio Fajardo y Claudia
López, pese a tener el apoyo de partidos como la Alianza Verde o el Polo
Democrático prefirió inscribirse como Compromiso Humano; y la conservadora
encabezada por el vicepresidente santista Germán Vargas Lleras en binomio
con el ex ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón se presenta bajo el nombre
de #Mejor Vargas Lleras pese a tener detrás al Partido Cambio Radical. Así
las cosas, quedaron bajo las siglas de concretos partidos políticos tan sólo
las candidaturas del Partido Liberal, compuesta por Humberto de la Calle y
Clara López; la ultraconservadora uribista del Centro Democrático,
conformada por el binomio Iván Duque y Marta Lucía Ramírez, y la
centroderechista del reaparecido Partido Somos Región Colombia, con Viviane
Morales y Jorge Leyva.
Sin duda, entender la realidad política colombiana actual pasa por entender
largas décadas de corrupción institucional, la falta de actores políticos
nuevos con ideas renovadas, la manipulación informativa y de la opinión
pública por parte de los medios de comunicación, la narcopolítica, el
asesinato de líderes populares y el control del país por parte de las nuevas
élites económicas y la vieja oligarquía tradicional.
Las legislativas
Como antesala de las presidenciales, el pasado 11 de marzo se realizaron las
elecciones legislativas en un sistema bicameral donde se eligieron 108
senadores y 171 parlamentarios.
Los análisis más optimistas ven cierta recuperación en la credibilidad
democrática de Colombia por cierta mejora en el indicador de voto en estos
últimos comicios, en los que votó casi un 48,9 por ciento de colombianos
frente al 43,5 por ciento (promedio entre las elecciones para el Senado y la
Cámara) que votó cuatro años atrás. En todo caso, dicho porcentaje de
votantes se mantiene por debajo del 50 por ciento del total del censo
electoral.
Pese al alto grado de fragmentación existente en el voto, se puede aseverar
que los grandes ganadores en las legislativas colombianas fueron las
opciones políticas conservadoras y, entre ellas, especialmente el uribismo.
El Partido Liberal y el uribista Centro Democrático obtuvieron 35 curules
cada uno en la Cámara, siendo las fuerzas mayoritarias, seguidos por los 30
curules de Cambio Radical, los 25 del Partido de la U (al que pertenece el
actual presidente, Juan Manuel Santos) y los 21 del Partido Conservador.
Todas estas formaciones políticas, entre las cuales podría discutirse la
posición ideológica del Partido Liberal, responden a posiciones
conservadoras.
De igual manera en el Senado, las principales fuerzas en número de curules
fueron de tendencia derechista –Centro Democrático con 19, Cambio Radical
con 16, Partido Conservador con 15– quedando Álvaro Uribe Vélez, contra
quien la Corte Suprema abrió una investigación penal y cuyos vínculos con
grupos paramilitares y el narcotráfico son de difícil discusión, como el
senador más votado de la historia de Colombia al sumar más de 875 mil votos.
Por el lado progresista cabe significar que el partido Fuerza Alternativa
Revolucionaria del Común, nombre del partido político conformado por las
viejas Farc, apenas obtuvieron 52.532 votos en el Senado y 32.636 en la
Cámara, lo que no les permitió alcanzar ningún curul y las dejó como una
fuerza absolutamente marginal y sin capacidad de incidencia política. Sin
embargo, según lo acordado en el acuerdo de paz en La Habana, tendrán cinco
escaños en el Senado y otros cinco en la Cámara, aunque previendo la
catástrofe optaron por retirar a su líder, Rodrigo Londoño, alias
Timochenko, de la disputa por las presidenciales.
La Alianza Verde obtuvo 1,32 millones de votos al Senado –casi la mitad
corresponde al voto de Aitanas Mockus– y 884 mil a la Cámara, mientras la
formación izquierdista el Polo Democrático Alternativo no superó los 737 mil
y 444 mil, respectivamente. Ambas fuerzas apoyan al centrista Sergio Fajardo
a la presidencia. De igual manera la lista de la Decencia, identificada con
Gustavo Petro pero no promovida por él, apenas obtuvo 523 mil votos al
Senado y 255 mil a la Cámara.
En segunda vuelta
La jornada electoral del 11 de marzo vino acompañada también por un proceso
de elecciones primarias de cara a las presidenciales donde participaron una
parte de las fuerzas más significativas del ala conservadora, así como parte
de los sectores progresistas no involucrados en la candidatura de Fajardo ni
de las Farc.
Pese a que la Registraduría Nacional de Colombia dispuso menos papeletas de
las necesarias en muchos recintos electorales, una maniobra de funcionarios
mañosos que conocen al dedillo el sistema electoral colombiano y que puede
haber incidido en el resultado de las primarias, el uribista Iván Duque y el
progresista Gustavo Petro fueron los dos grandes ganadores de esta jornada.
