Congo/ Las mujeres siguen siendo violadas sin que nadie se mueva [Caddy Adzuba - Lucía Muñóz]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mayo 25 13:25:34 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

25 de mayo 2018

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República Democrática del Congo



“Las mujeres siguen siendo violadas en Congo sin que nadie se mueva”



La congoleña Caddy Adzuba, periodista y activista, denuncia la situación que
ha vivido y vive su país, donde 48 mujeres son violadas cada hora, es decir,
400.000 al año.



Lucía Muñoz



lamarea.com, 24-4-2018

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De repente, estalla una guerra en tu país. Anteriormente, los derechos de la
ciudadanía estaban ya maltratados, tanto por el propio Estado como por
factores externos de otros, ya fuesen políticos o económicos. Imaginen que
la vida de las personas no vale nada y que en cualquier momento pueden
pedirle que violen a su madre, asesinen a toda su familia delante suya, que
se tenga que comer las orejas de su pareja o los cerebros de su hijo; que su
cuerpo, el de las mujeres, se convierte en un arma de guerra, y que los
soldados le introducen por la vagina sus armas y objetos afilados. Harán
todo lo posible para que desee la muerte. Y si no le matan, al final acabará
agonizando en un limbo del que seguramente, en la mayoría de los casos, no
se puede salir.



Esto que parece tan alejado de nuestras vidas, tan surrealista, resulta que
son casos reales y no de hace cuatro o cinco siglos. Ocurrió hace tan solo
dos décadas. Así lo relata la superviviente congoleña Caddy Adzuba,
periodista y activista, que denuncia allá por donde va la situación que ha
vivido y vive su país y reivindica los derechos de las mujeres en la
República Democrática del Congo, donde 48 mujeres son violadas cada hora, es
decir, 400.000 al año. Su apoyo incondicional y lucha constante ha sido
reconocida por el Sindicato de Periodistas de Andalucía con el premio Julio
Anguita en 2009 y, posteriormente, con el premio Príncipe de Asturias de la
Concordia en 2014. Recientemente ha estado en Málaga para conmemorar el 25
aniversario de la Facultad de Ciencias de la Comunicación.



A pesar de que la guerra acabó en 2003, la violencia no se ha erradicado.
Las zonas del este siguen en un continuo estallido, donde los hombres son
secuestrados, matan a niñas y niños, y cómo no, la violación a las mujeres
forma parte de la rutina. “Los conflictos generados por estos movimientos
rebeldes dejan el país más vulnerable que nada. Las primeras víctimas de
estos conflictos son en general las mujeres y los niños. Estos grupos tienen
intereses económicos, por eso atacan principalmente las zonas con más
recursos como la del este. Aunque la guerra civil se haya acabado
oficialmente, las mujeres siguen sufriendo violencias por parte de estos
grupos rebeldes sin que nadie se mueva. Cogen a los niños para combatir como
soldados y allí les matan”, aclara.



Ella misma ha sido perseguida y amenazada. Le cuesta hablar de ello, pero
con humildad y con mucho valor reconoce haber vivido situaciones en las que
ha temido por su integridad física, incluso ha sido disparada. “Hay
periodistas que han perdido la vida. Me convenzo a mí misma para poder
seguir. Mi vida en mi país corre un peligro constante pero sigo viva. Pero,
¿cómo me voy a ir de mi país? Tengo el sentimiento de tener un deber que
cumplir, una misión. Todo el mundo no se puede ir, porque entones, ¿quién
quedará aquí para apoyar a las demás? Es lo que me da fuerzas para seguir”.



En el país no se celebran unas elecciones desde 2006, con el triunfo del
Partido del Pueblo por la Reconstrucción y la Democracia, con Joseph Kabila
a la cabeza. Por eso, para la población congoleña es tan importante que se
renueven los puestos del poder el próximo 23 de diciembre en las urnas. Esto
también ha provocado que la situación esté “bastante tensa y compleja”,
según la periodista. “La población quiere elecciones –añade–, quiere ver un
cambio y espera que los políticos pongan de su parte para que todo salga
bien. En muchos países africanos, las elecciones terminan mal porque el
presidente nunca quiere dejar el poder, algo que puede ocurrir en el Congo
porque no hay intención, y hay guerras en la que la gente muere. Queremos
unas elecciones sin violencias, con políticos responsables y respetando los
derechos de la humanidad”.



