Brasil/ "Las fuerzas reaccionarias prevalecen en un escenario de turbulencia" [Valério Arcary - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Mayo 8 13:06:15 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

8 de mayo 2018

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Brasil



Entrevista a Valério Arcary



“Las fuerzas reaccionarias prevalecen en un escenario todavía de notable
turbulencia”



Martín Mosquera



Intersecciones

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Traducción de Intersecciones



-¿Cómo caracterizas la situación abierta por la detención de Lula? ¿Cuáles
son los escenarios posibles en el futuro próximo, teniendo en cuenta las
elecciones presidenciales de octubre?



En síntesis, las fuerzas reaccionarias prevalecen en un escenario todavía de
notable turbulencia. Pocos podrían imaginar una evolución negativa tan veloz
del escenario político nacional como la que ocurrió en los últimos meses. El
anuncio de la intervención militar en Rio de Janeiro, la salvaje ejecución
política de Marielle Franco y Anderson y la prisión política de Lula
intensificaron peligrosamente el curso reaccionario de los acontecimientos.
La crisis política y social se ha agravado sensiblemente, y los
desdoblamientos de ella son todavía imprevisibles. El conflicto actual entre
diversas fuerzas sociales y políticas – clases, fracciones de clase,
partidos, instituciones, liderazgos, etc. – revela que hay una encarnizada
lucha por los rumbos del país. Temer es un presidente sin respaldo social.
Aun así la burguesía avanza a pesar de las divisiones en su interior acerca
de hasta dónde llegar y cómo alcanzar sus objetivos. La clase trabajadora y
los oprimidos están a la defensiva, pero resisten bravamente con sus luchas,
en cuanto a la clase media sigue mayoritariamente a derecha, siendo la
principal base social de la extrema derecha. El sistema partidario de la
Nueva República (el régimen electoral de los últimos treinta años) se
derrumba sin que se haya alcanzado un nuevo orden que lo substituya: un
nuevo equilibro no ha sido conseguido.



Hay diversos proyectos en disputa. La vieja representación política burguesa
(MDB, DEM, PSDB) lucha por mantener en pie al debilitado sistema
político-partidario. La fracción capitalista encarnada en el Lava Jato
quiere imponer transformaciones reaccionarias en el régimen, de modo de
tornarlo más eficiente, blindado y represivo. Lula y el PT, a su vez, buscan
sobrevivir a la brutal ofensiva que lo afecta sin abrirse del compromiso
conciliatorio con los poderosos. La crisis del centro del sistema, tanto a
izquierda como a derecha, abre espacio para nuevas fuerzas políticas. La
extrema-derecha avanzó vigorosamente en los últimos años, conquistando
influencia de masas, aunque minoritaria. Un líder neofascista, Jair
Bolsonario, puede llegar al segundo turno de las elecciones presidenciales.
Del otro lado, la reorganización de la izquierda ganó un impulso con el
lanzamiento de la candidatura de Guilherme Boulos y Sônia Guajajara a la
presidencia. La alianza formada entre el PSOL, MTST, PCB, entre otras
organizaciones, abre la perspectiva de construcción de una nueva estrategia
de izquierda que sea la del enfrentamiento con los ricos y poderosos y no
más la de conciliación de clases representada por el lulismo. Es posible que
ni el PSDB, ni el PT lleguen al segundo turno. En las últimas seis
elecciones presidenciales, en 1994, 1998, 2002, 2006, 2010 y 2014, un
intervalo de un cuarto de siglo, prevaleció un patrón de alternancia entre
dos campos políticos: PSDB y PT. Ello puede repetirse, pero el segundo turno
está abierto y puede ser, también, entre otros candidatos.



-La organización en la que militas actualmente, MAIS (Movimento por uma
Alternativa Independente Socialista) (1) surge de la ruptura con el PSTU
(Partido Socialista dos Trabalhadores Unificado) a partir la caracterización
de la crisis de 2015-2016 que conduce a la destitución de Dilma Rousseff.
¿Puedes comentar los términos de esa discusión que concluye en la escisión
de casi la mitad del partido? ¿Además de los debates tácticos, qué elementos
de alcance estratégico se pusieron en evidencia?