A cuatro millones de simpatizantes consiguió movilizar Álvaro Uribe –la
figura política más trascendental del país en los últimos 16 años– para
refrendar la candidatura de Iván Duque, un abogado de 41 años cuya única
experiencia en cargos públicos deviene de su trayectoria como senador del
Centro Democrático durante la presente legislatura. Estos resultados
muestran la vigencia que mantiene el uribismo, que cuenta con una fuerte
base electoral, aliados con votación propia y una importante presencia en el
Legislativo.
Duque se presenta como el principal candidato presidencial conservador ante
las próximas elecciones del 27 de mayo, con pretensiones de ganar en primera
vuelta y acompañado en el binomio por la abogada conservadora Marta Lucía
Ramírez, quien quedó como segunda con una votación de millón y medio de
votos en dichas primarias. El candidato uribista cuenta con el apoyo del
Partido Conservador de Andrés Pastrana –con quien tiene puestos negociados
para un futuro gobierno– y también con el de los seguidores
ultraconservadores del ex procurador general de la Nación Alejandro Ordóñez.
La posición actual de Duque como favorito en las encuestas entre los
candidatos conservadores hace que posiblemente amplíe su política de
alianzas a sectores del capital que financiarán fuertemente lo que le queda
de campaña.
Duque es un neoliberal que va a seguir aplicando los programas económicos
emanados de las instituciones de Bretton Woods, transformando el régimen de
seguridad social y pensiones, continuando con la política de privatizaciones
y manteniéndose como brazo derecho de Álvaro Uribe pese a que estrictamente
no provenga del ala más “derechosa” de Centro Democrático. Otra de las
estrategias de Iván Duque es proceder con una reforma de la justicia, bajo
la justificación de que el actual aparato judicial colombiano es inepto para
dinamizar la inversión en el país, con el fin de suspender las
investigaciones en marcha contra Álvaro Uribe.
A LA IZQUIERDA…
En el otro lado de la trinchera se ubica Gustavo Petro, con 58 años de edad.
Ha sido senador –momento en el que denunció gran parte de la trama de la
narcopolítica en Colombia– y alcalde de Bogotá entre 2012 y 2015. Petro
obtuvo 2,8 millones de votos de respaldo en las elecciones primarias, unos
700 mil votos menos de lo que esperaba pero ganando ampliamente su disputa
frente a los 515 mil votos de su rival, el abogado Carlos Caicedo, ex
alcalde de Santa Marta.
El petrismo se muestra como una fuerza capaz de conseguir los votos
necesarios para llegar a una segunda vuelta, siendo el candidato de la
izquierda con mayores expectativas en Colombia desde hace mucho tiempo. Hay
que remontarse al año 2010 para encontrar a un candidato de perfil
ideológico de centroizquierda que lograra llegar a segunda vuelta; Aitanas
Mockus lo consiguió con apenas 21,5 por ciento, un resultado inferior al
proyectado para Petro. El logro de Gustavo Petro no es baladí, su resultado
de primarias supera los 2,6 millones de votos alcanzados por Carlos Gaviria
en las elecciones presidenciales de 2006 –los mejores resultados de la
izquierda frente a Uribe–, a lo que hay que sumar que hasta hace muy poco
tiempo su plataforma política carecía de personería jurídica y estaba
inhabilitado por la Contraloría para ser candidato por una discutible
sanción de 217.000 millones de pesos (unos 76 millones de dólares).
Pero además, como todo el mundo daba como claro ganador de las primarias
progresistas a Gustavo Petro, es muy posible que una parte importante de sus
seguidores ni siquiera se haya movilizado para tal evento. Más le vale al
candidato que así sea, pues se estima que necesitará de unos 4 millones de
votos para llegar a la segunda vuelta (asumiendo que el abstencionismo se
mantenga alrededor del 50 por ciento).
Consciente de que Colombia es un país claramente conservador, Gustavo Petro
ha ido modificando el discurso según ha ido avanzando la campaña. Pese a
ello, la propuesta programática petrista no deja de ser seductora,
planteando cuestiones que van más allá del discurso populista, tales como
remplazar la dependencia petrolera del país por un cambio de matriz
productiva que implique el impulso a energías alternativas o incluso adaptar
la economía nacional a la revolución tecnológica existente buscando nuevos
nichos de mercado y una inserción más inteligente de Colombia en el sistema
mundo. En resumen, pese a que el éxito uribista es inculcar en la sociedad
colombiana un miedo desproporcionado a las opciones políticas de izquierdas
bajo lógicas de intoxicación comunicacional e informativa, la propuesta
económica de Gustavo Petro aparece equilibrada y bastante sensata.