El intento de sobrevivir con sueldos precarios, sin planes sociales y con
escasas oportunidades para la juventud está teniendo como consecuencia la
salida de la gente a las calles. Reclaman su derecho al voto, mientras
mantienen la esperanza. “El gobierno no hace caso al sufrimiento del pueblo.
Solo mira por sus intereses, ya sean oposición o poder. Lo que quiere el
pueblo no le importa a nadie”, analiza.



El poder institucional del Congo no representa a las mujeres que han nacido
y viven allí. Ni social, ni políticamente. Son empobrecidas por el sistema
heteropatriarcal, que las despojan de sus pocos recursos económicos para ser
gestionados por un hombre, por lo que avanzar resulta complicado y se
convierte en un problema de autonomía. No obstante, Adzuba afirma: “A
nosotras, que hemos decido luchar, nada nos puede parar ni desanimar”. Y es
que a pesar de las dificultades y del machismo, son muchas las mujeres, como
esta activista, que han decidido dar un paso al frente a reconquistar su
espacio en “un mundo de hombres” y “hablar por las que hoy no pueden, para
luchar por las causas de las mujeres en el Congo”.



Las ondas feministas de las congoleñas



Las mujeres y su sororidad comienzan a organizarse en pequeñas asociaciones
y colectivos. Para Adzuba, que lo más importante es que se visibilicen las
mujeres, eligió un instrumento esencial para la educación: “el periodismo
por la paz”. Esta es una de sus tareas en Radio Okapi, creada en 2002 cuando
llegó la misión de la ONU en el Congo, MONUSCO, para acompañar en la acción
de la búsqueda de la paz y la misión de las Naciones Unidas en la
estabilización del país. “Llevamos a cabo un periodismo de paz, que es todo
lo contrario que se ejerce en el periodismo clásico. Hacemos periodismo con
rigor, pero fomentando la paz a través del periodismo”, explica la
congoleña. Entiende que “el mayor problema es el acceso de las mujeres a los
medios de comunicación para poder expresarse y dar su opinión, participar en
debates y hablar de sus problemas”. Por ello, en 2003 tomaron las riendas y
crearon la Asociación de Mujeres Trabajadoras en los Medios de Comunicación,
de la que Adzuba es presidenta.



Empezar no fue fácil. Primero tuvieron que romper con “el peso cultural
machista en el que las mujeres no pueden hablar”. Luego, conseguir que las
mujeres tomaran sus propias decisiones y que esto también pudiera accionar
en su desarrollo a nivel personal.  Así, en 2016, nace la primera radio de
mujeres para mujeres en el Congo y alrededores. “El objetivo es dar a las
mujeres el lugar que se merecen. Creamos grupos de mujeres que se reúnen una
vez a la semana en las zonas rurales. Ellas eligen un tema en relación con
la vida de su pueblo y nosotras hacemos de estos debates unas emisiones
públicas que se transmiten en Mama Radio”, cuenta.



Para Adzuba no es solo un medio de comunicación o de empoderamiento. Mama
Radio no solo acompañará a las mujeres como electoras, sino también como
candidatas. “Queremos que la mujer tenga un papel importante, no solo en la
participación, sino también salir victoriosas en este proceso. Por eso,
nuestra estrategia a través de la asociación es luchar por que haya una
representación de la mujer en la política y que haya una candidata a las
elecciones. Llevamos 15 años luchando por esto desde la asociación de
mujeres periodistas pero no sé a dónde nos va a llevar y vamos a seguir”,
afirma convencida.



El tono de tu llamada es el grito de una mujer violada



No hay oprimida sin opresor. Y eso es lo que ocurre en el Congo. “La
colonización física ha acabado, pero la colonización económica sigue
existiendo”, señala Adzuba, que pone el foco en las multinacionales y en el
teléfono donde se está grabando su entrevista. “Este teléfono inteligente
está hecho con la sangre de mi pueblo y con el sufrimiento de las
violaciones a las mujeres congoleñas”, apunta. Recursos como el coltán, oro,
cobre, estaño, casiterita y otros minerales imprescindibles para las
industrias occidentales son los que han provocado que multinacionales
europeas y americanas financien armas y guerras “a cambio de vivir en un
lujo y despojar a África. Europa es lo que es gracias a todo lo que sigue
expoliando en África”.



Y si la solución dependiera de ella, sabría lo que hay que hacer: “África
tiene que cerrar sus puertas e intentar desarrollarse sola, porque si Europa
hoy día sigue robando, la culpa la tiene África. Tenemos que ser más fuertes
y cambiar también los políticos y gobiernos corruptos que solo cumplen las
órdenes de Europa en lugar de mirar por su pueblo”.

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