Pasados 25 años de restauración capitalista, nos vimos obligados a constatar
que las fuerzas marxistas revolucionarias, entre ellas el trotskismo,
estaban más débiles en el mundo. Las rupturas de masas con los grandes
aparatos que dominaron la influencia sobre la clase trabajadora en las
décadas anteriores no fueron atraídas, en su inmensa mayoría, por las
distintas organizaciones de la Cuarta Internacional. A pesar de movilizarse
y hasta protagonizar revoluciones políticas, las masas y la vanguardia no
ven otra alternativa más allá del régimen democrático-burgués. El socialismo
no solo no surge como alternativa posible, sino que es repudiado, en varios
países clave, por la mayoría de las masas.



Eso no altera en nada a nuestra estrategia de movilización permanente para
la toma del poder por la clase obrera y de construcción de partidos
bolcheviques y de una Internacional con esa estrategia. Pero nos obliga a
reflexionar si el peso de la restauración en los ex Estados obreros y el
hecho de que las revoluciones democráticas contra los regímenes estalinistas
hayan sido dirigidas por fuerzas burguesas pro-imperialistas, no significó
un golpe profundo en la consciencia de las masas. Si así fuera, como
creemos, el balance de los procesos del Este merece ser considerado,
sumamente, regresivo. La visión de una etapa post-caída del muro, la llamada
4ª etapa, como una etapa más favorable para la construcción de partidos
revolucionarios no se confirmó, y hay una reflexión a hacer. En lugar de
ellos, la visión llevada al Congreso por la mayoría de la dirección del PSTU
profundizaba una visión facilista, y ocultaba las contradicciones y
obstáculos que ya habíamos constatado antes.



-Vemos acumularse en Brasil una serie de episodios preocupantes que
contribuyen a la emergencia de un régimen político autoritario: comenzando
por el punto de inflexión de la destitución fraudulenta de Dilma Rousseff,
recientemente se produjo la intervención militar en Río de Janeiro, luego la
detención sin pruebas de Lula y, más en general, asistimos al despliegue de
un endurecimiento estatal-autoritario, que incluye el asesinato cada vez más
frecuente de dirigentes sociales y políticos. ¿Cómo analizas estos cambios
en términos del “régimen político” que está en proceso de consolidación en
Brasil?



Estamos ante transformaciones reaccionarias del régimen político. La
democracia-burguesa en Brasil es cada vez menos democrática. El proyecto
económico de naturaleza neocolonial presupone una estrategia de
reformulación del régimen de dominación. El Ejecutivo y el Legislativo
perdieron fuerza; en contrapartida, el Judicial y las Fuerza Armadas han
ganado cada vez más relevancia política. Conquistas democráticas
fundamentales están bajo amenaza. Si la capacidad de ejercer la dominación
por consenso disminuye, aumentarán las medidas coercitivas para el ejercicio
del orden burgués. Caminamos a pasos acelerados hacia una democracia
capitalista todavía más restringida, amputada, blindada y represiva. El Lava
Jato sirve a las transformaciones reaccionarias en el régimen,
particularmente por restringir o anular derechos democráticos, alcanzando
especialmente a líderes de la izquierda reformista (PT), y fortalecer
instituciones como el Poder Judicial, la Policía Federal, el Ministerio
Público y también las Fuerzas Armadas.



En una palabra: estamos ante una fracción burguesa, que tiene a TV Globo
como portavoz, que quiere imponer un proyecto de reformas autoritarias en el
régimen político. Incluso cuando la Operación alcanza a figuras de la
derecha tradicional (como Temer) y reconocidos corruptos (Cunha, Geddel,
etc.), el carácter reaccionario del Lava Jato en nada se altera. Por último,
aunque la República de Curitiba venga a buscar a uno u otro tucano – como el
ya abatido Aécio -, será apenas para disfrazar lo fundamental. La protección
del “santo” Alckmin es alegórica. La izquierda que se alinea con el Lava
Jato está cruzando la frontera de clase.