No obstante, los estudios de opinión coinciden en que de llegar Petro a
segunda vuelta se generaría una fuerte resistencia entre la clase media
colombiana, esa que mayoritariamente vota, propiciándose las condiciones
oportunas para el triunfo de Iván Duque.
Division al centro
Más allá de Duque y Petro, principales contradictores en el momento actual
de campaña y ambos con expectativas de crecer en número de votantes, hay
otros dos contendientes en la carrera presidencial que merecen ser
referenciados.
Los partidos que apoyaron a Sergio Fajardo y Humberto de la Calle sumaron
por sí solos en las elecciones legislativas en torno a cuatro millones de
votos, lo que les facilitaría –si fuesen juntos– colocar a un candidato
presidencial en segunda vuelta. Sin embargo y pese a los llamamientos
desesperados de Aitanas Mockus al Partido Liberal para conformar una
coalición que apoye la figura de Fajardo, en la actualidad aún permanecen
divididos.
Sergio Fajardo y Humberto de la Calle por separado son dos cadáveres
políticos. En el caso de Fajardo esto se debe a la pésima campaña que
realizó, a que en ningún momento gozó de estrategias electorales y que
definió claramente su discurso más allá de cuestionar la corrupción
institucional existente. Humberto de la Calle, por su parte, no pudo
ostentar un apoyo real de César Gaviria –líder del Partido Liberal– y
cometió el error de colocar en su binomio presidencial a la ex alcaldesa de
Bogotá Clara López, cuya imagen está muy deteriorada por haber formado parte
del gobierno municipal de Samuel Moreno, que está preso por actos de
corrupción.
Mientras Fajardo y Mockus buscan en este momento negociar con Humberto de la
Calle el apoyo a la candidatura del primero, el único que desde sectores
centroizquierdistas podría generar una coalición antiuribista que permitiera
un triunfo electoral frente a Duque, un viejo experto de la política como es
el presidente del Partido Liberal, César Gaviria, piensa en dejarse medir en
primera vuelta para luego negociar el apoyo a cualquiera de los dos
candidatos que pudieran llegar al balotaje.
DESAFÍO POR DERECHA
Sin embargo, el riesgo real para el uribismo proviene principalmente de los
sectores de la derecha. Y es el cuarto aspirante en discordia, Germán Vargas
Lleras, quien representa esta amenaza.
Si sumamos el conjunto del voto conservador el pasado 11 de marzo (Centro
Democrático, Partido de la U, Partido Conservador, Opción Ciudadana, Cambio
Radical, votos cristianos, etcétera), veremos que alcanza los 10 millones
sobre un total aproximado de 17,7 millones de votantes. Ese es el caudal de
votos que posiblemente respaldaría a Duque en una segunda vuelta frente a
Petro, pero es al mismo tiempo el espacio que pretende disputarle Vargas
Lleras al uribismo si es que logra introducirse en el balotaje. El partido
de Vargas, Cambio Radical, fue la segunda fuerza más votada en las
legislativas tras el partido de Uribe.
Si bien las diferentes encuestadoras colombianas centran la pelea entre Iván
Duque y Gustavo Petro, Germán Vargas Lleras es un personaje político que
todavía no se debe descartar: un adecuado uso de su experiencia en la
partidocracia, su figuración política como gestor de programas de vivienda
popular y su disposición a llegar a acuerdos respecto al reparto del poder
con cualquiera lo podrían llevar lejos.
Cambio Radical tuvo éxito en las legislativas al ocupar el espacio que sus
ex socios en la coalición de gobierno dejaron vacío en diversas regiones del
país. Sus listas al Legislativo obtuvieron en torno a 2,15 millones de votos
y se dice que no llegaron a poner toda la maquinaria en marcha para atraer
el voto clientelar.
Para llegar a la segunda vuelta Vargas Lleras necesita disfrazarse de
centrista para competir con Duque, pero pese a ello puede seguir contando
con el respaldo de una parte de la oligarquía que no quede alineada con el
uribismo y con el apoyo de Juan Manuel Santos. Todo es cuestión de negociar
puestos en el futuro gobierno con el santismo… Su propuesta electoral en el
fondo no es tan distinta a la del uribismo. Plantea el control salarial, la
transformación del régimen de pensiones, subir la edad de jubilación y en
rasgos generales, administrar en pro de las élites económicas colombianas.
El programa de Vargas Lleras no contempla una sola propuesta a favor de los
que viven del salario, sin embargo su victoria sería la única posibilidad de
resucitar un escenario de gran coalición central que volviera a integrar a
los actuales socios de la Unidad Nacional, dejando fuera al Centro
Democrático por el lado más conservador y a los petristas por el lado
progresista.
En estas condiciones lo que pase con la evolución de los compromisos
adquiridos respecto a los acuerdos de paz y las negociaciones en marcha con
el Eln es una incógnita.
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