-Te has referido a la emergencia de un neofascismo con base de masas en
Brasil. ¿Podrías ampliar la caracterización de este fenómeno? ¿Se asiste a
un proceso de polarización social o política, con sectores radicalizándose a
izquierda y a derecha, o estamos frente a una derechización de conjunto de
la sociedad brasileña que tiene en el “neofascismo” a su versión extrema?



La segunda hipótesis es, infelizmente, aquella que mejor describe la
evolución negativa. No se trata de una dinámica de polarización social.
Estamos ante una inversión desfavorable de la relación social y política de
fuerzas. La ejecución política de Marielle y Anderson, los tiros en la
Caravana de Lula, el recrudecimiento de los asesinatos políticos de los
sin-tierra e indígenas y del genocidio del pueblo negro y pobre en las
periferias, así como las crecientes acciones de violencia, intimidación y
persecución contra activistas de los movimientos sociales y de izquierda
encienden la alerta roja. Alimentándose del miedo y del odio diseminados en
parcelas de la población, el monstruo neofascista levanta la cabeza. No
estamos ante el peligro inmediato de una dictadura militar, tampoco de la
amenaza de una contrarrevolución fascista en Brasil.



Pero este hecho no disminuye la gravedad de la existencia de una
extrema-derecha con influencia de masas en el país, aunque minoritaria.
Bolsonaro es un líder fascista seguido por millones que puede ir al segundo
turno de las elecciones presidenciales. En torno a él se organiza un
movimiento político nacional que promueve campañas, reuniones, eventos,
actos. En rigor, hay un embrión de un partido neofascista en construcción en
torno a su figura. ¿Cuál será el futuro de este proyecto? Muy difícil de
prever hoy. En este momento, Bolsonaro acomoda sus objetivos inmediatos al
régimen democrático-electoral, pero ¿y mañana?



No es hora de condescendencia con los enemigos de las libertades. La
política de Frente Único antifascista gana importancia redoblada. La unidad
de acción para el enfrentamiento enérgico en todos los terrenos es clave
para detener el peligro neofascista.



-La detención de Lula y la crisis del PT abren un gran interrogante sobre el
futuro de la izquierda brasileña. El PSOL y la candidatura de Guilherme
Boulos parecen en condiciones de ocupar un papel importante en una
reorganización de gran escala de la izquierda. ¿Cómo analizas estas
posibilidades abiertas?



Contra los ataques colosales, los trabajadores, los oprimidos y la juventud
resisten, aunque haya fluctuaciones de intensidad según la coyuntura y las
circunstancias implicadas.



En otras palabras, hay un cuadro de luchas de resistencia en el marco de una
situación defensiva. Veamos: en 2017, la clase trabajadora protagonizó, el
28 de abril, una histórica huelga general contra las reformas. En los
últimos años, hubo un número significativo de huelgas y ocupaciones de
tierra. Y también diversas y significativas manifestaciones de mujeres,
negras y negros y LGBTs por sus derechos. Las consignas de las
movilizaciones, en general, fueron defensivas, pero las luchas demostraron
capacidad de reacción ante el impacto de los ataques.



Al inicio de este año, hubo una fuerte conmoción por el asesinato político
de Marielle, y más de 150 mil personas salieron a las calles al día
siguiente de la ejecución. La ocupación de Povo Sem Medo, en São Bernardo do
Campo (SP), que se tornó un símbolo de resistencia social en el país,
conquistó terrenos para la construcción de viviendas populares. Por su
parte, la fuerte huelga de empleados públicos de la ciudad de San Pablo
derrotó la reforma de la seguridad social de Dória (PSDB). Esos ejemplos
demuestras que hay disposición de resistencia entre los de abajo.



Contra la actual ofensiva capitalista, es preciso apostar a la unidad para
luchar: unidad para defender los derechos de los trabajadores y de los
oprimidos; unidad para defender los salarios y los empleos; unidad en
defensa de la educación y de la salud públicas. Y unidad también para luchar
contra los ataques a las libertades democráticas, por justicia por Marielle
y contra la prisión de Lula.



En este sentido, es un deber de los partidos de izquierda (PT, PCdoB, PSOL,
PSTU, PCB), de los sindicatos y centrales sindicales (CUT, CTB,
CSP-Conlutas, Força Sindical etc.) y del conjunto de los movimientos
sociales (MTST, Povo Sem Medo, MST) promover la unidad concreta en la lucha
en defensa de las demandas sociales, económicas y democráticas. No hay
tiempo que perder. Y apostando a la lucha unificada de la clase trabajadora
y de los oprimidos es que podemos cambiar las cosas.



-¿Qué peso tiene el balance del gobierno de conciliación de clase de Lula en
una posible reorganización de la izquierda brasileña? ¿En qué se basa la
posibilidad de superar la experiencia del “lulismo”? ¿Cómo evitar las
tendencias a la adaptación y a la burocratización que pesaron decisivamente
sobre el PT - que en los 80 era un partido de clase, pluralista y socialista
-, ahora que el PSOL puede ganar más espacio y, por consiguiente, puede
quedar sometido a mayores presiones hacia la adaptación institucional?



La precandidatura de Guilherme Boulos y Sônia Guajajara a la presidencia es,
al mismo tiempo, símbolo y apuesta de la reconstrucción de un proyecto de
izquierda que hable la lengua de la lucha de clases, la lengua de los de
abajo, y no de la sumisión, conciliación y acomodación con los de arriba. La
alianza sellada entre el PSOL, MTST y otros diversos movimientos impulsa una
iniciativa política que trasciende la disputa meramente electoral, porque
abre camino para la reorganización de la izquierda sobre nuevas bases
políticas y programáticas. Para superar el petismo y su estrategia
permanente de conciliación con los poderosos, debemos evitar el error
sectario. En este momento, es decisiva la lucha unificada por justicia por
Marielle, el combate al neofascismo, la movilización contra la condena de
prisión de Lula, la lucha unitaria contra el gobierno Temer y las reformas y
contra la intervención militan en Río. La unidad de la izquierda en lucha es
una bandera central para los días de hoy.



Sin embargo, al mismo tiempo, es necesario reconocer que, sin romper
política y programáticamente con el lulismo, la nueva izquierda tendrá vuelo
corto. La conciliación de clases no es ahora solamente indeseable: ella fue
la responsable de abrir las puertas para el golpe parlamentario y la onda
reaccionaria que se abate sobre nuestro pueblo. La estrategia de
conciliación reveló todo su fracaso e impotencia con la prisión de Lula sin
resistencia a la altura por parte de la dirección del PT. Por eso, en las
elecciones de este año, es fundamental afirmar un nuevo proyecto para la
izquierda, con un nuevo programa. Si la unidad de la izquierda para luchar
es fundamental, en las elecciones será preciso priorizar la construcción de
lo nuevo, de una nueva estrategia, para no repetirnos en los viejos errores.
La dirección del PT ya dio repetidas pruebas de que seguirá con sus alianzas
con sectores de derecha y con el programa de conciliación con el gran
capital, incluso con Lula en prisión. No vamos a seguir ese camino que ya se
demostró trágico. Vamos por otro, apostando en las calles, en la lucha
independiente de “los de abajo”, levantando un programa anticapitalista con
Boulos, Guajajara y el PSOL.



* Dirigente histórico del marxismo revolucionario en Brasil. Profesor
jubilado del IFSP (Instituto Federal de Educação, Ciência e Tecnologia).
Fundador y miembro de la dirección del PT hasta su ruptura en 1994 junto a
la corriente que luego fundó el PSTU.



Nota de Correspondencia de Prensa



1) En un reciente Congreso (30 de abril de 2018), el MAIS se fusionó con la
NOS (Nova Organização Socialista) dando nacimiento a “Resistencia”, nueva
organización que nuclea a militantes del PSOL 20 estados y el Distrito
Federal:
(https://esquerdaonline.com.br/2018/04/30/nasce-a-resistencia-nova-organizac
ao-politica-da-esquerda-brasileira/)
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